El 6 de octubre es el día de Ricardo Palma.
Es la fecha en que los
ex
alumnos de la Gran Unidad Escolar “Ricardo Palma“ visitamos nuestro
antiguo colegio y desfilamos con aquellos
compañeros de estudios que
se hayan acordado de la conmemoración, así como con
integrantes de otras
seguimos la tradición, aunque la actuación fue el viernes 4.
En la
noche compartimos un chifa 36 ex alumnos, incluyendo dos
que llegaron del
extranjero, acompañados varios de sus esposas. En
esta ocasión no sólo hubo
presencia de ex alumnos de Secundaria
Común y de Secundaria Industrial como
ocurrió para
las Bodas de Oro sino también uno de Secundaria Nocturna. En la
cena
nos acompañó y nos dirigió emotivas palabras nuestro profesor de
teatro
Ernesto Ráez (Ver crónica “Todo un maestro
de teatro a los 22 años” del 21 de junio).
Justamente con
ocasión del mes de mi colegio, publico
el discurso que pronuncié ante mis
compañeros hace cinco años,
el 7 de octubre de 2008, con ocasión de muestras
Bodas de Oro. Creo
que conserva su vigencia como imagen de cómo era la juventud
de un
colegio nacional por los años 50.
Queridos amigos:
Celebramos hoy nuestras Bodas de Oro, 50 años de haber egresado de la
Gran Unidad Escolar Ricardo Palma, es decir unos 55 años -y los que ingresamos
en primaria 57- de habernos conocido. Si bien con varios nos hemos visto con
alguna frecuencia estos últimos años, hay otros con los que no nos veíamos
prácticamente 50 años. Los compañeros de Industrial recién han comenzado a
reencontrarse este año. Y si muchos de Secundaria Común asistimos a las
reuniones por los 25, 35, 40 y 45 años, hay algunos que por primera vez se
encuentran en una reunión con su promoción.
No es poca cosa encontrarnos hoy reunidos. Cincuenta años son muchos
años. Las canas y las arrugas nos pueden indicar que son demasiados años,
aunque nuestros espíritus sientan que no son tantos. Tenemos sentimientos
encontrados. Al evocar vivencias conjuntas sentimos que apenas sucedieron ayer,
pero al mismo tiempo, al mirarnos las caras con atención, vemos que los años
han pasado. ¡Y vaya que han pasado!
EL
COLEGIO NOS CONVIRTIÓ EN IGUALES
Cuando ingresamos a primero de secundaria, éramos más de 300 y el
grupo no podía ser más heterogéneo. Nacidos entre 1938 y 1943. Residentes la
mayoría en Surquillo y Miraflores, pero una parte también en Barranco y
Chorrillos, varios provenientes de Mala, Santa Cruz de Flores, Lurín y
Pachacamac y aún de otros distritos de Lima, como Jesús María, Lince, La
Victoria, el Cercado y el Rímac. Hijos de empleados, agricultores, militares,
comerciantes, aviadores, técnicos, profesores, choferes, obreros, granjeros o
profesionales liberales. Con sangre proveniente de migraciones, tanto antiguas
como muy recientes, de tres continentes en amalgama con la sangre americana.
Católicos la mayoría, pero también algunos de otras confesiones. Éramos, en
fin, una muestra del mosaico heterogéneo que constituía la juventud urbana de
Lima de los 50.
Sin embargo, cinco años después, egresamos 103 jóvenes que nos
sentíamos parte de un grupo homogéneo, que nos considerábamos esencialmente
iguales. Es claro que cada uno tenía su propia forma de ser, sus propias
habilidades y debilidades, distintas vocaciones. Pero, al mismo tiempo, éramos
capaces de mirar de frente, sin bajar la mirada frente a quien se sintiera
poderoso, ni mostrar altivez frente a quien se considerara débil. Nos sabíamos
en iguales condiciones, sino mejores, frente a cualquier otro joven peruano.
Sabíamos que podíamos asumir retos, que éramos capaces de saber cómo desempeñarnos
en las distintas situaciones que nos pusiera la vida por delante y que
sabríamos comportarnos en los distintos medios en que nos tocara vivir. Éramos
no solamente iguales, sino seguros de nosotros mismos. El colegio nos sirvió no
sólo para instruirnos adecuadamente, sino nos dio personalidad. Además de
recibir instrucción recibimos la educación de excelencia que en esos años
caracterizó a la escuela pública en el Perú
NUESTROS
MAESTROS ERAN DE LUJO
Las enseñanzas las recibimos de maestros que combinaban diversas
experiencias, especialidades y habilidades. Tuvimos veteranos profesores
dispuestos a jugarse por la innovación pedagógica. Junto a ellos, profesionales
de distintas disciplinas ganados por la vocación docente. Y, fundamentalmente,
profesores de una generación recién egresada de las aulas universitarias con
todo su ímpetu juvenil. Todos juntos constituyeron un plantel de maestros que
en esa época era de lujo frente a los de gran parte de los colegios
particulares y que ahora lo sería incluso frente a los profesores de la mayoría
de universidades que han proliferado en los últimos años en el país.
La calidad de nuestros maestros nos ayudó a desarrollar la
personalidad que nos permitió instalarnos en el país complejo que existía en la
década de los 50. Nuestra generación pasó a lo largo de estos años por todo
tipo de gobiernos, supo de nacionalizaciones y privatizaciones, vivió el
desgarro de la muerte de peruanos por acción de otros peruanos, sufrió los
embates brutales del terrorismo y resistió las peores crisis económicas.
ASISTIMOS
AL INICIO DEL CAMBIO DEFINITIVO DEL PERÚ
Sin ser conscientes del fenómeno, asistimos al inicio de la ola
migratoria que a finales de los 50 y en las décadas sucesivas se hizo
incontenible y que cambió definitivamente nuestra ciudad y nuestro país.
En la época en que nacimos, el Perú apenas sobrepasaba los 7 millones
de habitantes. Cuando terminamos el colegio estaba ya por los 10 millones. Hoy
día, hay 4 veces más población que en 1940 y casi el triple de 1958. Éramos
parte de la población costeña que cuando nacimos no llegaba al 30% del país, ya
que en la sierra vivía el 65% de los peruanos. Hoy en la costa vive casi el
doble de peruanos que en la sierra. Pero quizás lo más significativo es que
cuando nacimos, en Lima y Callao vivían 520 mil habitantes y cuando salimos del
colegio ya era millón y medio. Hoy alcanzan los 8 millones. Sólo en Lima hay
más habitantes que los que había en todo el Perú en 1940.
En 1958, a doscientos metros de nuestro colegio, inmediatamente
después del cementerio y estadio municipales, comenzaba la carretera sur.
Después venían chacras, granjas y haciendas con nombres que hoy resultan
familiares como Higuereta o Vista Alegre. El llamado Cono Norte no existía, ya
que poco después de la UNI comenzaba la carretera norte y en la carretera
central, después de la Parada y los cerros San Cosme y El Agustino y antes de
Chaclacayo, sólo existía el pequeño pueblo de Vitarte. Entre Surquillo y San
Isidro como entre Lima y el Callao, veíamos desde los tranvías cultivos de
algodón o maíz. El aeropuerto de Limatambo -donde hoy queda el ministerio del
Interior- estaba en los extramuros y sus pistas quedaban en lo que hoy es parte
de San Borja, lo que explica lo absurdo de las avenidas de ese distrito que son
a la vez perpendiculares y paralelas entre sí.
CÓMO
CAMBIÓ EL PERÚ Y EL MUNDO
Un solo cálculo nos sirve de ejemplo para ilustrar lo pasado en estos
50 años: un nuevo sol de hoy equivale a mil millones de soles de nuestra época.
Con un nuevo sol de hoy podríamos darle de propina un sol antiguo a casi todos
los pobladores que hoy tiene China. Esto que parece sólo un juego de números,
es en realidad la medida de la crisis por la pasamos y de nuestra capacidad de
sobreponernos a ella y seguir adelante.
Y también un solo hecho que ocurre muy lejos de nuestras fronteras,
puede mostrarnos cuánto cambió el mundo desde que dejamos las aulas escolares.
A finales de 1955, Rosa Parks una ex costurera negra fue arrestada en un
autobús en Alabama por no cederle su asiento a un blanco,
generando una protesta que dio gran impulso al naciente Movimiento por los Derechos Civiles en los Estados Unidos. Y dentro de un mes, puede suceder algo
inimaginable en nuestros años escolares: que el afroamericano Barack Obama,
llegue de ser elegido Presidente en ese país.
EL SIGNIFICADO DE NUESTRAS REUNIONES
Pero si útil puede ser hacer memoria de lo que era el Perú en nuestros
años juveniles, dejemos acá las remembranzas, para hablar de esta celebración y
su significado.
En los colegios particulares, los promotores o dueños o, las órdenes
religiosas que los dirigen, cuidan que los diversos ex alumnos mantengan su
vínculo con el colegio. No ocurre lo mismo en los colegios nacionales. Y por
esa razón pasaron demasiados años para reencontrarnos. Los esfuerzos aislados
no cuajaron y recién en 1983 por la persistencia y dedicación de Harry
Valdivieso, con el excelente complemento de nuestro recordado Néstor Ezequiel
Salinas, se logró la asistencia de un pequeño grupo al colegio en octubre y un
almuerzo en noviembre que congregó a alrededor de 40.
Desde entonces hemos tratado de reunirnos con mayor continuidad y en
gran medida lo hemos logrado, no con la frecuencia que muchos hubieran querido
pero si lo suficiente para seguir estrechando nuestros lazos, incluyendo muchas
veces a nuestras esposas. Testimonio de ello está recogido en el DVD que todos
vamos a recibir y que es un compendio de las reuniones tenidas en 1993, 1998 y
2003, así como de nuestra activa participación en el cincuentenario de la
fundación del colegio en 1998.
Pero ¿cuál es la esencia de estas reuniones? Casi una sola: la
reafirmación de la amistad, confraternidad y hermandad entre nosotros. Volver a
sentirnos parte del colectivo que egresó del colegio en 1958. Saber que hay
personas que sienten como propios nuestros logros, pero también nuestras
caídas. Conocer que en nuestras reuniones quedan al margen las diferencias
socio-económicas. Comprender que entre nosotros no deben discutirse las
creencias ideológicas, políticas o religiosas, sino respetar a todos en su
diversidad. Reconocer que cuando estábamos en el colegio la amistad se
entregaba sin ninguna interés subalterno y que nuestras reuniones son la
continuidad de esos sentimientos. Es decir, en nuestras reuniones no debe haber
nadie que se sienta más o que se sienta menos, sino sólo quienes se sientan
parte.
SATISFACCIÓN POR AMPLIA PRESENCIA
La satisfacción de esta reunión es el poder contar con caras nuevas –
¡lo de nuevas, es un decir por cierto!-, así como que seis compañeros hayan
hecho el esfuerzo de venir desde los Estados Unidos para estar presentes ayer
en el colegio y hoy acá. También que otros hicieran el intento que
lamentablemente no pudieron concretar, pero que igualmente enviaran su
colaboración, así como lo hicieron compañeros que sabían que no podían venir.
También la satisfacción es poder tener presentes a nuestros maestros.
Ayer nos acompañó en la clase del recuerdo y hoy lamentablemente no puede estar
con nosotros, Luis Orlando Barrientos Guizado, excelente profesor de historia
que nos demostró que tiene la misma sapiencia que le recordábamos. La presencia
y las palabras ayer en la Casa Museo Ricardo Palma de don Salustio Maldonado
Robles, nuestro inolvidable Jefe de Actividades Educativas y estudioso de la
arqueología e historia, particularmente de su natal Huánuco, nos hace recordar
los esfuerzos que hizo por desarrollar en nosotros aficiones tan diversas como
teatro, periodismo hablado y escrito o música. Y hoy nos acompaña Carlos
Landauro Porras, maestro con más de 57 años de ejercicio y que tuvo en Ricardo
Palma su inicio como profesor. Sus conocimientos en geografía nos sirvieron
tanto como sus conversaciones y consejos sobre la vida misma tan necesarios en
nuestra etapa adolecente, dada su cercanía generacional considerando que en
1958 recién llegaba a los 30 años. Para muchos fue una sorpresa que ayer nos
acompañara Héctor Menacho, quien llegó a ser campeón de decatlón en el
Sudamericano de Brasil en 1956 y fue entrenador de atletismo de varios de los
presentes. Y por cierto, ayer lo vimos y esperábamos que hoy nos acompañara el
inacabable Amadeo, encargado de azuzarnos con su palo para que entráramos a
tiempo y que aun hoy, es en el colegio símbolo viviente de las mejores épocas.
La presencia de un buen número de nuestras esposas, compañeras de
nuestra vida y colaboradoras de las actividades por nuestras Bodas de Oro es
algo que agradecemos y resaltamos, así como la asistencia de algunos hijos de
nuestros compañeros y amigos muy entrañables. Debo mencionar especialmente a
quien sentimos miembro honorario de nuestra promoción, a pesar que pertenece a
la del 57 y que no sólo nos ayudó con sus ideas sino que fue el anfitrión de
casi todas las reuniones de la Comisión, nuestro amigo César Monzón.
RECUERDO DE LOS COMPAÑEROS FALLECIDOS
Compromete nuestro mayor reconocimiento, que se encuentre con nosotros
Norma Soto de Salinas, esposa por más de 42 años de nuestro recordado y querido
Nestor Ezequiel, integrante de nuestra comisión organizadora, lamentablemente
desaparecido hace poco más de seis meses. Como nos dijo Norma, sobreponiéndose
a su dolor –incluso aumentado por la desaparición de su padre hace 10 días-
ella está acá porque así lo hubiera querido su esposo, animador indesmayable de
todas las anteriores reuniones. Para nosotros su presencia es también sentir
aun muy cerca y presente a nuestro querido flaco Salinas (ver crónica “Cinco años que se fue el flaco Salinas” del 23 de marzo).
Aunque haremos un recuerdo especial posteriormente de los compañeros
fallecidos, sí me corresponde decir que todos ellos han estado siempre
presentes en nuestras preocupaciones y esperamos haber interpretado las
aspiraciones que tenían para estas Bodas de Oro.
NUESTRA EXITOSA CELEBRACIÓN ES ÉXITO DE TODOS
El éxito de la Comisión Organizadora que está llegando a su fin fue
posible por el trabajo colectivo de todos sus integrantes y el apoyo encontrado
en todos ustedes, que agradecemos. Pero siendo un esfuerzo común, sería injusto
no destacar el impulso que le dieron dos de los integrantes de la comisión:
Guillermo Castillo con su incansable apoyo en todas las tareas y su optimismo a
toda prueba. Y Hernán Caycho, con su vehemencia casi obsesiva para sacar las
cosas adelante, manteniendo al mismo tiempo entusiasmo para buscar a nuevos
compañeros y severidad para cobrarles, junto con la tarea que se impuso de
mantenernos a todos comunicados. Ambos, Caycho y Castillo, entregaron tiempo y
esfuerzo para visitar personalmente a la mayoría de los integrantes de la
promoción con una dedicación que todos debemos reconocer y agradecer. A la
comisión organizadora se integraron desde junio nuestros compañeros de
Industrial, particularmente Guillermo Norabuena y Luis Cano, con quienes las
labores se compartieron aún más y de los cuales sólo lamentamos no haber tenido
la oportunidad de reencontrarlos antes.
Termino pidiendo no olvidar nuestros propios orígenes. Ricardo Palma
fue un excelente colegio de un distrito popular y nosotros somos parte del
surgimiento de los sectores populares y de la clase media baja de nuestro país,
gracias a la educación. Y así como podemos estar orgullosos de nuestro presente
por lo mucho o lo poco que hayamos logrado en la vida, nunca debemos ignorar
nuestro pasado, ni olvidar de dónde venimos, ni dejar de lado el orgullo de ese
colegio tan querido y al cual tanto le debemos por formarnos como personas.
Sólo me queda agradecer la participación de todos los miembros de la
Promoción 1958, los que están hoy acá y los que a través del correo electrónico
y el teléfono se enterarán mañana de los pormenores de esta reunión que es de
satisfacción por el reencuentro fraterno, de recuerdos imborrables tanto
tristes como alegres y de cordial celebración entre amigos de toda la vida.
Muchas gracias a todos y brindemos por nuestra hermandad.
(Lima, 7 de octubre de 2008)
Alfredo:
ResponderBorrarY me acojo a ese brindis como si perteneciera tu promoción. Qué hermoso discurso y con cuanta emoción lo habrás disfrutado. Nos dio gusto verte el 4 y la foto contigo y el grupo de siempre es un tesoro que adorna mi vida. Gracias por demostrar el talento de escribir y evocar con tanta elegancia todo lo inolvidable. Por algo perteneces a la familia Filomeno y no dejo de recordar a mi primera maestra, tu tía Mercedes y puedo afirmar, mi verdadera forjadora de mi instrucción.
Un lujo ser tu amigo y aprovecho en agradecer tu presencia en la Misa dedicada a mi eterna novia. Un abrazo y toda mi admiración a tu talento.
José Carlos.