martes, 27 de noviembre de 2012

EL BAILE DE DEBUTANTES (1965)

En el mes de junio de 1965, el Perú fue conmocionado por la aparición de grupos guerrilleros en el centro y sur del país. Los integrantes del MIR, Movimiento de Izquierda Revolucionario, se habían levantado en armas y al estilo de los triunfantes guerrilleros del Movimiento 26 de julio de Cuba en 1959, intentaban derrocar al gobierno del presidente Fernando Belaunde, enfrentando al Ejército Peruano.

El MIR era liderado por Luis de la Puente Uceda, miembro de una destacada familia trujillana, líder juvenil aprista de finales de los años cuarenta y que en octubre de 1959, había encabezado a un pequeño grupo que renunció a la militancia en plena VI Convención Nacional del Partido Aprista Peruano, abandonando el evento entre el abucheo de los asistentes. Los disidentes se identificarían en mayo del año siguiente como Apra Rebelde y luego de un par de años, adoptarían el nombre de Movimiento de Izquierda Revolucionario.

Comenzaron a llegar informaciones sobre los enfrentamientos y la muerte de policías e integrantes del grupo guerrillero, generando una ola de pesadumbre en el país. Debemos pensar que a mediados de los 60, nadie imaginaba la locura homicida del terrorismo de los años ochenta, sino en movimientos guerrilleros tratando de realizar una gesta como la realizada en Cuba de los años cincuenta. Pero al hacer la comparación, resultaba que en la década anterior en ese país caribeño existía una férrea dictadura, un tirano caprichoso y un ejército desmoralizado por la corrupción que lo corroía, mientras que en el Perú, aunque con imperfecciones ciertamente, había una democracia vigente, un presidente democráticamente elegido y una Fuerza Armada que poco antes había cumplido con su palabra al tomar el gobierno sólo por un año, para evitar un fraude y organizar elecciones libres.

FRIVOLIDAD EN EL PEOR MOMENTO

En medio de esas informaciones, en la capital se conoció otra noticia: en el exclusivo Club Nacional el primer sábado de julio se realizaría el “Baile de Debutantes”, fiesta en la que las jovencitas integrantes de las familias adineradas de la capital, asistirían a su primera recepción de gala. En algunas informaciones se puso especial empeño en destacar que las jóvenes lucirían elegantes vestidos especialmente mandados a confeccionar incluso en el extranjero, el valor de las joyas de las familias a exhibir, la calidad de los licores importados con los que se brindaría, etc.

En la Juventud Demócrata Cristiana nos indignamos por la frivolidad en un ambiente que sentíamos casi de duelo nacional. Un día antes se corrió rápidamente la consigna entre los militantes más allegados. El sábado 3 de julio a las 10 de la noche nos encontraríamos en el portal Pumacahua de la Plaza San Martín. Aunque en realidad muy pocos conocían el portal por ese nombre, por lo que se optó por decir al costado del Versalles, café bastante visitado por nosotros en esa época. Un par de pancartas alusivas al tema y otro par con las siglas de la DC era lo previsto para una protesta simbólica que pensábamos sería una marcha relámpago que duraría 5 a 10 minutos.

Pero a alguien se le ocurrió llevar también un bombo, porque creo recordar había conocido que se usaba para marchas en algún otro país. Lo compró y ese día llevó el ruidoso instrumento musical. No estoy seguro si ya se había utilizado anteriormente, pero aunque así hubiese sido, para los efectos prácticos esa noche el bombo resultó el principal protagonista del Baile de Debutantes.

LA NOCHE DEL BOMBO

Hay que imaginar el escenario. La Plaza San Martín como siempre muy iluminada. Al costado del cine Colón, la imponente edificación de estilo francés del Club Nacional -que actualmente se conserva igual- con hermosas lámparas encendidas en su interior, según se observaba a través de los grandes ventanales, y totalmente iluminada la terraza exterior, donde los invitados más puntuales se habían apostado para ver la llegada de los otros. En la puerta principal del Club, parejas de jóvenes y mayores, ingresando de vestido largo y pieles ellas, de esmoquin ellos. Una docena de policías tratando de ordenar el tránsito en esa cuadra del jirón de la Unión, prácticamente interrumpido salvo para los autos que se detenían para dejar a los invitados. Un grupo de policías, de los llamados guardias de asalto, en las cercanías y centenares de curiosos formando un gran semicírculo para ver el espectáculo. Todo mientras se escuchaba a una orquesta tocar música suave por los altoparlantes instalados en la terraza.


A pocos metros de la mitad de la plaza, por la pista que termina en el Club Nacional, alrededor de las diez y media de la noche, unos sesenta jóvenes demócratas cristianos, encabezados por unas pancartas y sólo con el ruido generado por el bombo, iniciamos la marcha. En los siguientes dos o tres minutos sucedieron varias cosas simultáneamente: los curiosos aplaudieron, la guardia de asalto se quedó mirando más con extrañeza que con afán represivo, varios chillidos y algún grito destemplado se escucharon en la terraza, los autos que avanzaban para dejar a los invitados se detuvieron, mientras la marcha seguía avanzando lentamente. Todo, salvo el sonido del bombo, parecía suceder en cámara lenta.

DEL BAILE NUNCA MÁS SE HABLÓ

De pronto hubo una atronadora explosión. Luego se conocería que alguien lanzó un petardo a un oscuro callejón que quedaba entre el club y el cine, una especie de escape que nadie utilizaba y que permanecía sin luz. El estallido en un lugar tan encerrado explica el gran estruendo. Allí se acabó la cámara lenta. La guardia de asalto se abalanzó con sus varas contra los manifestantes, éstos comenzaron a gritar consignas, se tiraron bombas lacrimógenas que afectaron también a los curiosos que iniciaron sostenida silbatina contra la policía, el grupo de fotógrafos que cubría la entrada del baile corrió a tomar fotos de la golpiza, en tanto la música cesaba en el club y las jóvenes de vestidos largos salían corriendo de la terraza. Todo ello, mientras el gas lacrimógeno se expandía democráticamente en la plaza y en el club.

Ahí acabó la marcha. No hubo detenidos entre los manifestantes que se retiraron de la plaza, aunque algunos seríamos detenidos días después. Esa noche sí fue arrestada Dalmacia Samohod, una talentosa actriz de teatro que estaba en un café cercano y que salió para ver lo que pasaba y protestó enérgicamente al ver la paliza que la policía estaba propinando a los jóvenes.

Entre los golpeados quien llevó la peor parte fue Luis Montero -que meses antes había sido candidato a la presidencia de la federación de estudiantes de San Marcos por el FESC, frente estudiantil social cristiano- que recibió varazos en la cara.

Una media hora después los manifestantes se reencontraron  en el local de la DC, muy cerca de la Plaza Bolognesi, en la cuadra 14 de la avenida Alfonso Ugarte. Los jóvenes militantes celebraban el debut del bombo. Y principalmente felicitaban a su entusiasta portador, Guillermo Miranda Chávarri, cuya sordera generaría más de un problema en los días siguientes cuando lo interrogaba la policía sobre la participación en la marcha. Pero esa es otra historia.

Al día siguiente, casi todos los periódicos informaron de la protesta, destacando en algún caso que se trataba de integrantes de uno de los partidos de gobierno. Ni ese día, ni en los días siguientes, se informó en los medios de comunicación sobre el desarrollo del Baile de Debutantes.

2 comentarios:

  1. Buenas noches, estimado Sr Filomeno quisiera poder contactarlo para conversar acerca d este tema que me apasiona muchisimo, gracias.

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    1. Envíeme su correo electrónico para ponerme en contacto. Gracias

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