viernes, 18 de octubre de 2013

LAS CARCOCHAS DE MI TIEMPO (1955-1961)

Cuando me cruzo principalmente los días sábados con autos antiguos, exquisitamente engalanados, conduciendo a parejas de novios, algunas veces retrocedo más de 50 años atrás cuando utilizaba ese tipo de auto. No eran por cierto vehículos elegantes por esos años. Eran más bien autos que estaban terminando sus ciclos de existencia y que habían pasado sucesivamente de autos particulares a autos de plaza, que era como entonces se les llamaba a los taxis, para finalmente convertirse en modestos colectivos.

Sin duda esos automóviles eran de finales de los años veinte e inicios de los 30. Medio cuadrados, la carrocería de metal y el techo de un material que creo que era una especie de gruesa lona. Los autos, arrancaban con manivela –un fierro en forma de gancho que se introducía por la parte central inferior del capot y se giraba fuertemente con la mano hasta que el motor encendía- y algunos en lugar de bocina sobre el timón tenían una especie de bombilla de jebe externa que se apretaba con la mano para que sonara. Como dije estaban seguramente en su último ciclo. Se les notaba desgastados y algunos lucían sus asientos de cuero parchados. Y aunque eran bastante lentos, alguna gente los tomaba por 6, 8 o 10 cuadras porque el precio era bastante bajo.
 
LA ANTIGÜEDAD DE SUS TAXIS LOS CONVIRTIÓ EN COLECTIVEROS
 
La mayoría de los choferes eran personas que yo considera en ese tiempo bastante mayores –hoy pienso que debían estar sólo por los cincuenta o cincuenta y cinco años- y sus historias eran parecidas. Aunque no era fácil hablar con ellos, no por que fueran callados sino porque la subida y bajada de los pasajeros era relativamente rápida, juntando conversaciones con varios de ellos llegué a la conclusión que eran autos comprados con esfuerzo a finales de los 30 para dedicarse a hacer taxis que resultaba un oficio que reportaba ingresos bastante mayores que los que tenían los obreros e incluso muchos oficinistas por esa época.
 
Justamente los ingresos aceptables fueron motivo para que un creciente número de trabajadores buscaran financiarse la compra de un vehículo. Esto significó la llegada de autos modernos y cada vez más grandes que desplazaron a los taxis pequeños, a punto tal que sus choferes constataban que cada vez les era más difícil conseguir pasajeros y tuvieron que buscar una solución.
 
Los taxis tenían su paradero inicial en alguna plaza o parque. De allí su denominación inicial de “auto de plaza”. Había un teléfono instalado en una pequeña caseta y allí recibían la convocatoria de algún pasajero. O llegaban los pasajeros a tomarlos en ese lugar. Bueno, los choferes desplazados por tener vehículos muy antiguos se agruparon e iniciaron en alguna plaza su recojo de pasajeros. Prácticamente no llegaban a interrumpir el tránsito ya que sabían que si iniciaban el recorrido sin el auto lleno, lo llenarían en el camino. Su experiencia como taxistas los hizo encontrar rutas que no cubrían los tranvías. Pero además en zonas con pasajeros que no tenían suficientemente llenos los bolsillos como para gastar en taxis, pero sí en colectivos que además paraban en cada esquina, a diferencia de los buses que tenían paraderos…
 
También recuerdo autos colectivos en otras rutas bastante más largas. Alrededor de la Plaza San Martín salían varios rutas. A Barranco y Chorrillos desde Colmena Izquierda, al Callao desde Colmena Derecha, desde el Cine Colón hacia Miraflores. Desde un costado de la Plaza de Armas salían colectivos a Pueblo Libre, Magdalena y San Miguel. E incluso desde Colmena Izquierda, cerca del Parque Universitario, salían colectivos a Chaclacayo y Chosica. Pero todas esas rutas también eran cubiertas por tranvías y buses, por lo que eran recorridas con autos más modernos que iban rápido y cobraban más.
 
VICTORIA-VITERVO Y PROGRESO-PLAZA DE ARMAS
 
Pero los pequeños colectivos de los autos antiguos, en los que me movilicé muchas veces entre 1955 y 1961, seguían recorridos que, como dije, no cubrían otros medios de transporte. Recuerdo dos rutas: Victoria-Vitervo y Progreso-Plaza de Armas. La primera recorría toda la avenida Manco Cápac en La Victoria para luego dirigirse por la avenida Abancay y hacer un giro para terminar en Vitervo, nombre de una estación del tren que venía de la sierra central. Estaba cerca de un cine, que se encontraba antes de comenzar el puente Balta y que se llamaba Cinelandia. El regreso era prácticamente por la misma ruta, ya que la mayor parte del trayecto era por avenidas de doble pista. Esta línea la tomaba alguna veces que me quedaba en el colegio hasta muy tarde y me resultaba más fácil tomar el ómnibus que venía de Surco con destino a La Victoria, para bajarme en la Plaza Manco Cápac para abordar estos pequeños autos. Al llegar al paradero final cruzaba el puente Balta para llegar a la cuadra 5 ó 6 de Marañón y llegar a mi casa que quedaba en la primera cuadra. Esto ocurrió algunas veces en la época que presentamos Collacocha, en el teatrín de la gran unidad escolar Ricardo Palma (Ver crónica “Todo un maestro de teatro a los 22 años” del 21 de junio).
 
La otra ruta partía de la Plaza de Armas, al costado de la municipalidad y se dirigía por el jirón Junín hasta llegar a Azángaro, jirón que tomaba para pasar por el costado del Parque Universitario y la Universidad de San Marcos para luego tomar la calle Pachitea y seguir por la avenida Uruguay hasta que atravesaba Alfonso Ugarte y se convertía en avenida Venezuela, ya en el flamante distrito de Breña. Me parece que llegaba a la altura de la cuadra 17. Y ¿de dónde el nombre de Progreso-Plaza de Armas?. Pues la avenida se había llamado Progreso antes de ser Venezuela. Creo que regresaba luego por la avenida Bolivia y tomaba la avenida Wilson para luego entrar por Camaná o alguna de sus paralelas y entrar por la calle Lima –hoy Conde de Superunda- para terminar en la esquina de la Plaza de Armas. Varias veces los utilicé el año 1959 después de salir de mi casa en el Rímac, luego de atravesar el Puente de Piedra, para dirigirme a la Plaza Francia donde se encontraba el local de Letras de la Universidad Católica o ese año y los dos siguientes para tomarlo de regreso a mi casa desde la avenida Bolivia con Alfonso Ugarte, a tres cuadras, primero, y a una cuadra después del local central de la Democracia Cristiana. A mediados de 1961, cuando con mi familia nos mudamos del Rímac a Pueblo Libre dejé de usar estos colectivos.
 
DESAPARECIERON JUNTO CON SU COMPETENCIA
 
Pero si tengo que recordar mi vida de pasajero desde que comencé a hacerlo solo a los 8 ó 9 años hasta que tuve 23 años, el tranvía fue el vehículo que más usé, hasta su desaparición en diciembre de 1965. Seguramente el 80 % de mis desplazamientos fueron en tranvía, un 10 % en ómnibus y otro 10 % en colectivos” (Ver crónica “Los tranvías de mi tiempo” del 16 de febrero). Con la desaparición de los tranvías, aparecieron otros medios para el transporte de pasajeros: los microbuses, las llamadas “combis” –en realidad Kombi era un modelo de camioneta Volkswagen que comenzó a adaptarse para transporte de pasajeros en esa época- y otros vehículos. Con estos nuevos medios de transporte, que inicialmente podían llevar 8 a 12 pasajeros, los pequeños colectivos para 4 ó 5 languidecieron por pocos meses y terminaron por desaparecer.
 
Después de competir en bajo precio con los tranvías, los modestos colectivos de los años treinta terminaron por acompañarlos en su desaparición final…

1 comentario:

  1. Nos trajo recuerdos imperecederos. Buena memoria, Alfredo. Como tú, fue el tranvía nuestro medio de locomoción favorito. Lo único desagradable fueron los accidentes y sus consecuencias desagradables a la vista. Me agradó haber ingresado y realizar este viaje a un pasado que considero mejor. Gracias.

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