miércoles, 30 de abril de 2025

CUÁNTO CAMBIO EN UN AÑO (1988)

Los últimos años de la década del 80 fueron muy tensos tanto que hoy me resulta difícil imaginar cómo hacía para conjugar la intensa actividad política que realizaba, con mi trabajo como editor del Resumen Semanal de DESCO, la ONG en la que laboraba, así como con los esfuerzos por dedicar tiempo a la familia que había formado en 1972 con Ana María, mi esposa, y a la que se habían sumado nuestros tres hijos.

PAQUETAZOS Y RUMORES

En por lo menos un par de estas crónicas he recordado a setiembre de 1988, mes en que se produjeron muchos sucesos políticos significativos (Ver crónica "Setiembre tenso del 27 de setiembre de 2018). Por mencionar alguno que golpeó a todos los peruanos: el “paquetazo” de Abel Salinas, ministro de Economía del gobierno aprista, que hizo que la inflación sólo de ese mes llegara a 114%, con subidas de precio que hoy resultan inverosímiles como que el galón de gasolina de 84 octanos subiera de 63 a 250 intis o el kilo de arroz de 25 a 60 intis.

El inti era la moneda peruana desde febrero de 1985 y equivalía a 1000 soles de esa época. Por cierto que los precios seguirían subiendo. Menos de treinta meses después desapareció el inti como la moneda oficial del Perú. Apareció el nuevo sol -hoy llamado solamente sol- cuya unidad era equivalente a … un millón de intis. Aunque parezca increíble un sol de los actuales equivale a mil millones de soles de 1985…

Ese mes de setiembre hubo rumores indicando que el presidente Alan García había renunciado, según una agencia de prensa internacional, “abrumado por el costo político y social que le significó aprobar un traumático aumento en los precios de los combustibles, alimentos y medicinas”. También circularon rumores sobre intentos de golpe de estado de parte de sectores de la Fuerza Armada.

Por esos días Alan García, líder del Partido Aprista Peruano o APRA, había dejado los “balconazos” como se calificaba a los discursos que solía realizar desde uno de los balcones de palacio de gobierno que daban a la Plaza Mayor.

 VIOLENCIA TERRORISTA

Ese mes de setiembre a unos cien metros de ese palacio estalló un coche bomba en una playa de estacionamiento. Un día anterior, en una puerta lateral del edificio del ministerio de Economía detonó una carretilla de venta ambulatoria con unos doce kilos de dinamita dejando 19 personas heridas.

Por esos días también, a cuatro cuadras de ese palacio, en el local del Congreso Nacional, se presentó un informe de la Comisión Especial de Pacificación del Senado. Se reveló que, desde el inicio de las demenciales acciones terroristas de Sendero Luminoso en 1980, hubo 11851 muertos entre civiles, militares, policías y subversivos. La comisión era presidida por Enrique Bernales excandidato a la vicepresidencia de la república por Izquierda Unida, IU, en las elecciones de 1985 y secretario general del Partido Socialista Revolucionario, PSR, hasta julio de 1986, cuando en un congreso partidario fui elegido para reemplazarlo en el cargo.

CONFUSIONES SOBRE CONVERGENCIA SOCIALISTA

Justamente en calidad de secretario general del PSR, adicionalmente a las tareas ordinarias en la conducción partidaria, participaba como miembro del Comité Directivo Nacional de IU en sus reuniones, en esa etapa dedicadas prioritariamente a asegurar la realización del primer congreso nacional del frente, inicialmente programado para diciembre de ese año. Además luego de haber avanzado en lo que internamente denominábamos proyecto socialista debía participar en la Coordinadora Nacional de la Convergencia Socialista, CS, que habíamos formado un mes antes (Ver crónica "Cuando no se pensaba en ruptura de IU" del 29 de abril de 2022).

Más de 35 años después, leyendo una entrevista que me hicieron para La República, el 4 de setiembre de 1988, compruebo lo complicado que era para los periodistas comprender qué era Convergencia Socialista, así como también evidencio que nuestros cálculos sobre lo que sucedería en el primer congreso nacional de IU -que finalmente se realizó entre el 20 y el 23 de enero del año siguiente- fueron bastante equivocados.

Una de las preguntas fue sobre si el Partido Comunista Revolucionario, PCR, cuyo secretario general era el diputado Manuel Dammert, se integraría a la CS y otra si lo mismo sucedería con el Partido Comunista Peruano, PCP. Cuando contestaba que no pensábamos en ninguno de esos partidos, les llamaba la atención que al mismo tiempo considerara que tendríamos coincidencias con ellos en el congreso de IU.

Era frecuente en esos días que preguntarán si la CS se integraría a IU. Cuando contestábamos que no, había caras de sorpresa asumiendo que no queríamos estar en el frente. Teníamos que aclarar que ya estábamos en IU, no sólo el PSR sino también los no partidarizados llamados NoPar de IU y los independientes que a título personal se habían inscrito en IU.

O no me entendían o yo no lo explicaba bien. No se trataba de enrolar a otros partidos de IU a nuestro proyecto. No. Se trataba de construir un proyecto común con integrantes de IU que no tuvieran partido. Por eso, días antes, el comunicado de anuncio del nacimiento de la Coordinadora Nacional de la CS lo firmábamos yo en representación del PSR, Tomás Montoya a nombre de los NoPar que en esos meses venían organizándose y Francisco Guerra García, uno de los independientes más reconocidos del frente izquierdista.

DISCREPANCIAS CON ULTRAIZQUIERDISMO

En ese documento se señalaba que mantendríamos e impulsaríamos el carácter abierto del proceso para fuerzas y personas que quisieran participar. También remarcábamos que la CS tenía como fin consolidar y desarrollar “una alternativa democrática de transformación de la sociedad y el estado”. Añadíamos que en lo inmediato la CS tenía como objetivo “contribuir a que IU conquiste el gobierno del 90”. También remarcábamos que en IU “no puede haber sitio para posiciones infantiles o ultraizquierdistas”.

Aclarado en entrevista el tema de las coincidencias que podíamos tener con otros sectores de IU, mi entrevistador tomando en cuenta que recientemente voceros del Partido Unificado Mariateguista, PUM, se habían expresado en no muy buenos términos sobre la CS, me manifestó que seguramente esas coincidencias no la íbamos a tener con este partido. Mi respuesta fue tajante: “El problema con el PUM es que es muy difícil entenderse con un partido en donde sectores importantes de la militancia no coinciden con su propia dirección. Por ahora no encontramos posibilidades de una coincidencia fundamental con ellos”. También dije que esperaba que en los siguientes meses y antes de la realización del congreso de IU, el PUM rectifique algunos de sus recientes acuerdos “porque una línea insurreccionalista los pone automáticamente fuera de Izquierda Unida”

CONGRESO IU DISTINTO A LO IMAGINADO

Después pasamos a hablar del congreso de IU, aunque previamente formulé breves respuestas a preguntas sobre eventuales cercanías con algunas bases del PUM, en las que señalé que “no consideramos que debemos intervenir en los asuntos internos de otros partidos” y que el sector minoritario “pertenecía a IU y por lo tanto respetamos y respetaremos cualquier decisión que ellos puedan tomar y las opiniones que puedan tener”.

Señalé que en el PSR pensábamos que el congreso de IU: “…va a marcar el cambio de lo que ha sido hasta el momento un frente electoral por un verdadero frente democrático, un frente de masas, donde ya no sólo el acuerdo entre los partidos integrantes de Izquierda Unida defina la línea sino que ésta va a ser definida con la participación de las bases”.

En la entrevista señalé nuestro acuerdo con la candidatura presidencial de Alfonso Barrantes para las elecciones generales de abril de 1990, ratificando lo que en varias oportunidades habíamos considerado en el PSR y por cierto también en las primeras coordinaciones para formar Convergencia Socialista.

Inmediatamente se produjo un diálogo, aparentemente sin mayor trascendencia, sobre un hecho que poco más de un año después sería totalmente distinto: la candidatura presidencial de IU.

“¿Qué pasaría si se presentan dos candidaturas?”, me preguntó el periodista y respondí “Yo no creo posible que haya dos candidatos de Izquierda Unida”. “¿Y si los hubiera?”, repreguntó y dije “uno no sería de Izquierda Unida definitivamente y en ese caso, si fuera Alfonso Barrantes uno de los dos candidatos de la izquierda, el otro no sería de Izquierda Unida”. Y añadí: “Lo que puede suceder es al revés, que siendo Barrantes el candidato de IU alguna fuerza o alguna persona intente definir otra candidatura de izquierda“. Al final de la entrevista señalé que “no pueden a haber dos candidatos, como no puede haber dos estrategias, como no puede haber dos programas”. Y remarqué “La mayoría de Izquierda Unida ha optado por una vía democrática popular y de masas, quien no esté de acuerdo con esa vía es muy difícil que pueda estar en el frente”.

Poco más de cuatro meses después, en un congreso con más de tres mil participantes, se reafirmó “la línea democrática y popular de IU, derrotando a las posiciones vanguardistas y militaristas que no hacen sino provocar el fracaso del movimiento popular”, como lo dijo en comunicado el PSR. Sin embargo, al momento de definir la nueva dirección no sólo se sobrevaloró a los sectores ultraizquierdistas sino se hizo a costa de quienes habíamos defendido las posiciones mayoritarias.

El impasse significó la ruptura de Izquierda Unida. En los días posteriores ni yo, ni Dammert -miembros de la presidencia colegiada de IU de acuerdo con lo aprobado por el congreso- como secretarios generales del PSR y el PCR no asumimos nuestros cargos (Ver crónica “Cuando la unidad no fue posible” del 29 de enero de 2019).

NO PENSABA EN ESAS CANDIDATURAS

Meses después, el 10 de octubre se cerraron las inscripciones de las fórmulas presidenciales para las elecciones de abril de 1990. Un año antes pensaba que era un poco difícil que hubiera dos candidatos presidenciales de izquierda, aunque estaba seguro que el de IU sería Alfonso Barrantes. Sin embargo, Barrantes fue inscrito como candidato de Izquierda Socialista que conformamos el PCR y el PSR. El candidato presidencial de IU fue Henry Pease.

Aunque en años anteriores en varias encuestas Barrantes aparecida con las mejores posibilidades de ser elegido, el 8 de abril de 1990 sólo sacaría 4.7%, mientras pis lograría el 8.2%. Sumadas ambas candidaturas no llegaban al 13%, mientras que el candidato aprista Luis Alva Castro -pese al desastroso gobierno de García- obtenía el 22.5%. La candidatura de Mario Vargas Llosa que se había consolidado en el último año con el 32.6% pasó a la segunda vuelta. Un casi desconocido Alberto Fujimori obtuvo el 29.1%.  

El 10 de junio Fujimori ganó la segunda vuelta con un 62.4% frente al 37.6% de Vargas Llosa.


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