Hace pocos días, el 19 de julio, hubo marchas en varias ciudades del
país en protesta por los gravísimos casos de corrupción revelados en el ámbito
de la administración de justicia. Para muchísimas personas fue el día de una
justificada protesta de la población indignada frente a la corrupción. Pero para
otros tuvo un significado adicional: era un aniversario más del exitoso Paro
Nacional del 19 de julio de 1977, que marcó el inicio del final del gobierno
militar encabezado por el general Francisco Mortales Bermúdez.
Aunque ahora no represente nada para la mayoría de los peruanos,
quienes superan o se acercan al medio siglo de vida recuerdan que ese día tuvo
un gran importancia, ya que la realización del paro fue un momento crucial en
el curso del gobierno del general Morales Bermúdez. Hubo un antes y un después
del 19 de julio de 1977. Ese día marcó un quiebre en su gobierno para Morales
Bermúdez, quien ejercía la presidencia de la república desde cerca de un par de
años antes. Se podría decir que hasta ese día, Morales Bermúdez y su equipo
estaban dedicados fundamentalmente a revertir una serie de cambios producidos
en el país durante el mandato del general Juan Velasco Alvarado para luego
devolver el gobierno a la civilidad, pero desde el día del paro, sus esfuerzos
se enrumbaron a encontrar la mejor manera y el menor costo para retirarse del
poder…
DESPUÉS DEL PARO, LA SITUACIÓN DEL PAÍS CAMBIÓ
Como ya lo he relatado en otra oportunidad, en la misma noche de ese paro
nacional, algunos dirigentes del Partido Socialista Revolucionario, PSR, nos
reunimos para hacer un primer balance sobre su desarrollo que lógicamente
incluía las perspectivas de cambios en el rumbo del gobierno (Ver crónica “19 de julio de 1977: primeras impresiones del paro” del 30 de julio de 2017). En esa oportunidad, después que nos habíamos pasado más de un mes
de coordinaciones con partidos de izquierda con influencia en organizaciones
sindicales y populares, consideramos que la posibilidad de unificar criterios
en lo político sería mucho más difícil que en lo sindical.
La frase que el dirigente del PSR Francisco Moncloa,
Paco, pronunciara esa noche, nos preocupaba:
“¿Después del paro, qué…?” ya que después de un episodio político y popular de
gran envergadura resultaba urgente mantener las coordinaciones entre los
partidos que habíamos respaldado la paralización y nuestra primera impresión
era que no iban a mantenerse, como efectivamente ocurrió. En todo caso,
apenas hubo algunos contactos para compartir información en torno a lo que era
la preocupación central de todo el movimiento popular: los detenidos el día del
paro y los miles de despedidos en los días sucesivos.
Mientras los dirigentes de los distintos partidos de izquierda estábamos
preocupados que aumentara la represión iniciada el día de paro nacional, once días después y antes que lo que imagináramos, el propio general Morales Bermúdez dio a
conocer importantes novedades.
GOBIERNO FORZADO A
CONVOCAR ELECCIONES
Fue con ocasión de las fiestas patrias, el 28 de julio, que en un mensaje
a la nación Morales Bermúdez anunció que se convocaría a elecciones para una Asamblea
Constituyente y posteriormente habría elecciones generales. Además dijo que acabaría el “estado de emergencia” que suspendía las garantías
constitucionales de los peruanos y que estaba vigente desde hacía más de un
año.
Acostumbrados a que después
de cada anuncio importante se implementaba algún plan de acción ya diseñado y
estando en un feriado largo hasta el domingo 31, los rumores comenzaron a
circular señalando todo tipo de medidas incluyendo el regreso de deportados o
la libertad de los detenidos. Los dirigentes del PSR mantuvimos contacto en
esos días feriados, y buscamos informaciones. Sin embargo no trascendía nada,
aunque algunos pensaron que el gobierno tenía una serie de medidas coherentes
para llegar hasta por lo menos el inicio de la Asamblea Constituyente.
En los primeros días de
agosto no hubo indicios de apertura. Más bien varias actitudes gubernamentales
nos hicieron pensar que, teniendo en mente algunas de las medidas anunciadas en
28 de julio, el gobierno no las tenía totalmente desarrolladas cuando tuvo que hacerlas
públicas como respuesta al contundente paro nacional. Entonces caímos en cuenta
que en realidad el
gobierno también se enfrentaba a la misma pregunta que nosotros nos habíamos
hecho: “¿Después del paro, qué…?”. Un claro ejemplo
fue la inminente finalización del “estado de emergencia” anunciado el 28 de
julio, pero que fue remarcado como vigente en un comunicado del Comando
Conjunto de la Fuerza Armada expedido dos días después e incluso ratificado
luego de tres semanas al ampliarse la suspensión de garantías por 30 días en
todo el país.
Todo agosto de 1977 fue
de un mes de incertidumbre y fuerte actividad política. Creo que casi todos los
días de ese mes tuve reuniones y coordinaciones con Antonio Meza Cuadra,
secretario general del PSR. A menos de un año de comenzar a tratarnos con
frecuencia -ya que antes sólo habíamos coincidido ocasionalmente- cuando
estábamos en la parte final de la fundación del PSR habíamos tenido mutua
confianza y simpatía entre nosotros y conformado un buen equipo, ya que desde
enero de ese año era yo el sub secretario general del partido. En esos días las
reuniones con él y otros dirigentes eran breves para distribuir tareas entre todos,
que incluían organizar y realizar reuniones con las células del PSR denominadas
GAP, Grupos de Acción Política, en las cuales analizábamos con los militantes
la coyuntura política, incluyendo la evaluación de nuestras reuniones de
Dirección Nacional que realizábamos una vez a la semana, o cuando resultaba
necesario.
Algunas veces nuestra
coordinaciones se realizaban apenas en el lapso de tomarme un café en el Café
Monarca de la avenida Guzmán Blanco, lugar donde Antonio concurría al mediodía
desde bastante antes de la fundación del PSR. También en esos días se continuaba
impulsando el trabajo en distintos departamentos del país, labor en la que
desde los primeros momentos de la formación del partido, destacaba la actividad
de Manuel “Manano” Benza.
Ese mes resultó
agotador porque a la intensa actividad política tenía que añadir mis
actividades familiares y laborales. Salir antes de las ocho de la mañana desde
nuestra casa en Surco hasta la esquina de la avenida 28 de julio y el jirón
Washington casi al borde del cercado de Lima donde quedaba la oficina de Ana
María, mi esposa. Allí la dejaba con mi hijo de tres años y medio y mi hija de
poco más de dos para que los llevaran al Centro de Educación Inicial en el distrito
de Jesús María que pertenecía a su trabajo. Entre las 9 de la mañana y 5:30 de
la tarde trabajaba en DESCO, de donde salía todos los días en la hora del
refrigerio para las coordinaciones partidarias. En esa institución yo tenía la
ventaja de estar a cargo de la redacción del quinto tomo de la “Cronología
Política” que la institución editaba con la dirección de Henry Pease y tenía bastante
flexibilidad para organizar mis labores. En las tardes recogía a mis hijos a
las cinco y media y con ellos iba a buscar a Ana María para regresar a la casa.
En esas semanas después de dejar a mi familia en la casa y luego de comer algo
apresuradamente salía para alguna reunión partidaria.
EL GOBIERNO NO SABÍA
EXACTAMENTE LO QUÉ QUERÍA
Cuando seguía siendo un
misterio cómo se iban a encauzar las medidas anunciadas en fiestas patrias por
Morales Bermúdez, éste anunció en Tacna el 28 de agosto,
que se había decretado la restitución de las garantías y el cese del Estado de
Emergencia, nos imaginábamos que el gobierno quería que los siguientes meses
fueran de menor tensión. No lo alcanzamos a celebrar, porque pocas horas
después se produjo la inesperada detención de Antonio Meza Cuadra… Como ya lo
he relatado algo más ampliamente en otra oportunidad (Ver crónica “Durmiendo en camas ajenas” del 25 de julio de 2014) no se
dio ningún tipo de argumento para su detención ni para su liberación 48 horas
después.
Una de las explicaciones que se manejaron en esos momentos para esas
contradicciones eran las pugnas que podría haber sobre la amplitud política que
podía tolerarse en la etapa electoral. O dicho de otra manera, a todos no se
les permitiría que compitan en las elecciones con la misma libertad que otros.
Siendo esa conjetura básicamente acertada, también resulta cierto que la
principal razón de las idas y vueltas era que habían tenido que adelantar los
anuncios de las medidas que pensaban implementar.
Pasaría todavía el mes de setiembre con indefiniciones. No se sabía
cómo se conformaría la anunciada Asamblea Constituyente, en qué fecha se
realizarían las elecciones, si la ciudadanía sería para todos los peruanos
mayores de 18 años o sólo para los alfabetos mayores de 21, ni tampoco las
condiciones para la participación de los partidos o la libertad de actividad
que tendrían los dirigentes políticos. Recién tuvimos un diálogo con voceros
del gobierno -al igual que dirigentes de otros partidos de derecha, centro e
izquierda- a inicios de octubre. Casi inmediatamente después de esas
conversaciones se dio a conocer escuetamente un Decreto Supremo que convocaba
para junio las elecciones para que la Asamblea Constituyente se instalara el 28
de julio de 1978 y funcionara hasta la primera quincena de
julio del año siguiente. Y
como con cuentagotas, más de un mes después se definió quiénes
serían los electores, cuántos integrarían las listas de candidatos y qué
requisitos tendrían los partidos para participar.
Fue premonitoria una respuesta que dimos al jefe del Comité de Asesoramiento de la Presidencia de la República,
COAP, general Carlos Quevedo Farfán, cuando el 3 de octubre de 1977
conversó con una delegación del PSR y le recordamos la detención de Meza Cuadra
treinta y cinco días antes: No basta que se restituyan las garantías
constitucionales si al día siguiente se arresta al secretario general del PSR. Y
es que más allá de los textos legales en que se fundamentaban las elecciones,
sería el comportamiento del gobierno lo que haría de la campaña electoral una
marcha cuesta arriba… (Ver crónica “Constituyente: carrera con obstáculos” del 26 de septiembre de 2017).
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