jueves, 1 de noviembre de 2012

CARLOS LANDAURO: GENIO Y FIGURA (1982)

Mayo de 1982. En el hotel Bolívar asistía a una reunión de dirigentes políticos latinoamericanos en solidaridad con Argentina, en esos momentos en guerra con los ingleses por las islas Malvinas. En la reunión se encontraban –en realidad la promovían- algunos dirigentes peronistas en el exilio que pretendían regresar a su país en esos momentos aciagos, pensando que la dictadura militar entendería su retorno como un gesto de unidad frente al enemigo común. Por cierto que no lo entendió y, más bien, se les negó la entrada a su país. Pero ese es otro tema que aquí no tocaré.

En algún momento salí del hotel porque había quedado en encontrarme con una persona para conversar en el Dominó, una cafetería en las Galería Boza situada a media cuadra. Al atravesar la pista vi en la vereda de la plaza San Martín a un elegante hombre maduro mirando pasar a una atractiva joven y dedicándole un encendido piropo. “Carlos Landauro Porras, genio y figura…..” dije en voz alta mientras me acercaba a él sonriente. Vino luego un gran abrazo con mi profesor de geografía de las aulas escolares, mientras me contestaba: “No negarás, Alfredito, que el buen gusto no se pierde…”
 
Terno oscuro, con chaleco, zapatos negros brillantes, cabellera negra sin ningún pelo fuera de lugar, Landauro tenía unos 55 años en esos momentos y yo lo recordaba exactamente con esa misma actitud galante cuando caminábamos por el jirón de la Unión con mi padre y él, a mediados de la década del 50.
 
Recién ingresado a la Gran Unidad Escolar Tomás Marsano de Surquillo al cuarto de Primaria en 1952, el ser hijo de un profesor –en ese tiempo asesor de letras de secundaria común y años después sub director de toda la unidad- me dio el privilegio de conocer a una serie de profesores jóvenes, algunos recién egresados de las aulas universitarias y que incluso seguían estudiando otras carreras. Luis Orlando Barrientos Guizado, Luis Sebastiani, Luis León Juárez, Ricardo Gaona, Carlos Cabieses –que en 1963 y 1980 sería elegido senador por Acción Popular- eran algunos de esos profesores. Me parece que Carlos Landauro Porras se integró el año 1953.
 
Todos los nuevos profesores mantenían un excelente trato con el “viejo” Filomeno quien en mayo de 1952 cumplió 50 años. Tuve oportunidad de apreciar esa buena relación en numerosas charlas mientras tomaban café y algunas veces porrones de cerveza, mientras yo brindaba con Pasteurina o Inka Kola. Las conversaciones eran particularmente con Gaona y Landauro, ya que nos bajábamos juntos del ómnibus del colegio cuyo paradero final en la tarde era la plaza del Congreso, aunque no recuerdo por qué en otras ocasiones terminaba el recorrido en el Parque Universitario.

PROFESOR QUE ACONSEJABA A ALUMNOS ADOLECENTES

A Landauro lo traté un poco más porque vivía a unas tres cuadras de mi casa en el Rímac. Recién casado con una hija muy pequeña, era muy cuidadoso en el vestir y creo que en la solapa del saco solía lucir un clavel. En el colegio se decía que era el preferido de todas las secretarias y aquellos alumnos que las miraban embobados sentían que en el profesor tenían demasiado rival. Cierto o falso, fue lo suficientemente caballeroso para nunca aceptar alguno de los romances que le atribuían, pero lo suficientemente astuto para dejar sentadas todas las dudas posibles sobre el tema.
 
Profesor muy querido por lo didáctico que era en su curso de geografía, también resultaba muy apreciado cuando en el salón bajaba la voz y decía que iba a hablar de la vida y dedicaba muchos minutos de su clase a ilustrar a mentes adolecentes sobre el sentido de los enamoramientos juveniles, el inicio de la vida sexual y las responsabilidades que conllevaba. Pero también abordaba otros temas, como las enfermedades venéreas y la forma de evitarlas, la prostitución, etc.
 
Cuando ya había cambiado el nombre del colegio a GUE Ricardo Palma, en 1957, sé que más de uno lo buscaba después de clases para hacerle algunas consultas, sobre lo que estaba sucediendo con algún “amigo” que el joven profesor contestaba de buen grado seguro que tal “amigo” era justamente quien estaba frente a él. Estoy seguro de no equivocarme al afirmar que gracias a los consejos de don Carlos Landauro sobre las precauciones a tomar, se evitó la llegada al mundo de algunas criaturas que hubiesen sido no deseadas.
 
Me cruzaría varias veces más con el profesor Landauro, a quien comencé a tutear y llamar Carlos en la época que me lo encontré en la Plaza San Martín, sin que por ello disminuyera en nada el respeto que como maestro le guardo. Para él yo seguía siendo Alfredito a pesar del paso de los años y la llegada de mis canas.

CUMPLIENDO UN COMPROMISO CON MÁS DE 80 AÑOS

A finales del 2003, al cumplir 45 años de egresados del colegio, nos ilustró con sus palabras en un almuerzo de camaradería. Y con los 75 o 76 años que tenía en ese entonces, nos dijo sonriendo: “Nos vemos en cinco años, yo llego de todas maneras, espero que ustedes también….”. No sólo sus palabras, sino la pujanza que se notaba cuando las pronunciaba y su apariencia física que lo hacía parecer menor que algunos de sus exalumnos, fue motivo de comentarios entre la mayoría de sus discípulos en esa oportunidad. También la convicción con que nos dijo que esperaba vernos un lustro después. Por lo menos dos queridos amigos con los que comentamos esas palabras, Ricardo Alfredo Delgado Romero y Néstor Ezequiel Salinas Lizarzaburu, no pudieron llegar a la cita pues nos dejaron en julio del 2005 y marzo del 2008, respectivamente.
 
En octubre del 2008, en la cena por las Bodas de Oro de nuestra Promoción, nuestro profesor cumplió con lo anunciado cinco años atrás. Con más de 80 años y después de sufrir dos derrames cerebrales, Landauro se dirigió a todos nosotros. Y porque mantenía la personalidad que todos recordáramos, después de los saludos iniciales hizo menciones respetuosas a la vez que zalameras a las esposas de los presentes. E inmediatamente después, el viejo profesor dio una verdadera clase magistral sobre el sentido de ser maestro y expresó su seguridad en que si volviera a comenzar a vivir recorrería el mismo camino, el del magisterio donde las incomprensiones y el pago mezquino son comunes, pero donde priman las satisfacciones espirituales.

1 comentario:

  1. Hermoso recuerdo al profesor querido. Estas crónicas son de gran valor para quienes no tuvimos el placer de ser sus alumnos. Acaba de fallecer Carlos Landauro y sentimos la honda pena de su partida. Felicito a Alfredo Filomeno porque mantiene, con sus escritos, vivo el recuerdo de nuestro querido colegio. Gracias.

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