Este mes se han cumplido cuatro años de la muerte de Rafael Roncagliolo Orbegoso, Rafo. Había pasado el mediodía del primero de mayo de 2021 cuando recibí un mensaje en un grupo de WhatsApp comunicando que Rafo había fallecido alrededor de una hora antes. Quedé impactado con la noticia considerando que a las 10 de la mañana la información era que estaba enfrentando bien el COVID.
Ese grupo
de WhatsApp había sido creado poco más de un año antes y se llamaba JDC, en
alusión a la Juventud Demócrata Cristiana, sección juvenil del Partido
Demócrata Cristiano, PDC, en el cual seis décadas antes habíamos militado
todos.
NOS CONOCIMOS
EN 1960
Seguramente por eso que recordé el día que conocí a Rafo.
Fue cuando llegó al local del PDC. Estábamos Federico Velarde, Fico, y yo
conversando, cuando vimos llegar a Rafo vistiendo el uniforme del colegio
Inmaculada de donde en un mes más egresaría al terminar la secundaria. Miraba
las paredes con diversos afiches y avisos, como si buscara algo. Fico que había
terminado la secundaria en el mismo colegio en 1954, identificó el uniforme y
se acercó para preguntarle qué estaba buscando. Donde inscribirme, fue su
respuesta.
Nos presentamos
y lo ayudamos en su inscripción. Evidentemente esa noche Rafo se convirtió el
más joven inscrito en el PDC, algo que sucedió conmigo a inicios de 1959 (Ver crónica “Mis primeros años en política” del 21 de febrero de 2019). Quizás por ello hubo una reciproca simpatía y se inició una
amistad que duraría más de 60 años. Incluso en 1972 fue uno de los testigos de
mi matrimonio. No lo sabíamos entonces, pero iniciábamos un mismo camino de
actividad política que se prolongaría hasta 1991 en que renunciamos a seguir
actuando en política partidaria
Pero ese
triste primero de mayo, cuando casi automáticamente agarré mi teléfono, recordé
que cuando recibía la noticia del fallecimiento de un antiguo camarada o algún
amigo, al primero que le avisaba era a Rafo. Incluso después de llamarlo para
informarle de las muertes de Jaime Quijandría en diciembre del 2012 y de Fico
Velarde en enero del 2013, cuando lo llamé por alguna otra cosa uno o dos meses
después me dijo “Flaco, casi no te contesto. Tus últimas llamadas fueron para
dar malas noticias”
Como muchos de mis amigos que consideran que tengo muy buena
memoria, a lo largo de la dos o tres últimas décadas, Rafo me llamaba para
preguntarme sobre la fecha aproximadamente en que habíamos participado en algún
evento. O por quiénes habían asistido a determinada reunión. Pero si bien yo
recordaba que nos habíamos conocido el día de su inscripción en el PDC,
él sabía la fecha exacta: 16 de noviembre de 1960. Lo tenía muy presente porque fue dos
días después de que cumpliera 16 años.
MUY BUENA RELACIÓN DESDE SIEMPRE
Entre esa noche
de 1960 y marzo de 1965 coincidimos en instancias partidarias o para
partidarias. La relación con Rafo aunque no frecuente era buena. Yo en el
activismo de la campaña electoral presidencial, primero, en el nacimiento de la
Coordinadora de Frentes Estudiantiles Social Cristianos, COFESC, después, y en
el impulso al trabajo del PDC y FESC en Ayacucho, ciudad a la que me trasladé a
vivir más de un año y medio. Mientras Rafo que había ingresado a inicios de
1961 a la Universidad Católica, comenzó su carrera como dirigente estudiantil
que lo llevó en octubre de 1963 a la presidencia de la Federación de
Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica, FEPUC, antes de cumplir los
19 años, mientras comenzaba a tener experiencia internacional a través del
movimiento estudiantil.
COFESC se
había formado a mediados de 1962 y propició la formación de frentes
estudiantiles social cristianos en las universidades del país que por esa época,
además de las cinco de Lima, existían en Trujillo, Arequipa y Cusco desde mucho
tiempo atrás y muy recientemente en Huancayo, Lambayeque e Ica, además de la Universidad
Nacional San Cristóbal de Huamanga, reabierta en 1959 luego de casi un siglo. Fico
Velarde había sido el primer coordinador de COFESC, que sería reemplazado desde
1964 por Carlos Lecca, expresidente de la Asociación de Centros Universitarios
de la Universidad Nacional de Ingeniería, ACUNI.
En esos
primeros años de la década del 60 me pidió que lo acompañara a una cita
clandestina, la primera a la que asistiríamos, sin sospechar que doce o trece
años después tendríamos amplia experiencia en ese tipo de reuniones (Ver crónica "Algunas
reuniones clandestinas en 15 años” del 25 de septiembre de 2020). También coincidimos con Rafo en certámenes
en Lima organizados por la Oficina Relacionadora de Movimientos Estudiantiles
Universitarios, ORMEU, (Ver crónica “Una foto con más de medio siglo”
del 25 de agosto de 2017) o por la Unión Nacional de Estudiantes
Católicos, UNEC. Tuvimos también ocasión de coincidir en Ayacucho cuando se
realizó el VIII Congreso Nacional de la Federación de Estudiantes del Perú,
FEP, donde si bien presidía la delegación Jaime Montoya, como presidente de la
FEPUC, Rafo la integraba como presidente electo. Dicho sea de paso, Jaime y
Rafo iniciaron una saga de demócratas cristianos elegidos presidentes de la
FEPUC, ya que continuaron Armando Zolezzi, Henry Pease, Manuel Bernales, Javier
de Belaunde y finalmente -luego de un año en que no se eligió a nadie- José
María Salcedo.
TRABAJAMOS
JUNTOS DESDE LA DIRIGENCIA
En marzo
de 1965 inicié una etapa de trabajo intenso con Rafo en la Juventud Demócrata
Cristiana, JDC y en COFESC. A inicios de ese mes se realizó en Huacho la Asamblea
Nacional de la JDC, en que culminó su mandato como secretario general el
diputado Valentín Paniagua, quién era una persona de consenso. En esa asamblea
se notaban gruesamente una línea de centro derecha y otra de centro izquierda. Ganó
la primera. El nuevo secretario general fue Jorge Lazarte, ex dirigente
estudiantil de la UNI, que había sido incansable apoyo a la gestión de Valentín
y que tenía influencia en varias delegaciones departamentales.
La otra
corriente que integrábamos con Rafo tuvo como candidato a Augusto Velezmoro, que
había desarrollado un amplio trabajo partidario en el departamento de La Libertad,
en especial en su capital Trujillo. La lista de Jorge ganó la mayoría de los
integrantes del comité ejecutivo nacional, CEN, de la JDC y Rafo lo integró por
la minoría. En esa misma reunión se eligió una terna para que la Asamblea del
PDC, que se realizaría un par de semanas después, definiera entre sus
integrantes quién integraría el nuevo CEN partidario. Dos camaradas integraban
la terna por mayoría y yo por minoría
Generalmente
lo que ocurría en esos eventos partidarios es que cada lista auspiciaba a un
integrante de las ternas tanto de la JDC como de los grupos femenino, de
empleados y de obreros. Generalmente se auspiciaba al primero de la terna que
había elegido su respectiva asamblea.
Días
después, la asamblea o congreso partidario contra todo pronóstico me eligió
representante de la JDC al CEN. Fue el único cargo en que hubo más de un
candidato. Uno de los integrantes de la terna había renunciado y otro fue
auspiciado por la única lista que se presentó, encabezada por el senador Héctor
Cornejo Chávez, excandidato presidencial del PDC.
Al instalarse
el CEN de la JDC, le encargaron a Rafo la secretaría de relaciones
estudiantiles porque era indiscutible que con su excelente carrera de dirigente
universitario de la Católica era quien mejor estaba preparado para asumir ese
cargo partidario.
Por esa
época COFESC, estaba siendo coordinada por Julio Da Silva, vinculado a la
gestión de Lecca en la ACUNI, y Rafo. No recuerdo bien si Julio y Rafo compartieron
la coordinación o fueron coordinaciones sucesivas. En todo caso en ese mi
primer año como integrante del CEN partidario, coordinamos frecuentemente con
Julio y Rafo. Algunas veces lo hacíamos almorzando en el chifa Kan Tu, en el
jirón Camaná a treinta metros de la avenida Colmena y a cien de la plaza San
Martín.
En esa
época a partir de su experiencia como presidente de la FEPUC, además de los
contactos que como dirigente de la JDC había desarrollado el último año, así
como por viajes al exterior que había tenido oportunidad de realizar, Rafo
tenía un amplio conocimiento del movimiento estudiantil internacional.
En los
primeros días de abril de 1966, en asamblea
nacional realizada en el Callao fui
elegido secretario general de la JDC, en reemplazo de Lazarte quien impulsó la candidatura
de Carlos Ferrero, quien sería brillante parlamentario en la década del noventa
y primeros años del nuevo siglo. En esa asamblea Rafo fue electo subsecretario
general. Paralelamente asumió la secretaría de relaciones internacionales,
dejando la secretaría de asuntos estudiantiles que asumió Da Silva, quien se
incorporó al nuevo CEN de la Juventud DC. Con ambos compartiendo dirigencia en la
JDC y en COFESC, nuestras coordinaciones seguirían siendo frecuentes. Más de
una vez recordamos con Rafo cómo en esos días conseguimos -prácticamente sin
habérnoslo propuesto- pasajes gratuitos para irnos a Chile (Ver crónica
“Están con el presidente ¿es urgente?” del 15 de diciembre de 2012).
Hago un
paréntesis para señalar que diez años después Rafo y yo, junto con varios ex camaradas
del PDC estaríamos fundando el Partido Socialista Revolucionario, PSR, mientras
que Lazarte y Ferrero luego de unos diecisiete años estarían fundando el
Movimiento Solidaridad y Democracia, SODE, junto también con varios otros
exintegrantes del PDC. Partido de izquierda bastante heterodoxo el PSR,
movimiento de centro con destacadísimos tecnócratas el SODE.
CONSTITUIMOS
UNA TENDENCIA PARTIDARIA
Regresemos
a 1966. Desde la JDC tomamos iniciativas que tuvieron fuerte influencia en la
marcha de la Democracia Cristiana. Particularmente en cuanto a la Alianza Acción
Popular - Democracia Cristiana, AP-DC. Y por cierto, tuvimos mucho que ver en el
conflicto partidario que culminó con la renuncia de un sector para formar el
Partido Popular Cristiano, PPC, en diciembre de ese año (Ver
crónica “Hace 50 años: fundación del PPC vista desde la otra vereda” del
16 de diciembre de 2016).
Nuestros
almuerzos en el chifa Kan Tu continuaron y se transformaron. En los meses de octubre, noviembre y diciembre
de 1966, durante el mencionado conflicto interno, varios ex dirigentes de la JDC
y ex dirigentes estudiantiles que militaban en el partido, sabían que era
posible aportar datos o argumentos a nuestras decisiones asistiendo al chifa los
viernes. En amplia mesa intercambiamos opiniones entre dirigentes y
exdirigentes sin saber que en realidad estábamos asistiendo a reuniones de una
tendencia partidaria. Meses después en marzo de 1967 propiciamos la candidatura
del diputado Alfredo García Llosa a la presidencia del PDC y logramos en el
nuevo CEN mi elección y la de Alberto Péndola, además de la de Jaime Montoya, quién
desde días antes era el nuevo secretario general de la JDC.
En la
directiva que encabezaba Jaime, Julio Da Silva asumió la subsecretaría general.
Rafo dejó el CEN pero se mantuvo como secretario de Relaciones Internacionales.
Su calidad y su experiencia fueron básicas para dos meses después obtener para
la JDC peruana la presidencia de la Juventud Demócrata Cristiana de América Latina,
JUDCA. El cargo era para la organización pero los votos se garantizaban con el
nombre de quién se encargaría de ejercerlo. Adelantar que Rafo sería el escogido, definió
la elección a favor de la JDC peruana (Ver crónica “Peruanos y bolivianos en San Salvador” del 19 de diciembre
de 2014). El III Congreso
de JUDCA se realizó en San Salvador y la delegación peruana la integramos Jaime
Montoya, Rafo y yo.
Los tres y
Da Silva seguimos coordinando el trabajo partidario entre 1967 y 1969 y varias
veces lo hicimos en el chifa Kan Tu. Como reparamos que apenas el mozo traía el
pedido, Rafo se apresuraba en servirse y comenzaba a comer, alguna vez le
preguntamos por qué tanto apuro y contestó que en las primeras reuniones con
Julio y conmigo, cuando pretendía comenzar a almorzar después de haber hablado
un buen rato encontraba que quedaba ya muy poco en los platos…
En esos
años Rafo desde la presidencia de la JUDCA tuvo ocasión de profundizar su
conocimiento sobre la situación política latinoamericana. Cuando estaba previsto que el IV Congreso se
realizara en Quito, Rafo renunció a la presidencia por tener que viajar para
estudios de postgrado. La directiva de ese entonces decidió encargarme esa
responsabilidad. Eso hizo que estuviéramos coordinando con Rafo desde un par de
meses antes de su viaje. Lo que debía ser un congreso sin muchas complicaciones,
tuvo que suspenderse para continuar unos dos meses y medio después en Santiago
de Chile (Ver crónicas “Declarados “personas no gratas” al Ecuador” del 19 de noviembre de 2016).
SÓLO NOS QUEDÓ RENUNCIAR
1971 fue el último año que compartí con Rafo
en el PDC. Desde inicios de año nos preparamos para participar en la XI Asamblea
Nacional. Hicimos las coordinaciones necesarias para lograr una buena
representación de nuestra tendencia en ese congreso y preparamos con seriedad
documentos que sustentaban nuestra posición que nominamos como “socialismo
comunitario”. En esa asamblea realizada a mediados de marzo vimos como el
partido retrocedía con relación a lo que había avanzado en gestiones
partidarias anteriores. Postulamos a Enrique Bernales a la presidencia del
partido y perdimos la elección frente a la lista encabezada por Luis Gómez Sánchez.
La poca diferencia en la votación así como
el hecho de haber ganado algunas votaciones importantes en la asamblea, nos
hizo pensar en que deberíamos mantener nuestras posiciones para intentar ganar
las elecciones internas en la siguiente asamblea nacional. Sin embargo, medidas
disciplinarias arbitrariamente tomadas contra dirigentes juveniles -con los
cuales incluso nosotros habíamos tenido diferencias- nos hizo replantearnos ese
camino.
A partir de abril, tuvimos múltiples
reuniones, realizamos varios viajes para conversar con bases partidarias,
establecimos que una asamblea nacional extraordinaria podía ser la vía
democrática para solucionar el impase, conversamos insistentemente con algunos
dirigentes del partido hasta que llegamos a la conclusión a fines de mayo que
ya no sería posible la lucha interna y optamos por la renuncia colectiva. El 8
de junio de 1971 entregamos nuestras renuncias a Gómez Sánchez, en una reunión
bastante emotiva a la que acudimos Rafo, José María Salcedo y yo (Ver
crónica “Rompimiento con la
Democracia Cristiana” del 30 de enero de 2025).
SEGUIRÍAMOS EL MISMO CAMINO
No sabíamos entonces que, en noviembre de 1976, los tres seriamos
fundadores del PSR. Tampoco que pocos meses antes Rafo sufriría persecución por
parte del gobierno del general Morales Bermúdez, que yo sería sacado detenido de
mi casa en dos oportunidades -una de ellas para dormir entre ataúdes en la agencia
funeraria de la policía- y que Rafo saldría al exilio (Ver crónica “El asilo: la única salida” del
18 de octubre de 2013).
La muerte
del camarada y amigo me hizo retroceder a los recuerdos de la intensa actividad
conjunta que habíamos tenido con Rafo cuando no llegábamos a los 30 años. Ese 8
de junio, con nuestro apartamiento de la DC, cerrábamos una etapa de nuestras
vidas. Y no podíamos saber cuáles serían nuestros siguientes pasos. Lo que
ninguno de los dos dudaba era que la siguientes etapas del camino las haríamos
también juntos…
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