viernes, 19 de diciembre de 2014

PERUANOS Y BOLIVIANOS EN SAN SALVADOR (1967)

Poco después del mediodía del domingo 28 de mayo de 1967 nos embarcamos hacia Panamá Jaime Montoya, Rafael Roncagliolo y yo. Íbamos a participar en el III Congreso de la Juventud Demócrata Cristiana de América Latina que se realizaría en San Salvador. Previamente estaríamos unas quince horas en Panamá donde nos alojaríamos en el centro de formación del Partido Demócrata Cristiano de ese país.

Jaime era el secretario general de la JDC del Perú desde marzo, Rafo era el secretario de relaciones internacionales de la JDC y yo había sido el secretario general de la JDC inmediatamente antes que Jaime y en ese momento era el integrante más joven del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Demócrata Cristiano. Mientras esperábamos que nos llamaran al avión estuvimos conversando sobre las deliberaciones que el día anterior se habían tenido en el Plenario Nacional de la DC en perspectiva a las elecciones de 1969.
 
Sin embargo, lo que más nos había llamado la atención en esa reunión era la seguridad con que Manuel Moreyra había hablado de las graves perspectivas económicas del Perú. Moreyra, tratado por sus amigos como Manolo, fue uno de los responsables de la elaboración de plan de gobierno que la DC aportó a la Alianza Acción Popular - Democracia Cristiana que desde 1963 gobernaba el Perú y una de las mentes más lúcidas de su generación. Era alto funcionario del Banco Central de Reserva y el principal asesor de los cuatro ministros de Agricultura que el partido había tenido. Manolo había mostrado su preocupación por la incapacidad en el manejo económico y la inminente crisis, que podría conducir a una inflación de no menos del 40% (ver crónica “El jovencito que le dice carajo al presidente,no…” del 24 de marzo de 2014).
 
OBJETIVO: PRESIDENCIA DE LA JUDCA
 
También viajaba Edgar Echegaray, miembro de la comisión de relaciones internacionales de la JDC, quien había informado que podía financiar el pasaje ya que por esos días tenía previsto un viaje a Miami y había sido aceptado para que integrara la delegación. Además, podía trasladarse luego a San José de Costa Rica para asistir a un seminario posterior al congreso y cuya realización había resuelto el financiamiento de un delegado por país a la reunión de San Salvador. No sólo se aceptó su propuesta porque era posible tener algún delegado más si se cubría el pasaje, sino también porque él gustosamente cubriría la plaza peruana en Costa Rica, pero principalmente porque necesitábamos multiplicarnos para conseguir la presidencia de la JUDCA para la JDC del Perú y el refuerzo de Echegaray sería bueno.
 
Desde el segundo congreso se elegía a cinco juventudes DC para que ocuparan la presidencia y cuatro vocalías de la directiva que debía marcar el rumbo con reuniones cada seis u ocho meses. Además se elegía a personas que integrarían el secretariado: secretario general y dos o tres secretarios. Pero en el caso de la presidencia, estaba sobreentendido que cada organización señalaba cuál de sus integrantes la ocuparía. Así había ocurrido en II Congreso donde la presidencia de la JUDCA recayó en la JDC de Bolivia, en el entendido que el cargo sería ocupado por Antonio Araníbar, en ese momento presidente de la JDC de su país.
 
Para el III Congreso, la JDC peruana se tomó el acuerdo de postular a la presidencia para que la ocupara Rafo Roncagliolo quien, en calidad de presidente de la Federación de Estudiantes de la Pontificia Universidad Católica, había asistido a reuniones internacionales tanto de juventudes DC como estudiantiles, donde había destacado y coordinado con dirigentes también DC de otros países. Para respaldar esta postulación se consideró que además de Jaime Montoya como secretario general de la JDC viajara también yo como ex secretario general ya que había tenido oportunidad de relacionarme con dirigentes juveniles DC de otros países así como también había dirigido la JDC en un momento vital de definición: el conflicto interno que culminó con la renuncia de un sector partidario para formar el Partido Popular Cristiano, PPC (Ver crónica "El PPC nació sin Correa" del 16 de febrero de 2013). Este hecho político que había sido seguido con interés por otras juventudes DC latinoamericanas en cuyos partidos también había pugnas ideológicas y políticas.
 
UNA NUEVA CONFEDERACIÓN PERÚ BOLIVIANA
 
Nuestro vuelo provenía de La Paz y apenas subimos al avión reparamos que se encontraba ya instalada la delegación boliviana que viajaba al mismo congreso: Fernando Salazar, presidente en ese momento de la JDC, Antonio Araníbar ex presidente, Tonchy Marinkovic, secretario de asuntos estudiantiles y el secretario de relaciones internacionales. Jaime conocía a Araníbar y Rafo a Tonchy. Intercambiamos saludos rápidamente y nos enteramos que teníamos exactamente la misma ruta: alojamiento en la ciudad de Panamá y partida en la mañana siguiente a la capital de El Salvador.
 
Después de instalarnos en instituto de formación partidario, salimos a caminar por la ciudad, incluyendo la plaza con la estatua del líder liberal y tres veces elegido presidente de Panamá en las primeras décadas del siglo XX Belisario Porras, abuelo de una novia de Rafo. Luego en la comida las dos delegaciones coincidieron en que mientras los peruanos pensábamos en la presidencia de JUDCA para Rafo, los bolivianos consideraban la presidencia de Unión Internacional de Jóvenes DC para Toño. Con las cosas así de claras, alguno de los bolivianos dijo que la Confederación Perú Boliviana tenía siete delegados en el congreso, ocho aclaró alguno de nosotros porque Echegaray ya estaría llegando a San Salvador.
 
POTENTE EQUIPO DE DIRECCIÓN PARTIDARIA
 
El encuentro con los camaradas bolivianos, en especial con Toño, Tonchy y Fernando me impresionó muchísimo por la calidad y liderazgo que tenían. Ellos como varios otros de esa misma JDC, como Alfonso Camacho, Alfonso Ferrucino o Jorge Gumucio a quienes conocí años después. Todos ellos tenían más o menos mi edad, habían nacido en 1941 o 1942. La radicalización de sus posiciones los llevó a constituirse en el Partido Demócrata Cristiano Revolucionario, primero, y después el Movimiento de la Izquierda Revolucionaria en 1971, en este caso confluyendo con militantes desencantados del Movimiento Nacionalista Revolucionario que se nucleaban en el grupo "Espartaco" y marxistas independientes.
 
Pero una personalidad imponente en la Juventud DC, en el PDC Revolucionario y en el MIR era Jorge Ríos Dalenz, conocido como Chichi. Todos coinciden que era el líder más importante del MIR. En setiembre de 1973 tenía dos años de residencia en Santiago de Chile y, siendo odontólogo de profesión, estaba estudiando ciencia política en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, FLACSO. Había llegado a Chile huyendo de la dictadura instaurada en su país en agosto de 1971 por el general Hugo Banzer que lo tenía en una “lista negra” como a muchos otros que también tuvieron que salir al exilio. Hay que recordar que se considera que no menos de 150 dirigentes de izquierda fueron detenidos desaparecidos en los años del primer gobierno de Banzer.
 
Tuve ocasión de conocer a Chichi en diciembre de 1972 y evidentemente su apodo no tenía relación con el corpulento, alto y siempre sonriente líder boliviano. A menos de 24 horas del golpe militar de Pinochet, en la mañana de 12 de setiembre de 1973 fue detenido en el departamento donde vivía con su esposa y dos hijos. En la tarde del 13 otro boliviano vio cuando se lo llevaban al sótano de un estadio que no era el nacional –el que fue la gran prisión de la dictadura en las primeras semanas- y nadie más lo vio con vida. Apareció muerto como un NN en la morgue de Santiago 48 horas después y su esposa tuvo que reconocerlo y comprobar que había sido cruelmente torturado. Chichi tenía al morir sólo 32 años… Además de sus actividades políticas había sido dirigente estudiantil y máximo dirigente de la Confederación Universitaria Boliviana.
 
TODAVÍA NO HABÍAMOS ACTUADO Y YA TENÍAMOS DETENIDO A UNO
 
Pero volvamos al 28 de mayo de 1967 en Panamá. La afinidad entre ambos grupos fue evidente y aunque no lo sabíamos en ese momento, con Toño y Tonchy nos veríamos mucho en los cuarenta y tantos años siguientes. Si consideramos además que las dictaduras bolivianas de Banzer y García Meza fueron crueles, hubo necesidad que ellos utilizaran el territorio peruano por lo menos como lugar de tránsito, pero en algunos casos también como residencia para sus familias así como punto de coordinaciones entre la dirigencia clandestina que salía del país para reunirse con aquellos que estaban fuera.
 
A nuestra llegada al Aeropuerto de Ilopango en San Salvador parecíamos ya una sola delegación, salimos conversando y nos acercamos a los jóvenes que con carteles esperaban a la JDC Bolivia y la JDC Perú. Cuando estábamos para salir hacia un bus al cual se habían dirigido ya delegados de otros países reparamos que éramos seis y no siete. Faltaba Tonchy y no hubo forma de averiguar qué sucedía. Incluso pensamos en algún tipo de accidente al escuchar sirenas. Creo que pasó cerca de una hora cuando apareció nuestro camarada con cara de pocos amigos maldiciendo a la policía política salvadoreña. Cuando nos contó lo sucedido inicialmente se fastidió por nuestras risas hasta que se contagió de las mismas y terminamos todos en grandes carcajadas...
 
Tonchy era su segundo nombre y con el que todos lo conocían, pero el primero era Vladimir. De tal manera que cuando los "sabuesos" se encontraron con un Vladimir Marinkovic no les quedó ninguna duda que se encontraban frente a un “agente del comunismo internacional” y lo detuvieron por algunos minutos mientras revisaban sin ningún disimulo su equipaje. Paralelamente avisaron a jefes policiales que se dirigieron a interrogar al hombre llegado de algún lugar de Europa del Este sin estar seguros traductores de qué idiomas debían llevar. De sus vehículos eran las sirenas que habíamos escuchando. Por cierto que terminaron conversando en español con un joven de acento boliviano y que llegaba a un congreso que era público se realizaba en el país.
 
Hay que considerar que en cuando llegamos a El Salvador estaba llegando a su fin una etapa de más de 40 años de gobiernos autoritarios –y en varios casos claramente represivos- controlados por los militares y apoyados por la oligarquía del país, independientemente de quien ejerciera la presidencia fuera militar o civil. Se cambió la denominación del partido oficial un par de veces. A nuestra llegada estaba a un mes de dejar la presidencia el coronel Julio Adalberto Rivera del Partido de Conciliación Nacional quien entregaría el mando a alguien de su mismo partido que no llegaría a culminar su mandato. Pera esa es otra historia.
 
Definitivamente no tengo en la memoria el desarrollo de las discusiones de ese congreso. Si el trasfondo. Era mayo de 1967. Entre octubre de 1962 y diciembre de 1965 se había desarrollado el Concilio Vaticano II convocado por el Papa Juan XXIII y que significó la búsqueda de un "aggiornamento", una puesta al día del pensamiento católico acorde con los tiempos modernos. Si bien es cierto que para muchos el impulso inicial por lo social de su primera reunión se matizó con cambios en la liturgia en las tres sesiones siguientes después del fallecimiento del llamado Papa Bueno y la proclamación de uno más intelectual, Paulo VI.
Rafael Roncagliolo y Alfredo Filomeno en III Congreso de la JUDCA en San Salvador
 
Los integrantes de las juventudes DC del continente estaban influenciados por las ideas del concilio que sin duda los hacían tener un mayor compromiso con sectores populares. Justamente producto de las reflexiones del concilio, sin duda nace la "Teología de la Liberación" que el sacerdote Gustavo Gutiérrez haría pública en julio del año siguiente, 1968, en una reunión de sacerdotes y laicos en la ciudad y puerto del norte peruano, Chimbote.
 
Las preocupaciones de los jóvenes, por otro lado, los iban poniendo a la izquierda de sus respectivos partidos. En ese congreso se notaban ya posiciones crecientemente distantes. No es casual entonces que varios de los integrantes de las delegaciones allí presentes no fueran demócratas cristianos unos cinco años después. De hecho los bolivianos como he mencionado en párrafos anteriores, los chilenos que dieron origen en mayo de 1969 al Movimiento de Acción Popular Unitaria; MAPU, y a la Izquierda Cristiana en octubre de 1971. Los peruanos renunciamos al PDC en junio de 1971 y a fines de julio constituimos el movimiento socialista comunitario creado expresamente con el fin de propiciar un movimiento más amplio. No lo logramos y suspendimos ese ensayo político. De alguna manera, en 1976, la participación de varios de nosotros en la formación del Partido Socialista Revolucionario fue una tardía concreción de ese anhelo de amplitud. No conozco detalles pero en varias otras juventudes democristianas se presentaron posiciones de radicalización semejantes.
 
MINISTROS VARIOS Y JOVEN INTELECTUAL ÚNICO
 
En ese congreso las juventudes de Bolivia y el Perú lograron obtener las presidencias de Comité mundial y de la JUDCA, aunque en el primer caso aun debía definirse en reunión del Comité mundial, lo que sucedió poco después. Quienes las ejercieron fueron Antonio Araníbar y Rafael Roncagliolo. El salvadoreño Héctor Dada fue elegido secretario general de la JUDCA. Aunque ninguno tenía por qué imaginarlo, los tres serían cancilleres de sus países en distintos momentos, a principio de los 80 Dada, entre 1994 y 1998 Araníbar –con lo que se convirtió en el canciller de mayor duración en su país hasta ese momento- y entre julio del 2011 a mayo del 2013 Roncagliolo.
 
Rafo recibió la presidencia de la JUDCA de manos del boliviano Fernando Salazar, quien 13 años después sería ministro de Integración durante la breve presidencia de Lydia Gueiler. Dada no logró ejercer plenamente la secretaria general de la JUDCA por lo que renunció y la asumió Tonchy, quien a fines de los noventa sería ministro de Salud de su país.
 
Sin entrar en detalles debo decir que varios otros de los presentes en este III Congreso ocuparon cargos de representación popular, como senadores y diputados, así como cargos de embajadores. Quizás el más notorio de ellos fue Juan Enrique Vega quien en ese congreso no representaba a la JDC chilena sino a un instituto de capacitación social cristiano para América Latina. Dos años después sería presidente de la Juventud DC en el momento de la ruptura para formar el MAPU y el año 1970 a los 27 años, embajador de Chile en Cuba. Vega murió hace dos años manteniéndose siempre como intelectual rebelde y contestatario lo que me hizo trasmitirle a sus camaradas mi solidaridad por la desaparición de “…un joven dirigente nacional en los sesenta, un joven embajador en los setenta, un joven dirigente en el exilio de los ochenta, un joven académico y asesor de prestigio en los noventa, un joven intelectual consecuente cuando nuevamente embajador en los dos mil y que se nos fue de 69 años en plena juventud”.
 
He mencionado algunos nombres que asistieron a ese Congreso y el papel que alguno de ellos jugó en su país. Seguro se me pasan varios, pero quiero señalar que la sola presencia de Juan Enrique, con toda su posterior dedicación a las actividades académicas y políticas en Chile y Latinoamérica hubiera garantizado que esa reunión era un congreso trascendente.

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