En las
elecciones del 10 de junio de 1962, Fernando Belaunde, Jefe de Acción Popular,
había alcanzado 544 mil votos, siendo superado por el Jefe del Partido Aprista
Peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre, que logró 557 mil. El candidato
demócrata cristiano Héctor Cornejo Chávez sólo logró cerca de 49 mil.
Considerados reformistas ambos, meses antes de esas elecciones varios analistas
habían reclamado que Belaunde y Cornejo unieran fuerzas y que se retirara la
candidatura de éste para que candidatos de su partido reforzaran las listas
parlamentarias ya que en ese momento el grupo parlamentario DC, que cumplía el
periodo 1956-62, compuesto por cuatro senadores y trece diputados, era considerado
el de mayor calidad. Tenía tal nivel que es difícil encontrar un equipo
parlamentario mejor o comparable en las últimas cinco décadas.
Poco después del golpe militar del 18 de julio que anuló las elecciones -a escasos 10 días que culminara el periodo presidencial de Manuel Prado- y convocó a nuevos comicios para un año después, el Partido Demócrata Cristiano eligió a su nuevo Comité Ejecutivo Nacional, encabezado por don Javier Correa Elías, quien había sido canciller y embajador en Chile en la época del gobierno de don José Luis Bustamante y Rivero (1945-48) y que sería unos siete años después, suegro de Belaunde, pues era padre de Violeta Correa.
Poco después del golpe militar del 18 de julio que anuló las elecciones -a escasos 10 días que culminara el periodo presidencial de Manuel Prado- y convocó a nuevos comicios para un año después, el Partido Demócrata Cristiano eligió a su nuevo Comité Ejecutivo Nacional, encabezado por don Javier Correa Elías, quien había sido canciller y embajador en Chile en la época del gobierno de don José Luis Bustamante y Rivero (1945-48) y que sería unos siete años después, suegro de Belaunde, pues era padre de Violeta Correa.
La
Democracia Cristiana, muy golpeada por el resultado electoral, encaminó sus
esfuerzos para concretar la alianza reclamada por amplios sectores, pero
planteando y logrando que fuera programática a tal punto que la mayor parte del
plan de gobierno de la Alianza AP-DC recogía la propuesta DC del año anterior.
La capacidad política y dotes de diplomático de Javier Correa sirvieron mucho
para concretar la alianza.
Conformada
la Alianza AP-DC a fines del 62, las elecciones de junio de 1963 ratificaron lo
que se había pensado. Juntos no sólo sumaron sus votos sino lograron muchos
miles más, ya que su incremento en votación fue el doble de lo que aumentó el
candidato aprista. Belaunde alcanzó 708,662 votos, mientras que Haya de la
Torre obtuvo 623,501. En ambas elecciones, el exdictador Manuel A. Odría quedó
tercero, con 480 mil en las elecciones anuladas y 463 mil al año siguiente.
COORDINANDO
ENTRE SOCIOS
Después de los comicios, los dirigentes del Partido Demócrata Cristiano, preocupados por el manejo del futuro gobierno que se instalaría el 28 de julio, solicitaron al presidente electo crear una instancia de coordinación. Belaunde después de unos días, le comunicó a Correa -que había reiterado la solicitud- que desde agosto funcionaría el CEAN, Comité de Enlace de Alto Nivel, encabezado por él mismo y conformado por cinco dirigentes de cada partido. Señaló que por razones prácticas, las reuniones serían en Palacio de Gobierno en almuerzos de trabajo semanales.
Unos meses después, elegida una nueva dirigencia partidaria en AP, al terminar una de las reuniones semanales, uno de los nuevos dirigentes populistas, el único que había estado también en la reunión anterior, le preguntó a la salida a Correa Elías por un asunto y éste le dijo que le tendría una respuesta en la siguiente reunión del CEAN. La cara de sorpresa del interlocutor fue tal, que Correa insistió con las siglas. Ante lo cual el dirigente populista pregunto ¿qué es eso? El Comité de Enlace de Alto Nivel, en cuya reunión acabamos de participar, le dijo Correa y añadió que se trataba de una instancia de coordinación entre los partidos de la alianza. Y su interlocutor le comentó: “Yo pensé que sólo se trataba de un almuerzo en el que lógicamente se conversaba de asuntos políticos y de gobierno. A mí me llaman de la secretaría de Palacio y me dicen: el presidente quiere que venga a almorzar a la una y vengo. Me llamó la atención que en las dos reuniones en que participaron ustedes, dirigentes de la DC, fueran los mismos, pero supuse que así lo quería el presidente….”
El experimentado dirigente demócrata cristiano comentaría posteriormente que pudo comprobar con otros acciopopulistas que efectivamente, no sabían de la existencia del CEAN. Y es que Belaunde no era dirigente, sino el Jefe de Acción Popular que, independientemente de sus buenas maneras, no consideraba muchas veces necesario informar y muchos menos consultar, a los dirigentes de su partido.
CUANDO SE APROBÓ LA ALIANZA AP-DC
Y como el liderazgo de don Fernando era indiscutido, su palabra era indiscutible. Tanto que trascendió la forma cómo en su partido se aprobó la alianza con la DC. Belaunde estaba absolutamente convencido que necesitaba esa alianza para asegurar su triunfo electoral. En un congreso de Acción Popular realizado a fines del 62 o inicios del 63, se estaba discutiendo el tema acaloradamente y todo indicaba que la mayoría se inclinaba por ir a las nuevas elecciones sin alianzas. Aunque estaba en el local en que se realizaba la reunión, Belaunde no ingresó al auditorio hasta el momento en que la gente de su mayor confianza ya no podía dar más argumentos a favor de la alianza y estaban apabullados por las opiniones en contra.
Escogiendo justamente el momento en que hablaba uno de los que argumentaban a favor de la alianza, Belaunde hizo su ingreso al salón e inmediatamente se desató una ola de entusiastas aplausos y gritos de apoyo a su líder. Éste se acercó a la mesa, conversó unos segundos con quien estaba de director de debates, agradeció con el brazo derecho en alto los aplausos e inmediatamente pidió silencio y dijo: Acabo de ser informado que el Congreso estaba debatiendo la alianza con la Democracia Cristiana y, considerando los aplausos que he escuchado al entrar, entiendo que la alianza ha sido aprobada por aclamación….
El silencio en la sala fue total. Momentos después, los incondicionales iniciaron nuevamente los aplausos, mientras que quienes se oponían a la alianza no salían de su asombro, pero tampoco se atrevían a hacer ningún gesto de reparo. Por lo que Belaunde, usando sus mejores dotes oratorias, agradeció el apoyo recibido a la alianza en que estaba empeñado y señaló en tono triunfante que con tal acuerdo se iniciaba el camino que los llevaría triunfantes hasta el Palacio de Gobierno. Esta vez sí los aplausos a sus palabras fueron unánimes.
Y así
fue como Acción Popular aprobó su alianza con la Democracia Cristiana. O, en
todo caso, así me lo contaron.
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