Cuando el 7 de julio del año 2007, en el Estadio da Luz del Benfica en Lisboa, se dio a conocer las siete nuevas maravillas del mundo, culminó un proceso que había durado varios meses generando gran expectativa, considerando que se había tomado en cuenta a la opinión pública de todo el mundo. Si bien la iniciativa fue de una empresario suizo, fue secundado entusiastamente por muchas instituciones y el ministerio de Cultura de Portugal. Pero, sobre todo, tuvo la participación de más de cien millones de personas que votaron, expresando su preferencia a través de internet y mensajes telefónicos.
Cuando supe que las
maravillas eran el Coliseo de Roma en Italia; la estatua del Cristo
Redentor en Río de Janeiro, Brasil; la Gran Muralla China en China; la
ciudadela de Machu Picchu en el Cusco, Perú; Petra en Jordania; el Taj
Mahal en Agra, India, y Chichén Itzá en Yucatán, México, me sentí muy satisfecho
de haber estado en cuatro de ellas.
MAS DE 50 AÑOS DESPUÉS
DE CONOCER CUSCO…
Alguien podría pensar
que siendo peruano resultaba natural que conociera Machu Picchu. No es así. La
ciudadela inca recién la conocí poco antes que se considerara entre las siete
nuevas maravillas del mundo. En febrero del 2005 mi esposa Ana María y yo nos
tomamos unas cortas vacaciones y viajamos al Cusco y destinamos un par de días
para disfrutar de la majestuosidad de la imponente fortaleza. Y también de la
sensación de paz que se tenía en toda la zona, ya que pernoctamos en Aguas
Calientes, el pueblo que está situado a la entrada del monumento histórico.
Entre abril de 1962 y los primeros cinco
años de este siglo había viajado por razones políticas y laborales por lo menos
20 veces al Cusco y nunca había tenido tiempo de viajar a la ciudadela. Sólo había
visto Machu Picchu en un par de oportunidades… desde las ventanillas del avión.
En mi primera visita al Cusco, en preparación de actividades relacionadas a la
campaña electoral de 1962, sí había podido conocer la Fortaleza de Sacsayhuamán
-quizás por estar situada muy cerca de la ciudad- guiado por el entonces
dirigente juvenil democristiano, ex presidente de la federación universitaria y
candidato a diputado Valentín Paniagua, quien me llevó al templo inca en el mismo
Volkswagen que año y medio después lo movilizaría en Lima (Ver
crónica “Café en palacio, desayuno en la avenida Abancay” del 19 de junio de
2015).
Conocí Machu Picchu este
siglo. Las otras tres maravillas las conocí el siglo pasado.
COLISEO ROMANO EN MI PRIMER
VIAJE A EUROPA
En los últimos días de
agosto de 1964 llegué a Europa para participar en un seminario internacional
para dirigentes demócrata cristianos latinoamericanos. Éramos veinticinco dirigentes de catorce países
que durante unos cincuenta días pudimos conocer experiencias gubernamentales y los
primeros pasos de integración de seis países en la Comunidad Europea del Carbón
y del Acero y luego en la Comunidad Económica Europea, antecedentes de lo que
hoy más de sesenta años después es la Unión Europea. La última ciudad que visitamos
fue Roma, donde a mediados de octubre paseamos durante muchas horas conociendo
la llamada “Ciudad eterna”. Quedamos todos impresionados de enormes monumentos,
grandiosas iglesias, amplias casonas y bellas plazas. El bus que nos transportaba
tuvo como primera parada el Coliseo Romano que todos contemplamos admirados,
para luego recorrer algunas de sus instalaciones. Ninguno se imaginó que cuarenta
años después ese coliseo sería considerado una de las siete maravillas del
mundo moderno.
LA MURALLA SE PERDÍA
DE VISTA
Exactamente 26 años
después, el 17 de octubre de 1990, llegué a la Muralla China, construida en
cientos de años y que se extiende por varios miles de kilómetros. Se dice que
un astronauta declaró que era la única edificación identificable desde el
espacio. Recorrí uno de los trechos habilitados para el turismo. En ambos sentidos,
la muralla se extendía hasta donde podía llegar la vista. Caminé por casi un
kilómetro sintiendo que la grandiosa construcción era una maravilla, sin saber
que así sería considerada años después.
Integraba yo una
delegación de la Coordinadora Socialista Latinoamericana, compuesta por Pepe
Luna que encabezaba la delegación como secretario general adjunto de la
Coordinadora y yo, ambos del Partido Socialista Revolucionario del Perú, PSR,
del cual era yo secretario general. Los otros dos eran un experimentado
dirigente del Partido Socialista de Chile y César Torres un dirigente bastante
joven de la Alianza Democrática M-19 de Colombia, surgido después de la
desmovilización del movimiento guerrillero M 19 y que se insertó en la vida
democrática de su país. Llegamos a China desde Pyongyang, capital de la República
Democrática de Corea en donde habíamos participado de los actos por el 45
aniversario del Partido del Trabajo de ese país.
EXCELENTE
VISTA DEL CRISTO REDENTOR
Entre el Coliseo Romano y la Muralla China había tenido oportunidad
de conocer el Cristo Redentor de Río de Janeiro. Cuando pisamos la explanada
donde se encuentra tampoco imaginábamos que estábamos al pie de la que sería
una nueva maravilla del mundo moderno. Junto a los diputados Manuel Dammert y
Alejandro Olivera habíamos subido en un pequeño tren atravesando un verde
follaje hasta alcanzar los setecientos metros de altura y contemplábamos admirados
la enorme estatua de treinta metros, más ocho de su base circular. Además, podíamos
contemplar hacia abajo la hermosa ciudad y sus famosas playas.
Dammert, secretario general del Partido Comunista Revolucionario,
PCR, Olivera, parlamentario del Partido Comunista Peruano, PCP, y yo, dirigente
del PSR, junto con un compañero dirigente de la Unidad Democrática Popular, UDP,
a quien conocí en esa ocasión y no volví a ver, integrábamos una delegación de Izquierda
Unida, IU, que había participado en una reunión en Sao Paulo, invitados por el
Partido de los Trabajadores de Brasil, PT, cuyo principal líder Luiz Inácio
Lula da Silva sería elegido presidente de su país veinte años después.
También participaron de la reunión Carlos Roca, diputado
del Partido Aprista Peruano, APRA, y Miguel Ángel Mufarech, fundador y presidente
del Partido de Integración Nacional, PADIN. En el Perú una semana antes se habían
realizado las elecciones municipales. El APRA se había constituido en la
organización política más votada en esos comicios, IU logró ser la segunda
fuerza electoral y su presidente, Alfonso Barrantes había ganado la alcaldía de
Lima, mientras que PADIN había logrado la alcaldía provincial de Huamanga, donde
se habían iniciado tres años atrás las acciones terroristas. La reunión a la
que asistimos y que se había clausurado en la noche del domingo 21 de
noviembre, no tenían que ver con el llamado Foro de Sao Paulo que se crearía recién
varios años después.
UN GRAN AMIGO BRASILERO
A las seis y media de la mañana del día siguiente viajamos
a Río de Janeiro en un vuelo que duró poco. Salimos del aeropuerto sabiendo que
doce horas después tendríamos que regresar para seguir viaje a Lima. Al llegar
a la ciudad, busqué a Neiva Moreira a quien había tratado durante su exilio en
el Perú diez años antes. No podía decir que éramos amigos, aunque habíamos
coincidido en dos o tres reuniones mientras vivía en Lima a mediados de los
años 70.
Neiva Moreira era uno de los dirigentes más
destacados del Partido Democrático de los Trabajadores, PDT, y una reconocida personalidad
política en Brasil. Había pasado más de quince años en el exilio en Bolivia,
Uruguay, Argentina, Perú y México, participando en actividades de la
oposición brasilera y estableciendo vínculos con socialistas y social demócratas de América
Latina. En esos años fundó la revista
Cuadernos del Tercer Mundo con el argentino Pablo Piacentini y con su compañera de vida
Beatriz Bisso. La
publicación llegó a tener ediciones en inglés, español y portugués y amplia
distribución en América Latina, Estados Unidos, así como en Portugal y África
portuguesa,
No lo encontramos en
el local de la
revista, pero desde allí lo llamaron. En esa época trabajaba junto a Leonel
Brizola -en esos momentos gobernador del estado de Rio de Janeiro- con quien,
junto a un importante grupo de opositores a la dictadura militar, había fundado
en 1980 el PDT.
INDISPOSICIÓN AL PIE DE CRISTO
El encuentro fue muy cordial y breve. Neiva tenía
mucho trabajo y le habíamos caído de sorpresa. Sin embargo, nos envió a su casa
para que dejáramos el equipaje y nos aseáramos un poco. Nos sugirió que como íbamos
a estar muy cerca de la estación para subir al Corcovado, lo hiciéramos y quedó
en mandarnos a recoger en la tarde.
A mediodía iniciamos la subida en uno de los
pequeños vagones del tren. No era muy rápido y podíamos ver diversidad de
plantas en el trayecto. Mientras avanzábamos vi el rostro de Dammert un poco pálido.
No hice ningún comentario y cuando estuvimos en la explanada de unos 200 metros
de diámetro estuve convencido que algo pasaba con él. En un momento que Olivera
se alejó un poco, le pregunté a Manuel si se sentía mal. Acrofobia me dijo y
miró preocupado hacia donde estaba su colega.
No te preocupes, le dije, está disfrutando de la vista y no ha reparado
en que estás descompuesto. Estuvimos al pie del Cristo del Corcovado un buen
rato más y noté que Manuel iba recuperándose. Al regreso, mientras buscábamos un
sitio para almorzar, estaba totalmente normal.
A las cuatro de la tarde nos encontramos con Neiva
y pudimos conversar ampliamente, mientras paseábamos por las calles de Río, así
como contemplábamos sus excelentes playas desde los malecones.
Horas después ya en el aeropuerto, ante un gesto de
Interrogación de Manuel le dije que no se preocupara que nadie tenía por qué
enterarse de la fobia que sufría. Me agradeció y me dijo que algunos podían
burlarse. Ojalá que solo fuera eso le contesté y añadí que, aunque era
improbable un futuro gobierno en el Perú con las características de las
dictaduras militares de Chile o Argentina o del propio Brasil unos años antes, su
fobia podría ser aprovechada para alguna enfermiza tortura. Entonces ni se te
ocurra comentarlo mientras yo viva, me dijo con una sonrisa, que no disimulaba
su preocupación.
COINCIDENCIAS Y AMISTAD DURANTE VARIOS AÑOS
Si bien conocía de las andanzas políticas de
Dammert desde que en 1964 era dirigente de un movimiento escolar y en los años
siguientes cuando fue protagonista en luchas internas entre la llamada Nueva Izquierda,
comencé a tratarlo a mediados de 1978 en la época de las elecciones para la
Asamblea Constituyente. Rafael Roncagliolo -dirigente del PSR- me puso en
contacto con él. Ambos habían coincidido en una casa de una periodista donde llegaron
para pasar unas “horas muertas” de sus clandestinidades. Tuvimos algunas
reuniones para intercambiar informaciones sobre la represión gubernamental. Manuel
era secretario general del PCR desde su fundación en diciembre de 1974.
Fue desde principios de julio de 1980 que desarrollamos
una relación ininterrumpida de más de una década con él. Tuvimos una reunión en
un local que tenía su partido en el centro de Lima. En representación del PSR
asistimos Antonio Meza Cuadra, en esos momentos secretario general del partido,
y yo. Al culminar el encuentro, Dammert señaló que mientras había un gobierno
militar discrepábamos porque el PSR defendía su primera fase, pero estando en
ese momento ambos partidos en contra del gobierno de derecha que se iniciaba, debíamos
profundizar nuestras coincidencias.
Estuvimos relacionados muy estrechamente para la
formación de IU (Ver crónica "Lanzamiento de Barrantes para forzar la unidad” del 28 de enero de 2014) y prácticamente en todas las decisiones importantes
de ese frente nuestros partidos coincidieron. Como él era miembro titular del
Comité Directivo Nacional de IU y yo miembro alterno hasta fines de julio de
1986 y luego miembro titular, a lo largo de toda la década tuvimos una
coordinación constante, desarrollando vínculos de amistad y lealtad política, respetando
las diferencias ideológicas existentes, al ser el PCR un partido marxista leninista
y el PSR no.
Recordando nuestra conversación en el aeropuerto brasilero
hace cuarenta años puedo ahora decir ¡Cumplida la promesa, Manuel!, en todos
estos años que pasaron no comenté con nadie tu fobia y recién lo cuento hoy cuando
desde hace dos años nadie puede molestarte...
Danmer fue Pdte de JEC, organizacion catolica para estudiantes secundarios que formé con Pepe Rouillon desde que fue seminarista y luego también lo integro Julio Da Silva y es alli conocí a Julio. Sobre el wolwagen de Valentin Paniagua lo compre y fuemi primer carro- lo rescate de un taller y ya de tercera mano..Valentín lo vendio luego que tuvo una volteadura en Cuzco.
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