Voy a retroceder cerca de cuarenta años hasta el último día de 1988. Trataré de recordar qué pasaba por mi mente -o imaginar que podría estar pensando- al culminar un año especialmente tenso por la violencia terrorista que no sólo no aminoraba, sino que se hacía más intensa. Pero también por la caótica situación económica que en el presupuesto familiar hacía imposible cualquier previsión de gasto, no para los años venideros sino incluso para la semana siguiente y por una cada vez más difícil definición política para las elecciones de 1990.
Esto último era muy
importante para mí, ya que era secretario general del Partido Socialista
Revolucionario, PSR, integrante de Izquierda Unida, IU, la segunda fuerza
electoral de acuerdo con los resultados de las elecciones generales de 1985 y
municipales de 1986. Debía tener las cosas claras, saber escuchar opiniones y buscar
consensos para proponer las líneas a seguir tanto en IU como en Convergencia
Socialista, proyecto que veníamos construyendo con los sectores denominados
NoPar -No Partidarizados de IU- desde agosto en que se hizo pública
la Coordinadora Nacional de la Convergencia Socialista, en un comunicado
firmado por Tomás Montoya por los NoPar, Francisco Guerra García como
independiente y yo por el PSR. En esa oportunidad nos planteábamos como una
alternativa democrática de transformación y sosteníamos que dentro de IU no
debería haber lugar para las tesis violentistas y antidemocráticas. Incluso en
ese mismo mes de diciembre se había realizado el I Encuentro Nacional de
Socialistas, de donde surgió una comisión coordinadora que integrábamos Enrique
Bernales, Rafael Roncagliolo y yo por el PSR; Edmundo Murrugarra, Tomás Montoya
y Alfredo Pezo por los NoPar y Francisco Guerra García y Federico Velarde como
independientes (Ver crónica “Confusiones y contradicciones en IU” del 17 de diciembre de 2018).
DEBATES ENTRE INTEGRANTES DE IU
La creación de la Convergencia Socialista como
proyecto dentro de IU, generó mucho cuestionamiento de parte de algunos
dirigentes de otros partidos que integraban ese frente, particularmente del Partido
Unificado Mariateguista, PUM. Alguno nos
calificó como “socialismo rosado”, otros como el sector reformista. Nosotros
insistimos en la necesidad de que se trataba de definirse como fuerza política
que defiende la democracia y rechaza cualquier posición militarista e indicamos
que ese tipo de sectores debían de dejar de formar parte de IU. El debate se
extendió por meses en periódicos.
Coincidentemente
con los momentos en que insistíamos en el valor de la democracia como algo
esencial en la discusión interna de IU, entre el 28 y 30 de octubre se realizó
la III Conferencia de la Coordinación Socialista Latinoamericana que me eligió
presidente de la reunión. Participaron organizaciones de Argentina, Bolivia,
Chile, Ecuador, México, Uruguay y Venezuela. La convocatoria hizo referencia a
que en Latinoamérica “…viene desarrollándose con pujanza un socialismo
humanista, profundamente enraizado en lo mejor de nuestras tradiciones
nacionales populares y pleno de una firme convicción libertaria que considera
la democracia como un valor y un principio histórico irrenunciable y no como
una mera fase de tránsito ni un elemento instrumental de la lucha política”.
La
inauguración pública de la III Conferencia se hizo en el Centro Cívico de Lima
e invitamos a Barrantes a que hablara como líder de la izquierda peruana. Allí
afirmó que en IU estaban quienes creían en la democracia y en el socialismo y
que no había sitio para “los vanguardistas y las posiciones ultras”.
Como se estaba intensificando el debate entre las distintas formas de pensar dentro de IU, no se podía sospechar cómo se desarrollaría el Congreso Nacional que debía inaugurarse el 19 de enero del año siguiente. Menos imaginar cómo terminaría… (Ver crónica “Cuando la unidad no fue posible” del 29 de enero de 2019).
EN EL LUGAR DONDE SE DARÍA UN ATENTADO
Volvamos al 31 de diciembre de 1988. Era sábado y, como cada semana a las ocho o nueve de la mañana, me dirigía a una pequeña imprenta en el jirón Chancay, en el centro de Lima, para entregar la segunda parte del Resumen Semanal de DESCO que yo estaba encargado de redactar. Esta publicación normalmente de unas ocho páginas tamaño oficio, tenía unas dos terceras partes de presentación de las noticias más importantes de la semana, complementada con notas muy cortas resumiendo los acontecimientos políticos, económicos, del movimiento popular y del exterior, a los que se había añadido en los últimos años una sección sobre hechos de terrorismo. Aunque no podía imaginarlo esa mañana, uno de los atentados sobre los que informaría ocurriría unos noventa días después en la puerta contigua del solar donde se ubicaba la imprenta (Ver crónica “Sentí los balazos cerca” del 30 de agosto de 2022).
DESCO era una
prestigiosa ONG que se acercaba a cumplir 25 años. El Resumen Semanal tenía la
particularidad que todo lo que se escribía tenía una fuente -periódico o
revista- que se indicaba siempre. Los ejemplares impresos -creo que eran unos
mil- en su mayor parte eran enviados a suscriptores en el extranjero, varios de
los cuales recién lo recibirían luego de cinco o más días. Muchos nos indicaban
que leerlo les permitía seguir conectados con el Perú. No me imaginaba que unos
años después se podría hacer lo mismo despachándolo a través del correo
electrónico y que los suscriptores podían estar leyéndolo inmediatamente…
CIENTOS DE MILES QUE
NO SERVÍAN
Con la tranquilidad
de haber entregado el Resumen que había terminado de redactar cerca de las
cuatro de la mañana, me dirigí al local del PSR situado en el Parque de la
Reserva. Mientras manejaba mi Volkswagen buscaba un grifo para echar gasolina. Teniendo
en cuenta la inflación, normalmente rellenaba el tanque después de gastar un
cuarto del contenido. Supongo que, con el dinero en la mano, mientras esperaba
la atención mentalmente hacía cuentas y examinaba si había ya gastado la mayor
parte del sueldo de la segunda quincena de diciembre que me habían pagado el
día anterior. Eso era mi preocupación los días cercanos a las quincenas o fines
de mes. En esa época de enorme inflación el dinero valía cada día menos y debía
gastarse lo más pronto posible.
Andaba muy
preocupado por los gastos familiares. Al comenzar el año, en enero de 1988 mi
sueldo alcanzaba a 22,346 intis, en abril llegaba a 37,016, en julio a 59,387,
en octubre a 176,206 y en diciembre a 203,076 intis ¡casi diez veces más que a
inicio de año y yo sentía que cada día mi sueldo alcanzaba para menos! Calculo
que no me hubiese sentido menos intranquilo si hubiese sabido que sería
millonario luego de un año. Efectivamente, en diciembre de 1989 ganaría
3’046,502 intis. El inti como moneda oficial del Perú se había establecido
menos de cuatro años antes y mi sueldo en soles vigentes hasta febrero de 1985
hubiera sido de 3,046’502,000 de soles.
YA PODÍA LLAMAR POR
TELÉFONO
Ya en el local
partidario, conversé con algunas personas sobre los avances de las reuniones preparatorias
del congreso de IU en los distintos departamentos del país. Las varias reuniones
estaban vinculadas a dicho congreso. También dejé varios encargos ya que 60
horas después saldría del país por cinco días. Cuando me di cuenta eran cerca
de las dos de la tarde. Muy tarde para ir a almorzara mi casa y llegar una hora
después a la casa de Rafael Roncagliolo, Rafo, en cuya casa tenía una reunión.
Decidí comer algo ligero en el camino.
Antes de salir tomé
el teléfono de local y llamé a mi casa. Hablé brevemente con Ana María, mi
esposa, y quedamos en que llegaría alrededor de las 7 de la noche. Así podría descansar
un poco para asistir a una reunión por Año Nuevo con mis compañeros de colegio.
Mientras hablábamos, me sentía extraño y satisfecho al mismo tiempo. A principios
de mes no podía haber llamado a mi casa… porque no tenía teléfono. Lo habíamos
pedido más de 15 años antes y recién lo habían instalado unas tres semanas antes
(Ver crónica “Quince años esperando teléfono”
del 19 de noviembre de 2015).
LA SITUACIÓN
ECONÓMICA CADA VEZ PEOR
A unas ocho cuadras
del local, mientras me comía un par de empanadas en la cafetería panadería Berisso, leí un documento preparado por Fernando Sánchez Albavera,
nuestro diputado por el Callao sobre la dificilísima situación económica del
país.
Recordé cómo cuatro
meses antes, en el mes de septiembre se vivió una etapa de total inestabilidad
política en el país cuando el gobierno del Partido Aprista Peruano, APRA,
encabezado por el presidente Alan García, parecía tambalear. La situación era
tan grave que se rumoreaba que el joven mandatario había estado pensando en
renunciar
El gobierno intentó
frenar la crisis económica con un “paquetazo” quizá el más duro de ese su
primer gobierno. En esos días se comentó que Abel Salinas Izaguirre, nuevo
ministro de Economía y su equipo de funcionarios de confianza no pudieron
implementar su plan antiinflacionario completo por los cambios introducidos por
el presidente García que lo desvirtuó. Salinas había integrado el gabinete
ministerial desde el inicio del gobierno como titular del Interior por 23 meses
y luego como ministro de Energía y Minas por 14 meses, pero en la cartera de
Economía no llegó a cumplir tres meses y renunció luego de un nuevo “paquetazo”
el 22 de noviembre que intentó complementar las medidas tomadas a principios de
setiembre. No nos enterábamos al terminar el año que en una semana habría otro “paquetazo”,
elaborado por el sucesor de Salinas.
UN DIRIGENTE QUE
APORTÓ MUCHO
Llegué a casa de
Rafo a la hora prevista. La idea era coordinar la campaña en periódicos. El
documento de Fernando era uno de los que se necesitaban para apreciar lo grave
de la situación del país. No recuerdo quienes más participaron, pero estaba
claro que el encargo que le habíamos dado a Rafo de coordinar la presentación
de artículos sosteniendo las posiciones de la Convergencia Socialista estaba concretándose
muy bien.
Avanzamos con varias
decisiones esa tarde, pero lo que más recuerdo después de casi cuatro décadas es
la satisfacción que yo tenía del compromiso mostrado por Rafo. Hay que
considerar que habíamos estado embarcados en los mismos proyectos políticos
desde noviembre de 1960 cuando nos conocimos (Ver
crónica “Primeros años de sólida amistad” del 31
de mayo de 2025). Siempre pensé que en la idea de formar el PSR su rol
había sido determinante y si bien estableció las numerosas relaciones
internacionales del partido desde México, en los años siguientes después de su
regreso del exilio, sus aportes siempre valiosos no fueron muchos. Pero el último
medio año, Rafo se había “comprado el pleito” y así se lo manifesté.
…HUBO
APAGÓN DE AÑO NUEVO
Al despedirnos, nos deseamos un feliz año y ambos añadimos sonriendo “y sin apagones”. Es que desde 1984, el día que Alfonso Barrantes asumió la alcaldía de Lima (Ver crónica “Años nuevos a oscuras” del 30 de diciembre de 2022) en todos los años nuevos en las conversaciones entre familiares o amigos, había un tema recurrente: a qué hora se produciría el apagón. Desde 1982 los apagones producto de ataques terroristas a torres de transmisión se producían en cualquier momento y lugar. Pero había un tipo de apagón que tenía fecha fija. Era el que se producía a fin de año…
Llegué a mi casa y me recosté a descansar un poco. Cuando me desperté todo estaba a oscuras. A las 8 y 10 de la noche se había producido un apagón en el Sistema Interconectado del Mantaro debido a la voladura de cinco torres. Gran parte de Lima y la costa norte del país sufrieron los efectos. Sin embargo, poco a poco comenzó a volver la luz. Alrededor de las once de la noche acudimos con Ana María a la celebración del Año Nuevo. Nos encontramos y nos abrazamos con más de veinte compañeros de promoción con los que treinta años atrás habíamos dejado las aulas de la Gran Unidad Escolar Ricardo Palma, con varios de los cuales aun ahora nos reunimos cuando ya cumplimos 67 años de terminar nuestros estudios escolares y con los que más de una vez comentamos que nuestra generación ha pasado por todo…
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