viernes, 26 de mayo de 2017

NECESIDAD DE UNIDAD VENCIÓ A LA DESCONFIANZA (1980)

En otras oportunidades he hablado de la tediosa sucesión de reuniones entre distintos partidos de la izquierda peruana hasta en la madrugada del 13 de setiembre de 1980, en que se fundó Izquierda Unida (Ver crónica “Izquierda: encuentros y desencuentros” del 20 de febrero de 2015). Hoy voy a referirme a lo que pasó entre esa fecha y las elecciones municipales realizadas unos 70 días después, el 23 de noviembre. Existía además una fecha intermedia clave: el 4 de octubre, en la que se cerraba la inscripción de las candidaturas ante los jurados electorales provinciales de todo el país.

Una primera constatación es que a raíz de la fundación de IU ya no había discusión entre unificarnos o no. Hasta antes, en las reuniones de los partidos de izquierda participaban los tres partidos trotskistas que en cerca de mes y medio y en cada reunión sostenían posiciones que indicaban que no querían que la unidad incluyera a todos los partidos participantes. Una de las tantas noches de agosto en que se produjo otro entrampamiento, Carlos Tapia, secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR -integrante de la UDP- dijo que estaba seguro que no se podían juntar con el resto y sentenció -como ya recordé en otra crónica- “todos nosotros somos distintos, incluso muy distintos pero de la misma clase de vertebrados, como perro, gato, tigre, toro, conejo, elefante, caballo o jirafa, es decir todos somos mamíferos. En cambio ellos -los trotskistas- son peces, son de otra clase…”. Superada la etapa que terminó en los primeros meses de setiembre, integrábamos ese frente todos los partidos que habíamos decidido estar allí.

EL MANDATO DEL ELECTORADO IMPULSÓ LA UNIDAD

Éramos finalmente seis agrupaciones de la flamante alianza electoral en términos legales, pero que para todos los que la integrábamos debía trascender las elecciones de noviembre y mantenerse como un frente político permanente. Cuatro partidos: Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular, FOCEP, el Partido Comunista Peruano, PCP, el Partido Comunista Revolucionario, PCR, y el Partido Socialista Revolucionario, PSR, y dos frentes: Unidad Democrático Popular, UDP, y Unión de Izquierda Revolucionaria, UNIR. El Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos, FRENATRACA, aunque concurrió intermitentemente a las reuniones previas y firmó el acta de fundación de IU, casi no participo de las siguientes reuniones y se retiró dos semanas después.

No resultaba fácil cada reunión entre partidos distintos, con una larga historia de rivalidades y desencuentros. Aunque estábamos todos por seguir adelante, en más de una oportunidad se trabaron las conversaciones por exigencias que venían de las bases de distintas provincias del país que hasta cuatro meses atrás, además de las luchas disputando la dirigencia de los gremios, se habían enfrentado en la campaña electoral que terminó con las elecciones generales del 18 de mayo.

Pero existía un argumento válido para todos los partidos de izquierda. El electorado que había votado en junio de 1978 en un 29% por las candidaturas de izquierda para la Asamblea Constituyente, en las elecciones presidenciales de 1980 sumando las cinco candidaturas presidenciales, sólo había logrado el 13.85 de los votos válidos. Todos los analistas, cualquiera fuera su orientación política, coincidían en que el mensaje del electorado izquierdista era que todos los partidos debían buscar la unidad.

NUEVOS RETOS Y VIEJAS HERIDAS

Puedo considerar que fui un observador privilegiado de esa etapa. No sólo porque asistí a prácticamente todas las reuniones previas y posteriores como delegado alterno del PSR, sino fundamentalmente porque no había sido parte de ninguna de esas agrupaciones ni tampoco mi partido era producto de la escisión de ninguno de los otros, Visto a la distancia de más de 35 años trascurridos, puede resultar hasta anecdótico para muchos y una incomprensible “sopa de letras” para los más jóvenes lectores. Pero recordar algunas de las confrontaciones existentes ayuda a graficar lo difícil de la tarea de lograr consensos en el flamante Comité Directivo Nacional de IU, CDN de IU.

Comencemos con el enfrentamiento más antiguo: el PCP y el Partido Comunista del Perú - Patria Roja que constituía el partido más importante de UNIR. En enero de 1964, como reflejo del distanciamiento entre el Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS, y el Partido Comunista Chino, se produjo el rompimiento del PCP y se forma el Partido Comunista del Perú - Bandera Roja. Buena parte de los dirigentes y militantes de la Juventud del PCP estuvieron entre los disidentes. Ese núcleo juvenil se escindiría cinco años después y formaría el Partido Comunista del Perú - Patria Roja. Se sabía que desde 1964 no hubo diálogo entre los dirigentes del PCP y los de su antigua dirigencia juvenil convertidos ya en los principales dirigentes de Patria Roja y en el movimiento sindical, particularmente entre los profesores, el enfrentamiento entre ambas organizaciones políticas era muy intenso. Creo que a pesar de eso, aunque no se sonrieran entre si sino apenas se mostraran los dientes, ambos se jugaron por la constitución de IU.

Por eso cuando, antes de constituir IU y en una etapa en que las conversaciones se realizaban con lentitud, dirigentes del PCR, el MIR y el PSR planteamos la postulación de Barrantes a la alcaldía de Lima, como forma de destrabar la situación existente, sabíamos que era difícil contar conjuntamente con el PCP y el PC del P, pero que resultaba mucho peor contar sólo con alguno de ellos (Ver crónica "Lanzamiento de Barrantes para forzar la unidad" del 28 de enero de 2014). No nos podíamos imaginar que muy pocos años después y bastante antes de la debacle de la Unión Soviética, ambas organizaciones cuidaban que no coincidieran las ceremonias de celebración de su fecha de su fundación, el 7 de octubre, aunque representante de ninguno asistía al acto del otro.

Otro caso es la UDP formada en diciembre de 1977 para participar en las elecciones para la Asamblea Constituyente. Tenía en su seno más de una docena de organizaciones de la llamada “nueva izquierda”, pero sus principales integrantes eran Vanguardia Revolucionaria, VR, el Partido Comunista Revolucionario, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria -en realidad varias organizaciones en proceso de unificarse- y el Partido Comunista Revolucionario - Trinchera Roja. De VR creada en 1964 había surgido en 1974 el PCR y de éste partido había nacido tres años después el PCR - Trinchera Roja. Todos habían integrado a principios de año la Alianza Revolucionaria de Izquierda, ARI, que duró 40 días. El PCR logró tardíamente su inscripción en el Jurado Nacional de Elecciones por lo que participó dentro de las listas de UNIR que también formó parte intento de ARI.

Bástenos estos dos casos para señalar lo delicado que podía ser una reunión de la directiva de IU donde existían heridas antiguas y recientes. Sin embargo, todos entendimos que el objetivo común era mantener la unidad que el pueblo nos pedía y lograr el máximo de votos el 23 de noviembre.

LAS DIRIGENCIAS NACIONALES NO ERAN EL PRINCIPAL ESCOLLO

Las dificultades principales no estaban, sin embargo, en la desconfianza entre las dirigencias nacionales de los partidos sino entre las dirigencias departamentales, provinciales y hasta distritales de nuestras organizaciones. Debíamos presentar candidatos en todas las provincias pero en poquísimos se logró formar comités de IU. Había comités de algunos partidos en las provincias, pero salvo en las provincias que eran capital de departamento resultaba raro que estuvieran todos. Muchos ni siquiera intentaron ponerse en contacto con los comités de los otros partidos de IU. En gran parte de los casos se reunieron a regañadientes por indicación de sus dirigencias nacionales y no lograron ponerse de acuerdo en la confección de las listas. Pero también hubo dirigencias locales que sabiendo que eran los más fuertes de una provincia tomaron la iniciativa e invitaron a los otros para incluirlos. En el caso de Lima, nos abocábamos no sólo a resolver problemas o anotar los consensos conseguidos por nuestras bases en los cerca de 40 distritos que en esa época existían sino íbamos avanzando la constitución de la lista provincial.

Uno de nuestros principales problemas era la comunicación. De la dirigencia nacional a las bases y viceversa. Los contactos con nuestros dirigentes en distintas partes del país eran vía telefónica, a teléfonos fijos por cierto. Muchos de ellos no tenían teléfono. Recién comenzaba el discado directo pero en muchos lugares del país se tenía que pasar por operadores En muchos casos nuestros contactos no tenían teléfonos y debían recurrir a cabinas públicas para efectuar llamadas. Yo mismo había solicitado teléfono para mi casa en agosto de 1973 y recién lo instalarían en diciembre de 1988. En otros casos se remitía la documentación por correo aéreo que podía demorar tres o cuatro días o por sobres despachados en agencias de transporte que podían ser recogidos en ocho, doce o dieciocho horas dependiendo del oportuno mensaje por telégrafo o llamada telefónica indicando por qué agencia llegaría.

¡Estábamos en 1980 y la posibilidad de correo electrónico, escaneo, llamadas instantáneas, mensajes telefónicos, ni fax, era algo que ni siquiera podíamos imaginar!

En dos de las capitales más importantes, Arequipa y Cusco, hubo fuertes dificultades hasta la última semana. No fue posible viajar a Cusco y no hubo manera que se arreglaran allí las cosas. Finalmente no se presentó ninguna lista en una provincia donde todos los analistas e incluso encuestas señalaban que era plaza electoral de la izquierda. Dirigentes de varios partidos logramos viajar a Arequipa cuatro días antes del cierre de inscripciones. Se logró un acuerdo y el 23 de noviembre el candidato de IU, José Villalobos resultó elegido alcalde provincial, quizás el triunfo izquierdista más comentado por los analistas.

LA SEMANA MÁS AGOTADORA DE MI VIDA

Creo que la vorágine de esas semanas tuvo, por lo menos para mí, su etapa más agotadora entre el lunes 29 de setiembre y el sábado cuatro de octubre. Lo he confirmado no sólo por mis recuerdos sino por mi agenda de reuniones de esos días. Ese lunes hubo reunión del CDN de IU a las 11 de la mañana y a las 3 de la tarde, con un espacio entre ambas para realizar consultas partidarias y almorzar algo de ser posible. Para analizar decisiones a tomar sobre las listas distritales en Lima tuve reunión con la dirigencia regional del PSR a las 7 de la noche y una hora después una larguísima reunión con la dirigencia nacional para analizar entre todos los avances, recibir información sobre la situación en varios de los departamentos del país y aprobar las directivas a seguir.

Como quedaron por consultar telefónicamente algunos puntos con dirigentes regionales, en la mañana siguiente a las 11 de la mañana coordinamos brevemente con Leonidas Rodríguez y otros dirigentes del PSR. Una hora después rumbo al aeropuerto para salir a la una y treinta en vuelo a Arequipa. Esa tarde tuve reuniones con dirigentes partidarios arequipeños, y, a las ocho de la noche, participé en una larguísima y tensa asamblea con las bases de IU que llegó a acuerdos unitarios, pero que duró hasta las seis de la mañana. Saliendo de la reunión, desayuno en el Mercado San Camilo con algunos dirigentes del PSR y reuniones en la mañana con dirigentes nacionales y departamentales de otros partidos, sólo interrumpidas para ir al hotel Crismar donde estaba mi maletín exactamente igual que 21 horas antes cuando lo dejé rápidamente sobre la cama, duchazo y afeitada rápidos, almuerzo apurado y vuelo de regreso a Lima. En la noche de ese primero de octubre coordinaciones partidarias y CDN de IU desde las 9 de la noche hasta la madrugada siguiente. El jueves reunión breve del CDN de IU a las 2 de la tarde y otra a las 9 de la noche igualmente hasta la madrugada. El viernes reunión del CDN a las 10 de la mañana, dos de la tarde y 8 de la noche.

Y como estas crónicas son un testimonio personal, habría que añadir a este intenso trajín político, que además todas las mañanas, salvo la del miércoles, salí con Ana María y nuestras dos hijas, de 5 años una y de año y nueve meses la otra. A todas las dejaba en la oficina de mi esposa de donde llevaban a las niñas al local de Centro de Educación Inicial de la empresa. Hasta el año anterior también movilizaba a mi hijo que a sus 6 años ya se iba en movilidad escolar a su colegio. Y también aprovechando para ir intermitentemente a mi trabajo el lunes, martes en la mañana un par de horas, el miércoles otro par de horas llegando del aeropuerto y el jueves y por momentos el viernes. Así avanzaba, claro que con mi propio ritmo, en mi tarea de adelantar con la cronología política que trabajaba en DESCO, aunque sabía que tenía que compensarlo trabajando hasta la madrugada varias veces en las siguientes semanas.

CUANDO LOS ÚLTIMOS SON CASI LOS PRIMEROS

El sábado 4 la reunión del CDN de IU comenzó a las once de la mañana y terminó pasadas las once de la noche, en una lucha contra el reloj se resolvió casi todo lo pendiente. La lista al Concejo Provincial de Lima, tal como se había acordado veinte días la encabezaba Alfonso Barrantes, seguido por lista Eduardo Castillo Sánchez del PCP, Diego García Sayán de la UDP, César Rojas Huaroto de UNIR, Marcial Rubio Correa del PSR, Ángel Delgado Silva del PCR, Baltazar Caravedo Molinari de la UDP y Marco Tulio Gutiérrez del FOCEP, entre otros. Todos los mencionados serían regidores de Lima Metropolitana entre 1981 y 1983.

Se sabía que el Jurado Provincial de Elecciones permitiría el ingreso hasta medianoche y atendería a todos los que estuvieran dentro del local hasta la hora que fuera necesario. Antes de salir hacia el local del Jurado Provincial de Elecciones se mandaron a algunos militantes para estar dentro del local cerca de la reja de entrada por si se presentaba algún retraso de última hora y había que pasarles la documentación entre las rejas. No hubo mayor contratiempo y, faltando unos diez minutos para el cierre, un grupo de dirigentes ingresamos apurados acompañando a Barrantes, que además de candidato era el Personero Legal. Regresé a mi casa pasadas las dos de la mañana.

En muchas de las provincias también las listas de IU fueron las últimas en ser inscritas.

Al día siguiente manejé sin problemas a media mañana dirigiéndome con mi familia hasta el distrito de Bellavista en el Callao a casa de mis suegros, Entre las once de la mañana y las cinco de la tarde, salvo a la hora de almuerzo, apenas me sentaba en cualquier sillón terminaba quedándome dormido. Alguna vez saque la cuenta y esa semana durante 144 horas sólo había dormido unas 10 horas…

Las semanas siguientes la intensidad continuó, pero ya principalmente para impulsar la postulación de Alfonso. Inscritas las candidaturas en casi todas las provincias y distritos del país, las campañas descansaron principalmente en los respectivos candidatos.

IZQUIERDA UNIDA LA SEGUNDA FUERZA ELECTORAL DEL PAÍS

El 23 de noviembre Izquierda Unida se colocó como segunda fuerza electoral en el Perú con el 23% de los votos, después de Acción Popular el partido del presidente Fernando Belaunde que llegó a 36% y superando al Apra que tuvo 22% y el Partido Popular Cristiano que llegó al 11%. Eduardo Orrego de Acción Popular fue elegido alcalde Lima con más del 35 % de los votos y Barrantes quedó segundo con poco más que el 28%. IU consiguió las alcaldías de seis provincias capitales de departamento. Además de Villalobos elegido en Arequipa, Cristala Constantinides fue elegida alcaldesa de Moquegua, Manuel Vásquez Valera de Coronel Portillo, Jaime Ardiles de Puno, Víctor F. Valenzuela Guardia de Huaraz y Taciano Girón de Huancavelica.

Pero para terminar de medir el impacto de IU en esas elecciones hay que decir que IU ganó en otros 27 concejos provinciales, así como en 238 distritos del país. En Lima ganó los gobiernos municipales de cinco distritos populares: El Agustino, Ate - Vitarte, Comas San Martín de Porras y Carabayllo, lo que hizo que el diario La Prensa titulara “Cinturón rojo rodea Lima Metropolitana”. Cuatro alcaldes distritales limeños electos fueron en listas independientes, dos en las del Partido Popular Cristiano y uno aprista. En los 27 distritos restantes, arrastrados por la buena campaña de Orrego, los alcaldes electos pertenecían a Acción Popular.

Alfonso Barrantes encarnó este avance contundente de la izquierda. No se había logrado la alcaldía pero se había avanzado significativamente. Se presentaba incluso la oportunidad de demostrar eficacia en el gobierno en muchos municipios. No sabíamos si para todos estos avances de nuestra fuerza en democracia significaban lo mismo. Si en ese momento nos hubiéramos preguntado si la democracia era estratégica o sólo táctica, hubiésemos entrado a un terreno que, consciente o inconscientemente, fuimos postergando. Y que por cierto tampoco nos lo preguntamos tres años después cuando Barrantes fue elegido alcalde de Lima y se proyectó como un fuerte candidato a la presidencia de la república.

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