sábado, 19 de noviembre de 2016

DECLARADOS “PERSONAS NO GRATAS” AL ECUADOR (1970)

El 31 de mayo de 1970 fue un domingo en que debía terminar en Quito, el IV Congreso de la JUDCA, Juventud Demócrata Cristiana de América Latina, inaugurado tres días antes en el parlamento ecuatoriano. Venía yo ejerciendo desde hacía unos ocho meses la presidencia de la organización, a nombre de la JDC del Perú, y estaba previsto que, luego de sesiones plenarias todo el día, esa noche culminaría el mandato de toda la directiva después que se efectuaran las elecciones. Sin embargo no hubo plenarias y tampoco elecciones… ¿Qué había pasado?
Quince días antes, el ecuatoriano Juan Pablo Moncagatta, secretario general de la Unión Internacional de Jóvenes Demócratas Cristianos, me había pedido telefónicamente desde Roma que llegara un par de días antes de lo previsto para participar en los últimos preparativos del congreso, incluyendo reuniones con la prensa y le acepté. Su cargo era a tiempo completo y con residencia en la capital italiana donde se ubicaba la sede de la UIJDC, que en esta ocasión, se encargaba de los pasajes de las delegaciones. El secretario general de la JUDCA era el boliviano Tonchy Marinkovic y vivía en Santiago de Chile, sede del secretariado.

Llegué a Quito el martes 26. Moncagatta me esperaba en el aeropuerto y nos dirigimos al hotel Humbolt, en el centro de la ciudad. Dejé mi maleta en mi habitación y bajé para almorzar algo ligero con Juan Pablo, ya que en menos de una hora tendríamos una reunión con la directiva de la Juventud DC de Ecuador.

LOS PROBLEMAS INTERNOS EN LOS PARTIDOS DC SE INICIABAN

Pensaba preguntarle por qué no había adelantado también el pasaje a Tonchy, pero recordé que desde el año anterior la Juventud DC de Bolivia se había separado del PDC y conformado el PDC Revolucionario. Tonchy, si bien se encontraba viviendo en Chile y no hacía actividad política en su país, era parte de esa generación de brillantes dirigentes juveniles que se habían distanciado de la DC oficial, generación que integraba con Jorge Ríos, Antonio Araníbar y Alfonso Camacho, entre otros, y que en 1971 serían fundadores del Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, junto con ex militantes mayoritariamente jóvenes del Movimiento Nacionalista Revolucionario y marxistas independientes como Jaime Paz Zamora, futuro presidente boliviano. Aunque en esos momentos un golpe militar en Chile era impensable, en 1973 cuatro o cinco días después del sangriento derrocamiento del presidente Salvador Allende, Tonchy se enteró por un colega médico que en la morgue se hallaba el cadáver de Jorge Ríos asesinado en Santiago el 13 de setiembre. Años después, y en distintos momentos, los disidentes del PDC boliviano Marinkovic, Araníbar y Camacho serían parlamentarios y ministros de Salud, Relaciones Exteriores y Educación, respectivamente.

Además de los problemas en el PDC boliviano, se había producido en mayo del año anterior también el rompimiento del PDC de Chile, en ese momento en el gobierno con el presidente Eduardo Frei Montalva. Había renunciado un sector del partido incluyendo gran parte de los dirigentes de la Juventud DC de todo el país, encabezados por su presidente Juan Enrique Vega y los ex presidentes Rodrigo Ambrosio y Enrique Correa.

TODO ESTABA LISTO PERO HABÍA UNA INVITACIÓN INCÓMODA

Inmediatamente después de almorzar, nos dirigimos al local del PDC y conversamos con Pedro Freile, presidente de la Juventud y de la comisión organizadora del congreso. Examinamos el avance de los preparativos constatando que todo marchaba bien. Tenían previsto el recibimiento a los delegados. Estaba reservado el hotel Columbus, algo alejado del centro de la ciudad, que iba a estar prácticamente en exclusividad para los delegados, lo cual permitía también hacer uso de varios ambientes para el trabajo de las comisiones, ya que las plenarias se harían en un salón del Hotel Embajador. Esa noche tuvimos una reunión con los dirigentes del PDC, encabezados por Antonio Mortensen, su presidente.

Al día siguiente, hubo entrevistas para diarios y radios en las que participé junto con Moncagatta y Freile. Los temas correspondían a la situación continental y de nuestros países de esos momentos. Moncagatta, pese a su juventud, ya que no tendría más de 30 o 32 años, era bastante conocido en su país por haber sido uno de los fundadores y primeros dirigentes del PDC ecuatoriano en 1964.

Como ya señalé, el 28 se realizó la inauguración en el local del Congreso. Hablamos Freile, Moncagatta, Mortensen y yo, además de José Bolívar Castillo, dirigente de Loja quien había sido elegido presidente del IV Congreso en la sesión preparatoria realizada tres horas antes. Fue en esa ocasión que conocí a este ecuatoriano a quien volvería a ver en diciembre en un seminario en Alemania y un par de años después en Lima. Se caracterizaba por su bonhomía a toda prueba. Años después sería diputado por Loja y en 1988, 1996 y 2014 elegido alcalde de Loja, por tanto actualmente ejerce como alcalde provincial.
En la inauguración del IV Congreso de la JUDCA
En la sesión preparatoria que presidí se aprobó el reglamento y el programa del congreso, así como se eligió su mesa directiva. No hubo mayor discusión sobre el reglamento. En el programa preparado por los camaradas ecuatorianos se consideraba la inauguración esa noche, trabajo de comisiones al día siguiente viernes y el sábado 30 en la mañana y plenarias para discutir lo avanzado en comisiones en la tarde y noche del sábado y todo el domingo teniendo como último punto, después de aprobar todas las conclusiones, la elección de la directiva. No hubo discusión, salvo en una actividad prevista para el sábado a la 1 de la tarde: un coctel ofrecido por el presidente de la república, José María Velasco Ibarra.

Tal como lo había previsto dos días antes en la reunión con la comisión organizadora, la posición de los delegados fue totalmente contraria a asistir. Se argumentó que podía ser interpretado como una adhesión de la JUDCA a un gobierno que incluso había reprimido a movimientos estudiantiles y campesinos. Pero considerando que la comisión organizadora había aceptado en principio la invitación, se le encargó que inmediatamente -o más tardar al primera hora del día siguiente- por los canales regulares se excusara la asistencia a ese coctel por tener otra actividad. Inmediatamente se aprobó que el sábado a la una se realizara una peregrinación a la Cima de la Libertad en el Pichincha, volcán en cuyas faldas se encuentra la capital ecuatoriana.

CONSENSOS, INFLUENCIAS Y HOMENAJES

La elección de la directiva no fue problema, ya que cuando se planteó a Freile éste propuso que fuera Castillo. Resultaron también elegidos por unanimidad Luis Badilla, de la JDC de Chile como vicepresidente y Danilo Rodríguez de la JDC de Guatemala como secretario general.

Aunque en esta crónica no me ocuparé de los temas que se trataron en las distintas comisiones baste señalar que, considerando la ideología social cristiana de las distintas colectividades juveniles, si el III Congreso realizado exactamente tres años antes en El Salvador tuvo como trasfondo el Concilio Vaticano II y el acercamiento del pensamiento católico a los tiempos modernos, conocido como "aggiornamento" (Ver crónica “Peruanos y bolivianos en San Salvador” del 19 de diciembre de 2014), en este IV Congreso además existía ya la influencia de la "Teología de la Liberación" que el sacerdote peruano Gustavo Gutiérrez planteó a mediados de 1968.

Como suele suceder en este tipo congresos, la redacción de las conclusiones de las comisiones se prolongaron y recién terminaron después de regresar del acto que realizamos en Pichincha el sábado a las 2 de la tarde. El 24 de mayo había sido un aniversario de la batalla de Pichincha con la que en 1822 Ecuador se liberó del dominio español. Hablaron delegados de las JDC de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Perú y Venezuela, considerando que combatientes de esos países participaron en el enfrentamiento al ejército colonial español. José Bolívar Castillo, pronunció un discurso en que puso el triunfo en esa batalla como ejemplo de lo que podía la unidad de los latinoamericanos.

¡NOS DECLARARON PERSONAS NO GRATAS Y ORDENARON NUESTRA EXPULSIÓN!

La primera sesión plenaria comenzó pasadas las ocho de la noche. Y para sorpresa de la mayoría, apenas se inició, los camaradas ecuatorianos informaron que el presidente de la República de Ecuador había declarado personas no gratas al país a todos los delegados por no concurrir al coctel al que había invitado. Como aún no se conocía ningún texto oficial, se supuso que se haría público al día siguiente. Se consideró que debía tenerse lista una respuesta y se encargó a una comisión que redactara un comunicado dirigido al país, el mismo que posteriormente se aprobó. Y luego se procedió a seguir con los trabajos en una reunión que se prolongó hasta pasada la medianoche.

Pese a la hora, fuimos varios los que salimos a un restaurante cercano especializado en parrillas para conversar, tomar algunas gaseosas y “picar” algunos chorizos y morcillas. Era una noche tranquila, templada y alguno recordó lo de “personas no gratas” asegurando, en que más allá de lo declarativo para uso en política interna del presidente, no tenía mayor trascendencia. Eran cerca de las dos de la mañana cuando nos retiramos, ya que había que estar a más tardar a las 9 tomando desayuno para iniciar la segunda plenaria media hora después.

Eran cerca de las 9. Estaba bañado, afeitado y terminando de vestirme cuando gritos en los pasillos me obligaron a salir de la habitación. El espectáculo me impresionó: agentes de extranjería escoltaban entre gritos a varios de los delegados a quienes habían sacado de sus habitaciones y no hacían caso de las protestas de los otros que se habían asomado a sus puertas. En el hall de entrada, José Bolívar Castillo discutía con un funcionario -que luego me enteraría que era el Director de Extranjería del ministerio de Gobierno- que indicaba que eran extranjeros cuyos papeles “no estaban en regla”. Los subieron a un bus, comprobamos que eran trece en total los capturados: cinco venezolanos, dos de Colombia, Panamá y Guatemala, uno de Nicaragua y otro de Cuba. Entre los venezolanos Oswaldo Álvarez Paz era diputado, y Julio César Moreno, presidente de la Corporación de Fomento de Venezuela. Aunque algunos camaradas ecuatorianos trataron de seguir el vehículo, se les impidió. Posteriormente pudimos saber que fueron retenidos un par de horas en un recinto del aeropuerto para luego ser embarcados en un avión de la línea Ecuatoriana de Aviación con destino a Miami.

Evidentemente no tenía sentido continuar con el programa. Tomamos algunas medidas de emergencia. En primer lugar todos los extranjeros dejamos el hotel y quedamos en reencontrarnos a la una para almorzar, pero antes de llegar fijamos un punto a unos 150 metros de distancia donde un compañero ecuatoriano avisaría si había algún riesgo.

EL CONGRESO SERÍA EN DOS PAÍSES DISTINTOS

Mientras que Castillo hacía averiguaciones sobre la suerte de los detenidos, nos reunimos con Tonchy, el uruguayo Carlos Baráibar y el chileno Jorge Leyva, integrantes del secretariado que estaba por cesar y constatamos que tendríamos que mantenernos en los cargos pero por el plazo más breve. No podíamos postergar indefinidamente la culminación del congreso, Pensamos que los únicos que podían organizar en poco tiempo una reunión de ese tipo eran los chilenos. El inconveniente era la cercanía de sus elecciones generales en los primeros días de setiembre. Conversamos todos con el otro chileno presente, Luis Badilla. Luego él y Leyva se fueron a conversar. No recuerdo si ellos llegaron a comunicarse previamente con el diputado Pedro Felipe Ramírez, presidente de la JDC chilena que no había podido viajar a Quito, pero alrededor de mediodía teníamos una solución para hablarla con la directiva del congreso, en realidad sólo con Castillo, ya que los otros dos eran el propio Badilla y Danilo Rodríguez uno de los apresados.

Luego de conversar todo esto con Moncagatta, a la hora que el resto de los delegados regresó al hotel, pudimos informar que el IV Congreso de la JUDCA se suspendía y que finalizaría en Santiago de Chile el 15 de julio. Después que los chilenos comenzaron a trabajar y encontraron algunas dificultades, tuvimos que postergar el congreso unas semanas,. Se realizó entre el 6 y el 8 de agosto, tal como en otra crónica he relatado (Ver crónica “Expulsado de Ecuador, con el Papa en Roma” del 28 de enero de 2014).

LA EXPLICACIÓN DE LA ARREMETIDA CONTRA NUESTRO CONGRESO

Mientras almorzábamos y en las primeras horas de la tarde, comenzamos a reconstruir lo que había pasado, a partir de nuestros análisis e informaciones recibidas. El viernes a primera hora se había informado claramente a los funcionarios de la presidencia que lamentábamos no poder aceptar la invitación al coctel por tener previsto a esa hora el reconocimiento a la gesta de la batalla de Pichincha. Por descoordinación o temor del personal del palacio de gobierno, el presidente no fue avisado de este hecho. En la mañana del sábado, Velasco Ibarra regresó de Guayaquil especialmente para estar en coctel y cuando llegó su personal, al darse cuenta que no estaba informado, no se atrevió a decirle que habíamos anunciado que no iríamos. El sábado a la 1 pm, el presidente ecuatoriano llegó puntualmente a un salón donde -aparentemente sin justificación- no aparecieron los invitados. Inmediatamente, enfurecido, decidió que los asistentes al congreso juvenil DC debían ser declarados “personas no gratas” y así lo manifestó a varios de sus seguidores. El domingo en la mañana, al darse cuenta que tal declaración no había tenido ningún efecto práctico, ordenó a su ministro de Gobierno que expulsara a esos “jovencitos insolentes”.

Este razonamiento nos permitió entender cómo ninguna medida represiva se había tomado el día anterior y recién esa mañana se había procedido a actuar sin mayor planeamiento. No se consideraron a uruguayos, argentinos, chilenos, paraguayos, bolivianos y peruanos porque los vuelos procedentes de Miami, Bogotá, Panamá u otras ciudades al norte del Ecuador llegaban y salían hacia el sur en las mañanas. No había tiempo para expulsar a nadie hacia el sur. Se concentraron en los vuelos que viajaban hacia el norte y lo más práctico resultó recurrir a un vuelo de la línea ecuatoriana para no tener que hacer gestiones con compañías de otros países y encontraron que había un vuelo que tenía trece espacios y se escogió a los trece primeros de la lista de alojados que tendrían que viajar hacia el norte...

Lo que no estaba en duda es que el presidente ecuatoriano había tomado nuestra actitud como ofensa lo se reflejaba en el comunicado oficial que logramos conseguir a inicios de la tarde. El comunicado se refería a la amistad y hospitalidad del Ecuador “…pero cuando foráneos indeseables abusan de estas cualidades e irrogan ofensas a los que ostentan legítimamente su representación, tiene poder constituido para hacer respetar su soberanía nacional y para sancionar a los que vulneran su dignidad”. Luego se mencionaba que se había expulsado del país a 13 extranjeros “…como consecuencia de actos de insolente descortesía contra el Presidente Constitucional de la Republica y otras personas…”.

Al final de ese día, considerando que todos viajábamos al día siguiente, nos despedimos de los compañeros ecuatorianos agradeciéndoles su trabajo y entrega en esos días y preocupados porque se quedaban con un presidente que aún se sentía ofendido por la DC.

VI LA TRAGEDIA DEL CALLEJÓN DE HUAYLAS DESDE ARRIBA

Pocas horas antes a las 5 y 30 de la tarde los dos delegados de JDC del Perú, Carlos Bravo y Nelson Shack, se me acercaron muy preocupados. Se habían enterado de un fortísimo terremoto al norte de Lima y tratamos de sintonizar alguna radio para tener información. Poco después le preguntamos a uno de los varios periodistas que llegaron al hotel, quien llamó por teléfono a su periódico. Así pudimos enterarnos que el terremoto había sido extremadamente fuerte en el departamento de Ancash, afectando al puerto de Chimbote y a la ciudad de Huaraz desde donde algún radioaficionado comunicó que por lo menos habría 100 muertos. En Lima se había sentido muy fuerte pero no se reportaban víctimas. Había coincidencia en que era el más fuerte que se había sentido en la capital en muchos años. Me quedé preocupado pero sin la menor idea de la magnitud de la tragedia.

Al día siguiente a la una de la tarde, ensimismado en mi asiento, sentí que se prendían los parlantes del vuelo de Air France que había salido de Quito dos horas antes: “Señores pasajeros, estamos sobrevolando la zona del epicentro del terremoto que ayer golpeó a Perú…”. Asomados a las ventanillas los pasajeros habíamos enmudecido y las caras de la gran cantidad de peruanos que viajábamos en ese vuelo demostraban total desolación.

Se notaba claramente la cumbre del Huascarán, el nevado más alto del Perú, con un corte producido a uno de sus lados y las huellas de una avalancha de hielo, agua y lodo hacia abajo. Aunque aún no lo sabía, esa avalancha había desaparecido a Yungay con sus 23 mil habitantes dejando menos de 400 sobrevivientes. Pero lo que más me impresionó era ver a cientos de metros por debajo del avión no las nubes blancas que se suelen ver en todo vuelo sino nubes negras, producto de la polvareda levantada y que permanecerían varios días sobre los cielos de las ciudades y pueblos del Callejón de Huaylas para entristecer aún más a los cientos de miles de damnificados y sobrevivientes del más cruento terremoto que ha sufrido nuestro país y cuyo saldo final de muertos se calcula que no fueron menos de 70 mil personas.

Permanecí mudo la media hora que faltaba para llegar a Lima y aun hoy puedo recordar esa nube como símbolo de la desolación y la muerte que vivió el país y particularmente los pueblos de Ancash. Los problemas vividos el día anterior en la capital ecuatoriana, los sentí infinitamente pequeños, minúsculos, en comparación con la tragedia del Perú, que durante las siguientes semanas se sentiría cada día más apabullante que el anterior…

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