miércoles, 29 de noviembre de 2023

CORNEJO CHÁVEZ (1959-1994)

Este 15 de noviembre he recordado -como en otros años- a Héctor Cornejo Chávez líder de la Democracia Cristiana en el Perú quien fue candidato a la presidencia de la república en 1962. Nacido en Arequipa en 1918 es considerado por muchos como el más brillante parlamentario que tuvo el país. Fue elegido diputado por su tierra en 1956, senador por Lima en 1963 y constituyente en 1978.

Buscando en mis recuerdos encuentro el 15 de noviembre de 1959 como la fecha que por primera vez sentí que el entonces brillante diputado podría ser candidato presidencial. Ocurrió en una amplia sala de conferencias en el último piso del Hotel Maury a menos de cien metros de la Plaza de Armas -hoy Plaza Mayor- de Lima. Allí mismo se había realizado tres semanas antes las sesiones del Quinto Congreso Internacional de la Democracia Cristiana y el entonces diputado Jorge Bolaños, presidente de su comisión organizadora, había conseguido que le prestaran ese local para realizar posteriormente una reunión. Fue un domingo entre las 9 de la mañana y una y media de la tarde para un amplio intercambio de ideas entre militantes DC jóvenes que habíamos participado en tareas para la organización de ese evento y del primer congreso latinoamericano de juventudes DC. Me parece que hubo tres o cuatro exposiciones una de las cuales estuvo a cargo de Alfonso Cobián y Macchiavello, joven dirigente DC y expresidente de la federación de estudiantes de la Universidad Católica.

Doce meses después, el 30 de noviembre de 1960, Cobián de sólo 24 años fallecería en Bélgica, a donde había arribado cuarenta días antes becado para estudiar en la Universidad Católica de Lovaina, después de haberse graduado en Lima tanto en Filosofía como en Derecho en la Universidad Católica y haber ejercido la catedra por cerca de tres años en esa universidad y en San Marcos, además de colaborar en varias revistas académicas y ser admitido en la Sociedad Peruana de Filosofía. Destacadísimo intelectual, Cobián era al mismo tiempo hombre de claras posiciones políticas, capaz de sustentar sus posiciones con sencillez y hacer gala de buen humor. De hecho, al terminar esa reunión se dedicaría a imitar a varios de los dirigentes DC y a profesores de la Católica.

¡CORNEJO PRESIDENTE!

Esa mañana hubo más de tres horas de intercambio de opiniones sobre la situación política y la posición que el Partido Demócrata Cristiano, PDC, tenía al respecto. Cerca de la una de la tarde llegó para participar en el cierre de la reunión Héctor Cornejo Chávez, secretario general del PDC, quien ese día cumplía 41 años. Cornejo había tenido una brillante exposición en la clausura del mencionado congreso internacional. Y esa mañana nos planteó lo que creía se necesitaba en el Perú. Evidentemente después de sesenta y tantos años no puedo acordarme de su discurso, pero sí de como todos lo oíamos extasiados. Y terminadas sus palabras, cuando cerca de un centenar de militantes reunidos aplaudía entusiasmado, mientras se levantaba de sus asientos al haber culminado la reunión, hubo un grito de algún asistente que luego siguieron muchos más y terminamos coreando todos: ¡Cornejo presidente!

Tenía yo unos nueve meses de inscrito en el PDC (Ver crónica “Mis primeros años en política” del 21 de febrero de 2019) y ese mediodía a mis 17 años me sentí parte de ese colectivo juvenil dispuesto a embarcarse en una campaña presidencial, con un partido joven y sin recursos, con una incipiente organización y sin presencia en muchas provincias del Perú. También con dificultades para crecer, considerando que no buscaba muchos miles de adherentes entusiastas, sino quizás uno o dos millares de militantes con formación ideológica, capacidad de liderazgo en los ambientes donde vivían, trabajaban o estudiaban y con sentido de militancia orgánica y disciplinada. No nos considerábamos integrantes de ningún partido caudillista sino de una organización democrática. De hecho, no había jefaturas vitalicias o presidencias reiteradamente reelegidas. En menos de cuatro años de fundado, el partido había ya tenido dos presidentes y hasta 1971 -año en que renuncié al PDC- hubo siete presidentes distintos.

El grupo parlamentario DC -integrado por cuatro senadores y 13 diputados- cumplido ya la mitad de su mandato que había destacado inicialmente por su fuerte enjuiciamiento a la dictadura de Manuel A. Odría y posteriormente como severo crítico del gobierno derechista de Manuel Prado, se estaba destacando también por su dura crítica a las políticas liberales de Pedro Beltrán, primer ministro desde julio de ese año. Entre los más destacados parlamentarios se encontraban los diputados Mario Alzamora Valdez, Roberto Ramírez del Villar, Javier de Belaunde, José Barreda Moller y Jaime Rey de Castro y los senadores Mario Polar Ugarteche y Juan Chávez Molina. Pero claramente era Cornejo Chávez el más destacado, como varios de los que asistimos a esa reunión en el Maury lo habíamos comentado tres meses antes mientras buscábamos algún alimento en la madrugada para reponernos de las largas jornadas escuchando las intervenciones de nuestros camaradas en el hemiciclo del congreso cuando Beltrán había sustentado el plan de trabajo de su gabinete (Ver crónica “Comida y café baratos a finales de los 50” del 22 de agosto de 2014).

SE INICIAN LAS TENDENCIAS DENTRO DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA

En esa época, además del liderazgo que tenían los mencionados parlamentarios existía también en el partido otras figuras bastante importantes como Javier Correa Elías, presidente del PDC, y Luis Bedoya Reyes quien había sido el anterior secretario general y era en esos momentos secretario de Política del partido. No había mayores diferencias entre los dirigentes. Pero en los siguientes quince meses se comenzaron a desarrollar dos corrientes. Por un lado, quienes querían que el PDC tuviera su propio candidato presidencial en las elecciones generales de junio de 1962, como forma de “hacer partido” y ganarse un espacio más amplio en la política peruana y, por otro lado, quiénes consideraban que el PDC debía mantener su característica de competente equipo parlamentario recurriendo a una alianza para esas elecciones. Por esa época alguien fundamentó esta posición afirmando que la Democracia Cristiana debía ser el 2% que todo 49 necesita para ser mayoría. En el trascurso de las reuniones partidarias nacionales, departamentales y provinciales, e incluso algunas distritales, realizadas en esos años, se comenzaba a identificar la primera corriente como de centro izquierda y la otra como de centro derecha.

No fue la siguiente Asamblea Nacional realizada en Trujillo en marzo de 1960 y que eligió al senador Ismael Bielich como presidente, sino la subsiguiente reunida en Lima en marzo de 1961, cuando se eligió como presidente a Cornejo Chávez, que se aprobó que el PDC tuviera candidato presidencial y para definirlo se convocó a una Asamblea Nacional Extraordinaria dos meses después. En esa ocasión se eligió la fórmula encabezada justamente por Cornejo Chávez como candidato a la presidencia, el diputado por Cajamarca Alzamora Valdez a la primera vicepresidencia y el dirigente partidario de Huánuco Rafael Cubas Vinatea a la segunda vicepresidencia. Como ya he señalado en otras crónicas el resultado en las elecciones generales del 10 de junio de 1962 fue totalmente adverso y no se alcanzó ni el 3% de los votos válidos.

El fracaso electoral generó mayores discrepancias internas. La prensa hablaba de “cornejistas” y “anticornejistas”. La dinámica partidaria interna era muy tensa y todos coincidieron que la pugna de posiciones podía hacer mucho daño a todo el partido, por lo que a fines de 1962 se buscó a Javier Correa Elías en quien todos confiaban para que volviera a presidir el partido, encabezando una directiva que integrara militantes que representaran a las distintas posiciones partidarias. Habiéndose producido un golpe militar el 18 de julio, se había convocado nuevas elecciones para el 9 de junio de 1963 y la gestión de Correa logró concretar una alianza electoral con Acción Popular, partido jefaturado por Fernando Belaunde Terry, impulsar la campaña electoral triunfante y participar activamente en elaborar el plan de gobierno de la Alianza AP - DC. Instalado el gobierno presidido por Belaunde, el PDC tuvo a su cargo dos ministerios uno de ellos el de Justicia cuyo primer titular fue Bedoya Reyes que claramente destacó entre los componentes del gabinete a tal punto que el propio Belaunde le planteó  al PDC que fuera el candidato a la alcaldía de Lima. Contra todos los pronósticos, la lista de la Alianza encabezada por Bedoya ganó las elecciones municipales en diciembre de ese año. Y este líder DC se convirtió en el primer alcalde elegido de Lima después de varias décadas. En el parlamento, el PDC tenía cinco senadores, incluyendo a Cornejo Chávez, y once diputados.

CORNEJISTAS Y BEDOYISTAS

Desde 1964, las especulaciones en torno a las posiciones en disputa dentro de la democracia cristiana fueron calificadas como enfrentamiento entre “cornejistas” y "bedoyistas”. En marzo de 1965 Cornejo Chávez fue elegido presidente del PDC cuando la lista que encabezaba no tuvo competidora. El comité ejecutivo nacional, CEN, del partido era conformado por presidente, vicepresidente, secretario general, sub secretario general y cinco miembros. Pero se completaba con un delegado de las mujeres, los obreros, los empleados y la juventud elegidos dentro de una terna propuesta por cada uno de estos grupos luego de elegirlas en sus respectivos congresos nacionales. La lista de Cornejo postuló a quienes encabezaban las cuatro ternas mencionadas. Como quien encabezaba la terna de la JDC declinó, un sector importante de jóvenes presentes en el congreso le planteamos a los promotores de la lista de Cornejo que dejaran en blanco la propuesta de la JDC, pero los camaradas pusieron al segundo de la terna. La lista única encabezada por Cornejo ganó, salvo su candidato a delegado de la JDC. El elegido fui yo que figuraba como tercer integrante de la terna de la juventud.

Este dato casi anecdótico lo recuerdo para poder decir que, contrariamente a lo que se especulaba en alguna prensa, un amplio sector de la JDC tenía el mayor de los respetos a Cornejo Chávez a quien considerábamos el más destacado líder DC, pero teníamos discrepancias con quiénes planteaban respaldo incondicional a este líder, pero además se sentían intérpretes absolutos de sus posiciones.

El gran aprecio por Cornejo se debía a su notable desempeño como diputado, por la cercanía que habíamos tenido muchos de nosotros con él en la campaña electoral y por su esfuerzo en organizar bases partidarias en el mayor número de lugares posibles.  Además, por su liderazgo en el Senado para tratar de llevar adelante las medidas reformistas prometidas en la campaña electoral de Belaunde y la Alianza AP – DC. La crisis interna del PDC que culminó con la formación del Partido Popular Cristiano en diciembre de 1966, afianzó nuestra relación con Cornejo (Ver crónica Hace 50 años: fundación del PPC vista desde la otra vereda” del 16 de diciembre de 2016). En ese conflicto político la Juventud DC tuvo papel protagónico y yo era su secretario general en esos momentos. El sector de jóvenes del que formaba parte tuvo relaciones más estrechas con otros lideres DC: Correa Elías y el entonces diputado Alfredo García Llosa, quién sería presidente del partido en 1967. Pero la admiración a Cornejo Chávez hizo que muchos de nosotros inconscientemente imitáramos el tono de voz del líder cuando hablábamos en público. En más de una oportunidad en la campaña electoral de 1980 en medio de algún discurso en plazas públicas, me daba cuenta de que estaba usando el mismo tono de Cornejo.

LA OPCIÓN SOCIALISTA DE LOS JÓVENES

Pero mantener el estilo al hablar en público no fue lo único que me quedó de experiencia después de más de 12 años de intensa militancia en la democracia cristiana. Hubo valores democráticos y éticos que quedaron para siempre. Y por cierto que quedó la amistad con muchos de los que dejaron el partido al mismo tiempo que yo, pero también con muchos de los que se quedaron reafirmando sus posiciones. Como dije en alguna oportunidad una cosa es vivir en el pasado y otra muy distinta es olvidar nuestro pasado. Por esa razón, cuando en junio de 1971 levantando la posición de un socialismo comunitario, un importante contingente de la JDC renunciamos al partido no renunciamos a los amigos que ahí quedaban. Catorce meses después, para mi matrimonio, además de un primo hermano, tuve como testigos a cinco amigos, tres ex DC y dos DC.

Varios de los que renunciamos al PDC estuvimos entre los fundadores del Partido Socialista Revolucionario, PSR, en noviembre de 1976 (Ver crónica “Nace un nuevo partido” del 21 de noviembre de 2014).

HABLANDO CON LOS DC COMO DIRIGENTE DEL PSR

Después que en julio de 1977 el gobierno de Morales Bermúdez anunció que habría elecciones para una asamblea constituyente, en alguna oportunidad me crucé con algunos de mis antiguos camaradas haciendo indagaciones en el Jurado Nacional de Elecciones. Hubo el afecto de siempre. En junio de 1978, un par de semanas antes de las elecciones de la Asamblea Constituyente, exactamente siete años después de mi renuncia a la Democracia Cristiana, tuve una reunión clandestina con dirigentes DC en la que participó Cornejo. Fue una reunión cordial en que se pusieron sobre la mesa coincidencias y divergencias y donde nuestros interlocutores fueron muy respetuosos de nuestra calidad de perseguidos políticos (Ver crónica "Citas clandestinas acompañado de un desconocido” del 27 de diciembre de 2013). No me sentí extraño en la reunión.

Instalada ya la asamblea constituyente, el PSR, el PDC y el Partido Comunista Peruano formaron un solo grupo parlamentario y fue natural que cuando visitaba el local del congreso para algunas coordinaciones políticas me encontrara y conversara con Cornejo Chávez. Evidentemente la aceptación que militaba en un partido distinto hizo que prevaleciera -tanto en él como en varios otros antiguos camaradas- la amistad entre quienes teníamos planteamientos distintos. De hecho, cuando los primeros días de enero de 1980 asistí junto con Antonio Meza Cuadra -secretario general del PSR- a la inauguración de uno de dos congresos DC que se realizaban simultáneamente, fuimos la delegación partidaria invitada más aplaudida y en un intermedio varias decenas de antiguos camaradas se me acercaron a saludarme efusivamente. Eso y la asistencia pocos meses después al velorio del ex diputado Bolaños en el local central del PDC marcó la consolidación de una muy buena relación de respeto mutuo con dirigentes y militantes DC en mi condición de dirigente de un partido distinto.

Poco antes que culminara la asamblea constituyente a mediados de 1979, Cornejo anunció que no postularía a ningún cargo público en el futuro y que tampoco ejercería la dirigencia partidaria, aunque no renunciaba a su militancia en el PDC. Comunicó que daría a los nietos el tiempo que no había dedicado plenamente a sus hijos. Fue el inicio de su retiro de la actividad política. En los siguientes años además de la docencia universitaria y ejercicio profesional sólo en contadas ocasiones aceptó dar opinión sobre asuntos políticos. Y aunque no lo dijo, quiénes lo conocíamos de muchos años atrás, estábamos seguros de que en la tranquilidad de su casa dedicó varias horas a trabajo de ebanistería que era su forma de superar las tensiones diarias.

CÓMODO EN CASA DE CORNEJO

En su casa del jirón José María de la Jara y Ureta en Miraflores, desde los primeros años de la década del 80 acudí a saludarlo por su cumpleaños en no menos de cuatro o cinco oportunidades, incluso después de 1986 cuando ya era secretario general del PSR. Allí conversábamos militantes y ex militantes democristianos de los años 50 y 60, parlamentarios jóvenes que lo habían conocido en la constituyente como los diputados apristas Alan García y Carlos Roca y dirigentes políticos con quién tenía amistad antigua como el senador Carlos Malpica, con quien había coincidido en la Cámara de Diputados entre 1956 y 1962.

Cuando yo mismo dejé la política activa en 1991 seguía asistiendo a la conmemoración del cumpleaños de Cornejo hasta 1994 que me parece fue la última vez que su salud le permitió celebrarlo. La celebración que me quedó grabada fue la de sus 75 años en que hubo una tragedia: el repentino fallecimiento de Malpica cuando estaba retirándose después de saludar a Cornejo.

Cornejo tenía ya varios años muy enfermo cuando lo vi por última vez. Fue el 16 de julio de 2004 cuando otro ex DC, Henry Pease García, presidente del Congreso, le impuso la Medalla de Honor del Congreso de la República en el Grado de Gran Cruz. Los asistentes, entre familiares y amigos, no superaban la veintena. Entre ellos García Llosa y Cubas Vinatea los dos últimos presidentes del PDC en la década del 60, Manuel Ruiz Huidobro que se preocupó que en las reuniones por los cumpleaños de Cornejo no existiera ningún tipo de conflicto y cuatro amigos de toda la vida: Fico Velarde, Pancho Guerra García, Jaime Montoya y yo. Habíamos sido delegados de la JDC ante el CEN del PDC entre 1962 y 1969. Primero Fico, luego Pancho, después yo y finalmente Jaime. Ahí estábamos reconociendo a Cornejo cuatro décadas después.

Ocho años después, a los 93 años murió el destacado parlamentario. Una imagen que guardo de la misa de cuerpo presente ilustra el sentido de amistad: Luis Bedoya Reyes, tres meses menor que Cornejo, entró discretamente a la iglesia para despedir respetuosamente a su rival partidario, pero compañero en varios emprendimientos políticos más de 65 años atrás.

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