Aunque consideraba que no había cambiado mucho mi
aspecto en los últimos 17 ó 18 días, no me sentía muy contento frente al espejo
a las siete de la mañana del sábado 10 de junio de 1978. En esos días de clandestinidad
me había dejado crecer el bigote y cambiado el peinado.
Debía afeitarme justamente cuando ya había dejado de ser una persona que
“se está dejando crecer bigote” para convertirme en una “con bigote”. Pero
además debía tratar que mi cabello quedara peinado hacia atrás como lo estuvo
durante casi 20 años y no intentara abrirse para mostrar la “raya” que había
lucido en las últimas semanas.
El cambio que debía realizar no tenía que ver
con ninguna moda. No se trataba de ninguna decisión estética sino de una
decisión política…
A UNA SEMANA DE LAS ELECCIONES FLEXIBILIZAN ALGO
LA REPRESIÓN
¿Qué había sucedido? Quizá presionados por la
cada vez mayor concurrencia de periodistas extranjeros para cubrir las noticias
sobre las elecciones de la Asamblea Constituyente, el gobierno del general
Francisco Morales Bermúdez había decidido dar algunas pequeñas concesiones en
medio de la situación represiva que vivía el Perú. El 8 de junio se levantó la
suspensión de las garantías individuales, aunque no de todas. Se mantenía el
impedimento de entrar o salir libremente del país, por lo que los deportados estaban
impedidos de regresar. Tampoco había impedimento de ser detenido por lo que se
continuaba buscando a los que tenían orden de deportación o a cualquier otro
dirigente de partidos de oposición o de organizaciones sindicales. Ya se podía
realizar mítines, pero con los líderes y candidatos deportados o con orden de
deportación, para los partidos de izquierda era imposible convocarlos. Ese mismo
día se suspendió el toque de queda, aunque como no se enteraron todos, en la
práctica fue la noche del día siguiente que se notó que había desaparecido la
restricción. También se anunció que desde el 10 de junio se reanudarían los
espacios gratuitos en la televisión para los partidos que participaban en esas
elecciones y que habían sido suspendidos el 20 de mayo, fecha que se dictaron
una serie de medidas represivas que incluyó la deportación de dirigentes y
candidatos de izquierda y la suspensión de las publicaciones no diarias.
Justamente para el 10 de junio estaban previstos los
programas televisivos gratuitos para el FOCEP, el Partido Demócrata Cristiano,
el Partido Socialista Revolucionario y el Partido Comunista Peruano. Veinte minutos
para cada organización. El encargo de participar en el programa de televisión del
PSR era la razón del cambio de aspecto que estaba realizando en el baño de un pequeñísimo
departamento en el barrio limeño de Santa Beatriz, pues en un par de horas más
tendría que ir a grabar a muy pocas cuadras de allí, en uno de los sets del
Canal 4.
Como normalmente todas las noches de esas semanas
de represión contra los partidos de izquierda coordinábamos las acciones a
seguir con el secretario general del PSR, Antonio Meza Cuadra, y Rafael Roncagliolo, la noche del 8 coincidimos
que tenía que ir alguno de los tres.
Lo primero que pensamos es que siendo los dos figuras
más conocidas, debían presentarse alguno de ellos. Sin embargo la posibilidad
que fueran detenidos era alta. Si no habían logrado capturar a Leonidas
Rodríguez, presidente del PSR, pese a que se había anunciado que sería
deportado, podrían hacerlo con el secretario general además la máxima figura
pública del PSR en el Perú durante los quince meses que duró el exilio de
Leonidas. Por otro lado Rafo había sido perseguido durante varios meses a
mediados de 1976 y logrado asilarse en México donde realizó una intensa
actividad de denuncia al gobierno de Morales Bermúdez. En sus casos había
“sangre en el ojo” por parte de los sectores más autoritarios del gobierno.
Ello llevó a considerar que fuera yo quien me presentara.
ESPACIOS EN LA TELEVISIÓN… GRATUITOS PERO
CENSURADOS
En esta accidentadísima campaña electoral, desde
el 8 de abril a los doce partidos oficialmente inscritos ante el Jurado
Nacional de Elecciones y cuyas listas postulaban a la Asamblea Constituyente se
les asignó un programa gratuito de veinte minutos cada cuatro días. Una llamada
Comisión Especial de Propaganda Electoral, aparentemente vinculada al JNE pero
en realidad bajo el control del poderoso ministro del Interior, general Luis
Cisneros Vizquerra, se convierte en una suerte de evaluador de los programas
que se trasmiten en tres distintos canales de televisión, ya que desde los
primeros momentos advierte sobre la necesidad que los partidos se ciñan a
hablar sobre sus propuestas para la Constituyente. Poco después de dos semanas,
dicha Comisión suspende la utilización de esos espacios al FOCEP y a la Unidad
Democrático Popular, UDP, por considerar que nos los está utilizando de manera
“constructiva”. Hubo protesta de la mayoría de partidos hasta que dos semanas
después se les restituye los programas. Pero por muy poco tiempo ya que, como
señalé líneas antes, el 20 de mayo todos los partidos se quedaron sin programas
gratuitos…
Después de definir que deberíamos hacer algunos
planteamientos referidos a lo que debía ser la nueva constitución y además
marcar nuestra posición sobre las graves condiciones en que se estaba
desarrollando el proceso electoral, recordamos que en nuestros primeros
programas gratuitos siempre habíamos hecho algo que llamara la atención, más
allá incluso del mensaje político trasmitido. En una oportunidad, como
inmediatamente antes del programa aparecía un letrero que decía “Este canal no
se solidariza necesariamente con las opiniones vertidas en este programa”,
nuestra trasmisión se inició con un cartel que decía “Este partido no se
solidariza necesariamente con la programación de este canal”. En esta
oportunidad también hay que tratar de poner algo que llame la atención,
dijimos.
APROVECHAR TODA TRIBUNA PARA DENUNCIAR
Por otro lado, convinimos en que debía ir con mi
cara de siempre, ya que en todo caso si se
les ocurría detenerme al dejar el canal de televisión, lo harían con esa cara o
con cualquier otra. Mostrar la cara daría motivo también para en algún momento
hacer hincapié que nos movilizábamos sin ningún disimulo pese a la cantidad de
policías que estaban tras nuestros pasos. Pero al hacerlo debía utilizar frases
para demostrar que aun en los momentos más difíciles conservábamos el humor.
Pese a que el general Luis Cisneros había dejado
el ministerio del Interior el 15 de mayo -debido a enfrentamientos internos
dentro del Ejército, como se especuló en ese momento, lo que determinó que
fuera enviado como Agregado Militar a Francia, hasta que terminó el gobierno
militar- la dureza en el trato a los partidos no cejó. Si anteriormente la
Comisión de Propaganda Electoral “castigaba” después de escuchar los programas,
en la nueva etapa se consideró que para asegurar la “calidad técnica” los
programas debían ser grabados en cada canal horas antes de su propalación. Es
decir, ya no juzgaría lo que había salido al aire sino evaluaría lo que podía
salir al aire. Que recuerde, ningún programa fue vetado en la semana que
quedaba antes de las elecciones, pero en más de una oportunidad alguna
organización denunció que algunas partes de intervenciones de sus dirigentes no
se escuchaban por “desperfectos” en el audio de las grabaciones.
El día anterior coordinamos con José María
Salcedo, para ir con él al canal. Como en otras oportunidades he contado el
hecho que fuera el personero legal del PSR nos hacía suponer que tenía algún
tipo de inmunidad y que no sería detenido. Evidentemente no era así, pero sin
embargo Chema no fue detenido durante la campaña. Coordinamos también para que hablara
sobre los aspectos constitucionales con Marcial Rubio, quien en esos días estaba
alerta por si querían detenerlo pero ya acudía a dictar algunas clases la
Universidad Católica.
CUANDO CHEMA FUE ANTONIO
A las 9 y 30 la mañana del sábado estábamos en la
estación de televisión. A esa hora los estudios lucían vacíos y tuvimos que
esperar una media hora. No se notaba la presencia de ningún censor sino
diligentes camarógrafos, luminotécnicos y coordinadores que trataban de cumplir
con la pauta de grabación que les habían dado. Pasamos los minutos tratando de
encontrar alguna idea que llamara la atención, hasta que encontramos una: Antonio
Meza Cuadra denunciaría que muchos dirigentes no podían hablar… Como estaba
previsto que hablaríamos detrás de un podio, pedimos que para la segunda parte
hubiese dos podios.
En la primera parte, Marcial desarrolló su tema
demostrando no sólo conocimiento sino capacidad de explicarlo a una audiencia
no compenetrada en temas jurídicos. Pero también se refirió a la falta de
igualdad en el trato a los partidos partícipes del proceso electoral, ya que
los de izquierda eran perseguidos. Terminada su intervención en la pantalla
aparecían dos podios, en uno con iluminación estaba yo y en el otro en
penumbras, se notaba la silueta de otra
persona. Hice referencia un par de veces a que Meza Cuadra haría algunos
planteamientos posteriormente. Insistí en las condiciones antidemocráticas del
proceso electoral y cómo sus resultados podrían aparecer como fraudulentos. Plantee
la necesidad que los partidos consideraran un retiro conjunto de sus listas de
candidatos en rechazo a esas condiciones. No recuerdo si mencioné que el PSR
estaba conversando con distintas fuerzas sobre esa posibilidad. En todo caso
unos pocos días después llegaríamos a la conclusión que esa posibilidad era
inviable, luego de haber conversado con el Apra, la Democracia Cristiana y el
FOCEP (Ver crónica “Citas clandestinas acompañado de un desconocido” del 27 de diciembre de 2013).
En el momento final de mi intervención hice
referencia con un ademán señalando el podio en penumbras, a que Meza Cuadra
estaba impedido de hablar, al igual que Leonidas Rodríguez, por tener que estar
permanentemente eludiendo la “cacería” desatada contra ellos. Acabé mi
intervención y se prendieron las luces, al haberse terminado la grabación. En
el otro podio se encontraba José María que se había subido sobre un pequeño banquito
considerando que Antonio era más alto que él.
NO NOS IMAGINÁBAMOS QUE ÍBAMOS A DAR UN GOLPE DE
AUDACIA
Nos quedamos unos minutos en el estudio y nos
despedidos de los trabajadores. Según éstos no había aparecido ninguno de los
censores. Pero para nuestra sorpresa nos enteramos también que quienes estaban
a cargo de la censura aparentemente no tenía que ver con la captura. No sólo no
era su encargo sino no estaban enterados quiénes eran los perseguidos. “Sólo
hacen su chamba y no se preocupan de otra cosa”, nos dijeron. Esto hizo que
dejáramos el local con más tranquilidad.
Marcial se despidió y quedé con él en vernos en
un par de días. Estaba muy lejos de imaginarme que en esa reunión a la que
también asistió Rafo, surgiría una idea que terminó convirtiéndose en uno de
los actos más audaces de la campaña electoral (Ver crónica “Planeando incursión a Palacio de Gobierno” del 18 de diciembre de 2015). Con José María nos dirigimos a tomar un café
al Berisso, a unas cuatro cuadras del canal donde yo había dejado el auto horas
antes. Comprobamos que nadie nos siguió. Conversamos un buen rato y, como
siempre, al despedirnos fijamos día, hora y lugar de nuestra siguiente reunión.
En la semana que quedaba para las elecciones no
esperaba ningún cambio significativo en la situación, incluso por ratos
aburrida, en vista que no se podía realizar actividades en la parte final de
una campaña electoral. No nos imaginábamos que cuatro días después estaríamos
en intensas coordinaciones y que el siguiente jueves yo le estaría indicando el
momento que tenía que acercarse para acompañar al perseguido Leonidas Rodríguez
a ingresar a Palacio de Gobierno (ver crónica “Debía estar deportado y fugó en las narices de la policía” del 22 de enero de 2016).
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