A principio de este mes, recordando que sus cumpleaños eran los primeros días de abril, Juan Borea envió una foto de Leonidas Rodríguez Figueroa y Antonio Meza Cuadra, en la que yo también aparecía. Por los rostros que mostrábamos -barba crecida, proyecto de bigotes y teñido de cabello- era evidentemente una foto en la clandestinidad.
No dudé en ubicar la fecha, últimos días de mayo de 1978, el 27 o 28. El motivo: una conferencia de prensa en que también participaron Arturo Valdés y Rafael Roncagliolo, Rafo, quienes con Leonidas habían regresado del exilio unos cuarenta días antes, el 16 de abril, para participar en la campaña electoral del Partido Socialista Revolucionario, PSR, en las elecciones de la Asamblea Constituyente que se realizarían el 18 de junio.
Estaba seguro de que había una fotografía de ese encuentro con periodistas en que aparecíamos los cinco. Alguna vez lo habíamos conversado con Rafo. Durante algunos días traté infructuosamente de encontrarla en mis archivos…
Cuando se nos fotografió, hacía unos dos o tres días que se había
ordenado la deportación de Leonidas y Arturo, ambos generales retirados del
ejército, junto con más de una docena de candidatos o dirigentes de partidos de
izquierda que participaban en esas elecciones. La llamada segunda fase del Gobierno
Revolucionario de la Fuerza Armada, presidida por el general Francisco Morales
Bermúdez le puso la puntería al PSR desde su fundación a fines de noviembre de
1976 y había deportado a estos dos generales junto con dos marinos en enero de
1977. Los cuatro eran fundadores del partido (Ver
crónica "Durmiendo en camas ajenas" del 25 de julio de 2014). La identificación del PSR con las medidas revolucionarias del gobierno
militar, cuando era presidido por el general Juan Velasco Alvarado, motivó la
medida represiva.
PERSECUCIÓN EN PLENA CAMPAÑA ELECTORAL
Pero poco más de catorce meses después, convocadas las elecciones de la
Constituyente como paso inicial para el retiro de los militares del gobierno,
cuando pensábamos que no habría facilidades para la izquierda, pero que por lo
menos se guardarían ciertas apariencias de libertad y tolerancia, se suspendieron
las garantías constitucionales, se estableció el toque de queda y se decidieron
por lo menos quince deportaciones a un cuartel en Argentina.
Frente a la represión, las direcciones partidarias de izquierda pasamos
a la clandestinidad. En el PSR, teníamos tres candidatos deportados -dos de
ellos vicealmirantes retirados- y a Leonidas y a Arturo que habían logrado
eludir la detención y eran buscados intensamente. Ante esta situación, el resto
de quienes integrábamos el Secretariado del partido convocamos a una reunión de
emergencia de nuestra Dirección Nacional. Pero como era riesgoso que participaran
los dos generales con orden de destierro, se decidió que Antonio, Rafo y yo buscáramos
reunirnos con ellos y poder transmitir sus puntos de vista ante la delicada
situación política que vivía el país.
Ya he contado en otra oportunidad cómo ambos pudieron evitar la captura,
así como los cuidados que se tomaron en las siguientes semanas para que
permanecieran en libertad. La reunión con ellos dos se realizó en una casa en
la urbanización La Virreina en
Surco, donde Leonidas había pasado dos o tres noches refugiado y que
abandonaría al terminar nuestra conversación (Ver crónica "Reunión con rostros cambiados” del 21 de febrero de
2014). Cuando
estábamos dispuestos a iniciar el intercambio de información y de opiniones,
Leonidas permaneció callado mirando con desconfianza a uno de los presentes,
hasta que éste habló y reconoció la voz de Arturo con un aspecto totalmente cambiado, ante las carcajadas del
resto. Recuerdo que alguno de los presentes mencionó que
esa debería ser la última reunión en que participáramos los cinco, ya que de
ser detenidos caeríamos todos los principales dirigentes partidarios. Leonidas era
el presidente del PSR, Arturo presidía la comisión política -organismo consultivo
que pocos meses después, en el primer congreso nacional, se integraría al
secretariado partidario- Antonio era el secretario general, yo el subsecretario
general y Rafo había sido designado desde la fundación como representante del
PSR en el exterior, considerando que en esa ocasión se encontraba ya exiliado
en México.
OTRAS CARAS LUEGO DE VERSE CON LA PRENSA…
Unos cuarenta y cinco minutos antes de separarnos, tuvimos
una brevísima conferencia de prensa cuidadosamente organizada por Rafo y un
grupo de compañeros. Se citó a tres o cuatro periodistas en una casa que
quedaba a unas 20 cuadras. Se les trasladó en dos autos Volkswagen a donde nos encontrábamos y los
recibimos los cinco dirigentes del PSR. Hubo una breve declaración de Leonidas
y éste, Antonio y Arturo respondieron a las pocas preguntas que la corta
conferencia permitía. Contrariamente a lo acostumbrado, le pedimos a los
periodistas que se quedaran en el ambiente por unos 20 minutos y salimos para
cambiar nuestras apariencias y dejar la casa.
Leonidas que ya se había pintado de negro el cabello blanco que lo
identificaba, se puso además una peluca que causó la hilaridad de Arturo. A éste
algunos periodistas no lo reconocieron porque se había quitado la barba que lo
caracterizaba, pero cuando además añadía una peluca y cambiaba su forma de
caminar representaba 20 años menos de los que tenía. Antonio utilizaba un
grueso bigote de utilería que en algo lo cambiaba, mientras que Rafo premonitoriamente se había dejado crecer barba
desde que 40 días antes llegara del exilio. No estoy seguro si ya en esos días lucía
parte de su cabello encanecido. Yo me cambiaba el peinado y comenzaban recién a
crecer los bigotes que ya luciría en los primeros días de junio. La mañana del
10 de junio, sin embargo, tuve que afeitarme. El gobierno había anunciado que
en esa fecha se reanudarían después de tres semanas los espacios
gratuitos en la televisión para las agrupaciones que postulaban a la
Constituyente. Y la decisión partidaria fue que concurriéramos Marcial Rubio y
yo a grabar el espacio que correspondía al PSR con nuestros rostros habituales (Ver crónica "Clandestinos pero en televisión” del 21 de julio de
2016).
Pero regresemos a la urbanización
La Virreina. Terminados
de hacer los arreglos de nuestras apariencias, Leonidas y Antonio salieron con
destino al siguiente refugio de Leonidas, unos tres minutos después salimos con
Arturo ya que tenía que “entregarlo” a un contacto en el jirón Atahualpa en Miraflores.
Rafo se quedaría unos minutos más para dejar encaminado el operativo de traslado
de los hombres de prensa. Poco después en la casa del compañero Pecho no
quedaba rastros de la intensa actividad partidaria que se había realizado, ni
del huésped que estuvo allí alojado.
EN CLANDESTINIDAD VEINTITANTOS DÍAS MÁS
En el camino Arturo me comentó preocupado que no
deberíamos tener otra reunión con presencia de Leonidas y él, considerando que
a ambos se les buscaba para hacer efectivas sus deportaciones. Por lo menos
hasta que pasen las elecciones, me indicó. También me dijo, pero muy sonriente,
que si a los periodistas les había sorprendido el aspecto físico de Leonidas y
el suyo, se hubieran quedado boquiabiertos de haberlos visto con la facha que
tenían al dejar la casa. No sabíamos aún que en las siguientes semanas no lo
reconocerían incluso personas que como Héctor Cornejo Chávez eran sus amigos (Ver crónica "Citas clandestinas acompañado de un desconocido” del 27 de diciembre de 2013).
La reunión del 27 o 28 de mayo fue la última en que
participamos los cinco en esa etapa de persecución y la única en que estuvieron
los dos generales. Yo me encontré dos o tres veces más con Arturo para
coordinaciones con otros partidos políticos. Con Leonidas nos reunimos Antonio,
Rafo y yo en unas tres oportunidades, la última el 15 de junio minutos antes
que ingresara a Palacio de Gobierno a protestar por su persecución y exigir entrevistarse
con el propio presidente de la república. Antonio se veía por lo menos cada dos
días con Leonidas en sus alojamientos, que cambiaban cada cuatro o cinco días.
Con Rafo y Antonio nos reuníamos prácticamente a diario para mantenernos informados de las tareas realizada por cada uno, así como las novedades de las coordinaciones con otros miembros de la dirección nacional cuando Antonio nos las delegaba. Recuerdo particularmente las tres noches que nos reunimos para definir ese ingreso a Palacio y para planificarlo previa consulta con Leonidas y la aceptación de éste (Ver crónica “Debía estar deportado y fugó en las narices de la policía” del 22 de enero de 2016). Resulta evidente que el ingreso a Palacio fue impactante, pero mucho más su escapada en una moto cuando la policía pensaba que ya lo tenía en sus manos.
Prácticamente terminada esta crónica, hallé la foto de la conferencia de prensa en que aparecíamos los cinco dirigentes del PSR. Era de Rafo Roncagliolo y acompañaba a una larga entrevista que le había hecho una revista en setiembre de 2020.
Alfredo Filomeno, Antonio Meza Cuadra, Leonidas Rodríguez, Arturo Valdés Palacio y Rafael Roncagliolo en conferencia de prensa clandestina (Foto de archivo personal de Roncagliolo, publicada en Revista Ideele 293)
OTRA DEPORTACIÓN, OTRO ASILO, OTRO REGRESO
No nos reunimos los cinco después de las elecciones
que se realizaron el 18 de junio. Ese mismo día -al terminar de ejercer su
derecho al voto- fue apresado Leonidas Rodríguez Figueroa en pleno centro de
votación y conducido a un avión que lo llevó a Argentina. Al igual que los
trece deportados en mayo, fue internado en condición de detenido en el cuartel
de Jujuy. Luego de casi tres semanas fue expulsado hacia Panamá el 7 de julio y
poco después siguió a México donde se reencontró con Rafo (Ver crónica “Clandestinidad y deportación” del 24 de
junio de 2016). Éste ante la persecución que
sufría y la presión contra su esposa y su hijo de 3 años, había tenido que volver a asilarse en la embajada de
México al día siguiente de las elecciones y logró su salvoconducto pocos días
después.
Arturo permaneció refugiado hasta finales de mes y las pocas veces que salía lo hacía con rostro y vestimenta que ocultaban que estaba a meses de cumplir 60 años. Antonio -que resultó elegido constituyente- y yo dejamos la clandestinidad igualmente a finales de junio. Leonidas, también constituyente electo, regresó al Perú el 16 de julio, tres meses exactos después de la llegada de su primer exilio. Había alcanzado la cuarta votación individual más alta en las elecciones para la Asamblea Constituyente, después de Víctor Raúl Haya de la Torre, jefe del Partido Aprista Peruano, Luis Bedoya Reyes, líder del Partido Popular Cristiano, y Hugo Blanco, líder trotskista que integraba la lista del FOCEP, Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular. El voto popular rescató a Leonidas de la ira del gobierno de Morales Bermúdez.
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