martes, 28 de agosto de 2018

ESTUDIANTES DERRIBAN DOS MINISTROS (1960)


Si hubiera sido 1990, al llegar a la plaza San Martín, seguramente habría dicho que los organizadores del mitin se habían equivocado, ya que el estrado tendría que colocarse al borde del portal Pumacahua y no del portal Zela. Pero estábamos en los últimos días de mayo de 1960 y era la primera vez que asistía a una concentración en esa plaza y no sabía que en los siguientes treinta años estaría allí en decenas de mítines tanto como curioso espectador, entusiasta participante, preocupado organizador o nervioso orador, pero siempre con el estrado al otro lado de la plaza. Era un mitin de protesta organizado por la Federación de Estudiantes del Perú, FEP, que exigía la renuncia del gabinete ministerial por la responsabilidad política que tenía por los vejámenes sufridos por no menos de seis universitarios detenidos semanas atrás en movilizaciones estudiantiles.

Tratemos de situarnos casi seis décadas atrás, en una etapa de movilizaciones populares -con presencia importante de estudiantes universitarios- en contra de la política económica del gobierno.

BELTRÁN RECIBÍA LOS GOLPES A PRADO

A mediados de julio del año anterior había asumido la presidencia del consejo de ministros Pedro Beltrán Espantoso, en lo que fue considerada una audaz pero eficaz jugada política del presidente Manuel Prado que, en esos momentos justo a la mitad de su mandato, enfrentaba un gran declive en su aceptación ciudadana y era fuertemente criticado por los principales medios de comunicación. Beltrán era el dueño y director de La Prensa, diario de orientación liberal y considerado el segundo en importancia del país, que realizaba una fuerte oposición al gobierno y en especial a su política económica, mientras que el diario calificado como el de mayor importancia, El Comercio, se oponía también al gobierno pero desde una posición más bien nacionalista.

Beltrán inicialmente no estuvo dispuesto a aceptar el cargo, pero finalmente lo hizo asumiendo además la cartera de Hacienda, con la condición que la política económica que impulsaría sería la que pregonaba desde su diario. Por cierto que La Prensa dejó de atacar al gobierno al igual que el vespertino Ultima Hora, también propiedad de Beltrán.

Esa designación significó un alivio para el presidente de la república, considerando que Beltrán no era parte del partido gobernante -Movimiento Democrático Pradista- ni tampoco de su entorno directo y que, por tanto, la oposición al gobierno se dirigió al primer ministro. Prado quedó en el papel de un virtual jefe de Estado por encima de los problemas del gobierno que eran atribuidos a Beltrán. El flamante primer ministro en los siguientes meses procedió a realizar una serie de medidas de acuerdo a su pensamiento liberal y considerando su identificación con el sector exportador. Buscó restablecer las reservas internacionales, se eliminaron subsidios a los alimentos, hubo alza de la gasolina, pero no hubo elevación de sueldos y salarios como exigían los gremios de trabajadores.

LAS PROTESTAS FUERON REPRIMIDAS CON VEJACIONES

Durante todo el segundo semestre de 1959, apenas iniciada su gestión, Beltrán –al igual que su gabinete- tuvo también que enfrentar la oposición de las federaciones estudiantiles cuyas opiniones en esa época tenían un peso que perderían 10 ó 15 años después. Las protestas estudiantiles se agudizaron desde abril de 1960 que se reanudaron las clases en las universidades y cuando las demandas populares iban en aumento.

Desde los primeros días de mayo, se realizaron varias marchas estudiantiles en el centro de la capital. Lo normal era que cuando una marcha se consideraba como disturbio por efectivos de la Guardia Civil, se procedía a su disolución -con varas, gases lacrimógenos o incluso con camiones lanza-agua que se conocían como “rochabus”- y se capturaba a algunos de los participantes quienes eran llevados a una comisaría donde se tomaban sus nombres y se les mantenía durante unas horas luego de las cuales se les dejaba en libertad, advirtiéndoles que la reincidencia podía causarles problemas legales. Hay que recordar que antes de fusionarse en 1988 para convertirse en la Policial Nacional, existían tres fuerzas policiales: la Guardia Civil, encargada del orden público y el tránsito, la Policía de Investigaciones del Perú, PIP, encargada de la investigación criminal y la Guardia Republicana encargada de cuidar edificios públicos y fronteras.

Pero en una ocasión fueron detenidos por la policía una veintena de estudiantes de la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI, que fueron llevados a la comisaría que la Guardia Civil tenía en la cuadra trece de la avenida Alfonso Ugarte. Y ocurrió algo inexplicable e inexcusable. No se quedaron en los recintos para detenidos que toda comisaria tenía sino fueron pasados a las celdas que para detenciones provisionales de delincuentes comunes había en El Sexto, ubicado al lado de la comisaria y con puertas de comunicación con ella. Y por cierto, cuando llegaron los estudiantes esas celdas, no estaban vacías…

Luego se supo que después de unas horas, en un cambio de turno, algún oficial se dio cuenta de la barbaridad cometida y ordenó sacar a los estudiantes de las celdas. Pero ya se habían producido vejaciones sexuales a seis de ellos e incluso hubo necesidad de enviar a uno de ellos a un hospital.

MOVILIZACIONES CONTRA EL GOBIERNO

Los estudiantes liberados, para evitar que sus nombres fueran divulgados, se cuidaron de revelar los hechos, pero éstos se conocieron pocos días después por una denuncia periodística. ¡Fue un escándalo! La FEP se puso a la cabeza del repudio al vejamen a los estudiantes y en un comunicado exigió la renuncia del Gabinete, convocando para 48 horas después al mitin en la plaza San Martín como forma de demostrar el apoyo masivo a su protesta y a su demanda.

En el mes de octubre del año anterior se había realizado en Trujillo un congreso nacional de estudiantes que había significado el desplazamiento de militantes del partido aprista de la dirección del máximo organismo de los universitarios peruanos. La coalición de dirigentes de otras fuerzas políticas -democristianos, comunistas, social progresistas, populistas- con sectores independientes, llevó a la presidencia de la FEP a Oscar Espinosa Bedoya, presidente de la Asociación de Centros de la Universidad Nacional de Ingeniería. Si la indignación que vivió el país por lo sucedido en El Sexto dio mayor impulso a las movilizaciones estudiantiles, el hecho que la presidencia de la FEP estuviera en manos de un estudiante de la UNI hacía más indudable el enfrentamiento con el gobierno.

El ambiente que se vivió en esos días previos al mitin fue de mucha tensión. Se decía que el gobierno reprimiría violentamente a los manifestantes o que éstos generarían saqueos y el caos en el centro de Lima.

En el Partido Demócrata Cristiano se nos enseñaba que de ninguna manera la actividad gremial debía subordinarse a los intereses partidarios y que más bien debía impulsarse su desarrollo autónomo, en la medida que Oscar Espinosa era DC, los militantes democristianos nos sentimos comprometidos en impulsar su labor al frente de la FEP. De hecho cuando había algún evento nos acercábamos a ayudar a la pequeña oficina de dos ambientes que se alquilaba en el edificio Rex en la segunda cuadra del jirón Ica a 200 metros de la Plaza de Armas.

ESTUDIANTES EN PALACIO DE GOBIERNO

En el trascurso de la mañana del mismo día del mitin, Espinosa fue convocado a palacio de Gobierno para una entrevista con Luis Gallo Porras, primer vicepresidente de la república en esos días encargado de la presidencia por viaje al exterior de Manuel Prado. El presidente de la FEP acompañado de algunos otros dirigentes, salió de esa oficinita del jirón Ica y se dirigieron caminando a la cita. Gallo Porras les expresó las disculpas del gobierno y señaló que el gobierno tomaría medidas frente a los graves hechos. Dijo además que considerando el ambiente tenso existente, el mitin podía escapar del control de la FEP y terminar con desordenes que obligarían  a actuar a la policía generándose enfrentamientos que nadie deseaba, por lo cual les pedía que suspendieran el mitin.

Los dirigentes universitarios insistieron en la renuncia del Gabinete. Además señalaron que resultaba imposible suspender el mitin a escasas horas de su inicio, manifestaron que tomarían medidas para evitar desórdenes y que, incluso, conversarían con los dirigentes de cada una de sus bases de Lima para que no se organizaran marchas al terminar la concentración para que se disolviera pacíficamente. Recuerdo que federaciones de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, de la Universidad Nacional Agraria, de la entonces Escuela Normal Superior de la Cantuta y por supuesto de la UNI, habían anunciado su masiva concurrencia al mitin, al igual que las federaciones del Instituto Nacional de Educación Física y de la Escuela de Bellas Artes, aunque estos dos centros de estudio tenían bastante menos alumnos.

Aunque la reunión fue muy respetuosa resultaba claro que no había posibilidad de ningún compromiso por parte de los estudiantes, salvo por cierto de no propiciar -y más bien evitar- que se produjeran excesos por parte de los manifestantes. Son importantes las disculpas ofrecidas, pero son insuficientes frente a los agravios, señaló Espinosa antes de retirarse. Cuando salía la delegación, algún secretario de Gallo Porras le pidió la forma de poder contactarse en las siguientes horas si fuera necesario y aunque parecía que se trataba de una formalidad resultaría de mucha importancia horas después.

Aunque lo que pasó en esa reunión en Palacio de Gobierno lo conocí una parte esa tarde y la mayor parte en los siguientes días relatado por Federico Velarde, Fico, si algo tuve claro que el contacto no fue el teléfono de la oficina de la FEP, ya que era uno de los muchos anexos de la centralita telefónica del edificio que tenía pocas líneas, por lo que muchas veces estaba ocupado y a determinada hora desconectado al irse la encargada de atender el servicio.

Hasta donde recuerdo para el manejo de la situación en esas horas tensas, Espinosa de 21 años, se apoyó básicamente en Velarde de 22 y Manuel Moreyra, Manolo, a punto de cumplir 25. Estos dos últimos habían sido artífices de su elección en el Congreso de Trujillo y eran destacados militantes de la Democracia Cristiana. Pero también tenía cerca algunos integrantes de su directiva como el futuro escritor José Antonio Bravo, de 22 años, y Enrique Bernales, de 19, quien veinte años después sería elegido senador. Menciono las edades porque es una forma de apreciar la juventud de quienes en esos días aparecían “jaqueando” al gobierno.

No quiero mencionar decenas de nombres de integrantes de la Juventud DC, por temor a dejar de lado a algunos de mis camaradas de mis primeras experiencias políticas, la mayoría de los cuales no llegaban a los 20 años o los superaban por poco. Yo mismo aun no cumplía 18 años. Y a todos, inexpertos como éramos -quizá porque no había otros a quienes encargar- se nos encomendó la tarea de garantizar el orden en el mitin que comenzaría a las siete de la noche….

PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA EN MITIN ESTUDIANTIL

No sé cómo se realizó el contacto, pero a las seis de la tarde Oscar Espinosa fue informado que Gallo Porras iría al mitin para hacer un importante anuncio. Oscar, Manolo y Fico supieron al enterarse que, cualquiera que fuera el anuncio, se le había ganado la partida al gobierno… siempre y cuando no hubiese disturbios. Coordinaron brevemente y se trasladaron al portal Zela a la altura de la pastelería San Martín, allí quedó esperando Oscar mientras los otros dos se dirigieron al estrado. De acuerdo a lo previsto un grupo de estudiantes de la UNI hicieron un callejón por donde se desplazó Oscar que subió al estrado entre aplausos, mientras quienes lo habían resguardado quedaron a un costado. Pasaron unos quince minutos y desde el micrófono en la tribuna se lanzaban de arengas, referencias a las delegaciones asistentes en la plaza y a los dirigentes presentes, llamados a gritar y aplaudir consignas. Y el mitin no comenzaba y los asistentes empezaban a impacientarse…

De pronto, los mismos estudiantes que habían resguardado el ingreso de Espinosa volvieron a formar el callejón y se desplazó raudo al estrado don Luis Gallo Porras, mientras que en ese mismo momento se decía por el micrófono que el encargado  de la presidencia de la república asistía al mitin para hacer unos anuncios. Este hecho inusitado enmudeció a los asistentes, algunas pifias se escucharon, pero hubo unos aplausos no muy calurosos y sobre todo expresiones urgiendo al silencio. Gallo Porras saludó a los asistentes y dijo que se solidarizaba con la protesta, al mismo tiempo que ofrecía disculpas por grave error cometido. Pero además dijo, ya entre fuertes aplausos, que se había decidido denunciar penalmente a los responsables de los vejámenes en agravio de los estudiantes. Tengo que comunicar algo más, dijo el presidente de la república en funciones, y después de algunos segundos en que se produjo un expectante silencio anunció que minutos antes había aceptado las renuncias del ministro de Gobierno y Policía, Carlos Carrillo Smith, y del ministro de Educación, José Rubio Rolando, asumiendo la responsabilidad política del hecho.

Lo señalado por Gallo Porras convirtió al mitin de estudiantes coléricos en una concentración de entusiastas triunfadores. La protesta había sido justa y la renuncia de dos ministros era más de lo que se esperaba cuando se demandó la renuncia del gabinete. Creo no equivocarme si digo que con la del ministro Carrillo Smith, los manifestantes se hubieran sentido triunfadores. El retiro de Gallo Porras del estrado fue entre aplausos. Inmediatamente después inició su discurso Oscar Espinosa, continuamente interrumpido con aplausos de los asistentes.

“TRIBUNA LIBRE” PARA QUE HABLARA QUIEN QUISIERA

Mientras hablaba el presidente de la FEP, Moreyra y Velarde efectuaban coordinaciones y recibían informaciones. Los responsables de los destacamentos organizados de las universidades sabían que con las palabras de Oscar terminaba el mitin y debían retirarse en orden para dispersarse en no más de dos cuadras. Seguramente más de la mitad de los asistentes saldrá así, se decían, muchos concurrentes espontáneos se irán también, pero siempre quedará un grupo que pida más, que busque generar algún disturbio, que sean fácilmente manipulados por cuatro o cinco agitadores ¿cómo hacemos? se preguntaban. Manolo decía que al día siguiente la noticia tenía que ser “La FEP derribó dos ministros” y de ninguna manera “Estudiantes protagonizan disturbios en el centro de Lima”.

Cerca de ambos estaba el “flaco” Luis Alarco, democristiano muy diferente al común de los militantes del partido. Superaba los 30 años y se calificaba como hombre de acción. Alguna vez me contó que su ingreso al partido se había realizado inmediatamente después que una movilización partidaria realizada a principios de 1958 terminara en violenta represión de la policía. Sabiendo que era contra el gobierno pero sin saber qué partido la organizaba, Alarco había acudido a la marcha acompañado de un madero redondo cuidadosamente barnizado y con la inscripción “Esta es mi ley”. Me dijo que ver cómo enfrentaban los manifestantes a la policía lo decidió a inscribirse en el partido.

Enterado por Fico Velarde de la necesidad de evitar los desbordes, el “flaco” Alarco les dijo “No se preocupen yo me encargo”. Y añadió enigmáticamente que alguna gente necesitaba “desflemarse” y que para eso era mejor que hablaran en lugar que caminaran.

Cuando terminó de hablar Espinosa, el maestro de ceremonia dio por terminado el mitin e invito a las delegaciones a retirarse. Mientras que los dirigentes comenzaban a bajar, Alarco subió al estrado, cogió el micro y anunció que a pedido de muchos asistentes habría “tribuna libre”. Luego del desconcierto inicial, el “flaco” solicitó que se formaran al lado del estrado los que quisieran hablar y varios de los que estaban dispuestos a organizar marchas a la salida se pusieron presurosos a esperar turno. Mientras tanto el retiro de los manifestantes de la plaza se iba realizando ordenadamente.

Prácticamente solo -aunque luego lo ayudó el dirigente obrero DC José Liau- el “flaco” se dedicó a apuntar los nombres de los que querían intervenir y durante las siguientes dos horas intercaló a algunos estudiantes de propuestas exaltadas con espontáneos pasados de copas, desocupados que eran concurrentes asiduos de esa plaza e incluso algunos vagabundos con evidentes problemas mentales. El método sirvió para que se quedaran a hablar desde el estrado algunos de los que estaban dispuestos a marchar, mientras que paulatinamente se fueran retirando los manifestantes que quedaban.

Cuando sólo quedaban unos cien concurrentes, el “flaco” Alarco cortó el micro. Era cerca de la medianoche…

Hora y media antes se había retirado discretamente don Pedro Beltrán, quien había seguido las incidencias del mitin detrás de las cortinas de una ventana del Gran Hotel Bolívar, según me lo comentó un gran amigo, el veterano periodista Justo Linares al leer esta crónica. La entrega de dos cabezas -y no sólo una- ayudó a Beltrán a permanecer como presidente del Consejo de Ministros hasta el 24 de noviembre de 1961. Beltrán dejó el cargo para analizar las posibilidades de su candidatura presidencial en las elecciones del siguiente año como abanderado de un “partido de independientes” que intentó organizar. En muy pocas semanas -vista la poca acogida de su pretendida candidatura- desistió de su empeño… (Párrafo añadido el 31 de agosto)

1 comentario:

  1. Una sabrosa crónica de hechos y circunstancias de la caída del Gabinete Beltrán al comienzo dela década del 60. Los datos proporcionados enriquecerán la información histórica, puesto que viene de un protagonista, como lo es Alfredo.

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