- “Como explicó el compañero 018…”
- “Tomemos en cuenta lo planteado por el 018…”
- “Es acertado lo dicho por el compañero
018…”
- “Sólo queda aprobar lo propuesto por el
018…”
Estas y parecidas frases se escucharon el 11 de marzo de 1978 en la Primera Conferencia Nacional del Partido Socialista Revolucionario, PSR, que se realizó en un amplio local educativo en las afueras de Chosica.
Nos encontrábamos en el primer encuentro
masivo del PSR, fundado año y medio antes (ver crónica “Nace un nuevo partido” del 21
de noviembre de 2014) y que venía sufriendo la persecución del gobierno militar encabezado
por el general Francisco Morales Bermúdez. Se trataba de un esfuerzo organizativo
enorme considerando las dificultades de comunicación, la falta de recursos y la
permanente amenaza represiva.
ENCUENTROS Y REENCUENTROS
Habíamos iniciado la reunión esa mañana,
aunque la inauguración estaba prevista para la noche anterior. La demora de un
buen número de delegados, particularmente los que llegaban desde los más
alejados departamentos, hizo que se retrasara ese acto. De hecho, Antonio Meza
Cuadra, secretario general del PSR, había dado una rápida bienvenida para
avanzar en la discusión de la agenda prevista.
Retrocedo cuarenta y cinco años para
recordar cómo esa conferencia fue ocasión para que se conocieran o se
reencontraran militantes de todo el país.
Algunos se habían conocido en otras circunstancias, como varios médicos
que eran integrantes de la Asociación de Médicos Progresistas que presidía
Álvaro Vidal y que habían fundado Meza Cuadra y Ernesto Velit, cuyo consultorio
había servido para varias reuniones previas a la fundación del PSR, ya que
estuvo comprometido desde el inicio en el proyecto partidario. Había dirigentes
de distintas federaciones departamentales de campesinos integrantes de la
Confederación Nacional Agraria, CNA. Además, dirigentes de comunidades
industriales de distintas ramas, que se encontraban luchando por la autonomía
de la Confederación Nacional de Comunidades Industriales, CONACI, en esa época
en peligro de ser capturada por promotores vinculados al gobierno. También
militantes vinculados a la Juventud Revolucionaria del Perú, JRP y la sección
de Lima de la Central de Trabajadores de la Revolución Peruana, CTRP-Lima.
Asimismo, se encontraron ex militantes del Partido Demócrata Cristiano, PDC, al
cual habíamos renunciado en 1971 Manuel Benza Pflücker, José María Salcedo,
Óscar Balbuena y yo, firmantes todos del manifiesto fundacional del PSR.
Además, se reencontraron ex funcionarios del Sistema Nacional de Apoyo a la
Movilización Social, SINAMOS.
En la primera sesión plenaria, cuando pidió
la palabra un delegado un poco grueso y con barba, se le pidió que se
identificara a lo que el aludido contestó “018…”, después de mirar la pequeña
credencial de cartulina que lucía en el pecho.
LOS SOBRENOMBRES PARA PROTEGER MILITANTES
No recuerdo a quiénes se eligieron para
dirigir los debates. A ellos, los encargados de la organización del evento les
entregaron la relación de los delegados inscritos que superaban los
doscientos. En la lista había tres
columnas. En la primera un número de orden correlativo, al lado el nombre o
sobrenombre del delegado y luego el GAP o comité regional que representaba. El
GAP -grupo de acción política- estaba previsto como el canal obligatorio de
participación de toda la militancia, una célula donde se recibía información y
directivas, se elaboraban propuestas y se participaba de tareas asignadas de
acuerdo con las características de sus miembros. Los GAP funcionaban
principalmente en Lima y el Callao, mientras que los comités regionales cubrían
algunas o todas las provincias de buena parte de los departamentos del país.
Cada uno de los participantes recibimos un
gafete o credencial en que resaltaba el número, pero también estaban anotados los otros datos. Servían
para que cada uno supiera con quién estaba hablando. Pero también para que los
de la mesa, cuando no identificaban a quién pedía la palabra, le solicitaran su
número, lo buscaran en la lista y le dieran la palabra indicando su nombre o
sobrenombre.
En esa época, la mayoría de los primeros
militantes del PSR, utilizaban un apelativo o “chapa” que los distinguía en sus
actividades políticas. Tratándose de formar un partido anti gobiernista en una
etapa altamente represiva del gobierno militar de Morales Bermúdez, resultaba
natural que se tomaran todas las precauciones posibles para evitar que la
militancia fuera detectada y por tanto hubiese posibilidades de ser fácilmente
reprimida.
Si bien se adoptaban normas de seguridad
para evitar que un militante fuera detectado por organismos represivos
gubernamentales, las reglas se hacían más estrictas cuando se trataba de
preservar a quiénes eran dirigentes de organismos gremiales o a los que
ocupaban cargos muy importantes en la administración pública.
Lógicamente la reserva sobre quiénes estaban
en el partido, significaba también que los militantes ignoraran que algunos de
sus conocidos también eran integrantes. Quizás la muestra más ilustrativa de
esta situación fue el intento del muy experimentado profesor universitario
Enrique Bernales Ballesteros porque ingresara al PSR un colega suyo, quien no
sólo ya era militante sino incluso integraba la Dirección Nacional (ver crónica “Enrique Bernales se enrola en el PSR” del 26 de abril de 2019).
EL 018…
Regresemos a la mañana del 11 de marzo de
1978, cuando quien pedía la palabra se identificó sólo con un número. Quien
presidía la mesa buscó en la lista al número 18 y comprobó que no aparecía
ningún nombre o seudónimo al lado. Y, luego de unos segundos de duda, dijo con
tranquilidad “tiene la palabra el compañero 018”. Y en el resto de la jornada
se escucharon frases como las señaladas en el primer párrafo, aunque en
muchísimas oportunidades, considerando lo brillante que eran las intervenciones
del compañero que la mayoría de los asistentes no identificaba.
En la lista, el 018 aparecía representando a
un GAP que había formado Francisco -Paco- Moncloa, uno de los fundadores y
dirigentes nacionales del partido. Se trataba del economista Fernando Sánchez
Albavera que esa semana había cumplido 31 años y que tenía una larga
trayectoria como funcionario del Instituto Nacional de Planificación, además de
ser docente universitario, colaborador de varias publicaciones y -aunque en ese
momento no lo sabíamos- sería el pilar de los planes de gobierno que como
partido o alianza, tendríamos en 1980, 1985 y 1990. Como Fernando era
funcionario público de altísimo nivel, su militancia era secreta y por eso,
salvo los pocos que lo conocíamos, la mayoría de los asistentes a la
Conferencia se quedó con la curiosidad por conocer el nombre de tan destacado
economista.
Durante los años posteriores, en ocasiones,
algunos lo seguimos llamando como 018, no como seudónimo clandestino sino como
cariñoso apelativo que recordaba los difíciles primeros años del PSR, incluso
cuando Fernando ya era diputado por el Callao de 1985 a 1990.
BRILLARON UN PROFESOR Y UN ESTUDIANTE
Esa Primera Conferencia Nacional, que se
clausuró el 12 de marzo de 1978, tuvo como principal
objetivo fijar la línea política a
seguir en las elecciones para la Asamblea Constituyente que meses atrás había
convocado el gobierno militar y que se realizarían unos noventa días después (ver crónica “Constituyente: carrera con obstáculos” del 26 de
septiembre de 2017).
Debatir
en nuestra reunión nacional el tema constituyente, sirvió
para que Enrique Bernales, que a sus 37 años ya acumulaba cerca de ocho años
como Decano de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica,
destacara ante la militancia del PSR. En sus
intervenciones demostró amplio conocimiento y facilidad
de expresión. Un mes después, quedó
incluido en la lista de candidatos a la Asamblea Constituyente. A fines de
setiembre fue electo integrante de la dirección nacional, en el Primer Congreso
Nacional del PSR realizado en Ica, en 1980 fue elegido senador de la república
-y reelecto en 1985 y 1990- y en marzo de 1982, secretario general del PSR.
Hoy, cuatro décadas y media después, es
difícil recordar detalles de una reunión como la que tuvimos en Chosica. Me han
quedado grabadas la grandes impresiones causadas por las intervenciones de
Sánchez Albavera y de Bernales porque fueron verdaderos descubrimientos para
los delegados que habían acudido a la reunión.
En la parte final de la conferencia, las opiniones
estuvieron destinadas a definir criterios para elaborar la lista de candidatos
del PSR para la Asamblea Constituyente. En esa etapa de la reunión, hubo
intervenciones muy destacadas de un joven estudiante sanmarquino que tenía el
sobrenombre de Roberto. La buena oratoria mostrada y sobre todo lo sólido de lo
argumentado, fueron motivos para que en algún momento varios delegados
señalaran que debía ser uno de los integrantes jóvenes de la lista de
candidatos a la constituyente. Me ha quedado también grabada la imagen de
Roberto agradeciendo los elogios a su persona y declinando cualquier
participación en las elecciones, considerando que tenía 24 años y la edad
mínima para postular era de 25… El joven estudiante de ese entonces se llama
Elmer Barrio de Mendoza quien, aunque lógicamente no conserva la juventud, sí
mantiene hoy su gran capacidad argumentativa.
NUNCA TUVE “CHAPA”
En esa reunión, en la credencial que yo
lucía no aparecía ninguna “chapa”. Después de un número, del que no me acuerdo,
estaba mi nombre, Alfredo Filomeno, y la abreviatura de dirección nacional, que
yo integraba desde la fundación del partido.
En más de una oportunidad me han preguntado
cuál era mi “chapa” en esa época y no tengo respuesta porque nunca la tuve.
Quizás la explicación es sencilla: independientemente de mis deseos, fui un
dirigente público desde el primer momento. Cuando mi nombre apareció en el
manifiesto fundacional del PSR, algunos me conocían de mi militancia hasta
cinco años antes en el PDC, otros porque había trabajado en el Área Laboral de
SINAMOS que apoyó la fundación de CONACI en febrero de 1973 y muchos también
por haber participado como editorialista en el diario “Expreso” entre 1975 y
1976.
Por
otro lado, en las primeras semanas de existencia del PSR en las coordinaciones
intensas que hubo que hacer a nivel nacional, utilicé mi nombre. Y esto era
lógico, considerando el recelo existente, era muy difícil que alguien fuera
contactado por desconocidos. Dirigentes como Meza Cuadra, Benza, Salcedo o yo hacíamos
los contactos con nuestros propios nombres. Cuando en los primeros días de
enero, el gobierno ordena la deportación del general Leonidas Rodríguez
Figueroa, presidente del partido y tres altos oficiales en retiro más, se me
nominó como subsecretario general del PSR y se le comunicó a la militancia
indicando mi nombre (Ver crónica “40 días intensos, 40 años atrás” del 19 de noviembre de 2016). Y en las responsabilidades partidarias que tendría en los más de
catorce años siguientes, sólo utilicé mi nombre.
valiosa crónica de la historia, qué suerte tenemos de leer los originales de lo que es un patronio de la cultura nacional !!!!!!
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