jueves, 31 de julio de 2025

CUATRO 28 TENSOS (1976/79)

Las Fiestas Patrias en el Perú tienen como día central el 28 de julio, fecha en que hace 204 años el general argentino José de San Martín proclamó la independencia del Perú. Los peruanos estamos acostumbrados a decir “feliz 28” como saludo por Fiestas Patrias, así como también “qué tal 28” o “viajé para 28”, pero las referencias a ese número en realidad comprenden a todos los días festivos, que en la práctica comienzan a mediodía del 27, comprenden los 28 y 29, ambos feriados, y no pocas veces se extienden por más días cuando están inmediatamente antes o inmediatamente después de sábados y domingos.    

En estos días de Fiestas Patrias estuve recordando las decenas de 28 que he vivido. Y caí en cuenta que hubo cuatro 28 sucesivos particularmente tensos hace casi medio siglo.

Retrocedo entonces a los 28 de 1976 hasta 1979, todos ellos cuando era presidente de la república el general Francisco Morales Bermúdez, en la llamada segunda fase del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada. Y todos ellos también viviendo tenso por la situación política del país y el rol que vivía en esos momentos.

FIESTAS PATRIAS CON TOQUE DE QUEDA

En julio de 1976 se incrementaron protestas y marchas de distintos sectores populares, particularmente en el sur del país, los semanarios fueron clausurados por lo que prácticamente desaparecieron las posibilidades de opinar de quienes discrepaban del gobierno considerando que los directores de los diarios los nombraba justamente el gobierno. Se mantenía el toque de queda en todo el país entre las 12 de la noche y las cinco de la mañana. Hubo incluso alguna deportación.

Yo sentía en carne propia la represión puesto que tenía contacto permanente con el presidente de una de las facciones de la federación de periodistas del Perú Rafael -Rafo- Roncagliolo, con quien había compartido actividades políticas desde 1960. Rafo había pasado a la clandestinidad luego que el 30 de junio la policía intentó detenerlo. Desde el primer día que dejó de ir a su casa y a lo de sus familiares, optó por no acudir a DESCO, una ONG en que ambos trabajábamos, pero mantenía contacto telefónico conmigo, principalmente para fijar puntos de encuentro utilizando claves en base a nuestras experiencias comunes.

Cuando fue evidente que me seguían cada vez que salía de DESCO, pude por tres o cuatro semanas escapar del seguimiento de la policía e incluso en alguna oportunidad -para no perder el humor- aparentemente descuidarme y después de múltiples vueltas en mi Volkswagen bajar apresuradamente a una casa muy grande y salir de ese local, que en realidad era una guardería, cargando a mis dos hijos pequeños ante la frustración de los dos policías que esperaban que en esa casa me hubiese encontrado con Rafo. Poco después de Fiestas Patrias fui detenido en mi casa a las tres de la mañana y llevado a una celda por casi 20 horas para que revelara el paradero de Roncagliolo que en realidad yo no sabía. Una semana después, fui nuevamente detenido y me tuvieron unos tres días durmiendo entre ataúdes en la agencia funeraria de la Policía de Investigaciones del Perú, PIP, por las mismas razones (ver crónica “Durmiendo entre ataúdes” del 14 de setiembre de 2013).

SE ESTABA CONSTITUYENDO DIRIGENCIA DEL PSR

Rafo finalmente salió asilado a México el 15 de septiembre pero la labor en esos dos meses de clandestinidad como vocero del gremio periodístico fue importante. Pero su labor más valiosa, como uno de los forjadores de lo que se denominaría PSR unos meses después, fue conversar, coordinar y comprometer a quienes integrarían la primera Dirección Nacional del PSR al momento de su fundación en noviembre de 1976. Con sumo cuidado logró reunirse con el general Leonidas Rodríguez varias veces y dialogar sobre cómo sería el PSR -aunque todavía no tenía nombre- y el rol de liderazgo que el propio Leonidas debería cumplir.

Leonidas, uno de los cuatro coroneles que habían planeado con Velasco Alvarado la Revolución de la Fuerza Armada, había sido obligado a pasar al retiro a finales de octubre de 1975 por maniobras de Morales Bermúdez. En un acto de desagravio que le organizó días después la Confederación Nacional Agraria, CNA, en la cooperativa agraria Caudevilla, las palabras del homenajeado y los aplausos y arengas de los asistentes, demostraron que la organización, movimiento o partido en que muchos ya estaban pensando que surgiera tendría a Leonidas como principal figura.

Rafo después de conversar con Leonidas habló también con el general Arturo Valdés. Y con el médico Ernesto Velit y a través de él llegó a Antonio Meza Cuadra. También habló con Manuel Benza y Marcial Rubio Correa, aseguró la participación de Francisco Moncloa y por cierto que sabía -porque lo habíamos conversado extensamente- que contaba con José María Salcedo y conmigo. Incluso la relación privilegiada con Leonidas le sirvió para presentarle a Antonio y sugerirle que debería ser el secretario general, cargo que Leonidas tenía pensado para Rafo.

FIESTAS PATRIAS CON MILES DE DESPIDOS

Un año después, las Fiestas Patrias de 1977 trascurrieron luego de varias meses de rechazo al gobierno de Morales Bermúdez por parte de amplios sectores principalmente los trabajadores. El rechazo a las medidas económicas que implementaba el gobierno motivó dos cambios de ministro de Economía en 50 días. Recuerdo especialmente cuando, a mediados de mayo de 1977, Walter Piazza reemplazo a Luis Barúa Castañeda. El la Vía Expresa apareció una pinta de enormes letras con las siglas del PSR al costado de la inscripción: “Piazza Hambre”. Esas dos palabras sintetizaban la posición del PSR frente a Piazza, quien había jurado horas antes como ministro de Economía y reflejaban también lo que diversas organizaciones sindicales y populares pensaban sobre las medidas económicas elaboradas por Barúa, su antecesor.

En el mes de las Fiestas Patrias, volví a las reuniones clandestinas, esta vez para ser parte de la representación del PSR en las conversaciones con otros partidos de izquierda, para colaborar en el éxito del paro nacional convocado por las distintas centrales de trabajadores y campesinos del país encabezadas por cierto por la Confederación General de Trabajadores del Perú, CGTP, la más importante de todas ellas.

El 19 de julio de 1977 el país quedó paralizado. Prácticamente no hubo transporte público, los trabajadores que no asistían a sus centros laborales participaban en movilizaciones que se realizaban en distintas partes del país. Fueron particularmente numerosas las marchas en el centro de Lima. El toque de queda, que había sido dejado de lado meses atrás, se volvió a imponer por lo menos en algunas regiones (Ver crónica “Después del paro ¿qué?“ del 25 de julio de 2018).

Después de la contundente acción de los trabajadores, entre varias reacciones represivas del gobierno destacó la autorización del despido de miles de trabajadores que habían participado en el paro. La medida estuvo particularmente dirigida a descabezar el movimiento sindical con el despido de la mayoría de los dirigentes de sindicatos y federaciones. En esos días de Fiestas Patrias, las dirigencias políticas estuvimos dedicadas además a la asesoría a dirigentes sindicales y campesinos embestidos por la política represiva del gobierno.

GOBIERNO TUVO QUE ANUNCIAR SU FIN

Cercado por el movimiento popular, en su mensaje presidencial con ocasión del 28 de julio, el general Morales Bermúdez dijo que el gobierno estaba estudiando un cronograma que señale las pautas y fije las fechas para el cambio de gobierno. Sin dar mayores detalles dijo que primero debería elegirse una asamblea constituyente exclusivamente dedicada a elaborar una nueva constitución. También señaló que dicha asamblea debía instalarse en el segundo semestre del año 1978 y que la nueva constitución debería ser promulgada con la anticipación necesaria para permitir que en 1980 indefectiblemente se realicen las elecciones generales.

Un mes después, el 28 de agosto en Tacna, Morales Bermúdez anunció la restitución de las garantías y el cese del Estado de Emergencia, luego de catorce meses. También reafirmó como “compromiso de la Fuerza Armada” la instalación de la Asamblea Constituyente y la transferencia del poder luego de las elecciones generales de 1980. Para los del PSR no hubo tiempo de celebrar los aparentes nuevos aires democráticos, porque pocas horas después se produjo la inesperada detención de nuestro secretario general, Antonio Meza Cuadra. No se dio ningún tipo de argumento para su detención ni para su liberación 48 horas después.

Como el PSR había nacido a fines de noviembre del año anterior y cuarenta días después habían sido deportados cuatro fundadores y dirigentes del PSR que eran militares retirados, era muy claro que nuestro partido estaría siempre en la mira del gobierno.

COMENZÓ CRONOGRAMA DE SALIDA

Las Fiestas Patrias de 1978 dieron la impresión que el gobierno de Morales Bermúdez iba de salida. El 28 de julio se instaló la Asamblea Constituyente, presidida por el fundador, líder y jefe del Partido Aprista Peruano -APRA- Víctor Raúl Haya de la Torre que a sus 83 años y más de 60 años de actividad política ostentaba su primer y único cargo público.

Cuarenta días antes se habían realizado las elecciones constituyentes obteniendo el APRA 37 escaños; el Partido Popular Cristiano -PPC- 25; el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular, FOCEP, 12; el PSR 6; el Partido Comunista Peruano -PCP- 6; la Unidad Democrático Popular -UDP- 4; el Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos -FRENATRACA- 4; el Partido Demócrata Cristiano -PDC- 2; la Unión Nacional Odriista -UNO- 2 y el Movimiento Democrático Popular (ex pradista) 2.

El PSR del que en ese momento yo era sub secretario general había tenido una época de actividades intensas. En los difíciles momentos en los meses previos a la instalación de la asamblea constituyente, la militancia dio muestra de compromiso y resistencia. Yo mismo estuve fuera de mi casa y sin acudir a mi trabajo desde la última semana de mayo hasta los primeros días de julio (Ver crónica “Hace 35 años fui un papá de la calle” del 24 de mayo de 2013).

A finales del año anterior, cuando aún estábamos organizando el partido en todos los departamentos, tuvimos que iniciar las tareas para la inscripción del PSR ante el Jurado Nacional de Elecciones. Visto décadas después fue importante realizar el esfuerzo que ayudó a generar mística partidaria. Por otro lado, habíamos exigido desde enero de 1977 el regreso de nuestros dirigentes obligados a vivir en el exilio y si bien es conseguimos que regresaran al país en abril de 1978, lo cierto es que es su participación en la campaña electoral no llegó ni a mes y medio.

A fines de mayo, se ordenó una nueva deportación de los generales Leonidas Rodríguez y Arturo Valdés y se negoció con el gobierno dictatorial de Argentina la reclusión en un cuartel de Jujuy de unos doce dirigentes y candidatos de izquierda a la Asamblea Constituyente, entre ellos los vicealmirantes José Arce Larco y Guillermo Faura, ambos ex comandantes generales de la Marina y ex ministros de Marina del general Velasco y el ex dirigente sindical bancario José Luis Alvarado, los tres candidatos del PSR en las elecciones constituyentes.

Leonidas fue finalmente apresado el día de las elecciones cuando fue a votar. Ese mismo día fue enviado también a Jujuy. El 16 de julio, noventa días después de su regreso al país desde México, volvió a retornar del exilio (Ver crónica “Clandestinidad y deportación” del 24 de junio de 2016). Esta vez para ocupar un escaño en la asamblea constituyente. Un par de días después, cuando evaluamos la campaña electoral para esas elecciones comprobamos que las condiciones fueron las más adversas para la izquierda en general y para el PSR en particular.

SE HACIAN PINTAS Y… CONSTITUCIONES

Con el estado de emergencia establecido y por tanto con garantías constitucionales suspendidas, el PSR tuvo en las pintas su principal forma de propaganda, considerando que en el mes final de la campaña electoral no se pudieron realizar mítines ni marchas. Recuerdo especialmente que en pleno campeonato mundial de fútbol que se desarrollaba en Argentina, nuestros militantes en pleno día hacían las pintas en una ciudad desierta, aprovechando que hasta la policía estaba mirando los partidos en que jugaba el Perú. Pero paralelamente, un grupo de abogados coordinados por Marcial Rubio y Enrique Bernales terminaron de redactar un completo proyecto de Constitución que se presentó a la Asamblea Constituyente. Fue motivo para demostrar que había capacidad para jugar en el terreno que el gobierno escogía.

Para Fiestas Patrias de 1979 ya había concluido la Asamblea Constituyente. Existía una nueva constitución, cuyo texto había sido firmado por Haya de la Torre en el lecho donde se encontrada en grave estado de salud y donde moriría el 2 de agosto. Había la seguridad que en mayo del siguiente año se realizarían las elecciones generales para presidente y vicepresidentes de la república así como para senadores y diputados. El cronograma establecido por el gobierno militar se estaba realizando y, según lo expresado en un mensaje por 28 de Julio del general Morales Bermúdez, se seguiría cumpliendo.

Las dudas en esos días de Fiestas Patrias tenían que ver con la situación económica del país, aunque eran notorios los esfuerzos del ministro de Economía Javier Silva Ruete por morigerarla. Pero no había nadie tratando de solucionar los problemas de sectores importantes de la población trabajadora del país. En esos momentos el más significativo era el conflicto con el magisterio…

SE INCUMPLIÓ ACUERDOS CON PROFESORES

El 27 de julio del año anterior, luego de varios días de reuniones se había solucionado la huelga magisterial iniciada el 8 de mayo. El acta de acuerdos fue suscrita por la comisión gubernamental que integraban el presidente del consejo de ministros y los titulares de las carteras de Educación, de Trabajo y del Interior y los dirigentes del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación del Perú, SUTEP. También por la comisión nacional de asociaciones de padres de familia y el Consorcio de Educadores Católicos. Según voceros del SUTEP se había concluido la huelga de dos meses y medio luego de haber logrado varias conquistas por las que habían luchado los profesores del país.

Casi un año después de firmar el acta que levantaba la huelga, el SUTEP reinició el 4 de junio de 1979 una huelga indefinida por el incumplimiento por parte del gobierno de esa acta. La decisión la tomó la asamblea nacional de delegados del SUTEP que se realizó en el campus de la Universidad de San Marcos. La reunión terminó abruptamente cuando aparecieron policías con varas y bombas lacrimógenas. Quedaron detenidos más de 200 profesores y estudiantes universitarios. Esta sería la tónica de la relación entre gobierno y SUTEP en los siguientes meses considerando además que en junio y parte de julio aún funcionaba la asamblea constituyente y por tanto podía servir para denunciar la violencia que se ejercía sobre el magisterio.

Las Fiestas Patrias de 1979 finalizaron sin que hubiese indicios de solución a la huelga magisterial. Pero era una huelga que suscitaba el apoyo popular. Los maestros sin cobrar sueldos desde fines de mayo realizaban rifas, organizaban ollas comunes, se dedicaban a la venta ambulatoria, mientras recibían apoyo en los mercados. Los padres de familia expresaban su apoyo a los profesores en las puertas de los centros educativos vacíos. Pero sobre todo marchaban. Marchaban a lo largo y ancho del país, marchaban en la costa, sierra y selva, marchaban en las mañanas, en las tardes o en las noches… (Ver crónica “Una huelga magisterial con gran apoyo” del 20 de septiembre de 2014).

GOBIERNO REPRESIVO HASTA EL FINAL

Después de cumplirse noventa días de la huelga magisterial, el 3 de setiembre en la tarde una treintena de dirigentes políticos, incluidos nueve ex constituyentes, ingresaron a la Casona, el antiguo local de la Universidad de San Marcos. Entre ellos, tres dirigentes del PSR, Meza Cuadra, Moncloa y Benza. A partir del 12 comenzaron a ser evacuados por un grupo médico -que acudía a revisarlos mañana y tarde- al comprobar que continuar la medida era demasiado peligroso.

La huelga de hambre de la Casona desencadenó acciones que nadie había previsto, ni menos planificado. Comenzaron a iniciarse varias huelga de hambre. En algunos días había dos o tres más, en otros seis o siete, ya no sólo las huelgas de hambre eran en Lima sino en varias ciudades del país, grupos de huelguistas ingresaban a locales universitarios, a sedes diplomáticas, a oficinas de organismos internacionales, a locales de distinto tipo de asociaciones. Calculo que fueron más de 100 las huelgas de hambre que se iniciaron en la primera semana de septiembre y se prolongaron en las semanas siguientes (Ver crónica “Huelgas de hambre se multiplican” del 22 de mayo de 2015).

Y las marchas continuaron, ya no sólo por el centro de las ciudades y cerca de los colegios, sino también por los alrededores de los lugares donde se realizaban las huelgas de hambre.

El gobierno continuó manejando mal el conflicto, siguió deteniendo a los profesores. Se negó a cualquier diálogo. Optó por lo más predecible aunque también por lo más cruel, considerando que los profesores tenían cuatro meses sin cobrar: que el hambre definiera el final de la huelga. Con cientos de profesores detenidos, los pocos dirigentes aun libres decidieron levantar la huelga el 29 de septiembre.

Aunque la huelga arrinconó políticamente al gobierno, no logró obtener ninguna de las medidas que los huelguistas planteaban. Los detenidos sólo fueron liberados días antes de Navidad. Pero, el torpe manejo del gobierno de Morales Bermúdez hizo que su desprestigio tuviera repercusión internacional. Las huelgas de hambre como fenómeno social se convirtieron en una noticia de la que se enteró el mundo entero. 

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