El 31 de mayo de 1970 fue un domingo en que debía terminar en Quito,
el IV Congreso de la JUDCA, Juventud Demócrata Cristiana de América Latina,
inaugurado tres días antes en el parlamento ecuatoriano. Venía yo ejerciendo
desde hacía unos ocho meses la presidencia de la organización, a nombre de la
JDC del Perú, y estaba previsto que, luego de sesiones plenarias todo el día,
esa noche culminaría el mandato de toda la directiva después que se efectuaran
las elecciones. Sin embargo no hubo plenarias y tampoco elecciones… ¿Qué había
pasado?
Quince días antes, el ecuatoriano Juan Pablo Moncagatta, secretario
general de la Unión Internacional de Jóvenes Demócratas Cristianos, me había
pedido telefónicamente desde Roma que llegara un par de días antes de lo
previsto para participar en los últimos preparativos del congreso, incluyendo
reuniones con la prensa y le acepté. Su cargo era a tiempo completo y con
residencia en la capital italiana donde se ubicaba la sede de la UIJDC, que en
esta ocasión, se encargaba de los pasajes de las delegaciones. El secretario
general de la JUDCA era el boliviano Tonchy Marinkovic y vivía en Santiago de Chile, sede del
secretariado.
Llegué a Quito el martes 26. Moncagatta me esperaba en el aeropuerto y nos dirigimos al hotel Humbolt, en el centro de la ciudad. Dejé mi maleta en mi habitación y bajé para almorzar algo ligero con Juan Pablo, ya que en menos de una hora tendríamos una reunión con la directiva de la Juventud DC de Ecuador.
Llegué a Quito el martes 26. Moncagatta me esperaba en el aeropuerto y nos dirigimos al hotel Humbolt, en el centro de la ciudad. Dejé mi maleta en mi habitación y bajé para almorzar algo ligero con Juan Pablo, ya que en menos de una hora tendríamos una reunión con la directiva de la Juventud DC de Ecuador.
LOS PROBLEMAS INTERNOS EN LOS PARTIDOS DC SE INICIABAN
Pensaba preguntarle por qué no había adelantado también el pasaje a
Tonchy, pero recordé que desde el año anterior la Juventud DC de Bolivia se
había separado del PDC y conformado el PDC Revolucionario. Tonchy, si bien se
encontraba viviendo en Chile y no hacía actividad política en su país, era
parte de esa generación de brillantes dirigentes juveniles que se habían
distanciado de la DC oficial, generación que integraba con Jorge Ríos, Antonio
Araníbar y Alfonso Camacho, entre otros, y que en 1971 serían fundadores del
Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, junto con ex militantes
mayoritariamente jóvenes del Movimiento Nacionalista Revolucionario y marxistas
independientes como Jaime Paz Zamora, futuro presidente boliviano. Aunque en
esos momentos un golpe militar en Chile era impensable, en 1973 cuatro o cinco
días después del sangriento derrocamiento del presidente Salvador Allende,
Tonchy se enteró por un colega médico que en la morgue se hallaba el cadáver de
Jorge Ríos asesinado en Santiago el 13 de setiembre. Años después, y en
distintos momentos, los disidentes del PDC boliviano Marinkovic, Araníbar y Camacho serían parlamentarios y ministros
de Salud, Relaciones Exteriores y Educación, respectivamente.
Además de los problemas en el PDC boliviano, se había producido en
mayo del año anterior también el rompimiento del PDC de Chile, en ese momento
en el gobierno con el presidente Eduardo Frei Montalva. Había renunciado un
sector del partido incluyendo gran parte de los dirigentes de la Juventud DC de
todo el país, encabezados por su presidente Juan Enrique Vega y los ex
presidentes Rodrigo Ambrosio y Enrique Correa.
TODO ESTABA LISTO PERO HABÍA UNA INVITACIÓN INCÓMODA
Inmediatamente después de almorzar, nos dirigimos al local del PDC y
conversamos con Pedro Freile, presidente de la Juventud y de la comisión
organizadora del congreso. Examinamos el avance de los preparativos constatando
que todo marchaba bien. Tenían previsto el recibimiento a los delegados. Estaba
reservado el hotel Columbus, algo alejado del centro de la ciudad, que iba a
estar prácticamente en exclusividad para los delegados, lo cual permitía
también hacer uso de varios ambientes para el trabajo de las comisiones, ya que
las plenarias se harían en un salón del Hotel Embajador. Esa noche tuvimos una
reunión con los dirigentes del PDC, encabezados por Antonio Mortensen, su
presidente.
Al día siguiente, hubo entrevistas para diarios y radios en las que
participé junto con Moncagatta y Freile. Los temas correspondían a la situación
continental y de nuestros países de esos momentos. Moncagatta, pese a su
juventud, ya que no tendría más de 30 o 32 años, era bastante conocido en su
país por haber sido uno de los fundadores y primeros dirigentes del PDC
ecuatoriano en 1964.
Como ya señalé, el 28 se realizó la inauguración en el local del
Congreso. Hablamos Freile, Moncagatta, Mortensen y yo, además de José Bolívar
Castillo, dirigente de Loja quien había sido elegido presidente del IV Congreso
en la sesión preparatoria realizada tres horas antes. Fue en esa ocasión que conocí
a este ecuatoriano a quien volvería a ver en diciembre en un seminario en
Alemania y un par de años después en Lima. Se caracterizaba por su bonhomía a
toda prueba. Años después sería diputado por Loja y en 1988, 1996 y 2014
elegido alcalde de Loja, por tanto actualmente ejerce como alcalde provincial.
En la inauguración del IV Congreso de la JUDCA |
En la sesión preparatoria que presidí se aprobó el reglamento y el
programa del congreso, así como se eligió su mesa directiva. No hubo mayor
discusión sobre el reglamento. En el programa preparado por los camaradas
ecuatorianos se consideraba la inauguración esa noche, trabajo de comisiones al
día siguiente viernes y el sábado 30 en la mañana y plenarias para discutir lo
avanzado en comisiones en la tarde y noche del sábado y todo el domingo
teniendo como último punto, después de aprobar todas las conclusiones, la
elección de la directiva. No hubo discusión, salvo en una actividad prevista
para el sábado a la 1 de la tarde: un coctel ofrecido por el presidente de la
república, José María Velasco Ibarra.
Tal como lo había previsto dos días antes en la reunión con la
comisión organizadora, la posición de los delegados fue totalmente contraria a
asistir. Se argumentó que podía ser interpretado como una adhesión de la JUDCA
a un gobierno que incluso había reprimido a movimientos estudiantiles y
campesinos. Pero considerando que la comisión organizadora había aceptado en
principio la invitación, se le encargó que inmediatamente -o más tardar al
primera hora del día siguiente- por los canales regulares se excusara la
asistencia a ese coctel por tener otra actividad. Inmediatamente se aprobó que
el sábado a la una se realizara una peregrinación a la Cima de la Libertad en
el Pichincha, volcán en cuyas faldas se encuentra la capital ecuatoriana.
CONSENSOS, INFLUENCIAS Y HOMENAJES
La elección de la directiva no fue problema, ya que cuando se planteó
a Freile éste propuso que fuera Castillo. Resultaron también elegidos por
unanimidad Luis Badilla, de la JDC de Chile como vicepresidente y Danilo
Rodríguez de la JDC de Guatemala como secretario general.
Aunque en esta crónica no me ocuparé de los temas que se trataron en
las distintas comisiones baste señalar que, considerando la ideología social
cristiana de las distintas colectividades juveniles, si el III Congreso realizado
exactamente tres años antes en El Salvador tuvo como trasfondo el Concilio Vaticano II y el acercamiento del
pensamiento católico a los tiempos modernos, conocido como
"aggiornamento" (Ver crónica “Peruanos y bolivianos en San Salvador” del 19 de diciembre
de 2014), en este IV Congreso además existía ya la
influencia de la "Teología de la Liberación" que el sacerdote peruano
Gustavo Gutiérrez planteó a mediados de 1968.
Como suele suceder en este tipo
congresos, la redacción de las conclusiones de las comisiones se prolongaron y
recién terminaron después de regresar del acto que realizamos en Pichincha el
sábado a las 2 de la tarde. El 24 de
mayo había sido un aniversario de la batalla de Pichincha con la que en 1822
Ecuador se liberó del dominio español. Hablaron delegados de las JDC de
Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Perú y Venezuela, considerando que
combatientes de esos países participaron en el enfrentamiento al ejército
colonial español. José Bolívar Castillo, pronunció un discurso en que puso el
triunfo en esa batalla como ejemplo de lo que podía la unidad de los
latinoamericanos.
¡NOS DECLARARON PERSONAS NO GRATAS Y ORDENARON NUESTRA EXPULSIÓN!
La primera sesión plenaria
comenzó pasadas las ocho de la noche. Y para sorpresa de la mayoría, apenas se
inició, los camaradas ecuatorianos informaron que el presidente de la República
de Ecuador había declarado personas no gratas al país a todos los delegados por
no concurrir al coctel al que había invitado. Como aún no se conocía ningún
texto oficial, se supuso que se haría público al día siguiente. Se consideró
que debía tenerse lista una respuesta y se encargó a una comisión que redactara
un comunicado dirigido al país, el mismo que posteriormente se aprobó. Y luego
se procedió a seguir con los trabajos en una reunión que se prolongó hasta
pasada la medianoche.
Pese a la hora, fuimos varios
los que salimos a un restaurante cercano especializado en parrillas para
conversar, tomar algunas gaseosas y “picar” algunos chorizos y morcillas. Era
una noche tranquila, templada y alguno recordó lo de “personas no gratas”
asegurando, en que más allá de lo declarativo para uso en política interna del
presidente, no tenía mayor trascendencia. Eran cerca de las dos de la mañana
cuando nos retiramos, ya que había que estar a más tardar a las 9 tomando
desayuno para iniciar la segunda plenaria media hora después.
Eran cerca de las 9. Estaba
bañado, afeitado y terminando de vestirme cuando gritos en los pasillos me
obligaron a salir de la habitación. El espectáculo me impresionó: agentes de
extranjería escoltaban entre gritos a varios de los delegados a quienes habían
sacado de sus habitaciones y no hacían caso de las protestas de los otros que
se habían asomado a sus puertas. En el hall de entrada, José Bolívar Castillo
discutía con un funcionario -que luego me enteraría que era el Director de
Extranjería del ministerio de Gobierno- que indicaba que eran extranjeros cuyos
papeles “no estaban en regla”. Los subieron a un bus, comprobamos que eran
trece en total los capturados: cinco venezolanos, dos de Colombia, Panamá y
Guatemala, uno de Nicaragua y otro de Cuba. Entre los venezolanos Oswaldo
Álvarez Paz era diputado, y Julio César Moreno, presidente de la Corporación de
Fomento de Venezuela. Aunque algunos camaradas ecuatorianos trataron de seguir
el vehículo, se les impidió. Posteriormente pudimos saber que fueron retenidos
un par de horas en un recinto del aeropuerto para luego ser embarcados en un
avión de la línea Ecuatoriana de Aviación con destino a Miami.
Evidentemente no tenía sentido
continuar con el programa. Tomamos algunas medidas de emergencia. En primer
lugar todos los extranjeros dejamos el hotel y quedamos en reencontrarnos a la
una para almorzar, pero antes de llegar fijamos un punto a unos 150 metros de
distancia donde un compañero ecuatoriano avisaría si había algún riesgo.
EL
CONGRESO SERÍA EN DOS PAÍSES DISTINTOS
Mientras que Castillo hacía
averiguaciones sobre la suerte de los detenidos, nos reunimos con Tonchy, el
uruguayo Carlos Baráibar y el chileno Jorge Leyva, integrantes del secretariado
que estaba por cesar y constatamos que tendríamos que mantenernos en los cargos
pero por el plazo más breve. No podíamos postergar indefinidamente la
culminación del congreso, Pensamos que los únicos que podían organizar en poco
tiempo una reunión de ese tipo eran los chilenos. El inconveniente era la
cercanía de sus elecciones generales en los primeros días de setiembre.
Conversamos todos con el otro chileno presente, Luis Badilla. Luego él y Leyva
se fueron a conversar. No recuerdo si ellos llegaron a comunicarse previamente
con el diputado Pedro Felipe Ramírez, presidente de la JDC chilena que no había
podido viajar a Quito, pero alrededor de mediodía teníamos una solución para
hablarla con la directiva del congreso, en realidad sólo con Castillo, ya que
los otros dos eran el propio Badilla y Danilo Rodríguez uno de los apresados.
Luego de conversar todo esto con
Moncagatta, a la hora que el resto de los delegados regresó al hotel, pudimos
informar que el IV Congreso de la JUDCA se suspendía y que finalizaría en
Santiago de Chile el 15 de julio. Después que los chilenos comenzaron a
trabajar y encontraron algunas dificultades, tuvimos que postergar el congreso
unas semanas,. Se realizó entre el 6 y el 8 de agosto, tal como en otra crónica
he relatado (Ver crónica “Expulsado de Ecuador, con el Papa en Roma” del 28 de enero de 2014).
LA EXPLICACIÓN DE LA ARREMETIDA CONTRA NUESTRO CONGRESO
Mientras almorzábamos y en las
primeras horas de la tarde, comenzamos a reconstruir lo que había pasado, a
partir de nuestros análisis e informaciones recibidas. El viernes a primera
hora se había informado claramente a los funcionarios de la presidencia que
lamentábamos no poder aceptar la invitación al coctel por tener previsto a esa
hora el reconocimiento a la gesta de la batalla de Pichincha. Por
descoordinación o temor del personal del palacio de gobierno, el presidente no
fue avisado de este hecho. En la mañana del sábado, Velasco Ibarra regresó de
Guayaquil especialmente para estar en coctel y cuando llegó su personal, al
darse cuenta que no estaba informado, no se atrevió a decirle que habíamos
anunciado que no iríamos. El sábado a la 1 pm, el presidente ecuatoriano llegó
puntualmente a un salón donde -aparentemente sin justificación- no aparecieron
los invitados. Inmediatamente, enfurecido, decidió que los asistentes al
congreso juvenil DC debían ser declarados “personas no gratas” y así lo
manifestó a varios de sus seguidores. El domingo en la mañana, al darse cuenta
que tal declaración no había tenido ningún efecto práctico, ordenó a su
ministro de Gobierno que expulsara a esos “jovencitos insolentes”.
Este razonamiento nos permitió
entender cómo ninguna medida represiva se había tomado el día anterior y recién
esa mañana se había procedido a actuar sin mayor planeamiento. No se
consideraron a uruguayos, argentinos, chilenos, paraguayos, bolivianos y
peruanos porque los vuelos procedentes de Miami, Bogotá, Panamá u otras
ciudades al norte del Ecuador llegaban y salían hacia el sur en las mañanas. No
había tiempo para expulsar a nadie hacia el sur. Se concentraron en los vuelos
que viajaban hacia el norte y lo más práctico resultó recurrir a un vuelo de la
línea ecuatoriana para no tener que hacer gestiones con compañías de otros
países y encontraron que había un vuelo que tenía trece espacios y se escogió a
los trece primeros de la lista de alojados que tendrían que viajar hacia el
norte...
Lo que no estaba en duda es que
el presidente ecuatoriano había tomado nuestra actitud como ofensa lo se
reflejaba en el comunicado oficial que logramos conseguir a inicios de la
tarde. El comunicado se refería a la amistad y hospitalidad del Ecuador “…pero
cuando foráneos indeseables abusan de estas cualidades e irrogan ofensas a los que
ostentan legítimamente su representación, tiene poder constituido para hacer
respetar su soberanía nacional y para sancionar a los que vulneran su
dignidad”. Luego se mencionaba que se había expulsado del país a 13 extranjeros
“…como consecuencia de actos de insolente descortesía contra el Presidente
Constitucional de la Republica y otras personas…”.
Al final de ese día,
considerando que todos viajábamos al día siguiente, nos despedimos de los
compañeros ecuatorianos agradeciéndoles su trabajo y entrega en esos días y
preocupados porque se quedaban con un presidente que aún se sentía ofendido por
la DC.
VI LA
TRAGEDIA DEL CALLEJÓN DE HUAYLAS DESDE ARRIBA
Pocas horas antes a las 5 y 30
de la tarde los dos delegados de JDC del Perú, Carlos Bravo y Nelson Shack, se
me acercaron muy preocupados. Se habían enterado de un fortísimo terremoto al
norte de Lima y tratamos de sintonizar alguna radio para tener información.
Poco después le preguntamos a uno de los varios periodistas que llegaron al
hotel, quien llamó por teléfono a su periódico. Así pudimos enterarnos que el
terremoto había sido extremadamente fuerte en el departamento de Ancash,
afectando al puerto de Chimbote y a la ciudad de Huaraz desde donde algún
radioaficionado comunicó que por lo menos habría 100 muertos. En Lima se había
sentido muy fuerte pero no se reportaban víctimas. Había coincidencia en que
era el más fuerte que se había sentido en la capital en muchos años. Me quedé
preocupado pero sin la menor idea de la magnitud de la tragedia.
Al día siguiente a la una de la tarde, ensimismado en mi asiento,
sentí que se prendían los parlantes del vuelo de Air France que había salido de
Quito dos horas antes: “Señores pasajeros, estamos sobrevolando la zona del
epicentro del terremoto que ayer golpeó a Perú…”. Asomados a las ventanillas
los pasajeros habíamos enmudecido y las caras de la gran cantidad de peruanos
que viajábamos en ese vuelo demostraban total desolación.
Se notaba claramente la cumbre del Huascarán, el nevado más alto del
Perú, con un corte producido a uno de sus lados y las huellas de una avalancha
de hielo, agua y lodo hacia abajo. Aunque aún no lo sabía, esa avalancha había
desaparecido a Yungay con sus 23 mil habitantes dejando menos de 400
sobrevivientes. Pero lo que más me impresionó era ver a cientos de metros por
debajo del avión no las nubes blancas que se suelen ver en todo vuelo sino
nubes negras, producto de la polvareda levantada y que permanecerían varios
días sobre los cielos de las ciudades y pueblos del Callejón de Huaylas para
entristecer aún más a los cientos de miles de damnificados y sobrevivientes del
más cruento terremoto que ha sufrido nuestro país y cuyo saldo final de muertos
se calcula que no fueron menos de 70 mil personas.
Permanecí mudo la media hora que faltaba para llegar a Lima y aun hoy
puedo recordar esa nube como símbolo de la desolación y la muerte que vivió el
país y particularmente los pueblos de Ancash.
Los problemas vividos el día anterior en la capital ecuatoriana, los sentí
infinitamente pequeños, minúsculos, en comparación con la tragedia del Perú,
que durante las siguientes semanas se sentiría cada día más apabullante que el
anterior…
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