viernes, 30 de septiembre de 2022

OPERATIVOS: ENSAYOS Y REALIDAD (1977/78)

Cuando me pongo escribir estas crónicas, algunas veces me pregunto qué hacía en un mes como el actual hace 40, 50 o 60 años. En esta oportunidad, me preguntaba sobre algo significativo de hace 45 años es decir en septiembre de 1977. Y por cierto que recordé que poco antes de iniciarse ese mes, el 29 de agosto, había sido detenido Antonio Meza Cuadra, secretario general del Partido Socialista Revolucionario, PSR, justo al día siguiente que el general Francisco Morales Bermúdez, que encabezaba el gobierno militar, comunicara una serie de medidas de apertura política aparentemente para darle verosimilitud a la convocatoria a elecciones para una asamblea constituyente que había anunciado un mes antes (Ver crónica “Durmiendo en camas ajenas” del 25 de julio de 2014).

Menos de un año antes se había fundado el PSR con la aparición pública de un manifiesto firmado por sesenta personas, entre las que destacaban los generales Leonidas Rodríguez Figueroa y Arturo Valdés Palacio, el contralmirante Jorge Dellepiani y el capitán de navío Manuel Benza Chacón. Entre los firmantes estábamos Antonio y yo, Al comenzar el año, el 8 de enero, esos cuatro militares retirados habían sido deportados por el gobierno, unos cuarenta días después de la fundación del partido en una clara demostración que el gobierno consideraba al PSR como uno de sus enemigos más significativos.

UN DÍA DETENIDO, OTRO RECIBIDO EN PALACIO

Como he señalado en anterior oportunidad ese mes fueron evidentes los problemas del gobierno para manejarse dentro de un juego democrático mínimo, básicamente por las contradicciones en las medidas gubernamentales, que se puede graficar en que tres días antes de iniciarse setiembre detuvieron a Meza Cuadra y tres días después de finalizar el mes -el 3 de octubre- Antonio y siete dirigentes más del PSR estábamos ingresando a palacio de gobierno para tener una reunión con el jefe del Comité de Asesoramiento de la Presidencia de la República, COAP, general Carlos Quevedo Farfán, para dialogar en relación a lo que sería la asamblea constituyente (Ver crónica “Constituyente: carrera con obstáculos” del 26 de septiembre de 2017).

A raíz de la detención de nuestro secretario general, en reuniones de nuestra dirección nacional convinimos en la necesidad de implementar medidas para impedir otra detención de Antonio. Algo más, consideramos que si era evidente la intención de detenerlo sería importante que pudiera eludirse esa medida.

Entre varios posibilidades que manejábamos estaba el pase a la clandestinidad de Meza Cuadra. De hecho, él como otros dirigentes del PSR habíamos pasado a la clandestinidad en varias oportunidades en los diez meses anteriores, pero solamente por uno o dos días. Nos pusimos en la posibilidad de una clandestinidad más larga, pero que pudiera ser interrumpida para hacer alguna presentación en un programa de televisión de alguno de los dos canales que en ese momento transmitían -aunque con restricciones- actividades políticas. Como lo habíamos comprobado anteriormente, los gobernantes no estaban dispuestos aceptar que perseguían o detenían a opositores políticos y, por lo tanto, les convenía que algunos de ellos se presentasen en televisión. El problema que había que encarar era qué haría el gobierno cuando ese opositor saliera de la estación televisiva.

ENSAYO AL AIRE LIBRE

El ensayo que realizamos en septiembre del 77 justamente fue para prevenir una detención después de una presentación televisiva. Decidimos que seríamos nosotros y no la fuerza represiva los que escogiéramos el escenario para la aparente captura. No sería a la salida de ninguna de las dos estaciones televisivas -América y Panamericana- que se encontraban a una distancia entre ellas de 300 o 400 metros a la altura de la cuadra 11 de la avenida Arequipa. si no en el relativamente nuevo centro comercial Risso, en la cuadra 22 de la misma avenida, que tenía un inmenso estacionamiento.

Para lograr el cambio de escenario, consideramos que dos o hasta tres periodistas que cubrían la política peruana para medios extranjeros y que seguramente concurrirían al canal para hacerle preguntas, fueran invitados por Meza Cuadra a conversar tranquilamente en torno a un café en Marcantonio, cafetería que quedaba en dicho centro comercial. La invitación a esos periodistas en voz alta a la salida de cualquiera de los dos canales alertaría a la policía política -también allí presente- para estar a la espera del final de la conversación para poder tener al alcance de las manos -literalmente- al secretario general del PSR.

No recuerdo cómo se hizo el ensayo desde la puerta de salida de alguno de los canales, ni siquiera podría decir cuál de ellos se escogió. Si tengo presente, aunque sin duda con imprecisiones dado el paso de más de cuatro décadas lo que pasó alrededor del Marcantonio, después del arribo de quienes representaban a Antonio y a tres periodistas.

NADIE SE PERCATÓ QUE SE TRATABA DE UN ENSAYO

Para cualquier curioso que en ese momento estuviese en la cafetería -alrededor de las 8 de la noche- un grupo de tres o cuatro personas ingresaría por la puerta principal. Uno de ellos, vestido con saco azul, dejaría a sus acompañantes, aunque estos se quedarían parados como cubriéndolo de miradas desde fuera del establecimiento. El de saco azul se dirigiría a una puerta lateral que daba a un amplio pasaje peatonal con pequeñas tiendas a ambos lados y que desembocaba en la avenida Arenales. A poco de salir de la cafetería, se encontraría con cuatro o cinco personas vestidos con saco de idéntico color y -acompañado y cubierto por ellos- regresaría hacia la cafetería para dirigirse todos hacia la playa de estacionamiento donde abordarían cinco autos Volkswagen que partirían raudos a distintas salidas de la amplia playa estacionamiento y desde allí con cada cual tomaría dirección a sus casas. Idéntica ruta seguirían dos o tres motocicletas que también por allí se habían encontrado estacionadas.

Cualquiera que hubiese visto el movimiento, considerando que era sábado y zona comercial, le hubiese llamado un poco la atención, pero al no escuchar gritos no hubiese pensado en nada irregular. Menos se imaginaría que se trataba de un ensayo.

MILITANCIA DISPUESTA A REALIZAR TAREAS

¿Cómo se había organizado todo esto? El día anterior, cinco militantes que tenían autos Volkswagen de distinto color habían sido citados para las 7 y 45 de la noche en el amplio estacionamiento del Marcantonio. Tenían como directiva permanecer en el estacionamiento hasta el momento de la llegada del hombre de azul a la cafetería y luego de cinco minutos recoger a uno de los hombres vestidos también de azul cuando salieran en grupo de la cafetería. Después cada uno se dirigiría de regreso a su casa o centro de trabajo, dejando en el camino al pasajero vestido con saco azul que le había tocado trasladar. Uno de ellos tendría indicaciones especiales, ya que sería el encargado de trasladar al supuesto Meza Cuadra.

Por otro lado, otros cuatro militantes habían sido citados para que -vestidos con saco azul- estuvieran aparentemente conversando cerca de la puerta lateral del Marcantonio y cuando saliera por esa puerta otro hombre de saco azul se le acercaran y entraran a la cafetería rodeándolo mientras se dirigían en grupo a la puerta principal para salir y subir a los Volkswagen que aguardaban. A cada uno se le había asignado un color distinto de auto.

A los motociclistas se les había citado para que realizaran algunas maniobras distractoras que permitieran asegurar que los Volkswagen se alejaran.

El ensayo para burlar los intentos de detención del secretario general permitió una movilización importante de militantes partidarios. Cada uno de los citados sólo recibió información sobre la parte de su tarea, aunque se tuvo cuidado de informar después de todo lo que se había hecho y reconocer el esfuerzo realizado y la disciplina observada para ejecutar este tipo de operativos. Por otro lado, hay que considerar que en ese tiempo la participación en jornadas de pintas -prácticamente la única forma de propaganda a nuestro alcance- hizo que la militancia estuviera alerta a las convocatorias a tareas en una época que no había medios hoy usuales para recibir comunicaciones (Ver crónica "Militancia política de otra época” del 26 de agosto de 2019).

Por razones de seguridad en ese tiempo tratábamos de no recordar a quienes participaban de este tipo de operativos y nos olvidábamos de sus rostros. Creo sin embargo que en mi memoria quedaron algunos de quienes estuvieron esa noche en el Marcantonio. Hubo un joven abogado que años después tuvo altas responsabilidades en la administración pública, un funcionario bancario con conocimiento de las relaciones exteriores y -sobre una moto- un joven filósofo antes de su estancia docente de varias décadas en Europa.

En septiembre de 1977, recién anunciadas las elecciones para una Asamblea Constituyente, éramos conscientes que la apertura política del gobierno no nos incluía necesariamente. Y nuestras dudas eran tan fundadas que a mediados de abril del año siguiente regresarían al país Leonidas Rodríguez y los otros compañeros deportados, así como Rafael Roncagliolo asilado en México, para participar de la campaña electoral y tuvieron que pasar a la clandestinidad unas seis semanas después por haberse decretado la deportación de algunos de ellos y la persecución de todos.

OPERATIVO EN PALACIO DE GOBIERNO

Con la dirigencia en la clandestinidad, a tres días de esas elecciones, sin que hubiera posibilidad de ensayo, realizamos un operativo de gran significado político, pero también de impacto publicitario. El 15 de junio de 1978, ingresó el clandestino Leonidas Rodríguez a palacio de gobierno para increpar al presidente Morales Bermúdez por la traición que había hecho a las planteamientos del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas cuando era encabezado por el general Juan Velasco Alvarado. El ingreso a palacio -pese a la orden de deportación que había en su contra- fue difundido por periodistas extranjeros que llegaron para informar sobre las elecciones constituyentes. Pero la información destacó también cómo después de unos veinte minutos se retiró rodeado de decenas de periodistas y luego de caminar unos cien metros abordó una moto y desapareció ante la impotencia de la policía política (Ver crónica “Debía estar deportado y fugó en las narices de la policía” del 22 de enero de 2016). No está de más señalar que este hecho, difundido en la prensa de todo el mundo, no fue recogido en la prensa nacional.

LOS VOLKSWAGEN

Un comentario final. Puede llamar la atención que los militantes citados para el operativo del Marcantonio sólo tuvieran auto Volkswagen. Pero hay que considerar que en esos años era lo usual. Con pocos modelos y marcas de automóviles en el país, el Volkswagen era lo más usado. No sólo para ese ensayo. También para el ingreso a palacio de Leonidas. Él y sus acompañantes de la prensa extranjera llegaron en tres Volkswagen. Venían desde un consultorio en Miraflores donde los periodistas habían entrevistado al líder clandestino. A ese consultorio habían llegado un par de horas antes, transportados en cuatro Volkswagen. Y, por cierto, el piso de los cinco Volkswagen del Marcantonio tenían algunas manchas de pintura blanca, las utilizadas para las pintas del PSR…

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