martes, 27 de noviembre de 2012

CAMBIÉ DE CASA EN OCTUBRE DE 1948 (1970)

Tengo buena memoria, de hecho muchos amigos recurren a mí para comprobar algún suceso del pasado. Por el año 70, luego del terremoto del 31 de mayo, estaba conversando con mis padres sobre la vieja casa del jirón Marañón en el Rímac, que se cayó en el terremoto no muy intenso que hubo en Lima el año 1966. Nosotros habíamos vivido allí hasta que nos mudamos a Pueblo Libre a inicios de 1961.


Me preguntaron si me acordaba de la casa en la que habíamos vivido anteriormente, en el jirón Virú. Los sorprendí cuando les dije que de allí nos habíamos mudado en octubre de 1948 y más cuando precisé que la mudanza había sido después del día 3 y antes del 27.

De dónde la precisión. Evidentemente a los seis años no andaba chequeando el calendario todos los días. Menos tenía una agenda para apuntar algunos incidentes importantes de mi vida. No. En realidad yo no establecí ese lapso sino muchos años después, cuando relacioné hechos de mi niñez con sucesos importantes en el país y que por tanto tenían fecha precisa.
 
Algún día de junio de 1956, cuando el Apra que estaba en la clandestinidad llega a un acuerdo secreto con Manuel Prado y decide que sus militantes voten por él para presidente de la república a cambio de la legalización del partido, hubo motivo para conversaciones sobre el inicio de esa persecución al Apra que se remontaba al 3 de octubre de 1948. Ese día hubo un intento de derrocar al gobierno de José Luis Bustamante y Rivero, un levantamiento de personal de la Armada con apoyo en distintos puntos del Callao y Lima de núcleos del partido aprista. Inmediatamente el Apra fue declarada ilegal, sus líderes perseguidos, el parlamento continuó en crisis agravada por la ausencia de los representantes apristas y tres semanas después justamente un exministro de Gobierno y Policía –hoy sería del Interior- encargado de velar por la seguridad del régimen, el general Manuel A. Odría encabezó el golpe de estado que derrocó a Bustamante el 27 de octubre.
 
UN AMIGO PIDE REFUGIO EN MI CASA
 
No entro en las interpretaciones más comunes sobre el movimiento del 3 de octubre: que fue una decisión aislada de un grupo limitado de militantes apristas liderados por oficiales de la Marina y el Ejército o que fue una decisión partidaria que en último minuto se quiso parar pero no se llegó a comunicar a todas las bases comprometidas.
 
Escuchando hablar sobre ese levantamiento es que pude poner fecha un suceso que tenía grabado en mi memoria desde años atrás. Estaba en mi casa en el Rímac, un segundo piso de la segunda cuadra del jirón Virú al mediodía, cerca de la hora de almuerzo, cuando se sintió el timbre y golpes en la puerta. Mi madre se asomó por la ventana e inmediatamente se dirigió presurosa al final de la escalera desde donde jaló el cordón que abría la puerta. Después que la puerta se cerró, subió un hombre que nunca supe si era amigo o conocido, pero que estaba muy nervioso y habló en voz baja con mi madre que lo hizo pasar a la sala. Un rato después llegó mi padre y, después que mi madre le advirtió de la situación, conversó con el hombre quien poco después nos estaba acompañando a almorzar. Algunas palabras sueltas pude escuchar: levantamiento, tiroteos en el Callao, Víctor Raúl no ordenó nada, los dirigentes dicen que no saben…
 
Aunque no estaba metido en ninguna actividad política, salvo en algunos intentos por organizar sindicalmente a los profesores de colegios particulares en la década de los treinta, mi padre había conocido a varios de los fundadores del Apra en sus años universitarios. Coincidió con Víctor Raul Haya de la Torre cuando dictaban clases en el colegio Anglo Peruano por el año 1923 o 1924. Incluso por esa época integraron el mismo jurado para tomar exámenes en un colegio de Vitarte. Pero conversando con él en la década de los cincuenta o sesenta, era anti aprista aunque de ninguna manera del estilo fanático que en esa época existía. Por eso, aunque nunca llegamos a conversarlo, estoy seguro que aceptó refugiar por algunas horas a un militante de un partido que había sido declarado ilegal, exclusivamente por razones amicales y humanitarias.
 
Aunque en el almuerzo se habló poco, como todo niño intuía que algo raro pasaba, aunque quizá lo relacionaba con otro hecho de seis o siete meses atrás que también había significado almuerzos silenciosos: la muerte de mi abuela materna. Recuerdo sí que cuando anocheció la persona que buscó refugio en mi casa despareció. Mi madre algo me dijo sobre que algunos “malos” lo estaban buscando y que no había que comentarle a nadie que ese amigo había estado en la casa. Y quedó sepultado en mi memoria hasta casi ocho años después.
 
EN PLENA PLAZA DE ARMAS EN GOLPE DE ESTADO
 
Por la misma época que recordé este episodio, me vino a la memoria otro. A las 5 o 6 de la tarde, mi padre avanzando apresuradamente por el Puente de Piedra, mientras una de mis hermanas y yo, llevados de la mano por una empleada, cruzábamos la pista después de terminar la calle lateral de Palacio de Gobierno. Veníamos de corretear un poco por los jardines de la Plaza de Armas y nos abrazamos felices con nuestro papá. Él cargó con mi hermana de cuatro años, mientras que me cogía de la mano para terminar de regresar por el puente y caminar cuadra y media a la casa de la primera cuadra del jirón Marañón. Al llegar vi en el viejo balcón a mi madre sonriendo, mientras cargaba a otra hermana de un año.
 
Algo escuché mientras tomábamos lonche. Cómo se le ocurrió a la chica llevarlos frente a Palacio de Gobierno un día de golpe de estado, decía mi padre aun muy nervioso. Pero cómo lo íbamos a saber, replicaba mi madre. Luego algo escuché que Odría era el nuevo presidente y que el golpe había sido dado en Arequipa.
 
Ese par de hechos, cuyas fechas quedaron registradas en la historia, me indicaban que en un caso todavía vivía en Virú 228 y en el otro ya estábamos instalados en Marañón 180, lo me permitió decir más de veinte años después que nos habíamos mudado entre el 3 y el 27 de octubre de 1948, cuando yo tenía 6 años.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario