miércoles, 30 de octubre de 2019

EL MURO DE BERLÍN Y LA UNIFICACIÓN ALEMANA (1989)

Aunque la República Democrática Alemana fue oficialmente disuelta el 3 de octubre de 1990 cuando los territorios que la integraban se transformaron en estados que pasaron a formar parte de la República Federal Alemana, lo más simbólico sobre ella había ocurrido menos de un año antes, la noche del 9 de noviembre de 1989, cuando el muro de Berlín dejó de impedir el cruce de ciudadanos de la RDA a Berlín Occidental, enclave de la RFA en territorio germano oriental o cuando, como dirían los titulares periodísticos en todo el mundo: “Cayó el muro de Berlín”.

Esa noche cuando ya era evidente que la RDA no podía frenar la migración de sus ciudadanos hacía la “otra” Alemania, iniciada meses atrás, a través de otros países como Hungría y principalmente Checoslovaquia, en medio de tensiones del debilitado gobierno comunista germano oriental por la difícil búsqueda de una fórmula de autorizar la salida de sus ciudadanos hacia la RFA sin aparecer perdiendo autoridad, el vocero del gobierno en una conferencia de prensa adelantó confusamente que iban a dar una solución que implementaría la libre salida eliminando los trámites fronterizos.

EL MURO COMENZÓ A DERRUMBARSE

En realidad se pensaba ajustar el dispositivo para ponerlo en práctica 24 horas después, pero se dio la impresión que la medida ya estaba vigente. Por eso apenas se filtró la noticia, miles de berlineses orientales se agolparon frente los puestos de control fronterizo ubicados en el muro, sobrepasando la capacidad de los guardias. En número insuficiente, sin ninguna directiva precisa ni preparación para afrontar el despliegue de personas movilizadas, tuvieron que permitir el paso. Al otro lado del muro, primero cientos y luego miles de berlineses occidentales, recibían a los que llegaban entre aplausos, gritos de aliento que se convirtieron en fuertes abrazos, en risas combinadas con llantos de felicidad y gritos eufóricos. Paralelamente, en ambos lados, se comenzó a derribar el muro…

Aunque yo había estado en Berlín Este en febrero de 1989, no podía decir que imaginaba que algo así ocurriría sólo ocho meses después, pero tampoco afirmar que tal suceso era impensable. Mirando el muro en esa ocasión recordé que en los últimos veinticinco años había estado en Berlín Este en seis oportunidades, cinco de las cuales había ingresado por Schönefeld, el aeropuerto de la ciudad. Desde Berlín Occidental había ingresado una vez y en otra ocasión no pude hacerlo. Conforme pasaron los años tuve distintas sensaciones y casi llegué al convencimiento que la insólita situación de una ciudad dividida podía durar muchos años más.

EL DERRUMBE DE LA ÓRBITA SOVIÉTICA

Y he dicho “casi” porque tenía la seguridad que las transformaciones iniciadas a mediados de la década de los ochenta en la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas con el liderazgo de Mijail Gorbachov, secretario general del comité central del Partido Comunista de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, tendrían impensadas consecuencias. Uno de los cambios muy significativo especialmente para la RDA era que la URSS ya no resguardaría políticamente -mucho menos con sus armas- a los gobiernos de sus países aliados renuentes a aceptar las demandas de libertad política que se habían comenzado a producir.

Hace treinta años. con la caída del muro de Berlín, símbolo de la guerra fría y también tangible muestra de la división entre el mundo occidental liderado por los Estados Unidos de América, EEUU, y los países del Este liderados por la URSS, ocurrió lo que hasta poco antes parecía muy difícil: el desmoronamiento del denominado bloque soviético.

Considerando como antecedente que en Polonia el sindicato independiente Solidaridad había desplazado dos meses y medio antes de la conducción del país al partido comunista llamado Partido Obrero Unificado Polaco, POUP, y convocado a elecciones para mayo de 1990 y teniendo como telón de fondo los cambios impulsados por Gorbachov en la URSS, fue un cortísimo período que transcurrió entre la caída del muro y la desaparición de la RDA. A esa etapa algunos la denominaron “El Otoño de las Naciones” ya que aparte de lo ocurrido en Polonia y con la RDA, entre la segunda mitad de 1989 y la primera de 1990 cayeron los regímenes comunistas en Checoslovaquia, Bulgaria, Hungría y Rumanía, país en que incluso su máximo líder fue fusilado (Ver crónica "Vi a Ceausescu un mes antes que fuera fusilado del 23 de marzo de 2016). Y además, no en otoño sino en los primeros días de invierno, a finales de diciembre de 1991, desapareció la URSS…

LOS PRIMEROS AÑOS: UNA CIUDAD SOMBRÍA

Pero retrocedamos a 1964. Como ya lo he relatado anteriormente (Ver crónica “Llegué a 20 países europeos, estuve en 23” del 24 de abril de 2015), en mi primer viaje a Europa participé en un seminario con otros veinticuatro dirigentes demócratas cristianos latinoamericanos en la República Federal Alemana. A fines de setiembre de 1964 llegamos a Berlín occidental y luego de algunos días de actividades, nos programaron una tarde para que visitáramos el otro Berlín, que además era la capital de la RDA. Llegamos por el tren subterráneo -administrado por la RDA- que era el único transporte colectivo que seguía uniendo las dos partes en que estaba dividida la ciudad, desde que se construyó el muro en agosto de 1961. En esa ocasión quedé impactado por la imagen de desolación que proyectaba la ciudad que parecía recientemente evacuada porque prácticamente no se encontraban personas en las calles, las pequeñas tiendas que vimos lucían vacías y prácticamente nuestros pasos eran lo único que rompía el silencio. Comparada con Berlín Occidental y con cualquier capital europea que en ese viaje conocí, el contraste era notorio, como el día y la noche.

Cinco años después, en diciembre de 1969 en una segunda visita a Berlín occidental también integrando una delegación de demócratas cristianos latinoamericanos que realizaba un seminario en la RFA se planificó una visita al otro Berlín, a Berlín Este o Berlín Oriental como en esa época se decía. Éramos un grupo de siete u ocho y al igual que la primera vez, nos bajamos del tren en una estación donde estaba instalado el control fronterizo antes de subir las escaleras hacia la superficie. Hicimos nuestra cola y los primeros del grupo fueron admitidos, luego de entregar sus pasaportes para una minuciosa revisión y ser observados por los ojos escrutadores de los guardias en tenso silencio. Sin embargo, algo raro pasó con un guatemalteco que estaba antes que yo. Nunca supimos la razón -quizás algún gesto de nerviosismo mal interpretado- pero el guardia le indicó con gestos que no iba a ingresar y le señaló el lugar de embarque de la misma línea subterránea en que había arribado. Y de paso hizo lo mismo conmigo que era el último del grupo y cerró la atención. Por esa razón no tuve ocasión de comparar las diferencias que podrían haberse producido en la ciudad desde mi visita en 1964.

ENCONTRÉ UN DESLUMBRANTE BERLÍN ESTE

Varios años más tarde regresé a Berlín Este. Fue en noviembre de 1977 integrando una delegación del Partido Socialista Revolucionario -que aún no cumplía un año de fundado- acompañando a los generales Leonidas Rodríguez Figueroa y Arturo Valdés Palacio dos de los generales que habían cumplido importante papel en el gobierno revolucionario de la Fuerza Armada encabezado por Juan Velasco Alvarado, y que se encontraban deportados en México desde enero de ese año. Éramos fundadores del PSR. En esa ocasión no hubo ningún paso subterráneo sino llegamos en un vuelo que nos llevaba desde Suecia. Fue oportunidad para olvidarme de la imagen de desolación que me impresionó en mi primera visita a Berlín.

Esa visita y la que realicé -también con Leonidas Rodríguez- año y medio después en marzo de 1979, me mostraron una ciudad totalmente distinta (ver crónica "Copa, café y puro en Madrid, Berlín y... Dresden" del 15 de diciembre de 2012). Sentí que me encontraba en una ciudad similar a cualquier otra capital europea. No solamente por la presencia de personas y vehículos sino también por la iluminación de sus calles y parques públicos así como lo destacado de sus monumentos marcaron una diferencia con la sombría ciudad que recordaba. Adicionalmente, la imponente torre de televisión de más de 300 metros –inaugurada justamente en 1969- era visible desde cualquier punto de la ciudad y por cierto también desde el otro Berlín. Desde esa torre, mientras comíamos en un restaurante giratorio situado a poco más de doscientos metros de altura, tuve oportunidad de ver la ciudad completa, es decir los dos Berlín, durante unos 45 minutos que tardaba la vuelta.

Pero además ya desde esos años, sucedía algo que pude comprobar en 1987 cuando estuve de paso por pocos días y un año después en la segunda quincena de junio de 1988 cuando participé en una conferencia internacional con Alfonso Barrantes. Berlín Este era ya una ciudad cosmopolita en la que además de numerosos turistas de los países del este europeo, había presencia visible de militares británicos, franceses y estadounidenses luciendo sus uniformes paseando tranquilamente por las calles. Recuerdo que mientras caminábamos una tarde por las calles cercanas  a Alexanderplatz, haciendo tiempo para ir a una reunión con estudiantes peruanos, vimos a esos uniformados ingresando en grupos a elegantes restaurantes. Alfonso comentó socarronamente que al momento de comer no había "guerra fría" para esos militares ya que aprovechaban de la buena comida alemana a precios bastante más bajos que en Berlín occidental.

Contingentes de Gran Bretaña, Francia y los EEUU estaban instalados en Berlín occidental desde el final de la segunda guerra mundial, luego que junto con la Unión Soviética se repartieron el territorio y la capital de Alemania derrotada en esa guerra. En la parte soviética se instaló la RDA y en la de los otros tres la RFA. Berlín quedaba en territorio de la RDA y su zona oriental bajo control soviético y era la capital de ese país. El lado occidental bajo control de los otros tres países había sido cercado por el muro y se comunicaba con la RFA por un corredor aéreo y otro para vehículos. Los militares que habíamos visto con Alfonso pertenecían a las tropas instaladas en Berlín occidental.


EL MURO SIEMPRE ENSOMBRECIÓ LOS LOGROS DE LA RDA

Justamente en la reunión con los peruanos -que organizó Federico Infante, residente en Berlín Este y uno de los responsables del PSR en Europa- comentamos la presencia de los militares occidentales y nos dijeron que también se aprovechaban que ellos sí podían cruzar el muro. El comentario hacía referencia al hecho que mientras residentes en Berlín occidental podían pasar a Berlín Este, a los ciudadanos de esta ciudad y de la RDA en general se les tenía prohibido cruzar el muro.

Es que hay que tener en cuenta que era distinto estar de visita, más aun como invitado y otra cosa vivir en la ciudad. De hecho sobre la necesidad del muro se podían escuchar inteligentes explicaciones, aunque siempre los interlocutores sentían que no lograban un convencimiento pleno. Pero ocurría algo muy distinto con los estudiantes peruanos que compartían salones de clase con estudiantes alemanes y habían desarrollado lazos de amistad con ellos e incluso con sus familias. Podían observar estos jóvenes peruanos que el muro era un punto esencial en las demandas de la población. Había casos de familias que por vivir en distintos barrios separados del antiguo Berlín habían resultado separadas durante décadas por el muro. Como resultaba más fácil para los habitantes de la RFA no berlineses ingresar a Berlín está situación de impotencia por no poder movilizarse algunos cientos de metros para reencuentros familiares se vivía todos los días. De hecho miles de berlineses que vivían cerca del muro sabían no podían cruzar.

La demanda por la desaparición del muro -o las restricciones para cruzarlo- estaba presente en las mentes de los berlineses y tenía más fuerza que el evidente crecimiento logrado por el país que incluso significó que la RDA durante algunos años fuese considerada como la décima potencia Industrial del mundo o qué el régimen hubiese logrado realizar con éxito un plan de viviendas que prácticamente había solucionado el problema habitacional en todo el país.

TODOS SE SENTÍAN PARTE DE UNA MISMA NACIÓN

Tuve ocasión de tratar, justamente en febrero de 1989, con una familia germano peruana establecida durante décadas en Berlín Este. Aunque la esposa peruana -emparentada con uno de mis cuñados- y alguno de sus hijos habían viajado al Perú, no podían pasar a Berlín Occidental donde vivía una hija casada. Felizmente ésta y su esposo sí podían ingresar, no recuerdo por qué especial situación migratoria, pero conocían cientos de casos que tales visitas no podían concretarse. De la conversación entre suegro y yerno -en español- pude darme cuenta que ambos se sentían habitantes de una ciudad artificialmente dividida y la preferían reunificada, bajo el liderazgo de la RDA en un caso y de la RFA en el otro. Ninguno de los reunidos en esa casa podía pensar que esteba tan próxima la reunificación y estoy seguro que cuando se produjo ya poco le importaba al suegro que fuera a través de la integración a la RFA.

Algo de esto lo había conversado diez años antes con amigos chilenos que vivían en el exilio (ver crónica “Pisco sour sí, pero con pisco chileno del 16 de febrero de 2013) que recordaban que en junio del año anterior como las ocho o nueve de la noche sintieron vivas en los edificios y algunos momentos verdaderos estallidos de celebración. No supieron de qué se trataba hasta que alguien les habló que se estaba jugando la Copa Mundial de Fútbol en Argentina. Aunque en esa época la difusión no era tan amplia como en la actualidad, los amigos chilenos entendieron que a los berlineses les gustara ver el fútbol por televisión, pero les extrañaba la euforia considerando que la selección de la RDA no había clasificado. No tardaron en caer en cuenta que los gritos de celebración coincidían con los momentos que se había producido goles de la selección… de la RFA.

Válgame lo ocurrido con el fútbol para decir que los sentimientos de pertenencia de los pueblos, la mayoría de las veces trasciende a los trazados por sus autoridades.

1 comentario:

  1. Muy interesante todos tus comentarios,no habia prestado atencion que se podia comentar.. sigue.......
    Gran abrazo H.L.V.S.

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