Si hubiera sido 1990, al llegar a la plaza San Martín, seguramente
habría dicho que los organizadores del mitin se habían equivocado, ya que el
estrado tendría que colocarse al borde del portal Pumacahua y no del portal
Zela. Pero estábamos en los últimos días de mayo de 1960 y era la primera vez
que asistía a una concentración en esa plaza y no sabía que en los siguientes
treinta años estaría allí en decenas de mítines tanto como curioso espectador,
entusiasta participante, preocupado organizador o nervioso orador, pero siempre
con el estrado al otro lado de la plaza. Era un mitin de protesta organizado
por la Federación de Estudiantes del Perú, FEP, que exigía la renuncia del gabinete
ministerial por la responsabilidad política que tenía por los vejámenes
sufridos por no menos de seis universitarios detenidos semanas
atrás en movilizaciones estudiantiles.
Tratemos de situarnos casi seis décadas atrás, en una etapa de movilizaciones
populares -con presencia importante de estudiantes universitarios- en contra de
la política económica del gobierno.
BELTRÁN RECIBÍA LOS GOLPES A PRADO
A mediados de julio del año anterior había asumido la presidencia del consejo
de ministros Pedro Beltrán Espantoso, en lo que fue considerada una audaz pero
eficaz jugada política del presidente Manuel Prado que, en esos momentos justo
a la mitad de su mandato, enfrentaba un gran declive en su aceptación ciudadana
y era fuertemente criticado por los principales medios de comunicación. Beltrán
era el dueño y director de La Prensa, diario
de orientación liberal y considerado el segundo en importancia del país, que realizaba una fuerte oposición al
gobierno y en especial a su política económica, mientras que el diario calificado
como el de mayor importancia, El Comercio,
se oponía también al gobierno pero desde una posición más bien nacionalista.
Beltrán inicialmente no estuvo dispuesto a aceptar el cargo, pero
finalmente lo hizo asumiendo además la cartera de Hacienda, con la condición
que la política económica que impulsaría sería la que pregonaba desde su
diario. Por cierto que La Prensa dejó
de atacar al gobierno al igual que el vespertino Ultima Hora, también propiedad de Beltrán.
Esa designación significó un alivio para el presidente de la
república, considerando que Beltrán no era parte del partido gobernante
-Movimiento Democrático Pradista- ni tampoco de su entorno directo y que, por
tanto, la oposición al gobierno se dirigió al primer ministro. Prado quedó en
el papel de un virtual jefe de Estado por encima de los problemas del gobierno
que eran atribuidos a Beltrán. El flamante primer ministro en los siguientes
meses procedió a realizar una serie de medidas de acuerdo a su pensamiento
liberal y considerando su identificación con el sector exportador. Buscó
restablecer las reservas internacionales, se eliminaron subsidios a los
alimentos, hubo alza de la gasolina, pero no hubo elevación de sueldos y
salarios como exigían los gremios de trabajadores.
LAS PROTESTAS FUERON REPRIMIDAS CON VEJACIONES
Durante todo el segundo semestre de 1959, apenas iniciada su gestión,
Beltrán –al igual que su gabinete- tuvo también que enfrentar la oposición de
las federaciones estudiantiles cuyas opiniones en esa época tenían un peso que
perderían 10 ó 15 años después. Las protestas estudiantiles se agudizaron desde
abril de 1960 que se reanudaron las clases en las universidades y cuando las
demandas populares iban en aumento.
Desde los primeros días de mayo, se realizaron varias marchas
estudiantiles en el centro de la capital. Lo normal era que cuando una marcha se
consideraba como disturbio por efectivos de la Guardia Civil, se procedía a su
disolución -con varas, gases lacrimógenos o incluso con camiones lanza-agua que
se conocían como “rochabus”- y se capturaba a algunos de los participantes
quienes eran llevados a una comisaría donde se tomaban sus nombres y se les mantenía
durante unas horas luego de las cuales se les dejaba en libertad,
advirtiéndoles que la reincidencia podía causarles problemas legales. Hay que
recordar que antes de fusionarse en 1988 para convertirse en la Policial
Nacional, existían tres fuerzas policiales: la Guardia Civil, encargada del
orden público y el tránsito, la Policía de Investigaciones del Perú, PIP,
encargada de la investigación criminal y la Guardia Republicana encargada de
cuidar edificios públicos y fronteras.
Pero en una ocasión fueron detenidos por la policía una veintena de
estudiantes de la Universidad Nacional de Ingeniería, UNI, que fueron llevados
a la comisaría que la Guardia Civil tenía en la cuadra trece de la avenida
Alfonso Ugarte. Y ocurrió algo inexplicable e inexcusable. No se quedaron en
los recintos para detenidos que toda comisaria tenía sino fueron pasados a las
celdas que para detenciones provisionales de delincuentes comunes había en El
Sexto, ubicado al lado de la comisaria y con puertas de comunicación con ella.
Y por cierto, cuando llegaron los estudiantes esas celdas, no estaban vacías…
Luego se supo que después de unas horas, en un cambio de turno, algún
oficial se dio cuenta de la barbaridad cometida y ordenó sacar a los
estudiantes de las celdas. Pero ya se habían producido vejaciones sexuales a
seis de ellos e incluso hubo necesidad de enviar a uno de ellos a un hospital.
MOVILIZACIONES CONTRA EL GOBIERNO
Los estudiantes liberados, para evitar que sus nombres fueran
divulgados, se cuidaron de revelar los hechos, pero éstos se conocieron pocos
días después por una denuncia periodística. ¡Fue un escándalo! La FEP se puso a
la cabeza del repudio al vejamen a los estudiantes y en un comunicado exigió la
renuncia del Gabinete, convocando para 48 horas después al mitin en la plaza
San Martín como forma de demostrar el apoyo masivo a su protesta y a su
demanda.
En el mes de octubre del año anterior se había realizado en Trujillo
un congreso nacional de estudiantes que había significado el desplazamiento de
militantes del partido aprista de la dirección del máximo organismo de los
universitarios peruanos. La coalición de dirigentes de otras fuerzas políticas
-democristianos, comunistas, social progresistas, populistas- con sectores
independientes, llevó a la presidencia de la FEP a Oscar Espinosa Bedoya,
presidente de la Asociación de Centros de la Universidad Nacional de Ingeniería.
Si la indignación que vivió el país por lo sucedido en El Sexto dio mayor
impulso a las movilizaciones estudiantiles, el hecho que la presidencia de la
FEP estuviera en manos de un estudiante de la UNI hacía más indudable el
enfrentamiento con el gobierno.
El ambiente que se vivió en esos días previos al mitin fue de mucha
tensión. Se decía que el gobierno reprimiría violentamente a los manifestantes
o que éstos generarían saqueos y el caos en el centro de Lima.
En el Partido Demócrata Cristiano se nos enseñaba que de ninguna
manera la actividad gremial debía subordinarse a los intereses partidarios y
que más bien debía impulsarse su desarrollo autónomo, en la medida que Oscar
Espinosa era DC, los militantes democristianos nos sentimos comprometidos en
impulsar su labor al frente de la FEP. De hecho cuando había algún evento nos
acercábamos a ayudar a la pequeña oficina de dos ambientes que se alquilaba en
el edificio Rex en la segunda cuadra del jirón Ica a 200 metros de la Plaza de
Armas.
ESTUDIANTES EN PALACIO DE GOBIERNO
En el trascurso de la mañana del mismo día del mitin, Espinosa fue
convocado a palacio de Gobierno para una entrevista con Luis Gallo Porras,
primer vicepresidente de la república en esos días encargado de la presidencia
por viaje al exterior de Manuel Prado. El presidente de la FEP acompañado de
algunos otros dirigentes, salió de esa oficinita del jirón Ica y se dirigieron
caminando a la cita. Gallo Porras les expresó las disculpas del gobierno y
señaló que el gobierno tomaría medidas frente a los graves hechos. Dijo además
que considerando el ambiente tenso existente, el mitin podía escapar del
control de la FEP y terminar con desordenes que obligarían a actuar a la policía generándose
enfrentamientos que nadie deseaba, por lo cual les pedía que suspendieran el
mitin.
Los dirigentes universitarios insistieron en la renuncia del Gabinete.
Además señalaron que resultaba imposible suspender el mitin a escasas horas de
su inicio, manifestaron que tomarían medidas para evitar desórdenes y que,
incluso, conversarían con los dirigentes de cada una de sus bases de Lima para
que no se organizaran marchas al terminar la concentración para que se
disolviera pacíficamente. Recuerdo que federaciones de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, de la Pontificia Universidad Católica del Perú, de la
Universidad Nacional Agraria, de la entonces Escuela Normal Superior de la
Cantuta y por supuesto de la UNI, habían anunciado su masiva concurrencia al
mitin, al igual que las federaciones del Instituto Nacional de Educación Física
y de la Escuela de Bellas Artes, aunque estos dos centros de estudio tenían
bastante menos alumnos.
Aunque la reunión fue muy respetuosa resultaba claro que no había
posibilidad de ningún compromiso por parte de los estudiantes, salvo por cierto
de no propiciar -y más bien evitar- que se produjeran excesos por parte de los
manifestantes. Son importantes las disculpas ofrecidas, pero son insuficientes
frente a los agravios, señaló Espinosa antes de retirarse. Cuando salía la
delegación, algún secretario de Gallo Porras le pidió la forma de poder
contactarse en las siguientes horas si fuera necesario y aunque parecía que se
trataba de una formalidad resultaría de mucha importancia horas después.
Aunque lo que pasó en esa reunión en Palacio de Gobierno lo conocí una
parte esa tarde y la mayor parte en los siguientes días relatado por Federico
Velarde, Fico, si algo tuve claro que el contacto no fue el teléfono de la
oficina de la FEP, ya que era uno de los muchos anexos de la centralita
telefónica del edificio que tenía pocas líneas, por lo que muchas veces estaba
ocupado y a determinada hora desconectado al irse la encargada de atender el
servicio.
Hasta donde recuerdo para el manejo de la situación en esas horas
tensas, Espinosa de 21 años, se apoyó básicamente en Velarde de 22 y Manuel
Moreyra, Manolo, a punto de cumplir 25. Estos dos últimos habían sido artífices
de su elección en el Congreso de Trujillo y eran destacados militantes de la
Democracia Cristiana. Pero también tenía cerca algunos integrantes de su
directiva como el futuro escritor José Antonio Bravo, de 22 años, y Enrique
Bernales, de 19, quien veinte años después sería elegido senador. Menciono las
edades porque es una forma de apreciar la juventud de quienes en esos días
aparecían “jaqueando” al gobierno.
No quiero mencionar decenas de nombres de integrantes de la Juventud
DC, por temor a dejar de lado a algunos de mis camaradas de mis primeras
experiencias políticas, la mayoría de los cuales no llegaban a los 20 años o
los superaban por poco. Yo mismo aun no cumplía 18 años. Y a todos, inexpertos
como éramos -quizá porque no había otros a quienes encargar- se nos encomendó
la tarea de garantizar el orden en el mitin que comenzaría a las siete de la
noche….
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA EN MITIN ESTUDIANTIL
No sé cómo se realizó el contacto, pero a las seis de la tarde Oscar
Espinosa fue informado que Gallo Porras iría al mitin para hacer un importante
anuncio. Oscar, Manolo y Fico supieron al enterarse que, cualquiera que fuera
el anuncio, se le había ganado la partida al gobierno… siempre y cuando no
hubiese disturbios. Coordinaron brevemente y se trasladaron al portal Zela a la
altura de la pastelería San Martín,
allí quedó esperando Oscar mientras los otros dos se dirigieron al
estrado. De acuerdo a lo previsto un grupo de estudiantes de la UNI hicieron un
callejón por donde se desplazó Oscar que subió al estrado entre aplausos,
mientras quienes lo habían resguardado quedaron a un costado. Pasaron unos
quince minutos y desde el micrófono en la tribuna se lanzaban de arengas,
referencias a las delegaciones asistentes en la plaza y a los dirigentes
presentes, llamados a gritar y aplaudir consignas. Y el mitin no comenzaba y
los asistentes empezaban a impacientarse…
De pronto, los mismos estudiantes que habían resguardado el ingreso de
Espinosa volvieron a formar el callejón y se desplazó raudo al estrado don Luis
Gallo Porras, mientras que en ese mismo momento se decía por el micrófono que
el encargado de la presidencia de la
república asistía al mitin para hacer unos anuncios. Este hecho inusitado
enmudeció a los asistentes, algunas pifias se escucharon, pero hubo unos
aplausos no muy calurosos y sobre todo expresiones urgiendo al silencio. Gallo
Porras saludó a los asistentes y dijo que se solidarizaba con la protesta, al
mismo tiempo que ofrecía disculpas por grave error cometido. Pero además dijo,
ya entre fuertes aplausos, que se había decidido denunciar penalmente a los
responsables de los vejámenes en agravio de los estudiantes. Tengo que
comunicar algo más, dijo el presidente de la república en funciones, y después
de algunos segundos en que se produjo un expectante silencio anunció que
minutos antes había aceptado las renuncias del ministro de Gobierno y Policía,
Carlos Carrillo Smith, y del ministro de Educación, José Rubio Rolando,
asumiendo la responsabilidad política del hecho.
Lo señalado por Gallo Porras convirtió al mitin de estudiantes
coléricos en una concentración de entusiastas triunfadores. La protesta había
sido justa y la renuncia de dos ministros era más de lo que se esperaba cuando se
demandó la renuncia del gabinete. Creo no equivocarme si digo que con la del
ministro Carrillo Smith, los manifestantes se hubieran sentido triunfadores. El
retiro de Gallo Porras del estrado fue entre aplausos. Inmediatamente después
inició su discurso Oscar Espinosa, continuamente interrumpido con aplausos de
los asistentes.
“TRIBUNA LIBRE” PARA QUE HABLARA QUIEN QUISIERA
Mientras hablaba el presidente de la FEP, Moreyra y Velarde efectuaban
coordinaciones y recibían informaciones. Los responsables de los destacamentos
organizados de las universidades sabían que con las palabras de Oscar terminaba
el mitin y debían retirarse en orden para dispersarse en no más de dos cuadras.
Seguramente más de la mitad de los asistentes saldrá así, se decían, muchos
concurrentes espontáneos se irán también, pero siempre quedará un grupo que
pida más, que busque generar algún disturbio, que sean fácilmente manipulados
por cuatro o cinco agitadores ¿cómo hacemos? se preguntaban. Manolo decía que
al día siguiente la noticia tenía que ser “La FEP derribó dos ministros” y de
ninguna manera “Estudiantes protagonizan disturbios en el centro de Lima”.
Cerca de ambos estaba el “flaco” Luis Alarco, democristiano muy diferente al
común de los militantes del partido. Superaba los 30 años y se calificaba como
hombre de acción. Alguna vez me contó que su ingreso al partido se había
realizado inmediatamente después que una movilización partidaria realizada a
principios de 1958 terminara en violenta represión de la policía. Sabiendo que
era contra el gobierno pero sin saber qué partido la organizaba, Alarco había
acudido a la marcha acompañado de un madero redondo cuidadosamente barnizado y con
la inscripción “Esta es mi ley”. Me dijo que ver cómo enfrentaban los
manifestantes a la policía lo decidió a inscribirse en el partido.
Enterado por Fico Velarde de la necesidad de evitar los desbordes, el
“flaco” Alarco les dijo “No se preocupen yo me encargo”. Y añadió
enigmáticamente que alguna gente necesitaba “desflemarse” y que para eso era
mejor que hablaran en lugar que caminaran.
Cuando terminó de hablar Espinosa, el maestro de ceremonia dio por
terminado el mitin e invito a las delegaciones a retirarse. Mientras que los
dirigentes comenzaban a bajar, Alarco subió al estrado, cogió el micro y
anunció que a pedido de muchos asistentes habría “tribuna libre”. Luego del
desconcierto inicial, el “flaco” solicitó que se formaran al lado del estrado
los que quisieran hablar y varios de los que estaban dispuestos a organizar
marchas a la salida se pusieron presurosos a esperar turno. Mientras tanto el
retiro de los manifestantes de la plaza se iba realizando ordenadamente.
Prácticamente solo -aunque luego lo ayudó el dirigente obrero DC José
Liau- el “flaco” se dedicó a apuntar los nombres de los que querían intervenir
y durante las siguientes dos horas intercaló a algunos estudiantes de
propuestas exaltadas con espontáneos pasados de copas, desocupados que eran
concurrentes asiduos de esa plaza e incluso algunos vagabundos con evidentes
problemas mentales. El método sirvió para que se quedaran a hablar desde el
estrado algunos de los que estaban dispuestos a marchar, mientras que
paulatinamente se fueran retirando los manifestantes que quedaban.
Cuando sólo quedaban unos cien concurrentes, el “flaco” Alarco cortó
el micro. Era cerca de la medianoche…
Hora y media antes se había retirado discretamente don Pedro Beltrán,
quien había seguido las incidencias del mitin detrás de las cortinas de una
ventana del Gran Hotel Bolívar, según me lo comentó un gran amigo, el veterano
periodista Justo Linares al leer esta crónica. La entrega de dos cabezas -y no
sólo una- ayudó a Beltrán a permanecer como presidente del Consejo de Ministros
hasta el 24 de noviembre de 1961. Beltrán dejó el cargo para analizar las posibilidades
de su candidatura presidencial en las elecciones del siguiente año como
abanderado de un “partido de independientes” que intentó organizar. En muy
pocas semanas -vista la poca acogida de su pretendida candidatura- desistió de
su empeño… (Párrafo
añadido el 31 de agosto)
Una sabrosa crónica de hechos y circunstancias de la caída del Gabinete Beltrán al comienzo dela década del 60. Los datos proporcionados enriquecerán la información histórica, puesto que viene de un protagonista, como lo es Alfredo.
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