viernes, 27 de noviembre de 2020

REUNÁMONOS EN LA PLAZA SAN MARTÍN (1960/1990)

Las movilizaciones ciudadanas, principalmente de jóvenes, realizadas en las últimas semanas, tuvieron como su principal escenario la Plaza San Martín, lugar emblemático no sólo ahora sino desde hace muchos años. Conocí esa plaza en mis primeros años, pasé con cierta frecuencia por allí en mi niñez y prácticamente a diario en mi juventud. No me voy a referirme a las sustanciales modificaciones en la vida política nacional que las recientes movilizaciones propiciaron, sino recordar algunas entre las decenas de veces en que allí estuve como manifestante o en una marcha, entre 1960 y 1990.

Previamente debo señalar que considero a la Plaza San Martín como lugar de concentraciones ciudadanas desde inicios de 1956, cuando se produjo una gran manifestación de bienvenida al ex presidente José Luis Bustamante y Rivero, derrocado y deportado en octubre de 1948 por un golpe militar encabezado por el general Manuel A. Odría, quien justamente en la fase final de su gobierno tuvo que autorizar su regreso considerando que ya le resultaba difícil enfrentar a todos sus opositores y se concentraba principalmente en la represión contra el Partido Aprista Peruano más conocido sólo como APRA. Considerando que tenía 13 años, no estuve presente, pero supe, leí y escuché sobre este acontecimiento, ya que en esa época trataba de estar informado sobre lo que pasaba en el país (Ver crónica Mis primeros años en política” del 21 de febrero de 2019).

Dos años después me enteré de una concentración del novísimo Partido Demócrata Cristiano en esa plaza, para iniciar una marcha por el jirón de la Unión contra el gobierno de Manuel Prado, movilización que terminó siendo violentamente reprimida por la policía (Ver crónica “Mis recuerdos del Jirón de la Unión” del 22 de enero de 2016). Las cinco cuadras de ese jirón eran el centro de Lima y la Plaza San Martín el espacio público más representativo. Hay que recordar que por esos mismos años en la misma plaza, o al comenzar las calles que allí confluyen -Colmena Derecha, Colmena Izquierda, Quilca- estaban los paraderos iniciales de tranvías, buses y colectivos a los distritos del sur y oeste de Lima y al Callao.

CAÍDA DE DOS MINISTROS ANUNCIADA EN LA PLAZA SAN MARTÍN

Fue en mayo de 1960 que asistí a mi primer mitin en la Plaza San Martín, convocado por la Federación de Estudiantes del Perú, FEP, que exigía la renuncia del gabinete ministerial debido a la responsabilidad política por los vejámenes sufridos por seis universitarios detenidos días atrás en movilizaciones estudiantiles. Inscrito yo como militante del Partido Demócrata Cristiano, DC, desde febrero de 1959, tenía claro que la actividad gremial no debía subordinarse a los intereses partidarios y que debía impulsarse su desarrollo autónomo. Sin embargo, como el presidente de la FEP, Oscar Espinosa Bedoya, era DC los militantes democristianos estábamos comprometidos en apoyar su gestión. En esa ocasión, todos sentimos que la movilización había sido contundente cuando Luis Gallo Porras, vicepresidente de la república -encargado de la presidencia por viaje de Prado- se hizo presente en el mitin e informó la renuncia de los ministros de Gobierno y Policía y de Educación, anuncio que fue vitoreado por los miles de estudiantes reunidos (Ver crónica “Estudiantes derriban dos ministros” del 28 de agosto de 2018).

CAMPAÑA ELECTORAL DE 1962

Casi dos años después, el 9 de febrero de 1962, se realizó el mitin de presentación en Lima de las propuestas de la DC. Aunque no recuerdo los detalles, algunos problemas había puesto el gobierno para realizar concentraciones en la Plaza San Martín e incluso, había reprimido intentos de movilizaciones. Esa sería la razón para que el candidato presidencial DC, diputado Héctor Cornejo Chávez, afirmara al iniciar su discurso: “Sin bravatas estridentes pero con la firme y serena resolución de quien ejercita un legítimo derecho, el Partido Demócrata Cristiano dijo hace unas semanas, que habría de recuperar para la vida cívica de Lima, esta plaza tradicional que parece hecha para debatir a cielo abierto y, por eso mismo, democráticamente, los problemas de la Patria y que, sin embargo, estuvo hasta esta noche clausurada por el argumento aparentemente incontrastable, de las bombas y de los palos”.

Venía yo participando en la campaña electoral desde mayo del año anterior (Ver crónica “Las campañas electorales de antaño” del 19 de febrero de 2016), viajando por varias ciudades del país y por cierto que para el mitin de Lima había colaborado en su organización, perifoneando desde autos acondicionados con parlantes, repartiendo volantes en los días y realizando pintas en las noches, por lo que en esa ocasión aplaudí entusiasmado y grité consignas permanentemente en la Plaza San Martín y, terminado el mitin acompañé la marcha alrededor de ella del candidato en hombros de jóvenes DC.

MARCHAS Y MÍTINES DE PARTIDO DE GOBIERNO

Pero en la década del 60, también participé en marchas en la Plaza San Martín. El 3 de julio de 1965, en momentos en que el país se enlutaba con la muerte de soldados y guerrilleros en el centro del país, en el local del exclusivo Club Nacional se programó realizar un inoportuno “baile de debutantes”. En esa oportunidad con un grupo amplio de jóvenes DC, condenando tal gesto de enorme frivolidad, organizando una marcha de protesta con algunos carteles muy simples y el acompañamiento de un estridente bombo. Debió ser una marcha pacífica sólo testimonio de nuestra censura, pero el estallido de un ruidoso petardo en los alrededores hizo que la policía arremetiera a varazos para disolver nuestra manifestación. Varios resultaron golpeados, uno de nuestros militantes con los huesos nasales rotos y tres días después algunos fuimos detenidos como responsables de la movilización (Ver crónica “El baile de debutantes” del 27 de noviembre de 2012).

Pasados dos años, el 21 de julio de 1967, el APRA convocó un mitin en la Plaza San Martín para criticar duramente al gobierno de la Alianza Acción Popular - DC, encabezado por el presidente Fernando Belaunde. El APRA con su aliado en el Congreso y antiguo enemigo, la Unión Nacional Odriísta, venía realizando una fuerte obstrucción parlamentaria y hacia pocas semanas había vuelto a censurar un ministro, no recuerdo si el octavo o noveno de los diez censurados en ese periodo. En una reunión urgente del Comité Ejecutivo Nacional del PDC, del cual yo formaba parte, coincidimos que no existiendo de parte de Acción Popular -en esos momentos con conflictos internos- ninguna intención de enfrentar públicamente al APRA debíamos hacerlo nosotros, por lo que citamos para un mitin de respuesta en la misma plaza, cuatro días después.

Aunque he escrito sobre este mitin DC (Ver crónica “Nueva alianza no logró concretarse” del 24 de octubre de 2014) quiero sólo añadir que hasta hoy recuerdo el nerviosismo que tuve al hablar ante decenas de miles de personas. A poco más de un mes de haber cumplido 25 años, como representante de los jóvenes DC me correspondió ser el primer orador. Evidentemente al estar comprometido con la actividad política hablar en esa plaza seis u ocho minutos me emocionó, particularmente en las tres o cuatro oportunidades que mis frases fueron cortadas por aplausos entusiastas. Días después, al pasar por el Tívoli -una cafetería en la Colmena Derecha a media cuadra de la plaza- me pasó la voz un compañero de promoción de mi colegio, Edgardo “el gringo” Maguiña, quien me felicitó porque me había escuchado y me dijo que estaba sorprendido de mi seguridad para hablar ante tanto público. Quise saludarte esa noche pero resultó muy difícil acercarse, me dijo. Si lo hubieras hecho, hubieras comprobado que tu condiscípulo estaba sudando en pleno invierno por el nerviosismo que tenía, le contesté sonriendo.

DE DIRIGENTE PERSEGUIDO A VIBRANTE ORADOR EN DOS AÑOS

Pasados unos diez años, el centro de Lima había cambiado completamente. Cafeterías donde antes había concurrido, estaban en decadencia. El Tívoli, como el recordado Versailles en la Plaza San Martín, el Mario en Tacna con Colmena, el Dominó de Galerías Boza, así como el Haití o el Atlantic ambos en la Plaza de Armas o el City en el jirón Miró Quesada, lucían distintos. Lo pude constatar en mayo y junio de 1978 que recorrí varias veces el centro de Lima, para hacer tiempo entre reuniones en otras zonas de Lima, mientras vivía en clandestinidad. Para el 18 de junio estaban programadas las elecciones de la Asamblea Constituyente. Como dirigente del Partido Socialista Revolucionario, PSR, que habíamos fundado dieciocho meses antes, en las semanas previas a las elecciones sufríamos la persecución que el gobierno del general Morales Bermúdez desplegaba contra el PSR.

El general Leonidas Rodríguez Figueroa encabezaba la lista del PSR para la Asamblea Constituyente. Recién en abril había regresado del exilio de más de un año, junto con otros compañeros. En la programación de la campaña electoral habíamos considerado un mitin en la Plaza San Martín la semana anterior a las elecciones. Evidentemente no se pudo realizar, ya que el 25 de mayo el gobierno ordenó una nueva deportación contra Leonidas, al que no habían logrado detener, y de varios otros candidatos de izquierda. En plena campaña electoral había represión contra los partidos de izquierda y el movimiento popular, incluido el toque de queda. Ni siquiera habíamos comenzado a planificarlo, cuando abandonamos definitivamente la posibilidad de realizar un mitin de cierre de nuestra campaña en la emblemática plaza (Ver crónica “Hace 35 años fui un papá de la calle” del 24 de mayo de 2013).

Dos años después, para las elecciones generales del 18 de mayo de 1980, después de casi trece años tuve ocasión de observar entusiasmado desde el estrado, un exitoso mitin en la Plaza San Martín. El PSR después de algunos intentos de avanzar hacia un frente electoral amplio, sólo logró una alianza electoral con el Partido Comunista Peruano, PCP, llevando como candidato presidencial a Leonidas Rodríguez y Jorge del Prado, secretario general del PCP e Isidoro Gamarra, presidente de la Confederación General de Trabajadores del Perú, CGTP, a las vicepresidencias. La votación de ambos partidos en la Constituyente sumaban más del 12% y al momento de acordar la alianza que se denominó Unidad de Izquierda no nos imaginamos que juntos no llegaríamos ni siquiera al 3%. No confiando en las cifras de las encuestas, el 12 de mayo pudimos realizar un concurrido mitin en la Plaza San Martín donde además de la presencia de militantes y simpatizantes se notó los esfuerzos organizativos con carteles y banderolas de grupos sindicales y vecinales. Leonidas -de regreso de su segunda deportación- demostró su pujanza para dirigirse a concentraciones multitudinarias y ganó fervorosos aplausos.

La campaña electoral no tuvo mayores contratiempos, ni hubo intentos graves de represión. Para el régimen no existía ya el peligro de una izquierda con votación significativa. El gobierno militar exhausto se preparaba para entregar el gobierno al APRA con la seguridad de qué le guardaría las espaldas, sin considerar qué Fernando Belaunde podía dar una sorpresa, como finalmente sucedió al ganar la presidencia de la república de la cual había sido echado por los militares el 3 de octubre de 1968.

APLAUSOS Y PIFIAS A BARRANTES EN LA PLAZA SAN MARTÍN

Luego de esas elecciones hubo muchos comentarios comparando la suma de los votos de las cuatro listas de izquierda en la Constituyente -29%- frente a menos de la mitad de la suma obtenida por las cinco candidaturas presidenciales -13.85%- y señalando que mantener la división había castigado a las agrupaciones de izquierda. Esto impulsó la formación de Izquierda Unida para las elecciones municipales de noviembre de ese mismo año 1980 y su sorprendente resultado (Ver crónica “Necesidad de unidad venció a la desconfianza” del 26 de mayo de 2017).

En esas elecciones municipales se consolidó el liderazgo de Alfonso Barrantes y la Plaza San Martín fue escenario de algo inusual: un mitin celebratorio de los perdedores. El 28 de noviembre, IU convocó en la Plaza San Martín al “Mitin de la victoria” celebrando con entusiasmo una derrota que tenía sabor a triunfo, ya que los resultados la catapultaban como la segunda fuerza electoral, tanto en Lima como a nivel nacional. Allí se anunció que la alianza electoral se convertía en un frente político con una dirección que integraban representantes de los cuatro partidos y los dos frentes que habían asumido la unidad y que Barrantes se convertía en Presidente de IU. A diez días de haber perdido las elecciones, las fuerzas izquierdistas respaldaban con su presencia y aplausos esos acuerdos unitarios. En esos momentos muy pocos sabían que el documento mostrado por Barrantes, confirmando tales acuerdos, no estaba en esos momentos firmado por los representantes de todos los partidos y que se había producido más de un tenso intercambio de palabras entre dirigentes izquierdistas al pie del estrado sólo minutos antes, que en algún otro momento relataré.

En los siguientes seis años, la oratoria de Barrantes cautivó varias veces a quienes concurrían masivamente a escucharlo. Días después del 9 de noviembre de 1986 en que se realizaron las elecciones municipales, se convocó un mitin de respaldo al triunfo de Barrantes –quien postulaba a la reelección- y rechazo al fraude a favor del candidato aprista Jorge del Castillo. Desde el inicio de los cómputos, los resultados estaban bastante cercanos, tanto que los organismos electorales recién darían el resultado final con el triunfo del APRA a mediados de enero del siguiente año. Desde el día de las elecciones hubo acusaciones de fraude en contra de IU en distintos distritos y fuerte condenaba al apoyo del presidente Alan García a Del Castillo, comprometiendo incluso la acción gubernamental.

En ese mitin de respaldo realizado en la Plaza San Martín, fui testigo de una rechifla generalizada a Barrantes cuando condenó el fraude pero sin encarar al APRA y a García. Hay que considerar que el día anterior, después de coincidir al retirarse del aeropuerto, Barrantes y García se habían ido a almorzar juntos, para disfrute de periodistas y fotógrafos en búsqueda de primicias. Alfonso siempre pensó que, siendo el principal líder de la oposición, su amistad personal con García corría por cuerdas separadas. En el mitin, aunque las pifias las iniciaron sectores vinculados al Partido Unificado Mariateguista, PUM y a la Unión de Izquierda Revolucionaria, UNIR, luego seguidas por la gran mayoría de asistentes. Luego de algunos momentos de indecisión, Barrantes se dedicó a fustigar al APRA y a García y logró ser ovacionado sostenidamente por las decenas de miles de fervorosos partidarios. Mi impresión personal es que ese día se inició la etapa de desapego de Barrantes con la dirigencia de IU que culminó seis meses después con su retirada de la conducción del frente (Ver crónica “Barrantes renuncia a presidencia de Izquierda Unida” del 23 de abril de 2018).

DECENAS DE MOVILIZACIONES EN LA PLAZA SAN MARTÍN

Añado el recuerdo de otro mitin en la Plaza San Martín. Después de 20 años de haber sido el orador que abrió un mitin en esa afamada plaza, el 20 de agosto de 1987 me tocó cerrar otro. Siendo secretario general del PSR, estaba a cargo de la coordinación de turno de IU, que organizó una concentración de apoyo a la estatización de la banca, donde a nombre del frente izquierdista, exigí la participación de los trabajadores en los directorios de los bancos y rechacé la “apristización” de esas entidades financieras. Al natural nerviosismo por hablar a decenas de miles de manifestantes, en esta ocasión tuve que añadir la intranquilidad suscitada luego del estallido de tres petardos durante mi intervención.

Entre finales de la década del 70, luego de instalada la Asamblea Constituyente y la década del ochenta, fueron numerosas las marchas de protesta entre la Plaza Dos de Mayo, donde se encontraba el local de la CGTP, y la Plaza Bolívar, sede del Parlamento, y en esas marchas además de los destacamentos sindicales, marchaban militantes de partidos de izquierda. Muchas veces, además de la dirigencia sindical y popular, encabezaban las marchas el Comité Directivo Nacional de IU. Suman seguramente más de una docena las veces que pasé por la Plaza San Martín en marchas políticas o sindicales y varias otras en las que estuve en mítines de izquierda e incluso observando a la distancia, al borde la plaza, las movilizaciones de otros partidos.

Como dije en otra oportunidad, en la Plaza San Martín durante treinta años participé en decenas de mítines y marchas tanto como curioso espectador, entusiasta participante, preocupado organizador o nervioso orador.

FUENTE OVEJUNA

Al finalizar estos relatos debo señalar que las movilizaciones auto convocadas eran impensables treinta, cuarenta o cincuenta años atrás. No existía la posibilidad de mantener comunicación en “tiempo real” de cientos o miles de personas, no se podía pensar en conocer -y menos observar- la represión contra alguna persona al mismo momento en que se estaba realizando, la comunicación masiva que cada quien recibe allí donde se encuentra era algo inimaginable. Una diferencia clara con lo que actualmente pasa es que antes los distintos tipos de movilizaciones tenían uno o varios convocantes, carteles que identificaban a todos los contingentes, requerían uno o varios días de convocatoria y era difícil si se quería gran número de participantes que se pudieran organizar en reserva y en muy poco tiempo.

Antes podía haber un grupo pequeño o grande de dirigentes convocantes y que podían ser responsables de las movilizaciones. Hoy pueden ser cientos o miles los convocantes y sobre los responsables -que la torpeza de algunos no entienden- podría encontrarse respuesta no en este siglo XXI sino en el XVII cuando Lope de Vega escribía: “-¿Quién es Fuenteovejuna?, -Todo el pueblo, a una".


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