jueves, 21 de febrero de 2019

UN DEBATE DECISIVO (1983)


Fue el 28 de octubre de 1983 cuando estuve seguro que Alfonso Barrantes sería alcalde de Lima. En la noche se realizó un debate sobre programas de gobierno municipal entre los cuatro principales candidatos. Además de Alfonso, candidato de Izquierda Unida, IU, participaban Richard Amiel Meza del Partido Popular Cristiano, PPC, Alfredo Barnechea, por el Partido Aprista Peruano, APRA, y Alfonso Grados Bertorini, por Acción Popular, AP. La moderación estuvo a cargo del ya entonces reconocido periodista César Hildebrandt.

El encuentro fue organizado por Intercampus -foro de intercambio de ideas promovido por la Universidad del Pacífico- y se realizó en el local de ALIDE, Asociación Latinoamericana de Instituciones Financieras para el Desarrollo, en el distrito de San Isidro en la cuadra 32 de la avenida Paseo de la República. La expectativa por el debate fue tal que los organizadores permitieron su trasmisión por televisión en directo, pese a que inicialmente estuvo previsto sólo para público especialmente invitado, por lo que miles de personas lo pudieron seguir en sus casas.

IMPORTANTE DEBATE TELEVISADO 17 AÑOS DESPUÉS

Mientras me dirigía a ALIDE no pude dejar de pensar en otro debate entre candidatos a la alcaldía de Lima ocurrido diecisiete años antes (Ver crónica “El PPC a poco de nacer y un amigo a punto de morir” del 21 de junio de 2013). Fue entre Luis Bedoya Reyes, candidato a la reelección por la alianza de AP y el Partido Demócrata Cristiano, y Jorge Grieve, candidato por la Coalición entre el APRA y la Unión Nacional Odriísta. Aunque se consideraba que Bedoya podía ganar esas elecciones, el debate fue decisivo para que el triunfo resultara contundente, ya que superó el cincuenta por ciento de los votos. En ese momento faltaba un mes para que Bedoya liderara la fundación del PPC.

También iba pensando que en noviembre de 1966, cuando los políticos estaban acostumbrados a dirigir sus palabras -y eventualmente reorientarlas- de acuerdo a las reacciones que podían percibir en los auditorios a los que se dirigían, Bedoya había demostrado que podía manejarse tan bien en la plaza pública como en la televisión. Lo que esa noche de octubre de 1983 tendría que verse era si Barrantes, cuya capacidad oratoria y rápida conexión con los espectadores en las concentraciones multitudinarias se había demostrado claramente en las elecciones municipales de 1980, era capaz de generar fácilmente la misma simpatía a través de la televisión.

HASTA EL ORDEN DE ORADORES FUE FAVORABLE

Con esos pensamientos llegué apurado al local en que se desarrollaría el debate. Era viernes día siempre complicado para mí en esa época, ya que al final de la tarde tenía que dejar en imprenta el “Resumen Semanal” de DESCO del cual era editor. Ya dentro del auditorio busqué mi ubicación y algo logré conversar con otros dirigentes de partidos integrantes de IU. Estando en esos días en alza la candidatura de Barrantes, todos coincidían en que el debate era la ocasión para garantizar que los quince días finales de la campaña fueran con movilizaciones de decenas de miles de personas.

Previamente al inicio del debate se estableció que el orden de las intervenciones sería Amiel, Barnechea, Barrantes y Grados. Como se esperaba, Amiel para reforzar su imagen de técnico conocedor de los males de la capital, se dedicó a expresar en cifras la situación de distintos problemas, pero al tratar de demostrar su amplio conocimiento terminó por dar la imagen de una persona que soltaba cifras tras cifras sin mayor pausa y que la mayoría de los espectadores no terminaba de comprender.

Cuando comenzó la intervención de Barnechea fue notorio su manejo frente a las cámaras de televisión, ya que se dirigió a través de ellas a quienes lo veían y escuchaban, mostrando no sólo conocimiento sobre los problemas de la ciudad sino decisión de encarar su solución en su calidad de “no político” pese a que postulaba por el partido que era considerado el mejor organizado del país.

Barrantes había reparado que Barnechea por dirigirse a las cámaras no había ni mirado a los asistentes al auditorio, por lo que como le tocaba hablar después del candidato aprista, comenzó disculpándose con los televidentes, señalando que por educación debía dirigirse a las personas que estaban frente a él. Aunque eran recién sus primeras frases fue interrumpido por fuertes aplausos de los asistentes invitados por Intercampus, así como los invitados de IU, pero también los de AP y el PPC e incluso algunos apristas quizás para hacer evidente la inconformidad por tener un candidato independiente como Barnechea y no un militante del partido. Acto seguido Barrantes se refirió a la auto definición que Barnechea se había hecho como no político y dijo su habitual tono pausado que para Aristóteles el ser humano era un “zoon politikon” -animal político- y si le quitáramos lo “politikon” solo quedaría un “zoon“. Nuevamente fue interrumpido por aplausos…

Mientras el candidato de IU era aplaudido, las cámaras “poncharon” el rostro de confusión del candidato aprista. Fue el mejor momento del debate para el candidato de IU y desde ese momento el preferido de la mayoría de los asistentes al auditorio.

Dejando ya claro cuál era el rival que había escogido, Barrantes se dedicó a hablar de lo que pensaba hacer junto con la población organizada, anunciando el vaso de leche para los niños de la capital. Nadie podía imaginarse que el vaso de leche sería distintivo de Alfonso no sólo para el resto de la campaña electoral, ni tampoco para su exitosa gestión municipal sino para el resto de su carrera política.

Alfonso Grados, a su turno, entendió que si con alguien no debía polemizar era con Barrantes y, además de alabar las acciones que en el municipio de Lima encabezaba el alcalde AP Eduardo Orrego, también criticó las propuestas de Amiel quien le estaba quitando votos de los que sin estar plenamente satisfechos con el gobierno, estaban en contra del APRA y la izquierda. Y aunque Barnechea no era un rival directo también lo criticó en lenguaje sarcástico, siguiendo argumentaciones de Barrantes, logrando conseguir aplausos de los asistentes.

BUSCANDO A QUIEN CONVIENE ENFRENTAR

Después de la primera intervención de Grados, a lo largo del resto del debate se dio un entendimiento tácito entre éste y Barrantes, considerando que no se quitaban votos entre ellos. El izquierdista buscaba polemizar con Barnechea y si había posibilidad dedicarle alguna frase irónica a Amiel, mientras el candidato populista enfrentaba a Amiel y de paso dedicaba alguna puya a Barnechea. A mitad de sus cincuenta años, los dos Alfonso demostraban experiencia y sobriedad. Los otros dos, bastante más jóvenes, de unos 37 o 38 años Amiel y de sólo 31 Barnechea, en ningún momento pensaron que sin necesidad de acuerdo podía repartirse rivales para enfrentarlos con mayor éxito.

Amiel quedó atrapado -o sepultado- por el exceso de datos y cifras repetidos sin pausa y casi sin aliento, Barnechea siendo excelente expositor -quizás por deformación profesional- no pudo dejar de dirigirse a las frías cámaras, mientras Barrantes sin mirarlas utilizaba el lenguaje coloquial para que lo escucharan las familias que seguramente estaban reunidas en sus casas alrededor de los televisores en blanco y negro. Su hablar lento y sus palabras sencillas lo identificaban con los sentimientos de amplios sectores populares. Por su parte, Grados independiente, pero representando al principal partido de un gobierno muy desgastado se dedicó a tratar de no ser el “malo de la película” y lo logró.

Barrantes sin dejar de lado la tesis del carácter plebiscitario de los comicios y que votar por IU era repudiar la política económica del gobierno, dedicó un buen tiempo a Barnechea. Dado que éste era muy buen candidato orientó su sarcasmo al hecho las bases apristas lo consideraran ajeno y lo calificó como “prótesis aprista”. Creo que esa noche no pocos votantes decidieron romper la tradicional disciplina aprista…

Al final del debate, para la mayoría de los asistentes no hubo duda, Barrantes había sido el ganador…

LOS ÚLTIMOS DÍAS DE LA CAMPAÑA FUERON MEJORES

Si ya las movilizaciones previas al debate habían resultado exitosas, coreando lemas reivindicativos y entonando cánticos combativos, los últimos quince días de la campaña fueron en permanente ascenso que tuvo su punto culminante en el mitin central realizado frente al local de IU en la avenida Grau el 8 de noviembre y que superó las más optimistas previsiones (Ver crónica “Barrantes triunfante en Lima” del 25 de noviembre de 2018). Incluso lo pude notar fuera de Lima cuando concurrí a mítines en Huaraz y Carhuaz los días 5 y 6 de noviembre y en el mitin de cierre de campaña en La Oroya el día 10, cuando la marcha posterior de unas cuatro cuadras, a las 9 de la noche, la sentí larguísima debido a los 3750 metros de altura y menos de 5 grados de temperatura.

Hubo otro debate organizado con mucho entusiasmo por el Colegio de Arquitectos del Perú y que se transmitió también por televisión. Participaron también expertos en plan de gobierno de cada organización pero no tuvo la agilidad del debate realizado en ALIDE. Cada uno de los candidatos mantuvo su perfil pero no hubo nada saltante, entre otras cosas porque luego de la ventaja que sacó Barrantes en esa oportunidad el resto trató de mantenerse en lo puramente técnico.

Este último debate, lo seguí muy de cerca debido a que dos de sus directivos eran mis vecinos, vivíamos en la misma manzana “C” de la urbanización La Capullana, donde en la manzana “M” vivía Barrantes. Uno de ellos era el Decano del gremio Eduardo Chullén con quien sólo intercambiábamos saludos las pocas veces que nos cruzábamos y el otro Luis Velasquez, amigo que vivía a menos de veinte metros de mi casa y era quien me prestaba su teléfono para emergencias, ya que a pesar de haberlo pedido diez años antes no lo instalaban todavía, ni lo harían hasta más de cinco años después (Ver crónica “Quince años esperando teléfono” del 19 de noviembre de 2015).

Pero como dije en el párrafo inicial, estoy seguro que el triunfo electoral de Barrantes el 13 de noviembre de 1983 se definió con el debate del 28 de octubre, ya que desde esa fecha el apoyo a su candidatura se fue incrementando día a día.

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