viernes, 19 de septiembre de 2014

UNA HUELGA MAGISTERIAL CON GRAN APOYO (1979)

A mediados de 1979 culminaron los trabajos que durante un año realizaron los cien integrantes de la Asamblea Constituyente y quedó lista la nueva Carta Magna, la Constitución de 1979. Fue dramático el acto de la firma de la versión final por parte del presidente de la Asamblea Constituyente, Víctor Raúl Haya de la Torre, quien desde cuatro meses atrás enfrentaba un grave cáncer que lo tenía postrado en su casa de Villa Mercedes, después de un intento de curación en Houston.

Trascendió que un hombre absolutamente disminuido, prácticamente en su lecho de muerte, había firmado con mano temblorosa los papeles que le ponían sobre la cama algunos de sus más cercanos correligionarios y el Oficial Mayor de la Asamblea. A tres semanas de la promulgación, el 2 de agosto, el líder y fundador del Apra falleció. Conmovedores fueron los actos una vez producida su muerte: el velatorio en el local central del Partido Aprista, el recorrido del ataúd por las calles del centro de Lima, el homenaje en el local del Congreso donde funcionó la Asamblea Constituyente que presidió, el peregrinaje del cortejo fúnebre a lo largo de numerosas ciudades y pueblos en el recorrido por la Carretera Panamericana hasta llegar a su natal Trujillo para el entierro del cuerpo embalsamado casi una semana después de su muerte.

Dramáticos como fueron todos estos hechos que se prolongaron desde el 12 de julio al 9 de agosto, hubo sin embargo un acontecimiento que mantuvo en vilo a buena parte del país durante prácticamente cuatro meses: la huelga magisterial del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana, SUTEP.
 
TRANSICIÓN CON SOBRESALTOS
 
Podría decirse ahora que una huelga no puede tener tanto significado. Sin embargo hay que retroceder 35 años para ver en su exacta dimensión ese suceso. El mes de junio el país sabía que estaba en una etapa de transición. A punto de finalizar la Asamblea Constituyente convocada por el gobierno del general Morales Bermúdez, se conocía que luego tendría que venir las elecciones generales. No sólo así lo había manifestado el gobernante en algún mensaje o declaración, sino cada vez se le hacía más insostenible a él y a su equipo militar la conducción del país. De hecho comenzaba a correr riesgo el respeto del pueblo por la Fuerza Armada. Una cosa distinta era el gobierno con un Juan Velasco Alvarado aplaudido que el de un Morales Bermúdez pifiado. Para tener una idea: en agosto de 1975 cuando éste “relevó” a Velasco el cambio era 45 soles por dólar y el promedio en mayo de 1979 llegaba a 219 soles. Me refiero por cierto a los antiguos soles. Un sol actual es equivalente a mil millones de esos soles, pero el tema de la devastadora inflación que vivió el Perú en la década del 80, particularmente en sus últimos años, es para varias otras crónicas.
 
Pero en relación al movimiento popular hay que considerar que en esos momentos, las diversas fuerzas de izquierda, que en conjunto tenían 28 constituyentes y con los de centro izquierda llegaban a 34, tenían a destacados militantes al frente de las principales organizaciones sindicales y populares del país. Además e íntimamente vinculado a lo anterior, el Partido Comunista del Perú - Patria Roja, único partido de izquierda importante ausente de la Constituyente y que tenía presencia determinante en el SUTEP, había dado a entender que participaría en las elecciones generales.
 
Un año antes en mayo de 1978 se había iniciado una huelga magisterial nacional indefinida que se suspendió en vísperas de las Fiestas Patrias, cuando se suscribió un acta con el gobierno que incluía la promesa de reconocer al SUTEP, nombrar profesores contratados y crear un fondo para aumentar sueldos a los maestros, entre otros puntos. Esa huelga motivó que las clases en lugar de acabar alrededor del 20 de diciembre se prolongaran hasta mediados de enero. Desde los primeros meses de 1979 frente a la denuncia del incumplimiento del acta por parte de representantes del SUTEP, se comenzaron a producir detenciones de varios de sus dirigentes nacionales y decenas de dirigentes de base.
 
SE INICIA UNA HUELGA MAGISTERIAL AMPLIAMENTE APOYADA
 
Al no concretarse los compromisos, a fines de mayo una Asamblea Nacional de Delegados del SUTEP realizada en la universidad de San Marcos acuerda reiniciar el 4 de junio la huelga suspendida. La reunión terminó cuando la policía con varas y bombas lacrimógenas detiene a maestros y estudiantes universitarios. Una comisión de profesores de base es la encargada de entregar al Ministerio de Educación el documento que detalla los reclamos e indica el plazo de huelga. La respuesta salió de otro ministerio, el de Interior que acusó a “extremistas vinculados a……Patria Roja” de promover estas acciones “para frustrar la recuperación económica y la transferencia del poder”.
 
Al iniciarse efectivamente el 4 de junio la medida de fuerza, fue notorio desde el primer momento que la paralización fue cumplida por la gran mayoría de los maestros. Pero esta huelga tuvo características muy particulares. En primer lugar, los profesores no recibieron pago alguno mientras se realizaba la paralización, a diferencia con lo que ocurriría muchas veces con paralizaciones de éste y otros gremios a lo largo de las décadas siguientes. En segundo lugar, el problema social generado era gravísimo considerando que era –y es- quizás el único caso en que resultaba bastante común que ambos conyugues trabajaran en el mismo sector. Por lo tanto la angustia cayó sobre cientos de miles de hogares. Pero junto con esa zozobra también existía determinación de no cejar en la lucha. En tercer lugar, el apoyo masivo de los padres de familia quienes eran conscientes que sus hijos estaban perdiendo clases pero al mismo tiempo se sentían identificados con las demandas de los docentes. En cuarto lugar, en muchos lugares del país, se realizaron marchas de estudiantes secundarios en apoyo de sus profesores.
 
En la segunda semana de huelga, la situación se veía sin solución por la negativa del gobierno a dialogar con los dirigentes magisteriales. Las bases por su parte organizaban marchas permanentemente. Cuando el Cardenal Juan Landázuri ofrece su mediación, es aceptada por el SUTEP pero no por el gobierno. Por esas fechas, mientras que voceros del gobierno decían que era una minoría los maestros en huelga, los dirigentes de SUTEP hablaban del 95% y analistas políticos calculaban en alrededor de 70% el porcentaje de huelguistas.
 
DETENCIONES, AUSENCIA DE DIÁLOGO Y MOVILIZACIONES
 
En la tercera semana de huelga se comenzaron a producir los ceses de profesores, la reorganización de diversos centros de estudio y el receso de escuelas normales. El 18 de junio, saliendo de una asamblea, fue detenido el secretario general del SUTEP, Horacio Zevallos. El SUTEP hizo responsable al gobierno de la vida de su máximo dirigente considerando que sufría de tuberculosis, diabetes, artritis y pancreatitis. Para reemplazar al líder magisterial la dirigencia nominó Camilo Gil García quien sería detenido también el 15 de julio.
 
El mes de junio terminó con movilizaciones de profesores en todo el país, pero que en algunos casos como en Pucallpa, terminaron en violentos enfrentamientos entre la policía y los manifestantes. En Lima unos 150 profesores tomaron la Iglesia de La Merced, mientras que en Iquitos unos 20 ocuparon la Iglesia Matriz.
 
Julio comienza con la invocación al diálogo del Cardenal Juan Landázuri y el anuncio que ha nombrado una comisión de tres obispos para que pueda mediar en el conflicto. El primer ministro, general Pedro Richter, inmediatamente desmiente esa posibilidad indicando que el único encargado de dialogar con los maestros es el ministro de Educación. Sin embargo días después un grupo de profesores que se dirigía a iniciar conversaciones con el ministro es dispersado por la policía. En realidad durante todo el mes de julio se realizaron movilizaciones magisteriales dentro y fuera de sus locales, se produjeron múltiples enfrentamientos con la policía y detenciones de manifestantes, al mismo tiempo que se conocían crecientes mensajes de adhesión de distintos sectores políticos y gremiales a la huelga magisterial.
 
Pero, más allá del gremio magisterial, se fue generando un amplio respaldo de la población, del ciudadano común y corriente. ¿Quién no tenía parientes o amigos que fueran profesores o hijos que eran escolares o colegas en la educación privada que complementaban sus limitados ingresos que obtenían del Estado? Esta simpatía al magisterio en huelga se revelaba en los aportes de los trabajadores de los mercados a las ollas comunes que en varios lugares del país organizaron los profesores, pero también en las compras que muchos hacían de los artículos que comenzaban a vender los huelguistas como forma de hacerse de algunos ingresos mientras duraba su medida de lucha. Eran educados ambulantes en las calles y vendedores a domicilio que ofrecían sin atosigar productos de mayor costo, incluso para pagar a plazos. En casa tenemos –y en perfecto estado además- un juego de té de acero que compramos en seis cuotas en esa época a una pareja de amigos huelguistas.
 
Pero ese tipo de apoyo era más bien de tipo personal y hasta reservado. Lo que resultó impresionante fue el apoyo con acciones colectivas del movimiento popular organizado. En todo el país se realizaron muchas marchas de protestas de distintos destacamentos sindicales, de maestros, de padres de familia, de estudiantes…
 
MIS HIJOS EN MEDIO DE UNA MOVILIZACIÓN
 
Valga como paréntesis relatar algo sucedido en la primera quincena de julio. Una movilización de un par de miles de profesores se encontraba ubicada en la Plaza Bolívar frente al local del Congreso, donde todavía funcionaba la Asamblea Constituyente. Para sorpresa primero e indignación después de los manifestantes por una de las esquinas apareció de pronto un ómnibus escolar que casi inmediatamente terminó en medio de los manifestantes. El vehículo pertenecía al Centro de Educación Inicial de EPCHAP, Empresa Pública de Comercialización de Harina y Aceite de Pescado, empresa donde trabajaba mi esposa. En sus instalaciones permanecían de 8:30 am a las 5:30 pm mis tres hijos, la última en esos momentos de 6 meses.
 
Las directivas del CEI tenían planificado desde inicio del año una visita al Museo de la Inquisición situado justamente también en la misma Plaza Bolívar. Cuando el ómnibus estuvo ya en la plaza, casi simultáneamente mientras grupos de profesores se dirigieron agresivamente a la ventana del conductor desde el interior del vehículo voces infantiles comenzaron a corear reiteradamente la frase: “El pueblo unido jamás será vencido”. Los manifestantes se detuvieron sonrientes y le hicieron espacio indicando que se retiraran, lo que el chofer hizo rápidamente mientras los niños seguían gritando y los profesores comenzaban a aplaudir sonrientes.
 
¿Qué había ocurrido? Como se lo comentó a mi esposa la directora del CEI, tus hijos nos salvaron de ser abucheados y quizás expulsados de la plaza. Dentro del vehículo mi hijo de 5 años y mi hija de 4 al ver una concentración masiva con pancartas y cartelones habían comenzado a corear la frase que sus compañeritos inmediatamente secundaron. Sin duda la habían asociado con las movilizaciones, marchas o mítines en que yo participaba desde un año atrás y que habían apreciado desde mi Volkswagen mientras me esperaban en los alrededores.
 
CONTUNDENTE RESPALDO A LA HUELGA
 
El 19 de julio fue convocado un paro nacional por la Confederación General de Trabajadores del Perú, CGTP, y otras organizaciones de trabajadores y campesinos. Si bien dentro de la plataforma que sustentaba el paro estaba el pedido de derogar alzas de precios y el reclamo porque no se estaban respetando las libertades ciudadanas, resultaba central la exigencia que se atiendan las demandas del SUTEP. Y no podía ser de otra manera considerando que era un asunto que atravesaba la vida diaria de todo el país. La fecha fue escogida evidentemente recordando el paro que se había realizado dos años antes y que significó el inicio de la retirada de Morales Bermúdez, ya que resultó tan contundente que un mes después se anunció la convocatoria a la Asamblea Constituyente y el anuncio que después de elaborada la nueva constitución se realizarían las elecciones generales.
 
El mes de agosto no se diferenció en mucho de los dos anteriores. Las movilizaciones continuaron en todo el país. Se comenzaron a producir tomas de locales escolares en varias ciudades. Se conoce que representantes de treinta Órdenes Religiosas que trabajan en el sector educativo se han dirigido al Cardenal indicando que están dispuestos a cerrar sus colegios si el gobierno se niega a dialogar en busca de una solución para el magisterio, mientras que profesores de colegios religiosos realizan un paro de 48 horas en solidaridad con sus colegas.  En las últimas semanas de agosto, la CGTP y otras dos centrales sindicales realizaron un mitin violentamente reprimido por la policía. Poco después, la Federación de Empleados bancarios realiza un paro de 24 horas en apoyo al SUTEP.
 
Por otro lado, en una confluencia nunca vista, dirigentes de distintas centrales y federaciones sindicales y campesinas, así como gremios de periodistas firman un memorial planteándole al gobierno que dialogue con el SUTEP y solucione el problema magisterial, documento que cuenta también con la firma de dirigentes de Acción Popular,  el Partido Popular Cristiano, el Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular, FOCEP, el Partido Socialista Revolucionario, el Partido Comunista Peruano, la Unidad Democrática Popular, del Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos, FENATRACA, el Partido Demócrata Cristiano y el Partido Revolucionario de los Trabajadores. El documento es entregado en palacio de Gobierno por dirigentes del PPC, el PCP y FOCEP.
 
UNIÓN PARA APOYAR A LOS MAESTROS
 
A finales de agosto hubo una reunión de varios partidos de izquierda en el estudio de abogado de Genaro Ledesma para analizar formas de apoyar la lucha del SUTEP. La oficina  estaba dentro del Hostal Richmond, construcción afrancesada en el centro de Lima que ya había iniciado su decadencia. Cincuenta años atrás en ese local funcionaba el Palais Concert, una enorme cafetería o confitería donde se reunían jóvenes intelectuales de la época como Abraham Valdelomar, José Carlos Mariátegui, César Vallejo, Federico More, Luis Alberto Sánchez y Percy Gibson. Ledesma el año anterior en su calidad del presidente del FOCEP, había encabezado una lista a la Asamblea Constituyente que alcanzó el tercer lugar con un sorpresivo 11% de los votos. Se acordó organizar una huelga de hambre de dirigentes políticos en apoyo al SUTEP la misma que se iniciaría pocos días después en la antigua Casona de San Marcos situada en el Parque Universitario.
 
Al momento de definir quiénes participarían de la huelga de hambre, Ledesma manifestó que sería acompañado de algunos otros dirigentes de su partido. En representación del Partido Socialista Revolucionario asistió a la reunión Manuel Benza Pflücker, Manano, quien anunció que sería parte de los huelguistas junto con Antonio Meza Cuadra, secretario general del PSR, y el reconocido periodista y analista político Francisco Moncloa, más conocido como Paco, aunque después comentaría que no había tenido en cuenta que éste ya había cumplido 60 años y además estaba disminuido físicamente dado que unos años antes había perdido el brazo derecho en la rotativa del diario Expreso. Otros dirigentes fueron señalando quiénes serían los que participarían por sus respectivas organizaciones. Se tomaron todas las preocupaciones y seguridades del caso para asegurar que la policía no frustrara esa acción y se fijó el día y hora que todos ingresarían sorpresivamente a la Casona.
 
Cuando Benza informó en nuestra Comisión Política sobre el compromiso asumido, indicó que no había tenido tiempo para consultar a nadie y señaló que su palabra sólo lo comprometía a él y que Antonio Meza Cuadra y Paco Moncloa podían declinar su participación. Ambos sin embargo optaron por acompañarlo. Aunque en esos momentos no lo sabía, Manano sería el primer huelguista evacuado en estado de inconciencia con grave riesgo para su salud. Sin embargo, porque lo conozco y lo traté mucho entre 1960 y 1990 estoy seguro que aun sabiéndolo, igual Manano hubiese participado en esa huelga de hambre.
 
Después de cumplirse 90 días de la huelga magisterial, el 3 de setiembre en la tarde una treintena de dirigentes políticos, incluidos nueve ex constituyentes, ingresaron a la Casona. A Ledesma lo acompañaba otro ex constituyente del FOCEP César Mateu Moya. También entraron el ex constituyente Jorge del Prado y Guillermo Herrera Montesinos y Carlos Bonino del Partido Comunista Peruano. Como he indicado Meza Cuadra, ex constituyente, Moncloa y Benza del PSR. Javier Diez Canseco y Víctor Cuadros, ex constituyentes también, y Agustín Haya de la Torre, Manuel Dammert, Julio Rojas y Luis Benitez, integrantes de distintos partidos que integraban la Unidad Democrático Popular, UDP. También los ex constituyentes Róger Cáceres del FENATRACA, Magda Benavides del Partido Obrero Marxista Revolucionario y Enrique Fernández Chacón del Partido Socialista de los Trabajadores, así como Hipólito Enríquez del Partido Revolucionario de los Trabajadores, Eduardo Figari de Vanguardia Revolucionaria –Proletario Comunista, Miguel Rincón del  Partido Comunista  - Mayoría Francisco Carpio de un MIR que en esa época integraba el FOCEP y Delfina Paredes, del Partido Vanguardia Revolucionaria, así como algunos otros dirigentes. Además se habían sumado tres representantes de los padres de familia de las escuelas en huelga, todos ellos vinculados al Partido Comunista del Perú – Patria Roja.
 
El objetivo de llamar la atención sobre la sacrificada situación de los profesores en el Perú se cumplió con creces con esta acción. Pero lo que nadie imaginaba era que sería el punto de partida de numerosas huelgas de hambre que se desarrollarían a partir de esa acción en todo el país. Todo ello es para escribir otra crónica…

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