Hace 35 años a la una de la mañana del 5 de marzo de 1989, nos encontrábamos acomodados en nuestros asientos en el vuelo de ALITALIA que nos trasladaría de Milán a Lima. Nos espera un día largo le dije a Ana María, mi esposa, considerando que por la diferencia horaria después de quince horas de vuelo aterrizaríamos cuando en la capital peruana fueran recién las diez y media de la mañana. Día largo e intenso, añadí.
Estábamos agotados pero felices, ya que el retraso de 24 horas del
vuelo nos había permitido caminar despreocupadamente -pese al frio invernal- por
esa hermosa ciudad italiana, alojados y alimentados en un elegantísimo hotel
por cuenta de esa compañía de aviación (Ver crónica "Segunda visita involuntaria a Milán” del 19 de septiembre de 2014). También ALITALIA nos informó que podríamos hacer dos llamadas telefónicas
al Perú, una para la familia y otra para la oficina. Por lo que nuestros hijos
estaban enterados que llegaríamos un día después de lo previsto. Y los
dirigentes del Partido Socialista Revolucionario, PSR, del cual yo era
secretario general, sabrían que podían contar conmigo desde el mediodía del
domingo.
Después de un mes nos encontraríamos con nuestros familiares,
especialmente con nuestros tres hijos que durante nuestro viaje habían quedado
en la casa de los padres de Ana María, y celebraríamos los 95 años de la abuela
de mi esposa. Aunque, a pesar de ser domingo, yo tendría una extensa reunión con
los sectores de Izquierda Unida que cuestionábamos a la directiva que había
surgido al culminar el Primer Congreso Nacional de IU el 23 de enero anterior. Minutos
después, cuando el enorme avión se elevó, comentamos que felizmente podríamos
estirar las piernas en el aeropuerto venezolano de Maiquetía.
VIMOS EL “CARACAZO” DESDE LAS VENTANILLAS DEL AVIÓN
Pero al aterrizar en Caracas diez horas más tarde, nos indicaron que
los pasajeros en tránsito no debíamos bajar por disposición de las autoridades venezolanas.
Todavía no se había normalizado las actividades en esa ciudad y desde las
ventanillas del avión vimos la presencia militar en el aeropuerto. Desde el 27
de febrero se habían realizado multitudinarias protestas contra el gobierno de
Carlos Andrés Pérez con destrozos y saqueos en supermercados y comercios,
respondidas con una violenta represión de las fuerzas del orden contra los
manifestantes. Si bien los dos primeros días fueron los de mayor violencia, en los
días siguientes la situación siguió muy tensa y con movilizaciones. Esa fue
justamente la razón por la que nuestro vuelo había sido retrasado por 24 horas.
Este episodio de violencia en la vida política venezolana es conocido como el “caracazo”
y fue una explosión popular por la grave crisis económica y la escasez de
alimentos. Fue tan fuerte la represión que el gobierno reconoció que fueron 276
los fallecidos, aunque algunos sectores oficiales aceptaron que fueron más de
300. Pero organizaciones no gubernamentales hablaron de dos mil y hasta tres
mil muertos.
En los primeros días de febrero, el socialdemócrata Carlos Andrés Pérez
-que ya había sido presidente entre 1974 y 1979- inició el séptimo gobierno consecutivamente
elegido desde la restauración de la democracia en 1959. Cinco periodos de
Acción Democrática, el partido de Pérez, y dos del COPEI, el partido social
cristiano de Venezuela, podían dar la impresión de un sólido régimen político
basado en el bipartidismo. Sin embargo, menos de dos semanas después de
iniciado su gobierno y ante la crisis económica con tendencia a crecer, el
presidente declaró que iba a realizar una política de “shock”, aparentemente
exigida por el Fondo Monetario Internacional. Anunció todo un “paquetazo”
neoliberal: fuertes aumentos de precios de productos y servicios de primera
necesidad, privatizaciones de empresas públicas, recortes de programas de ayuda
social, eliminación del control de cambios, liberalización del comercio, etc. El
“caracazo" fue la respuesta indignada de los sectores populares unos días
después, al comprobar que sus ingresos disminuían y se elevaba el costo de la
canasta básica familiar, además de la escasez de productos causado por las compras
desmedidas inmediatamente después del anuncio presidencial. Ese gobierno de
Pérez fue también el fin del bipartidismo en Venezuela.
RUMBO A UNA REUNIÓN POLÍTICA UNA HORA DESPUÉS DE ATERRIZAR
Regresemos a la mañana del 5 de marzo. Mis hijos y mi suegro nos esperaban
en el aeropuerto y nos dirigimos a su casa en el cercano distrito de Bellavista
en el Callao. Allí recibimos la triste noticia que la abuelita había fallecido
dos semanas antes. Ana María muy impactada por la noticia quedó allí, mientras
yo me cambiaba a ropa más acorde con el verano peruano. Afuera de la casa me esperaba
un auto de un compañero del PSR que me llevaría a una reunión en Pachacamac, en
las afueras de Lima.
Cinco semanas antes, al terminar el I Congreso de IU se había producido
su ruptura. Como lo he señalado anteriormente, después de pensar que ganando la votación sobre las tesis políticas -que compartíamos con la mayoría de
los partidos integrantes de IU y la mayor parte de los militantes
independientes- se daban las condiciones para que se retiraran los sectores que
calificábamos de ultraizquierdistas. Para nosotros la línea democrática y
popular había derrotado a las posiciones vanguardistas y militaristas. Estábamos
seguros de que si se ganaban las elecciones de abril de 1990, logrando la presidencia
para Alfonso Barrantes, sería prácticamente imposible gobernar subsistiendo
dentro de IU posiciones tan disímiles.
Sin embargo, fue difícil
encontrar salidas que expresaran orgánicamente lo aprobado por el congreso. Y
después de horas de buscarlas, por iniciativa del Partido Comunista Peruano,
PCP, se había llegado a un acuerdo -que no alcanzó consenso- que dejaba de lado
el voto secreto para elegir a los miembros del nuevo Comité Directivo Nacional
de IU que acompañarían a los secretarios generales -miembros natos del CDN- de
los siete partidos de IU que además integrarían su presidencia colegiada. Pero,
más grave aún, se creaba un secretariado permanente del CDN en que se dejaba de
lado a tres partidos y en donde tendrían mayoría quienes habían sido minoría en
las tesis políticas (Ver crónica “Cuando la unidad no fue posible”
del 29 de enero de 2019).
Manuel Dammert, secretario
general del Partido Comunista Revolucionario, PCR, y yo a nombre del PSR habíamos
comunicado que podríamos asistir a sesiones de la Presidencia Colegiada de IU, pero
no a instancias en que participaran miembros “cuya representatividad
desconocemos”. Por tanto, no asistimos a la instalación del CDN de IU el 30 de
enero ni cuando se decidió la legitimidad de todos sus integrantes, incluidos los
elegidos a mano alzada. Teníamos claro que esa instancia colegiada nunca se
reuniría y, efectivamente, nunca se convocó.
POSICIONES DE AMBOS
SECTORES PERMANECÍAN INAMOVIBLES
Camino a la reunión, fui informado de los últimos acontecimientos con
relación a la crisis de la izquierda. En realidad, luego de un mes, no había
cambios significativos. Nosotros considerábamos que la forma de elegir la
dirección del CDN invalidaba cualquier decisión que tomara y el otro sector
señalaba que bastaba con que Dammert y yo nos incorporáramos para
que todo quedara solucionado. A lo largo del mes de febrero se habían producido
declaraciones de dirigentes de organizaciones de base, parlamentarios o grupos
de personalidades apoyando una u otra posición.
Ya en Pachacamac, pude conversar con los compañeros dirigentes del PSR, del PCR, de la Convergencia Socialista y del
sector escindido del Partido
Unificado Mariateguista, PUM, que encabezaba Carlos Tapia. Todas estas fuerzas cuando
actuábamos conjuntamente nos denominábamos Acuerdo Socialista. Se tenía claro
que la situación era irreversible. Los sectores ultraizquierdistas impedirían que
otros integrantes del CDN, particularmente Jorge del Prado, secretario general
del PCP, tratase de acercarse a Barrantes para buscar alguna salida a lo que él
consideraba sólo un impasse.
DIFICULTADES EN LAS RELACIONES CON BARRANTES
Comprobé que subsistía un problema que veníamos afrontando desde meses
antes del congreso. Si bien para los analistas políticos éramos los “barrantistas”
y lo éramos también para la mayoría del CDN que desconocíamos, así como para muchos
de los militantes de base que por eso mismo nos apoyaban, pero aparentemente no
éramos “barrantistas” para… Barrantes. Hablar, coordinar, tomar decisiones con Alfonso
en algunas oportunidades era complicado.
Nuestras posiciones en el congreso nacional reflejaban la coincidencia
que teníamos con lo que pensaba y planteaba públicamente Alfonso. Sin embargo,
como no asistió al evento, cuando fue requerido por la prensa para saber si
apoyaba a nuestro sector, incluyendo el no reconocimiento a todos los integrantes
del CDN, sus respuestas resultaban ambiguas.
De hecho en esas semanas e incluso en los meses siguientes habría
ambigüedad tanto en opiniones de Barrantes como en las de Del Prado. Alfonso
era tajante para señalar que en IU no deberían existir sectores ultraizquierdistas
o “militaristas” pero no avalaba expresamente a quienes habíamos defendido esas
mismas posiciones, mientras que Del Prado hablaba de problemas organizativos
menores, que podrían fácilmente solucionarse.
LA CONVOCATORIA DEL “ENCUENTRO POPULAR CON BARRANTES”
En todo caso desde varios días antes no aparecían declaraciones de Barrantes
en los diarios. En la reunión de Pachacamac se analizó la situación
considerando que debía hacerse una demostración de identificación de Barrantes
con nuestras posiciones. No recuerdo muchos detalles de la reunión, salvo que
de allí salió la decisión de organizar un acto de masas seis días después. Convocado
por el Acuerdo Socialista, se denominaría “Encuentro Popular con Barrantes” y estaba
sobrentendido que era una convocatoria para la proclamación de su candidatura presidencial.
Sería una respuesta al mitin que tres días antes había realizado el CDN de IU en
la Plaza San Martín donde se incluyó una invitación a que nos sumáramos quienes
discrepábamos de la forma en que se resolvió la conducción futura del frente.
No hubo muchas dificultades para elegir el lugar de la concentración. Resultaba
riesgoso optar por una plaza pública, considerando el desgaste político,
económico y orgánico de la militancia en los últimos meses, pero evidentemente resultaba
ridículo hacer una reunión en un teatro o en un auditorio. Se encontró una
solución intermedia: la Plaza de Acho, cuyo aforo normal es de cerca de 15 mil asistentes.
Si bien se trataba de un coliseo de toros, en algunas oportunidades había
servido también para masivas reuniones políticas.
Quedamos varios dirigentes encargados de coordinar las tareas
organizativas. En primer lugar, hubo un problema no menor: comprometer la
asistencia de Alfonso…
BARRANTES: VÍA DEMOCRÁTICA Y VÍA INSURRECCIONAL SON INCOMPATIBLES
Sabíamos que Alfonso se encontraba en México asistiendo a un seminario y
que regresaría en un par de días. Esperando confirmar su llegada, el 8 de marzo
se conoció en el Perú una entrevista de Barrantes al semanario mexicano “Excelsior”.
En ellas planteaba que era necesario definir la necesidad de romper con los
sectores “militaristas”. Alfonso declaró: “De llegar al gobierno el frente
formado exclusivamente por partidos de izquierda sería un peligro. Eso ocurrió
en Chile con Allende. No es factible un gobierno con partidos de izquierda
donde dos de ellos consideran posible el uso de la vía armada. Por eso antes
las elecciones debe precisarse bien qué tipo de gobierno se plantea hacer y no
hablar de edificar la sociedad socialista, pues eso es un absurdo. Por eso
requerimos formar un frente de partidos más amplio que Izquierda Unida”.
También desde ese país, Barrantes indicó que había tratado las
discrepancias con discreción, pero que era momento de decir las cosas con
claridad por lo que en una última presentación en la televisión peruana había
dicho “…que no podía ser candidato de una IU donde estuvieran los partidos PUM
y UNIR por razones de incompatibilidad ideológica. Ellos no se sentirían
representados por mí y yo no lo representaría en la forma que ellos quisieran. De
forma que si en la IU hubiera una votación y dijeran por mayoría candidato Barrantes
yo diría ¿para qué si no nos tenemos confianza, entonces mantengamos relaciones
humanas dados los varios años que hemos trabajado juntos. La práctica concreta
va a llevar a darse cuenta de que no es posible esta convivencia…”. Fue rotundo
al afirmar que “en determinado tiempo se hizo de la unidad un fetiche pero
la realidad demuestra que la vía democrática y la vía insurreccional son incompatibles”.
Si bien con sus declaraciones Alfonso había sido muy tajante planteando posiciones
que compartíamos, lo que definió su aceptación para estar en el mitin de la Plaza
de Acho fueron las declaraciones de distintos dirigentes de IU cuestionándolas.
Recién pude hablar con él a las diez de la noche del viernes y estuve seguro de
que estaría al día siguiente en la concentración. Vivíamos ambos en la Urbanización La Capullana
a unos cuatrocientos metros de distancia y quizás por eso fueron muchas las
ocasiones que estuve en su casa y algunas él en la mía. Incluso fui testigo de
la construcción de su segundo piso (Ver
crónica "Vicisitudes de la casa de Barrantes” del 30 de julio de 2020).
REENCUENTRO POPULAR EN LA PLAZA DE ACHO
Alrededor de las cuatro de la tarde del sábado 11 se dio inicio al mitin.
Si bien asistimos los dirigentes y militantes de los partidos y movimientos
integrantes del Acuerdo Socialista, ninguno estuvo previsto como orador. El
escenario, el sol de finales del verano, la asistencia de varias madres de
familia acompañadas de sus hijos, las canciones que se escuchaban por los parlantes,
dieron una imagen especial a la concentración. Parecía una fiesta popular.
Justamente la única que habló antes de Barrantes fue una dirigente del
vaso de leche que lo saludó a nombre de todas las madres de familia presentes. Alfonso
habló con alguna ambigüedad al señalar que su propósito era seguir
fortaleciendo la unidad de IU acusando a la derecha y a los infantilismos
irresponsables como los interesados en romper la unidad, Pero al mismo tiempo subrayó
que respetaba los acuerdos democráticamente tomados en el congreso de IU y que “hubiera
querido que todos los acuerdos se hubiesen tomado democráticamente”. Remarcó
que los objetivos y metas del vanguardismo militarista eran opuestos y ajenos a
los fines y objetivos de IU y precisó que la creación del Acuerdo Socialista
había sido para fortalecer a IU en democracia.
Las palabras de Barrantes fueron aplaudidas entusiastamente por los
asistentes que colmaron el coso taurino. Los gritos de “Barrantes presidente”
resonaron junto con los aplausos en muchos momentos de su intervención. Cuando
terminó su discurso, el líder izquierdista se confundió con abrazos con muchos de
los asistentes a la concentración.
Terminada la reunión nos dirigimos al local del PSR en el Parque de la Reserva
y varios dirigentes del Acuerdo Socialista hicimos un recuento preliminar. Por un
lado, era la primera vez que Alfonso hablaba en un mitin no convocado por IU, había
condenado las posiciones vanguardistas y había apoyado sólo los acuerdos del
congreso “democráticamente tomados”. Por otro lado, era evidente que Barrantes mantenía
la esperanza que en la dirigencia que cuestionamos pudiese producirse un
rompimiento para sumarse a su planteamientos de buscarle viabilidad a un
eventual gobierno suyo. Estaba yo seguro que pensaba en la posibilidad de
acercar posiciones con Del Prado. Recordé claramente una conversación con Barrantes
casi un año y medio antes (Ver
crónica “Con Barrantes en Moscú” del 20 de enero de 2017). En esa oportunidad -cuando las encuestas lo
ponían en posición privilegiada para las elecciones de 1990- entendí que la alianza con el PCP era para él muy
importante. Pero no imaginaba al PCP en un rol decisivo en la conducción del
gobierno, sino ejerciendo su influencia en la Confederación General de
Trabajadores del Perú, CGTP, para contar con el apoyo de los sectores populares
organizados.
NO FUE UN DÍA SINO UNA SEMANA LARGA E INTENSA
Cuando llegué a mi casa
bastante cansado recordé lo
dicho a mi esposa al acomodarnos en nuestros asientos para volar de Milán a Lima:
“Nos espera un día largo” y sonriendo le dije: “Debí decir que nos esperaba una
semana larga”.
Había sido una semana intensa. Eran muchas las tareas derivadas de mi responsabilidad partidaria. Pero además me tocó retomar mis labores de editor del “Resumen Semanal” de DESCO, la ONG donde trabajaba. También el traslado de mis hijos desde el Callao hasta mi casa en Surco y comenzar a ver las matrículas de los tres en sus colegios. Además ir por nuestro veterano Volkswagen que dejamos para que lo pintaran y que al recogerlo hubo que hacerle algunas pequeñas reparaciones. Saludar a mi madre y a mis hermanas. Agradecí que desde diciembre del año anterior teníamos por fin teléfono en la casa lo que me facilitaba varias tareas (Ver crónica “Quince años esperando teléfono” del 19 de noviembre de 2015). Todo esto mientras teníamos que hacer cálculos varios para que nuestros sueldos cubrieran los gastos en medio de una descomunal inflación.
Por fin se acabó esta semana larga e intensa, me dije antes de quedarme
dormido.
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