Cuando me cruzo principalmente los días sábados con autos antiguos,
exquisitamente engalanados, conduciendo a parejas de novios, algunas veces
retrocedo más de 50 años atrás cuando utilizaba ese tipo de auto. No eran por
cierto vehículos elegantes por esos años. Eran más bien autos que estaban
terminando sus ciclos de existencia y que habían pasado sucesivamente de autos
particulares a autos de plaza, que era como entonces se les llamaba a los taxis,
para finalmente convertirse en modestos colectivos.
Sin duda esos automóviles eran de finales de los años veinte e inicios de los 30. Medio cuadrados, la carrocería de metal y el techo de un material que creo que era una especie de gruesa lona. Los autos, arrancaban con manivela –un fierro en forma de gancho que se introducía por la parte central inferior del capot y se giraba fuertemente con la mano hasta que el motor encendía- y algunos en lugar de bocina sobre el timón tenían una especie de bombilla de jebe externa que se apretaba con la mano para que sonara. Como dije estaban seguramente en su último ciclo. Se les notaba desgastados y algunos lucían sus asientos de cuero parchados. Y aunque eran bastante lentos, alguna gente los tomaba por 6, 8 o 10 cuadras porque el precio era bastante bajo.
Sin duda esos automóviles eran de finales de los años veinte e inicios de los 30. Medio cuadrados, la carrocería de metal y el techo de un material que creo que era una especie de gruesa lona. Los autos, arrancaban con manivela –un fierro en forma de gancho que se introducía por la parte central inferior del capot y se giraba fuertemente con la mano hasta que el motor encendía- y algunos en lugar de bocina sobre el timón tenían una especie de bombilla de jebe externa que se apretaba con la mano para que sonara. Como dije estaban seguramente en su último ciclo. Se les notaba desgastados y algunos lucían sus asientos de cuero parchados. Y aunque eran bastante lentos, alguna gente los tomaba por 6, 8 o 10 cuadras porque el precio era bastante bajo.
LA
ANTIGÜEDAD DE SUS TAXIS LOS CONVIRTIÓ EN COLECTIVEROS
La mayoría de los choferes eran personas que yo considera en ese
tiempo bastante mayores –hoy pienso que debían estar sólo por los cincuenta o
cincuenta y cinco años- y sus historias eran parecidas. Aunque no era fácil
hablar con ellos, no por que fueran callados sino porque la subida y bajada de
los pasajeros era relativamente rápida, juntando conversaciones con varios de
ellos llegué a la conclusión que eran autos comprados con esfuerzo a finales de
los 30 para dedicarse a hacer taxis que resultaba un oficio que reportaba
ingresos bastante mayores que los que tenían los obreros e incluso muchos
oficinistas por esa época.
Justamente los ingresos aceptables fueron motivo para que un creciente
número de trabajadores buscaran financiarse la compra de un vehículo. Esto
significó la llegada de autos modernos y cada vez más grandes que desplazaron a
los taxis pequeños, a punto tal que sus choferes constataban que cada vez les
era más difícil conseguir pasajeros y tuvieron que buscar una solución.
Los taxis tenían su paradero inicial en alguna plaza o parque. De allí
su denominación inicial de “auto de plaza”. Había un teléfono instalado en una
pequeña caseta y allí recibían la convocatoria de algún pasajero. O llegaban
los pasajeros a tomarlos en ese lugar. Bueno, los choferes desplazados por
tener vehículos muy antiguos se agruparon e iniciaron en alguna plaza su recojo
de pasajeros. Prácticamente no llegaban a interrumpir el tránsito ya que sabían
que si iniciaban el recorrido sin el auto lleno, lo llenarían en el camino. Su
experiencia como taxistas los hizo encontrar rutas que no cubrían los tranvías.
Pero además en zonas con pasajeros que no tenían suficientemente llenos los
bolsillos como para gastar en taxis, pero sí en colectivos que además paraban
en cada esquina, a diferencia de los buses que tenían paraderos…
También recuerdo autos colectivos en otras rutas bastante más largas.
Alrededor de la Plaza San Martín salían varios rutas. A Barranco y Chorrillos
desde Colmena Izquierda, al Callao desde Colmena Derecha, desde el Cine Colón
hacia Miraflores. Desde un costado de la Plaza de Armas salían colectivos a
Pueblo Libre, Magdalena y San Miguel. E incluso desde Colmena Izquierda, cerca
del Parque Universitario, salían colectivos a Chaclacayo y Chosica. Pero todas
esas rutas también eran cubiertas por tranvías y buses, por lo que eran recorridas
con autos más modernos que iban rápido y cobraban más.
VICTORIA-VITERVO
Y PROGRESO-PLAZA DE ARMAS
Pero los pequeños colectivos de los autos antiguos, en los que me
movilicé muchas veces entre 1955 y 1961, seguían recorridos que, como dije, no
cubrían otros medios de transporte. Recuerdo dos rutas: Victoria-Vitervo y
Progreso-Plaza de Armas. La primera recorría toda la avenida Manco Cápac en La
Victoria para luego dirigirse por la avenida Abancay y hacer un giro para
terminar en Vitervo, nombre de una estación del tren que venía de la sierra
central. Estaba cerca de un cine, que se encontraba antes de comenzar el
puente Balta y que se llamaba Cinelandia. El regreso era prácticamente por la
misma ruta, ya que la mayor parte del trayecto era por avenidas de doble pista.
Esta línea la tomaba alguna veces que me quedaba en el colegio hasta muy tarde
y me resultaba más fácil tomar el ómnibus que venía de Surco con destino a La
Victoria, para bajarme en la Plaza Manco Cápac para abordar estos pequeños
autos. Al llegar al paradero final cruzaba el puente Balta para llegar a la
cuadra 5 ó 6 de Marañón y llegar a mi casa que quedaba en la primera cuadra.
Esto ocurrió algunas veces en la época que presentamos Collacocha, en el
teatrín de la gran unidad escolar Ricardo Palma (Ver crónica “Todo un maestro de teatro a los 22 años” del 21 de junio).
La otra ruta partía de la Plaza de Armas, al costado de la
municipalidad y se dirigía por el jirón Junín hasta llegar a Azángaro, jirón
que tomaba para pasar por el costado del Parque Universitario y la Universidad
de San Marcos para luego tomar la calle Pachitea y seguir por la avenida
Uruguay hasta que atravesaba Alfonso Ugarte y se convertía en avenida
Venezuela, ya en el flamante distrito de Breña. Me parece que llegaba a la
altura de la cuadra 17. Y ¿de dónde el nombre de Progreso-Plaza de Armas?. Pues
la avenida se había llamado Progreso antes de ser Venezuela. Creo que regresaba
luego por la avenida Bolivia y tomaba la avenida Wilson para luego entrar por
Camaná o alguna de sus paralelas y entrar por la calle Lima –hoy Conde de Superunda-
para terminar en la esquina de la Plaza de Armas. Varias veces los utilicé el
año 1959 después de salir de mi casa en el Rímac, luego de atravesar el Puente
de Piedra, para dirigirme a la Plaza Francia donde se encontraba el local de
Letras de la Universidad Católica o ese año y los dos siguientes para tomarlo
de regreso a mi casa desde la avenida Bolivia con Alfonso Ugarte, a tres
cuadras, primero, y a una cuadra después del local central de la Democracia
Cristiana. A mediados de 1961, cuando con mi familia nos mudamos del Rímac a
Pueblo Libre dejé de usar estos colectivos.
DESAPARECIERON
JUNTO CON SU COMPETENCIA
Pero si tengo que recordar mi vida de pasajero desde que comencé a
hacerlo solo a los 8 ó 9 años hasta que tuve 23 años, el tranvía fue el vehículo
que más usé, hasta su desaparición en diciembre de 1965. Seguramente el 80 % de
mis desplazamientos fueron en tranvía, un 10 % en ómnibus y otro 10 % en
colectivos” (Ver
crónica “Los tranvías de mi tiempo” del 16 de febrero). Con la desaparición de los tranvías,
aparecieron otros medios para el transporte de pasajeros: los microbuses, las
llamadas “combis” –en realidad Kombi era un modelo de camioneta Volkswagen que comenzó a adaptarse para
transporte de pasajeros en esa época- y otros vehículos. Con estos nuevos
medios de transporte, que inicialmente podían llevar 8 a 12 pasajeros, los pequeños
colectivos para 4 ó 5 languidecieron por pocos meses y terminaron por
desaparecer.
Después de competir
en bajo precio con los tranvías, los modestos colectivos de los años treinta terminaron
por acompañarlos en su desaparición final…
Nos trajo recuerdos imperecederos. Buena memoria, Alfredo. Como tú, fue el tranvía nuestro medio de locomoción favorito. Lo único desagradable fueron los accidentes y sus consecuencias desagradables a la vista. Me agradó haber ingresado y realizar este viaje a un pasado que considero mejor. Gracias.
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