El primero de enero de 1984, hace ya cuarenta años, se instaló el Concejo Provincial de Lima que encabezaba como alcalde Alfonso Barrantes Lingán, presidente de Izquierda Unida, IU, que había ganado ampliamente las elecciones municipales realizadas en noviembre de 1983.
La posibilidad que un hombre de izquierda presidiera
la más significativa provincia del país estaba muy lejos de ser imaginada tres
años y medio antes, cuando se realizaron las elecciones presidenciales del 18
de mayo de 1980 y ninguno de los cinco o seis candidatos presidenciales de
izquierda logró alcanzar el 3,1% de los votos, después de que fracasaron
intentos de formar alianzas electorales amplias para reducir candidaturas considerando
que se disputaban el mismo espacio político.
DIALOGAR FUE UNA TAREA
CONSTANTE
Como he contado en otra oportunidad me sentía muy
satisfecho cuando concurrí a la ceremonia de instalación. Había participado en
las conversaciones que dieron origen a IU y mi firma a nombre del Partido
Socialista Revolucionario, PSR, aparecía en la declaración de constitución de ese
frente. Si bien la fundación de IU fue el 13 de septiembre de 1980, una muy
amplia reunión de partidos de izquierda se había realizado unos cien días antes,
en los primeros días de junio, a la que siguieron muchas otras que se acrecentaron
en agosto, iniciado ya el gobierno de Fernando Belaunde Terry. Las
conversaciones bilaterales o multilaterales con los distintos partidos se habían
iniciado incluso un par de días después de conocerse los resultados electorales.
En varias de esas reuniones participó el secretario general del PSR Antonio Meza
Cuadra, diputado electo en esos momentos, en algunas Manuel Benza Pflücker -quien sería diputado cinco años después- y prácticamente en todas las
conversaciones yo.
En el PSR se me consideraba como uno de los dirigentes
con mayor experiencia en el trato con otros partidos políticos. Ya había ocurrido
con ocasión de las elecciones de la asamblea constituyente que se realizaron el
18 de junio de 1978. En las reuniones con otras fuerzas en las semanas previas
a esas elecciones -en pleno estado de emergencia con suspensión de garantías
constitucionales- participé acompañado del general Arturo Valdés Palacio cuya
deportación públicamente había anunciado el gobierno del general Morales Bermúdez.
Evidentemente esas reuniones fueron clandestinas, Arturo estaba tan bien
caracterizado que aparentaba la mitad de su edad e incluso quienes eran sus
amigos no lo reconocían. Y como se trataba de buscar una postura común frente al
gobierno, las conversaciones no sólo fueron con partidos de izquierda sino también
con el Partido Aprista Peruano y con la Democracia Cristiana (Ver crónica “Citas clandestinas acompañado de un desconocido” del 27 de diciembre de 2013).
Recordando esos años, el ex senador y ex secretario
general del PSR Enrique Bernales Ballesteros diría en 2012, refiriéndose a mi manejo
en las relaciones con otros partidos: “Con esa discreción y prudencia que han sido sus armas de sabiduría,
Alfredo se trasladaba a los lugares más recónditos. Escuchaba con paciencia los
discursos más ultras con que a veces sus palabras de entendimiento y consenso
eran recibidas. Pero cuando volvía siempre había conseguido algo, aunque ese
algo fuese que la puerta todavía estaba abierta…”
Regreso a la instalación del gobierno municipal encabezado
por Barrantes. Terminada la ceremonia, intercambié saludos con varios
dirigentes de los partidos integrantes de IU y con alguno de ellos recordamos
cómo habían sido los inicios del frente izquierdista (Ver crónica "Necesidad de unidad venció a la desconfianza” del 26 de mayo de 2017).
DIALOGAR PARA SUPERAR
LOS PROBLEMAS
A mediados de 1980, una reunión con organizaciones de
izquierda suponía varios problemas que trataré de enumerar. Para comenzar había
dos importantes partidos comunistas totalmente enfrentados desde más de una
década y media. Uno era el PC Peruano y el otro el PC del Perú, y aunque este
último añadía a sus siglas la denominación Patria Roja, seguían siendo dos
partidos con la misma historia desde su constitución en 1928 hasta 1964 en que
repercutió en el Perú la ruptura entre el Partido Comunista de la Unión
Soviética, PCUS, y el Partido Comunista Chino. Ambos, por cierto, evitaban coincidir con el otro en
algún acto público y celebraban el mismo día -7 de octubre- su aniversario de
fundación.
En segundo lugar, varios de los partidos calificaban al Partido
Comunista Peruano, PCP, como revisionista y asumían ser consecuentemente
verdaderos partidos marxista leninistas.
En tercer lugar, estaba finalizando el gobierno militar varias
de cuyas reformas en su primera fase -que encabezó el general Juan Velasco
Alvarado- fueron apoyadas por el PCP y reivindicadas por el PSR al momento de
fundarse en noviembre de 1976, mientras que los otros partidos incluyendo los
de la llamada “nueva izquierda” eran opositores al conjunto del régimen militar,
primera y segunda fase.
En cuarto lugar, el bloque trotskista que inicialmente participó
en
las conversaciones que dieron origen a IU señalaron que buscaban un frente “sin
patrones ni generales” en alusión algunos partidos como el encabezado por Gustavo
Mohme, importante socio del diario La República y claramente refiriéndose
al PSR, pese a la dura represión que los generales de nuestro partido habían
sufrido de parte del gobierno de Morales Bermúdez.
En quinto lugar, entre los partidos que habían nacido en los
últimos diez o quince años se habían producido varios procesos de ruptura. Algunos
se habían desprendido de Vanguardia Revolucionaria, hasta el punto de que en
las elecciones de 1980 participaron candidatos parlamentarios de VR en por lo
menos tres candidaturas presidenciales (VR, VR -PC, PVR). También hubo
participación en por lo menos tres candidaturas presidenciales de agrupaciones
que se asumían continuadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, MIR, que
había participado en las guerrillas en 1965. Incluso apoyando una de esas
candidaturas coincidían por lo menos cinco movimiento que se asumían como
continuación del MIR.
A LA LARGA O A LA CORTA, DIALOGAR
ES SIEMPRE IMPORTANTE
Alrededor de las ocho de la noche de ese Año Nuevo, en
que Lima iniciaba la experiencia de tener un alcalde socialista, regresaba por
la carretera Central a mi casa en nuestro Volkswagen. Viajaba con Ana María, mi
esposa, y mis tres hijos después de visitar a mi madre que vivía en El Cuadro,
condominio situado en Chaclacayo al borde de esa carretera. Cuando pasé a la altura del kilómetro 16, ya
en el distrito de Ate, noté algunas banderolas alusivas al reclamo de viviendas.
Recordé que por la zona se habían producido el último año movilizaciones e
invasiones. También que en el plan de gobierno de IU para Lima se planteaba
abordar el problema de la vivienda popular. Lo que no podía imaginar es que antes
de siete meses, miles de familias ocuparían pacíficamente las tierras de
Huaycán, como concreción de un proyecto de viviendas auspiciado por la municipalidad
de Lima. Dos o tres años después quedaría convertido en Comunidad Urbana
Autogestionaria de Huaycán, donde hoy viven más de 150 mil personas (Ver crónica "Se protesta, pero se gobierna” del 31 de marzo
de 2023).
Cuarenta años después encuentro total relación en los dos hechos que
recuerdo. La concreción de IU como
alternativa de gobierno en Lima se inició con el diálogo. El proyecto
urbanístico de Huaycán fue también producto del diálogo.
En 1980, en las seis o siete semanas en que se gestó IU pasé muchas horas dialogando. Hubo múltiples reuniones que comenzaban a las seis o siete de la tarde y se prolongaban hasta la madrugada siguiente. Y algunas veces se retomaban horas después. Quizás en algunas sesiones me dediqué solo escuchar. A veces es más importante escuchar que decir. Conociendo el enfoque de otros se puede pensar en el punto de encuentro de posiciones. En todo caso, la fundación de IU fue un esfuerzo colectivo de diálogo a partir del interés común: ser alternativa de gobierno. El triunfo de Barrantes en las elecciones de noviembre de 1983 fue una demostración que el diálogo había triunfado.
En mayo de 1984 cuando la municipalidad de Lima estableció el proyecto especial de habilitación urbana de Huaycán, encargando su secretaría ejecutiva al arquitecto Eduardo Figari Gold, integrante del comité directivo nacional de IU al momento de su fundación. Durante unos sesenta días se realizó un constante intercambio entre los técnicos y los representantes de las organizaciones populares empadronadas para el proyecto de vivienda. Se plantearon propuestas, se recibieron aportes de la población, se discutió, se reformuló los distintos planes siempre con la participación de Figari y su equipo y los dirigentes vecinales.
A mediados de julio se realizó con presencia de Barrantes la última reunión de coordinación. Quedaron establecidas las ubicaciones de cada una de las agrupaciones vecinales y hubo el compromiso de todas de respetarlas. El día que finalmente cada grupo de pobladores ingresó a su respectivo sitio no hubo ningún problema. El diálogo entre los responsables municipales del proyecto y los dirigentes vecinales había garantizado cumplir con los objetivos sin problemas. Una vez más, el diálogo había triunfado.
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