Como lo he contado en algunas otras oportunidades, entre 1964 y 1991 realicé más de treinta viajes al extranjero para participar de seminarios, reuniones o visitas de carácter político. Durante esos años conocí treinta y ocho países. Para llegar a esa cifra he restado cuatro países que actualmente no existen, pero aumentado aquellos que no existían cuando visité ciudades que hoy forman parte de sus territorios. Esto ocurrió particularmente en Europa (Ver crónica "Llegué a 20 países europeos, estuve en 23” del 24 de abril de 2015).
La República Democrática Alemana, RDA,
desapareció en octubre de 1990 cuando los estados que la formaban se integraron
a la República Federal Alemana, RFA. La Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas, URSS, se desintegró en diciembre de 1991, pero yo había estado en
Rusia, Moldavia, Ucrania y Georgia, que pasaron de ser integrantes de la URSS a
países independientes. La República Federal Socialista de Yugoslavia se
disolvió en abril de 1992 luego de cruentos enfrentamientos. Yo había estado en
Belgrado en 1977, cuando era capital de Yugoslavia y hoy es la capital de
Serbia. Estuve en Praga y Bratislava, capitales de República Checa y
Eslovaquia, países que existen desde el primero de enero de 1993, pero conocí esas
ciudades varios años antes cuando ambas eran parte de la desaparecida Checoslovaquia.
ME IMPRESIONÓ EL INICIO DEL OCÉANO
ATLÁNTICO
En esta crónica no quiero referirme a
países que conocí sino a aquellos a los que llegué pero no conocí, debido a que
sólo estuve de tránsito por sus aeropuertos. Y mas concretamente a las
sensaciones que tuve al saber que había aterrizado en un país que no sabía si
tendría oportunidad de conocer en el futuro…
El 30 de agosto de 1964, en mi primer
viaje al extranjero, cuando anunciaron que el avión estaba por aterrizar en
Lisboa me esforcé por mirar desde la ventana. Quedé impresionado de la ciudad frente
al inmenso Atlántico. Me imaginé poder tener esa visión desde algún malecón o
edificio en el futuro. Y aunque aterricé en la capital portuguesa cuatro veces más, nunca puse un pie fuera del
aeropuerto. Estaba tan impresionado por la vista de la ciudad, que
no se me ocurrió pensar en la férrea dictadura que Portugal sufría desde hacía
más de tres décadas. Algo bastante distinto me ocurriría un par de horas
después, cuando estuve en tránsito en el aeropuerto de Madrid. Lo primero que
tuve en mente es que estaba pisando territorio gobernado por el dictador
Francisco Franco desde hacía un cuarto de siglo y cuyos crímenes y abusos yo
repudiaba. Catorce o quince años después, al aterrizar en el aeropuerto de
Lisboa, sí tuve muy presente el cambio radical que se había producido con la
Revolución de los Claveles que había llevado al poder a un movimiento de
militares progresistas, que yo asociaba al Gobierno Revolucionario de la Fuerza
Armada, en la etapa que lo presidió el general Juan Velasco Alvarado entre 1968
y 1975.
LAS DICTADURAS
CENTROAMERICANAS
Tres años después de
estar de paso por Lisboa y Madrid, el 29 de mayo de 1967, tuve similar
sensación de rechazo a los dictadores al estar de tránsito en los aeropuertos
centroamericanos de Managua y Tegucigalpa. En Nicaragua tres meses antes había
sido elegido presidente Anastasio Somoza Debayle, hijo del general Anastasio
Somoza García y hermano menor de Luis Somoza Debayle que habían ejercido la
presidencia en anteriores oportunidades, ya que el padre había iniciado una
etapa dictatorial en 1937 y que duraría doce años más. En Honduras era
presidente el general Oswaldo López Arellano que venía ejerciéndola desde cuatro
años antes -inicialmente por golpe y luego por elección del congreso- y que
continuaría como presidente hasta 1975, con un breve interregno de dieciocho
meses, en que ejerció el cargo por elección popular Ramón Cruz hasta que lo derrocó
López Arrellano.
En ambos aeropuertos se
notaba fuerte resguardo militar. Similar ambiente notamos en el aeropuerto de
San Salvador, lugar donde desembarcamos las delegaciones de la Juventud
Demócrata Cristiana tanto del Perú como de Bolivia. Asistiríamos al tercer
congreso de la Juventud Demócrata Cristiana de América Latina, JUDCA, en un
país en que aparentemente la situaciones antidemocráticas estaban disminuyendo.
No lo percibimos así a poco de pisar tierras salvadoreñas. Un camarada
boliviano fue detenido, ya que la policía consideró que su nombre -Vladimir
Marinkovic- podría corresponder a un “agente del comunismo internacional” (Ver crónica “Peruanos y bolivianos en San Salvador” del 19 de diciembre de 2014).
AEROPUERTOS EN LOS ANDES, EL CARIBE Y EL MAR ADRIÁTICO
A inicios de la década del
70 tuve ocasión de estar en tránsito en el aeropuerto El Alto en Bolivia un par
de veces. No permitieron desembarcar a los pasajeros en tránsito. Por los parlantes anunciaron que los que
tenían como destino final ese aeropuerto bajaran y caminaran muy despacio. Eran
medidas de precaución considerando la altura, ya que se encuentra a 4150 metros
sobre el nivel del mar. En la primera oportunidad miraba por la ventana a un
grupo de turistas norteamericanos caminando felices de encontrar un hermoso
cielo prácticamente sin nubes, cuando a unos 30 o 40 metros uno de ellos que
ensayaba cortas carreras de cinco o seis metros cayó desmayado. Esto provocó
visible nerviosismo entre sus acompañantes y por supuesto la inmediata atención
del equipo médico que se encontraba muy cerca en una ambulancia. A pesar de que
en el Perú había visitado varias ciudades de altura, el hecho me dejó muy preocupado.
Cuando volví a estar de tránsito por ese aeropuerto dos años después, desde la
ventanilla estaba a la expectativa por si se producía algún otro desmayo.
En esa época, más de medio
siglo antes, El Alto era el aeropuerto de La Paz, ciudad que quedaba a una
media hora de distancia y 600 metros más abajo. En los alrededores se había
formado un poblado donde vivían personas vinculadas al trabajo del aeropuerto. Desde
hace cerca de cuarenta años, El Alto es una ciudad independiente y ha superado
incluso en número de habitantes a La Paz, capital administrativa del país. El
crecimiento de la ciudad ha sido espectacular. Hace treinta años tenía poco más
de 400 mil habitantes, hace veinte superaba los 650 mil, hace diez años tenía
más de 850 mil y actualmente supera los dos millones seiscientos mil
habitantes.
Al finalizar noviembre en
1970, mientras volaba hacia la RFA, hice escala en el aeropuerto de la capital
de Jamaica, Kingston. No conocía mucho de lo que allí sucedía porque me limité
a admirar el color del mar Caribe tanto al arribo como a la salida del avión.
Siete años después -en 1977- cuando aterricé en los aeropuertos croatas de Zagreb y Dubrovnik, mientras volaba hacia y desde
Belgrado, sí me preguntaba sobre cómo el fervor católico croata se mantenía
dentro de Yugoslavia, federación en que las poblaciones de varios de sus integrantes
eran predominantemente ortodoxas y musulmanas o ateas. Dos años después creí
encontrar la respuesta al conocer que en Polonia, la religión católica había
jugado un papel de identidad nacional (Ver crónica “Confundidos en Polonia” del 25 de septiembre de 2015). Y no me sorprendió la lucha de los croatas
por su independencia desde finales de los 80. Entre diciembre de 1991 y enero
de 1992, ya una buena cantidad de países reconocían a Croacia y Eslovenia
-también de mayoría católica- como repúblicas independientes, aunque los
enfrentamientos armados con serbios y aliados se prolongaron varios años más.
VUELOS SOBRE EL TRIÁNGULO DE LAS BERMUDAS
Regresando de Europa en abril de 1979, salí de Londres rumbo a Madrid
para desde allí tomar un vuelo a La Habana. Después de hacer los chequeos
respectivos, me enteré de que el vuelo no era directo porque había una escala
en Gander. Como nunca había escuchado antes el nombre traté de
averiguar dónde quedaba y me indicaron que en el extremo oriental de Canadá, en
la isla de Terranova. Cuando llegamos, al momento de bajar del avión había que
caminar unos 200 metros para ingresar al terminal. Todo indicaba que estaba
cerca de un pequeño pueblo. No se notaba presencia de pasajeros de otros vuelos
y no se veían otros aviones en tránsito. En la siguiente media hora estuve
caminando por los pasillos solitarios y encontré un enorme mapa. Vi la
ubicación de Gander y la de La Habana y me preocupé. Tenía una idea de dónde se
ubicaba el Triángulo de las Bermudas -zona del Atlántico donde se decía que habían
desaparecido barcos en la antigüedad y barcos y aviones en los últimos años- y
estuve seguro de que en nuestro vuelo siguiente íbamos a pasar por el triángulo
maldito. En las cuatro horas del vuelo siguiente estuve muy tenso…
Bastante más nervioso hubiese estado si hubiera sabido que en la década siguiente utilizaría ese aeropuerto cinco veces de ida y otras tantas de vuelta. En realidad cuando hice esa ruta nuevamente ya no tuve ninguna preocupación. Ni siquiera me preocupé en averiguar si efectivamente esos vuelos pasarían por el triángulo. Pasé sí algún susto cuando a inicios de diciembre de 1987 volé de Gander a Shannon en la República de Irlanda. El viaje era de cuatro horas y media, la ruta más corta para cruzar el Atlántico. El enorme avión de Aeroflot tenía unas seis horas de autonomía de vuelo y cruzar el océano por otro lado demoraba más. Pero en esa oportunidad sufrimos una tormenta por casi una hora y yo no podía evitar recordar que en 1970 salieron 30 aviones de carga desde Moscú a Lima llevando ayuda para colaborar con los damnificados del terremoto ocurrido en el Callejón de Huaylas el 31 de mayo de 1970. Sólo llegaron 29. Uno de ellos se perdió justamente en esa ruta... (ver crónica "A 10000 metros de altura no hay nada que hacer" del 24 de mayo de 2013).
AEROPUERTOS EN QUE VI MUCHO MOVIMIENTO Y AEROPUERTOS QUE NO PUDE VER
El aeropuerto de Shannon estaba también cerca de un pequeño pueblo con
ese nombre, pero a diferencia del de Gander había mucha actividad. En medio del
gran movimiento de personas en los pasillos y en las tiendas libres de
impuestos, me impresionó un cubículo de gruesos vidrios transparentes de unos
veinte metros cuadrados donde algunas personas conversaban. Letreros en varios
idiomas indicaban que allí se podía respirar aire fresco. Y es que por todo
lado se veía a personas fumando. Yo que
era en esos tiempos fumador, no me podía imaginar que unos diez o doce años
después habría cubículos parecidos para aquellos pocos que se atrevieran a fumar
en los aeropuertos.
En dos viajes que realicé a Bagdad a fines de
los ochenta, no tuve ocasión de conocer los aeropuertos en las escalas que
hicieron mis vuelos. Aunque estuve en aviones de la línea Iraqi Airways que
aterrizaron en Atenas, Nicosia y Estambul, no puedo decir que pisé Grecia, Chipre o Turquía. Recordé que antes de mi primer viaje a la capital de Iraq, pregunté
en el mostrador de informaciones del aeropuerto de Madrid si había otra línea
que viajaba hacia Bagdad y una sonriente joven me contestó en tono burlón que
sólo a iraquíes
se les ocurría volar a su país en plena guerra (Ver
crónica “Volando hacia la guerra Iraq-Irán” del 16 de febrero de 2013).
ESCALA EN QUE CREÍ HABÍA RETROCEDIDO
MEDIO SIGLO
Si pisé territorio de Albania cuando a fines
de noviembre de 1989 hice una escala en el aeropuerto de Tirana. Me
impresionaron las vestimentas de mujeres que atendían en cafeterías y tiendas
de souvenir. Daban la impresión de usar ropa antigua, de cincuenta o sesenta
años antes. Pero en general todo incluyendo muebles y adornos parecía anticuado.
Albania era un país cerrado al mundo exterior que había sido dirigido desde 1944
por el dictador Enver Hoxha que pretendía ser modelo de algún tipo de gobierno comunista
diferente al de la URSS y al de la República Popular China. El pequeño país de
alrededor de tres millones de habitantes estaba aislado de otros países con
gobiernos comunistas y por cierto con los países occidentales. Hoxha fue el
primer ministro desde la fundación de la República Popular de Albania en 1944 hasta
1954 que dejó el cargo a uno de sus incondicionales. Conservó la secretaría
general del Partido del Trabajo de Albania que ejercía desde su fundación en
1941 y que no dejó hasta su muerte en 1985. El control político de las personas
y la prensa por parte del partido gobernante era muy fuerte.
Alguna vez me comentaron que el único grifo
para abastecer gasolina de la ciudad capital estaba en el edificio del
ministerio del Interior, ya que así podían controlar los intentos de huir del
país. Me explico, siendo un país pequeño lo normal era que los vehículos echaran
dos o tres galones de gasolina. Si alguien llenaba el tanque resultaba
sospechoso porque seguramente pretendía llegar hasta la frontera con Yugoslavia
y escapar del régimen existente en su país. Muerto ya Hoxha, el movimiento
democratizador que afectó a los partidos comunistas que gobernaban países de
Europa oriental también afectó Albania, se aceptaron la existencia de otros
partidos y se permitió opiniones discrepantes. En 1992 se instaló un sistema
parlamentario de gobierno bajo el liderazgo del hasta ese momento opositor Partido Democrático de Albania después de
vencer en las urnas al partido que había gobernado el país por más de 45 años.
Visto desde el aire el territorio albanés era impresionante
por la cantidad de montañas que se observaban desde el avión. Se podía
distinguir pequeños poblados dispersos y que seguramente, aunque situados
relativamente cerca sus habitantes debían caminar varios kilómetros de bajada y
subida para comunicarse. Pero la vista era hermosa, particularmente cuando se
acercaban las montañas al mar Adriático.
EN TERRITORIO EUROPEO SIN ATRAVESAR EL OCEANO
Finalizo esta crónica sobre países en que estuve pero no conocí, salvo sus aeropuertos y algunas veces ni siquiera éstos, para comentar como curiosidad cuándo estuve en otros dos aeropuertos europeos. Unas cuatro veces en el de Curazao. isla situada en el Caribe muy cerca de Venezuela y una vez en terminal aéreo de Cayena. Curazao es parte de los Países Bajos y sus habitantes son ciudadanos neerlandeses. Cayena se encuentra en la zona de las tres Guayanas que eran tres vestigios coloniales en Sudamérica. Dos de ellas son países independientes desde las décadas del 60 y 70 del siglo pasado. La Guayana Inglesa es hoy Guyana, la Guayana Holandesa es ahora Surinam y la Guayana Francesa es un departamento de ultramar de Francia. Sus habitantes son ciudadanos franceses y su capital es Cayena. Haber estado en los aeropuertos de Curazao y Cayena me permiten decir que estuve en territorios de países europeos antes de atravesar el Atlántico…
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