Hace pocos días se
realizaron elecciones parlamentarias en todo el país y los resultados
sorprendieron mucho. Hubo más de una sorpresa. En esta crónica trataremos de
recordar algunas de las votaciones realizadas entre 1956 y 1967. Esas elecciones
como las realizadas desde 1978 hasta el 2000 demuestran que lo impredecible resulta
común en las elecciones peruanas del siglo XX.
Acababa
de cumplir 14 años, cuando el 17 junio de 1956 se realizaron las primeras elecciones
presidenciales que seguí con curiosidad. Me interesaron porque ya se había
desarrollado en mí la inquietud por lo que ocurría en el país. De hecho, un par
de semanas después de las elecciones me tocó ser parte del grupo que encabezó
una huelga estudiantil realizada en la Gran Unidad Escolar Tomás Marsano
que desde el año siguiente se denominaría Ricardo Palma (Ver
crónica “Cuando las lecciones se reciben en casa” del 29 de octubre de 2012). Del día de esas elecciones
tengo hasta hoy en la mente la cara de satisfacción de mi madre que acababa de
cumplir 32 años, quien en esa oportunidad votó por primera vez ya que recién
ese año se había aprobado el voto para las mujeres.
LA
DISPUTA ERA ENTRE DOS, GANÓ UN TERCERO
Pasados más de sesenta años
recuerdo que los comentarios de las personas mayores que escuchaba señalaban la
inminencia del triunfo del Hernando de Lavalle, abogado vinculado a los grandes
grupos económicos y que contaba con el apoyo del presidente de la república,
general Manuel A. Odría, quien había ejercido dictatorialmente el poder en los
últimos ocho años, aunque en el segundo año de su mandato, había propiciado la
realización de elecciones para convertirse en presidente “constitucional”. En
esa ocasión, fue el único candidato ya que a
su rival -general Ernesto Montagne- lo había mandado arrestar.
En las semanas previas
a las elecciones, el gobierno había intensificado el apoyo a Lavalle ya que
consideraba que podía frenar el impulso que una novísima candidatura había adquirido.
Era la del arquitecto y catedrático universitario Fernando Belaunde Terry
lanzado por un Frente Nacional de Juventudes y que logró que el Jurado Nacional
de Elecciones aceptara su candidatura -inicialmente denegada- encabezando una impetuosa
marcha hacia Palacio de Gobierno que fue frenada por la policía utilizando un
camión anti manifestaciones conocido como "rochabus". El violento chorro
de agua contra Belaunde bautizado popularmente como “el manguerazo”, sirvió
para su consagración como figura política ya que posteriormente alcanzó la
presidencia de la República en dos oportunidades. El enfrentamiento entre el
candidato apoyado por el gobierno y el joven arquitecto aparentemente dejaba de
lado a un candidato también vinculado a los grupos económicos: Manuel Prado Ugarteche,
quien había sido presidente de la república entre 1939 y 1945.
OTROS
SE ENFRENTABAN, PRADO PACTABA
Sorpresivamente el 18
de junio Prado fue el elegido. ¿Qué había ocurrido? Dirigentes del proscrito
Partido Aprista Peruano que había regresado clandestinamente al país, se habían
reunido con el ex presidente y acordado a cambio de una amnistía general, ordenar
a sus militantes que votarán por Prado. Las conversaciones secretas no habían
trascendido y por canales totalmente clandestinos prácticamente horas antes de
la votación, los militantes y simpatizantes apristas recibieron la consigna de
votar por Manuel Prado.
Al inicio de su
mandato, el flamante presidente cumplió firmando en plaza pública la amnistía para
decenas de dirigentes y miles de militantes apristas detenidos y en el exilio,
incluido el jefe del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre, quien demoraría un año
en concretar su regreso al país que había abandonado en 1954 después de
permanecer en la embajada de Colombia durante más de cinco años.
EL VETO MILITAR CONTRA
HAYA DE LA TORRE
Las elecciones de la
década del sesenta las viví como militante del Partido Demócrata Cristiano una de las agrupaciones de
oposición a Prado cuyo gobierno se calificó de “la convivencia” debido al apoyo no formalizado que le brindaba el Apra al pradismo, particularmente desde
el movimiento sindical y el universitario.
El 10 de junio de 1962
se realizaron las siguientes elecciones presidenciales con el triunfo ajustado de
Haya de la Torre sobre Belaunde, quien después de las elecciones de 1956 había
fundado Acción Popular, un nuevo partido que lo tenía como Jefe. Sin embargo, como Haya de la Torre no había alcanzado el 33% de
los votos, número mínimo requerido, de acuerdo a la Constitución quedaba en
manos del nuevo congreso definir entre los tres candidatos más votados. El
tercero era Odría aunque bastante alejado de los dos primeros. El recuento de
votos se alargó mucho y hubo denuncias de fraude en varias localidades del país.
A mediados de julio se conoció extraoficialmente que las Fuerzas Armadas no
estaban dispuestas a tener a Haya de presidente.
Asumiendo con amargura la
existencia de un “veto” militar y para evitar un golpe de estado, el Partido
Aprista a instancias del propio Haya, decidió que sus parlamentarios votaran por
Odría, candidato de la Unión Nacional
Odriísta. El acuerdo debió implementarse apenas juraran la totalidad de
los parlamentarios electos, lo que resultaba complicado por la decisión de los acciopopulistas
de no integrarse a las Cámaras alegando fraude en las elecciones
presidenciales.
EL
GOLPE MILITAR INSTITUCIONAL
En espera de instalar
el Congreso para proceder a elegir a Odría, en las primeras horas del 18 de
julio, a escasos 10 días de finalizar su mandato, Manuel Prado fue depuesto por
las Fuerzas Armadas. Para sorpresa de muchos no se instaló el gobierno de un
caudillo militar sino se trató de un golpe “institucional”. El presidente del
Comando Conjunto de la Fuerza Armada, general Ricardo Pérez Godoy asumió la
presidencia y los comandantes generales del Ejército, la Marina y la Aviación
fueron designados copresidentes.
Los militares
manifestaron que su levantamiento era porque estaban en contra del fraude
electoral y señalaron que su gobierno duraría sólo un año y entregarían el gobierno
a quien ganara las elecciones que se convocaron para el 9 de junio del año
siguiente. Otra sorpresa fue que cumplieron su promesa y el 28 de julio de 1963
asumió la presidencia Fernando Belaunde Terry, candidato victorioso de la
Alianza Acción Popular - Democracia Cristiana. Como he señalado en otra
oportunidad la alianza de AP con la DC no sólo sumó sus votos de 1962 sino
atrajo a nuevos votantes (Ver crónica
“Belaunde era el jefe indiscutido” del 29 de octubre de 2012), por lo cual su victoria no fue ninguna sorpresa.
ELECCIONES
MUNICIPALES CONSAGRAN LIDERAZGO DE BEDOYA
En el discurso luego de
jurar el cargo, el presidente Belaunde anunció que después de más de cuatro
décadas se realizarían elecciones municipales, las que se realizaron el 15 de diciembre de ese mismo año. La Alianza AP - DC
recibió el respaldo en buena parte de provincias del país, mientras la
Coalición conformada por el aprismo y el odriísmo lograba también importantes
triunfos.
La sorpresa en esas
elecciones municipales se produjo en Lima ya que Luis Bedoya Reyes, candidato
de la Alianza ganó con el 51 % a la candidata de la Coalición, María Delgado de
Odría, esposa del ex presidente, que alcanzó el 45 %. Todas las predicciones
estaban a favor de “doña María” -como se le conocía a la candidata- que era una
mujer de origen humilde muy querida en los sectores populares debido a que
durante el gobierno de su marido se había dedicado a hacer muchas obras
sociales.
Bedoya era uno de los
dos ministros que el Partido Demócrata Cristiano aportaba al primer gabinete de
Belaunde y en los dos primeros meses había destacado como uno de los mejores voceros
del gobierno. El propio presidente lo invitó a que postulara y planteó al PDC
que lo reemplazara en el ministerio de Justicia. El partido designó al también abogado, Emilio Llosa Ricketts. En el local DC se
comentaba que, en la ceremonia de recambio, Bedoya le había dicho a Llosa que
en un par de meses, luego de la campaña, regresaría (Ver crónica “El PPC a poco de nacer y un amigo a punto de morir” del
21 de junio de 2013).
Aunque el candidato de la Alianza estaba seguro de realizar
una buena campaña, realistamente consideraba difícil remontar la diferencia de
votos, ya que la suma de los obtenidos por
los dos partidos que integraban la coalición en las elecciones de junio
superaba holgadamente a los de la Alianza. Sin embargo, Bedoya se convirtió en
el primer alcalde de Lima elegido desde la segunda década del siglo. Además su
elección fue un fuerte respiro para el gobierno que en esos días estaba sufriendo
la presión de la oposición en el Parlamento que incluso se agravó un par de
semanas después de las elecciones con la censura al Presidente del Consejo de
Ministros y ministro de Gobierno y Policía Oscar Trelles Montes.
UNA REELECCIÓN
ASEGURADA Y UN PARTIDO EN PROYECTO
No fue sorpresa la reelección de Bedoya tres años después,
cuando el 13 de noviembre de 1966 se realizaron por segunda vez las elecciones
municipales en todo el país. Era un exitoso alcalde de Lima que había realizado
una notable gestión que además complementaba con una gran capacidad de
comunicarse con la ciudadanía. Bedoya, nuevamente candidato de la Alianza AP -
DC se impuso al candidato de la coalición Jorge Grieve, técnico de altísimo
nivel vinculado al Partido Aprista aunque no militante, quién había formado
parte de una comisión de la Organización de Estados Americanos, OEA, conocida
como la comisión de los nueves sabios. En estas elecciones por primera vez hubo
debates televisivos y Bedoya demostró que podía desempeñarse en ese medio de
comunicación con la misma habilidad e incluso más que lo hacía desde un estrado.
La sorpresa la tuvimos más bien los demócratas cristianos
cuando, poco más de un mes después de las elecciones, Bedoya y un significativo
grupo de militantes renunció al partido para formar el Partido Popular
Cristiano (Ver crónica “Hace 50 años: fundación del PPC vista desde la otra vereda” del 16 de diciembre de 2016).
Conjuntamente con esa elección municipal, se realizó la elección
complementaria de un diputado por Lima para cubrir la vacante producida por el
fallecimiento de un parlamentario. Ganó holgadamente Eduardo Orrego Villacorta
uno de los más reconocidos fundadores y dirigentes de Acción Popular. Durante
esa campaña electoral, en varias oportunidades Bedoya y Orrego hicieron presentaciones
conjuntas. Después que terminó el mandato de Bedoya, el 31 de diciembre de
1969, el gobierno militar no realizó elecciones para reemplazarlo y optó por
designar a los alcaldes. Las elecciones municipales se reanudaron en 1980,
impulsadas otra vez por Belaunde que iniciaba su segundo periodo presidencial.
Curiosamente el 23 de noviembre de 1980, el elegido como alcalde de Lima fue
justamente Eduardo Orrego.
UNA DERROTA SIGNIFICATIVA
Un año después de la elección de Orrego al Parlamento, el 12 de
noviembre de 1967, se realizó otra elección complementaría para elegir diputados
por Lima y por La Libertad. Aunque fue un duro revés para el gobierno no fue
una sorpresa el triunfo en Lima del
periodista Enrique Chirinos Soto, candidato de la Coalición, con un 40 % más de
votos que el candidato de la Alianza y ex ministro Carlos Cueto Fernandini. Es
que desde meses antes el gobierno se había alejado de sus bases sociales, pero
también de los militantes de los partidos de la Alianza. El día de las
elecciones complementarias, después de cerrarse la votación y antes de
conocerse los resultados, el Partido Demócrata Cristiano dio por concluida la
Alianza con Acción Popular culminando una serie de discrepancias que venían
planteándose desde inicios de ese año.
La siguiente elección presidencial estaba prevista para junio de 1969.
Ni siquiera estaba convocada, cuando el 3 de octubre de 1968 Belaunde fue
depuesto. No habría elecciones por más de diez años. Lo que ocurrió en la elección
para la Asamblea Constituyente, realizada en los años finales del gobierno
militar, y en las elecciones de las dos últimas décadas del siglo pasado en
varios casos demuestran -como señalé al inicio- que lo impredecible es bastante común en las elecciones
peruanas. Pero esas son otras historias…
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