viernes, 27 de enero de 2023

CONFERENCIA 45 AÑOS ATRÁS (1978)

-       “Como explicó el compañero 018…”

-       “Tomemos en cuenta lo planteado por el 018…”

-       “Es acertado lo dicho por el compañero 018…”

-       “Sólo queda aprobar lo propuesto por el 018…”

Estas y parecidas frases se escucharon el 11 de marzo de 1978 en la Primera Conferencia Nacional del Partido Socialista Revolucionario, PSR, que se realizó en un amplio local educativo en las afueras de Chosica.

Nos encontrábamos en el primer encuentro masivo del PSR, fundado año y medio antes (ver crónica “Nace un nuevo partido” del 21 de noviembre de 2014) y que venía sufriendo la persecución del gobierno militar encabezado por el general Francisco Morales Bermúdez. Se trataba de un esfuerzo organizativo enorme considerando las dificultades de comunicación, la falta de recursos y la permanente amenaza represiva.

ENCUENTROS Y REENCUENTROS

Habíamos iniciado la reunión esa mañana, aunque la inauguración estaba prevista para la noche anterior. La demora de un buen número de delegados, particularmente los que llegaban desde los más alejados departamentos, hizo que se retrasara ese acto. De hecho, Antonio Meza Cuadra, secretario general del PSR, había dado una rápida bienvenida para avanzar en la discusión de la agenda prevista.

Retrocedo cuarenta y cinco años para recordar cómo esa conferencia fue ocasión para que se conocieran o se reencontraran militantes de todo el país.  Algunos se habían conocido en otras circunstancias, como varios médicos que eran integrantes de la Asociación de Médicos Progresistas que presidía Álvaro Vidal y que habían fundado Meza Cuadra y Ernesto Velit, cuyo consultorio había servido para varias reuniones previas a la fundación del PSR, ya que estuvo comprometido desde el inicio en el proyecto partidario. Había dirigentes de distintas federaciones departamentales de campesinos integrantes de la Confederación Nacional Agraria, CNA. Además, dirigentes de comunidades industriales de distintas ramas, que se encontraban luchando por la autonomía de la Confederación Nacional de Comunidades Industriales, CONACI, en esa época en peligro de ser capturada por promotores vinculados al gobierno. También militantes vinculados a la Juventud Revolucionaria del Perú, JRP y la sección de Lima de la Central de Trabajadores de la Revolución Peruana, CTRP-Lima. Asimismo, se encontraron ex militantes del Partido Demócrata Cristiano, PDC, al cual habíamos renunciado en 1971 Manuel Benza Pflücker, José María Salcedo, Óscar Balbuena y yo, firmantes todos del manifiesto fundacional del PSR. Además, se reencontraron ex funcionarios del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social, SINAMOS.

En la primera sesión plenaria, cuando pidió la palabra un delegado un poco grueso y con barba, se le pidió que se identificara a lo que el aludido contestó “018…”, después de mirar la pequeña credencial de cartulina que lucía en el pecho.

LOS SOBRENOMBRES PARA PROTEGER MILITANTES

No recuerdo a quiénes se eligieron para dirigir los debates. A ellos, los encargados de la organización del evento les entregaron la relación de los delegados inscritos que superaban los doscientos.  En la lista había tres columnas. En la primera un número de orden correlativo, al lado el nombre o sobrenombre del delegado y luego el GAP o comité regional que representaba. El GAP -grupo de acción política- estaba previsto como el canal obligatorio de participación de toda la militancia, una célula donde se recibía información y directivas, se elaboraban propuestas y se participaba de tareas asignadas de acuerdo con las características de sus miembros. Los GAP funcionaban principalmente en Lima y el Callao, mientras que los comités regionales cubrían algunas o todas las provincias de buena parte de los departamentos del país.

Cada uno de los participantes recibimos un gafete o credencial en que resaltaba el número, pero también  estaban anotados los otros datos. Servían para que cada uno supiera con quién estaba hablando. Pero también para que los de la mesa, cuando no identificaban a quién pedía la palabra, le solicitaran su número, lo buscaran en la lista y le dieran la palabra indicando su nombre o sobrenombre.

En esa época, la mayoría de los primeros militantes del PSR, utilizaban un apelativo o “chapa” que los distinguía en sus actividades políticas. Tratándose de formar un partido anti gobiernista en una etapa altamente represiva del gobierno militar de Morales Bermúdez, resultaba natural que se tomaran todas las precauciones posibles para evitar que la militancia fuera detectada y por tanto hubiese posibilidades de ser fácilmente reprimida.

Si bien se adoptaban normas de seguridad para evitar que un militante fuera detectado por organismos represivos gubernamentales, las reglas se hacían más estrictas cuando se trataba de preservar a quiénes eran dirigentes de organismos gremiales o a los que ocupaban cargos muy importantes en la administración pública.

Lógicamente la reserva sobre quiénes estaban en el partido, significaba también que los militantes ignoraran que algunos de sus conocidos también eran integrantes. Quizás la muestra más ilustrativa de esta situación fue el intento del muy experimentado profesor universitario Enrique Bernales Ballesteros porque ingresara al PSR un colega suyo, quien no sólo ya era militante sino incluso integraba la Dirección Nacional (ver crónica “Enrique Bernales se enrola en el PSR” del 26 de abril de 2019).

EL 018…

Regresemos a la mañana del 11 de marzo de 1978, cuando quien pedía la palabra se identificó sólo con un número. Quien presidía la mesa buscó en la lista al número 18 y comprobó que no aparecía ningún nombre o seudónimo al lado. Y, luego de unos segundos de duda, dijo con tranquilidad “tiene la palabra el compañero 018”. Y en el resto de la jornada se escucharon frases como las señaladas en el primer párrafo, aunque en muchísimas oportunidades, considerando lo brillante que eran las intervenciones del compañero que la mayoría de los asistentes no identificaba.

En la lista, el 018 aparecía representando a un GAP que había formado Francisco -Paco- Moncloa, uno de los fundadores y dirigentes nacionales del partido. Se trataba del economista Fernando Sánchez Albavera que esa semana había cumplido 31 años y que tenía una larga trayectoria como funcionario del Instituto Nacional de Planificación, además de ser docente universitario, colaborador de varias publicaciones y -aunque en ese momento no lo sabíamos- sería el pilar de los planes de gobierno que como partido o alianza, tendríamos en 1980, 1985 y 1990. Como Fernando era funcionario público de altísimo nivel, su militancia era secreta y por eso, salvo los pocos que lo conocíamos, la mayoría de los asistentes a la Conferencia se quedó con la curiosidad por conocer el nombre de tan destacado economista.

Durante los años posteriores, en ocasiones, algunos lo seguimos llamando como 018, no como seudónimo clandestino sino como cariñoso apelativo que recordaba los difíciles primeros años del PSR, incluso cuando Fernando ya era diputado por el Callao de 1985 a 1990.

BRILLARON UN PROFESOR Y UN ESTUDIANTE

Esa Primera Conferencia Nacional, que se clausuró el 12 de marzo de 1978, tuvo como principal objetivo fijar la línea política a seguir en las elecciones para la Asamblea Constituyente que meses atrás había convocado el gobierno militar y que se realizarían unos noventa días después (ver crónica “Constituyente: carrera con obstáculos” del 26 de septiembre de 2017).

Debatir en nuestra reunión nacional el tema constituyente, sirvió para que Enrique Bernales, que a sus 37 años ya acumulaba cerca de ocho años como Decano de la facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica, destacara ante la militancia del PSR. En sus intervenciones demostró amplio conocimiento y facilidad de expresión. Un mes después,  quedó incluido en la lista de candidatos a la Asamblea Constituyente. A fines de setiembre fue electo integrante de la dirección nacional, en el Primer Congreso Nacional del PSR realizado en Ica, en 1980 fue elegido senador de la república -y reelecto en 1985 y 1990- y en marzo de 1982, secretario general del PSR.

Hoy, cuatro décadas y media después, es difícil recordar detalles de una reunión como la que tuvimos en Chosica. Me han quedado grabadas la grandes impresiones causadas por las intervenciones de Sánchez Albavera y de Bernales porque fueron verdaderos descubrimientos para los delegados que habían acudido a la reunión.

En la parte final de la conferencia, las opiniones estuvieron destinadas a definir criterios para elaborar la lista de candidatos del PSR para la Asamblea Constituyente. En esa etapa de la reunión, hubo intervenciones muy destacadas de un joven estudiante sanmarquino que tenía el sobrenombre de Roberto. La buena oratoria mostrada y sobre todo lo sólido de lo argumentado, fueron motivos para que en algún momento varios delegados señalaran que debía ser uno de los integrantes jóvenes de la lista de candidatos a la constituyente. Me ha quedado también grabada la imagen de Roberto agradeciendo los elogios a su persona y declinando cualquier participación en las elecciones, considerando que tenía 24 años y la edad mínima para postular era de 25… El joven estudiante de ese entonces se llama Elmer Barrio de Mendoza quien, aunque lógicamente no conserva la juventud, sí mantiene hoy su gran capacidad argumentativa.

NUNCA TUVE “CHAPA”

En esa reunión, en la credencial que yo lucía no aparecía ninguna “chapa”. Después de un número, del que no me acuerdo, estaba mi nombre, Alfredo Filomeno, y la abreviatura de dirección nacional, que yo integraba desde la fundación del partido.

En más de una oportunidad me han preguntado cuál era mi “chapa” en esa época y no tengo respuesta porque nunca la tuve. Quizás la explicación es sencilla: independientemente de mis deseos, fui un dirigente público desde el primer momento. Cuando mi nombre apareció en el manifiesto fundacional del PSR, algunos me conocían de mi militancia hasta cinco años antes en el PDC, otros porque había trabajado en el Área Laboral de SINAMOS que apoyó la fundación de CONACI en febrero de 1973 y muchos también por haber participado como editorialista en el diario “Expreso” entre 1975 y 1976.

Por otro lado, en las primeras semanas de existencia del PSR en las coordinaciones intensas que hubo que hacer a nivel nacional, utilicé mi nombre. Y esto era lógico, considerando el recelo existente, era muy difícil que alguien fuera contactado por desconocidos. Dirigentes como Meza Cuadra, Benza, Salcedo o yo hacíamos los contactos con nuestros propios nombres. Cuando en los primeros días de enero, el gobierno ordena la deportación del general Leonidas Rodríguez Figueroa, presidente del partido y tres altos oficiales en retiro más, se me nominó como subsecretario general del PSR y se le comunicó a la militancia indicando mi nombre (Ver crónica “40 días intensos, 40 años atrás” del 19 de noviembre de 2016). Y en las responsabilidades partidarias que tendría en los más de catorce años siguientes, sólo utilicé mi nombre.

1 comentario:

  1. valiosa crónica de la historia, qué suerte tenemos de leer los originales de lo que es un patronio de la cultura nacional !!!!!!

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