Para asistir a la XI Asamblea Nacional del Partido Demócrata Cristiano,
entre febrero y marzo de 1971 tuve que ser sucesivamente elegido delegado
distrital de Jesús María, delegado provincial de Lima y delegado departamental
también de Lima. Ejercicio participativo en un partido pequeño pero que
intentaba tener prácticas escrupulosamente democráticas. Después de haber
participado como delegado pleno u observador en seis o siete asambleas
nacionales ordinarias y un par extraordinarias, no me imaginaba que esa sería mi
última asamblea en el PDC.
Hasta donde recuerdo, todas las asambleas ordinarias se realizaban en marzo
y nunca se denominaron congresos como en otros partidos. En ellas se elegía
presidente acompañado de un grupo de dirigentes con quienes conformaban el
Comité Ejecutivo Nacional, CEN. En la V Asamblea realizada en Trujillo en
verano de 1960 estuve de observador. ¡Ojo! no fui delegado observador sino pude
observar varios episodios del evento porque participaba de la primera asamblea nacional de la
Juventud DC que se realizaba paralelamente. En esa ocasión el senador Ismael
Bielich Flores fue elegido para remplazar en la presidencia del partido a
Javier Correa Elías. A la VI en 1961 realizada en el hotel Riviera de Lima sí
fui delegado observador, no recuerdo si representando a Lima por haber sido
previamente delegado distrital del Rímac donde hasta ese año viví, o por la
Juventud DC. En esa asamblea se eligió como nuevo presidente al diputado Héctor
Cornejo Chávez.
EN VARIAS ASAMBLEAS ERA AUN MENOR DE EDAD
En mayo del mismo 1961 hubo una asamblea nacional extraordinaria convocada
expresamente para definir las candidaturas a la presidencia y vicepresidencias
de la república. Como los delegados debían ser los mismos que habían
participado en la asamblea ordinaria de dos meses antes, estaba dispuesto a
participar una vez más como observador. Sin embargo un hecho imprevisto, hizo
que participara como delegado pleno. El secretario general de Cajamarca nos
planteó preocupadísimo a mí y a César Carmelino integrar su delegación… Recuerdo
-aunque no con certeza- que ante nuestra extrañeza nos dijo que habían podido
cubrir los gastos de transporte de sólo tres de sus seis delegados y tenían
autorización de completarlos en Lima con paisanos. Como hubo menos de un día
entre su llegada y la inauguración del evento, al único cajamarquino que ubicó fue
a mi buen amigo Guillermo Miranda Chávarri, quien al no tener tiempo para encontrar
coterráneos sugirió a César y a mí que por cierto aceptamos.
La necesidad que tenía el dirigente cajamarquino de completar sus
delegados se explicaba porque quería demostrar el pleno apoyo de su comité a
una fórmula presidencial que integraba un diputado cajamarquino. En esa
asamblea se aprobó la fórmula presidencial encabezada por Héctor Cornejo
Chávez, diputado por Arequipa, e integrada como vicepresidentes por Mario
Alzamora Valdez diputado por Cajamarca y por Rafael Cubas Vinatea, dirigente
partidario en Huánuco.
Las siguientes asambleas también se realizaron en Lima, varias de
ellas en el cine Rívoli, en la última cuadra el jirón Chota a menos de
trescientos metros del local central del PDC que desde abril o mayo de 1961
quedaba en la avenida Alfonso Ugarte 1406, a una cuadra de la plaza Bolognesi.
La VII asamblea se adelantó, ya que en lugar de realizarse en marzo de
1963 se desarrolló en noviembre de 1962. Fue debido a la renuncia de la
dirigencia partidaria asumiendo la responsabilidad en el fracaso electoral del
PDC en las elecciones generales realizadas en junio, ocasión en que la fórmula
presidencial encabezada por Cornejo no alcanzó ni el 3% de los votos. Por eso el
CEN allí elegido y encabezado nuevamente por Correa Elías, duró más de dos años.
En esos momentos, en que había mucha crispación interna y enfrentamientos entre
sectores partidarios con posiciones encontradas, don Javier logró conformar un equipo
que integraba esas distintas posiciones. En esa época yo tenía 20 años y la
mayoría de edad se alcanzaba a los 21, por lo que la VII fue la última asamblea
en que participé siendo menor de edad.
ASAMBLEAS COMO PARTIDO DE GOBIERNO
La conducción partidaria de Correa Elías fue decisiva para la
formación, campaña y triunfo de la Alianza Acción Popular - Democracia
Cristiana, ya que a su inteligencia y sagacidad añadió su excelente relación
personal con Fernando Belaunde Terry, candidato presidencial de esa alianza
electoral y jefe de Acción Popular (Ver crónica “La juventud con Javier Correa Elías” del 31 de diciembre
de 2012). En el
verano de 1964 hubo otra asamblea extraordinaria -que no incluyó cambio de
autoridades partidarias- en la que se examinó temas vinculados a la acción
gubernamental, ya que el 28 de julio de 1963 se había instalado el gobierno de
la Alianza AP - DC encabezado por el presidente Belaunde. Para esa asamblea
extraordinaria, al igual que para la VIII asamblea nacional de marzo de 1965
integré la delegación de Ayacucho, departamento en el que viví dos años durante
los cuales impulsé la organización partidaria y fui elegido sub secretario
general departamental.
En esa VIII asamblea, aparentemente salvadas las tensiones internas,
Cornejo Chávez -senador de la Alianza AP DC- fue elegido presidente sin que
hubiese ningún candidato alterno en lo que fue considerado un natural avance de
una de las tendencias partidarias. En esa oportunidad fui elegido miembro del
CEN como representante de la Juventud DC. En la última etapa de la gestión de
esta directiva partidaria, las diferencias volvieron a aparecer pero no fueron
resueltas en ningún evento partidario. Un enfrentamiento de posiciones en el
que la Juventud DC tuvo especial protagonismo -incluyéndome, ya que era su
secretario general nacional desde abril de ese año- terminó con la renuncia de
un importante sector partidario en diciembre de 1966 (Ver crónica “Hace 50 años; fundación del PPC vista desde la otra vereda” del 16 de diciembre de 2016).
Para la IX asamblea de marzo de 1967 fui miembro nato por ser integrante
del CEN saliente. Sin embargo, participé en asambleas distritales, provinciales
y departamentales, logrando ser elegido delegado en estas distintas instancias,
aunque para la asamblea nacional ingresó en mi lugar un suplente de Lima. En
esa asamblea hubo importantes definiciones partidarias, incluyendo la línea
política en relación al gobierno que integrábamos ya que considerábamos que se
estaba alejando de las mayorías nacionales que habían votado por la renovación
frente al continuismo que representaban en 1963 Víctor Raúl Haya de la Torre y
Manuel A. Odría. Si bien hubo dos listas de candidatos para la dirigencia, el
partido se mantuvo sólido y su unidad fortalecida, lo que resultaba muy
necesario dado el reciente cisma partidario. Fue elegido presidente del partido
el diputado por Lima Alfredo García Llosa y yo fui reelegido como integrante de
su CEN (Ver crónica "Elecciones partidarias hace 50 años” del 24 de marzo de 2017).
Llegados a este punto me parece importante recalcar que en ninguna de
las asambleas que hubo en el PDC en los años que lo integré y pese a que muchas
veces había diferencias pronunciadas en la línea política e incluso en
concepciones ideológicas, nunca se conoció en ninguna de las reuniones,
acusaciones sobre delegados fantasmas o compra de delegados, ni tampoco hubo
casos en que la decisión tomada en una votación fuera cuestionada. En las
distintas asambleas me tocó algunas veces ser parte de la mayoría y en otras
parte de la minoría, pero en todas las oportunidades en un ambiente fraterno y
claramente democrático.
GOBIERNO DE VELASCO DESCOLOCÓ AL PDC
También por ser integrante del CEN que culminaba su gestión fui
miembro nato de la X asamblea nacional en marzo de 1969, en la que fue elegido como presidente del PDC el ex
diputado Rafael Cubas Vinatea, quien venía de ser vice presidente de García
Llosa. Aunque se esperaba mantener la línea partidaria no fue así…
A seis meses de iniciado el Gobierno Revolucionario de la Fuerza
Armada era compleja la situación política para la dirigencia democristiana. No
por acción represiva, ya que los locales partidarios funcionaban sin problemas
y las reuniones se realizaban normalmente. No, se trataba de la dificultad en
señalar objetivos políticos claros, considerando que se vivía una situación
inédita.
No se trataba de ser férrea oposición en la etapa final de una dictadura,
aunque formalmente se denominara gobierno constitucional, como entre 1955 y
1956 la época en que se gestaron movimientos democristianos que culminaron con
la fundación del PDC. Tampoco realizar acertada y sólida oposición en una etapa
democrática, como había ocurrido entre 1956 y 1962. Ni participar activamente de
una campaña electoral, convocado por una inconstitucional junta militar… para
restablecer la constitucionalidad, como había ocurrido entre 1962 y 1963.
Tampoco ser puntal del gobierno como lo vivido entre 1963 y 1967, ni leal
oposición como entre 1967 y 1968.
Sólo pasaron muy pocos días de la elección de la nueva dirigencia del
PDC cuando el gobierno aprobó una nueva organización ministerial, incluyendo la
creación de cuatro nuevos ministerios, reestructuración que empezó a regir el primero
de abril de 1969. Este hecho significó que en dos de las nuevas carteras fueran
nombrados ministros Anibal Meza Cuadra Cárdenas y Jorge Fernández Maldonado
Solari, menos de seis meses antes coroneles y desde el primero de enero, generales de brigada. Ellos eran los dos primeros
del grupo de coroneles -se decía que inicialmente cuatro y posteriormente doce-
que junto con Velasco impulsaron el golpe contra Belaunde Terry y la
instalación del gobierno militar. Y pocos días después, como parte de la nueva
estructura del gobierno se conoció la existencia del Comité de Asesores del
Presidente de la República, COAP, cuya importancia quedó demostrada en los años
siguientes y cuyo jefe con rango de ministro era José Graham Hurtado, también
coronel seis meses antes y ascendido a general de brigada en enero.
La presencia en aumento de los “coroneles nasseristas” -como fueron
calificados en esa época por varios analistas políticos- se asoció a medidas trascendentes
como la reforma agraria decretada en junio de ese año 1969 y el anuncio de la
reforma de las empresas industriales -incluyendo la participación de los trabajadores
en la gestión y utilidades- un mes después. Paralelamente se anunció que no
habría elecciones municipales previstas para noviembre de ese año y comenzaron
a producirse conflictos contra la libertad de prensa.
Para Rafael Cubas y sus acompañantes en la dirigencia del PDC era una
situación muy difícil reclamar por decisiones que limitaban la actividad
política al mismo tiempo que apoyar y aplaudir medidas de carácter social o
económico, que habían sido parte de su plataforma electoral cuando la
Democracia Cristiana integró la alianza AP - DC. Incluso no impulsar esas
medidas había sido la principal razón del rompimiento de esa alianza en
noviembre de 1967. Además, conforme avanzaba el año 1969 y luego 1970, era
común que las medidas gubernamentales superaran las expectativas existentes.
Las dirigencias partidarias -y no sólo la del PDC- tenían poco que decir, incluso
para apoyar las medidas. El gobierno institucional encabezado por Velasco hacía
evidente que no necesitaba partidos que le fueran aliados y que le bastaba el
creciente respaldo popular. Al PDC sólo le quedaba respaldar las medidas “sin
dudas ni murmuraciones”.
Valga un añadido sobre
el rumor que por esa época circulaba sobre una cierta influencia democristiana
en el gobierno. Lo cierto es que el aporte de Héctor Cornejo Chávez en la
elaboración e incluso en la defensa pública de propuestas, fue requerido y
aplaudido por los gobernantes militares, pero siempre como jurista y maestro
universitario no como dirigente político.
CREÍAMOS QUE PDC ERA
CLARAMENTE DE CENTRO IZQUIERDA
En esa misma etapa muchos de los camaradas que pertenecíamos a la misma
tendencia de izquierda dentro del partido, habíamos disminuido sensiblemente la
actividad orgánica. Nacidos entre 1935 y 1945 o 1946 e ingresado al PDC entre
su fundación en 1956 y mediados de los 60, éramos un amplio sector que habíamos
tenido participación decisiva en la conducción de la Juventud DC y el propio
partido, así como la coordinación de los frentes estudiantiles social
cristianos entre 1962 y 1970. Por distintas razones se fue dejando la actividad
partidaria intensa con la seguridad que sería momentáneamente. Necesidad de culminar
estudios, viajes para posgrados, inicio de formación de familias, asentarse en
la vida laboral, entre otros, fueron los motivos de dejar la dedicación diaria
al partido. Yo mismo dejando de lado cualquier otra actividad partidaria desde
setiembre de 1969 me dediqué al trabajo internacional de la Juventud DC, labor
abruptamente interrumpida el 1 de febrero de 1971 (Ver crónica “¡Desembarcado…felizmente!” del
25 de marzo de 2019).
Se dejó la actividad partidaria permanente con la tranquilidad que nos
daba haber contribuido decididamente en las definiciones internas expresadas en
las VIII, IX y X asambleas y que tuvieron como corolario las decisiones del
Primer Congreso Ideológico del PDC en diciembre de 1969.
PREOCUPANTE MACARTISMO
Sin embargo, con poco que hacer en la política nacional, la dirigencia
democristiana peruana comenzó a ver con preocupación un fenómeno
latinoamericano: la radicalización de las juventudes en los partidos DC. En
mayo de 1969 se había fundado en Chile el Movimiento de Acción Popular Unitaria, MAPU, con la masiva renuncia de
militantes de la Juventud Demócrata Cristiana, encabezados por su presidente
Juan Enrique Vega y los dos ex presidentes anteriores Enrique Correa y Rodrigo
Ambrosio y poco después los sectores juveniles democristianos de Bolivia formaron
el PDC Revolucionario encabezados por Jorge Ríos y Antonio Araníbar Quiroga
-que en un par de años después en confluencia con otros sectores formarían el
Movimiento de la Izquierda Revolucionaria, MIR- y en Uruguay los jóvenes DC
estaban impulsando la adhesión partidaria al Frente Amplio.
Se comenzó a ver con prejuicio, incluso algunas actividades que buscaban demostrar
que en la Democracia Cristiana del Perú las posiciones estaban claras. Sucedió
con la invitación a Héctor Cornejo Chávez como ponente a una reunión mundial de
juventudes DC realizada en Montevideo en mayo de 1969. Su presencia había sido
planteada meses antes por Rafael Roncagliolo, en esos momentos presidente de la
JUDCA, Juventud Demócrata Cristiana de América Latina, y aceptada como un
reconocimiento a que Cornejo era uno de los dirigentes partidarios de mayor
importancia en Latinoamérica y con posiciones muy cercanas a las de las
juventudes DC. Sin embargo como en los mismos días se produjo la renuncia de
jóvenes DC chilenos relatada líneas antes y en la reunión de Montevideo, no se permitió la inscripción extemporánea de una nueva
delegación chilena nombrada por la dirigencia partidaria, algunos dirigentes DC
peruanos interpretaron que se trataba de una “emboscada” a Cornejo para
participar en una reunión con infiltrados.
Esa actitud de desconfianza comenzó prácticamente desde los inicios de
la gestión de la dirigencia encabezada por Rafael Cubas. Como desde pocas
semanas después de la X asamblea, la Juventud DC había constituido el Frente
Antiimperialista de Juventudes, junto con las juventudes del Partido Comunista
Peruano y de Acción Popular, del sector encabezado por Edgardo Seoane, este
hecho -pese a que no llego a tener ni dos semanas de existencia y por tanto ninguna
trascendencia- fue gestando una actitud de suspicacia que aumentó a lo largo de
ese periodo de dirigencia partidaria.
Hacia finales de 1970 e inicios de 1971, en meses previos a la
realización de la XI asamblea nacional ya se había desatado un fuerte
macartismo acusando de “infiltrado comunista” a cualquier militante que
discrepara con posiciones tradicionales, generando numerosas tensiones. A pesar
que ideológicamente el PDC era claramente de centro izquierda, algunas de sus
definiciones sobre el funcionamiento partidario eran de derecha. El ambiente interno
se deterioró aún más cuando la directiva de la JDC encabezada por su secretario
general Arnaldo Ruiz, fue reelegida a principios
de marzo de 1971.
INTENTAMOS REENCAUSE PARTIDARIO
La difícil situación interna hizo que muchos que no venían activando
partidariamente hicieran el compromiso de buscar desde sus distritos ganar
delegaciones para llegar a la XI asamblea. La idea era contribuir a que lo
ganado en lo ideológico no se perdiera en la actividad política concreta. No menos
de quince integrantes de la corriente partidaria de izquierda de la que formaba
parte, llegamos a la asamblea como delegados por
Lima y un número mayor desde otros departamentos. Al inicio de la asamblea y
por primera vez en la historia partidaria, la gestión de la directiva saliente
fue desaprobada por los delegados. Por cierto que se hizo con el mayor respeto,
en el tono más fraterno posible en esas circunstancias y enfatizando el
reconocimiento a la entrega personal de Cubas y los integrantes de su CEN.
Nuestra corriente partidaria, pese a liderar varias votaciones, perdió
finalmente las elecciones internas frente a una corriente que asumiendo
propósito de enmienda frente a la gestión anterior, no estaba dispuesta a
avanzar hacia la tesis de socialismo comunitario que nosotros defendíamos. Luis
Gómez Sanchez un militante entregado y de trato muy correcto, le ganó la
presidencia a Enrique Bernales Ballesteros quien nos representó. En marzo de
1971 aceptamos esa derrota asumiendo que debíamos retomar nuestro trabajo
partidario. No cruzaba por nuestras mentes un alejamiento de nuestro partido. No
presagiamos que los acontecimientos se precipitarían. Pero esa es ya otra
historia cuyo desenlace ocurriría en los primeros días de junio. Tampoco se nos
ocurría que Enrique nueve años después sería elegido senador por el Partido
Socialista Revolucionario que habíamos fundado, éramos dirigentes y/o
militábamos muchos de quienes estábamos integrábamos el sector izquierdista de
la Democracia Cristiana en esa XI Asamblea Nacional.
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