Eran los
primeros días de setiembre de 1980, cuando en un
comunicado tres organizaciones políticas augurábamos que las conversaciones que
venían realizándose entre las distintas fuerzas de izquierda encaminadas a ir
juntos en las elecciones municipales previstas para noviembre, tendrían un resultado unitario, como lo reclamaba el
pueblo peruano. Pero lo que los medios destacaron era que señalábamos a Alfonso
Barrantes como la persona que mejor encarnaba el
afán unitario y que por ello debía ser el candidato a la alcaldía de Lima.
Firmábamos el documento Carlos Tapia, secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Manuel Dammert, secretario general del Partido Comunista Revolucionario y yo que no era secretario general pero tenía plena autorización del Partido Socialista Revolucionario.
Firmábamos el documento Carlos Tapia, secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Manuel Dammert, secretario general del Partido Comunista Revolucionario y yo que no era secretario general pero tenía plena autorización del Partido Socialista Revolucionario.
ACTITUD APARENTEMENTE
ANTI UNITARIA PARA APRESURAR LA UNIDAD
Estábamos
seguros que nuestro pronunciamiento generaría una inmediata reacción entre
quienes venían participando en las conversaciones que culminarían en la
madrugada del 12 de setiembre con la fundación de Izquierda Unida. En algunos
casos porque estaban de acuerdo con Barrantes, pero querían que su candidatura fuera
la etapa final de las conversaciones, pero en otros casos porque se negaban a
admitir que Barrantes era la única carta posible y mientras se realizaban las
conversaciones en búsqueda de la unidad, trataban
de buscar algún candidato alternativo.
De hecho
algunos compañeros vinculados a la UDP se apresuraron esa noche en buscar al
Embajador Edgardo de Habich, que se había ganado el respeto de la izquierda por
su actuación en los inicios de la crisis por el ingreso masivo al local de la
embajada peruana en la Habana de disidentes del régimen. Querían que el
diplomático aceptara ser candidato a la alcaldía de Lima, pero De Habich no
aceptó la propuesta.
La
posición que hicimos pública con Carlos Tapia y Manuel Dammert no era producto
de ninguna acción anti unitaria. Por el contrario, pensábamos que ayudaría a
destrabar el avance de las conversaciones que veníamos realizando desde semanas
atrás si lográbamos dejar en claro que sólo un candidato –Barrantes- era
posible. De hecho los avances en un programa común se retrasaban porque todos
sabíamos que inmediatamente después habría que hablar de candidaturas. No
podíamos olvidar que hasta poco más de tres meses antes, habían dirigentes de
izquierda que no se conocían, o que conociéndose no habían cruzado palabras entre si durante años. O que había partidos con
el mismo nombre y que el resto los distinguía por el nombre de la publicación
que sacaban. Ni tampoco desconocer vetos explícitos contra algunos o condena
total contra otros.
Había
sido recién después de los desastrosos resultados en las elecciones generales
del 18 de mayo de 1980, que los diversos partidos de izquierda se preguntaron
¿Cómo hicimos para echar por la borda el casi 30% obtenido en las elecciones de
la Asamblea Constituyente, realizadas sólo dos años antes? Ocasión en la que el
Frente Obrero Campesino Estudiantil Popular (FOCEP) obtuvo el 12.4%, el Partido
Socialista Revolucionario (PSR) el 6.6%, el Partido Comunista Peruano (PCP) el
5.9% y la Unidad Democrática Popular (UDP) el 4.6%. Los intentos de formar dos
frentes que aglutinaran a varios partidos fracasaron, en distinto grado pero
fracasaron.
EL
ESTALLIDO DE LOS FRENTES IZQUIERDISTAS
El FOCEP
con su casi 13 % fue naturalmente la agrupación llamada a tomar la iniciativa
en las conversaciones. Muy pronto sin embargo quedó claro que si bien Genaro
Ledesma era su presidente, la sorprendente votación individual de Hugo Blanco
era la que marcaba el liderazgo. Mientras que Ledesma pensaba que era el
natural candidato a la presidencia por encabezar el frente con mayor presencia
electoral, Blanco hacía valer sus 286 885 votos, casi cuatro veces más que los 76
377 de Ledesma y tercera votación individual en la Asamblea Constituyente. De
manera que cuando se comenzó a forjar la Alianza Revolucionaria de Izquierda,
ARI, con la presencia del FOCEP, de todos los partidos integrantes de la UDP y
del Partido Comunista del Perú – Patria Roja, Ledesma se auto marginó pero
quedaron en el proyecto los tres partidos trotskistas que lo habían acompañado.
Blanco
planteó que el frente debía ser “sin patrones ni generales”, con lo cual
evitaba, por un lado, una corrida al centro para englobar a la Democracia
Cristiana y al Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos, FRENATRACA, con
cuyos aportes lo obtenido en las elecciones para Asamblea Constituyente se
acercaba al 35%, así como Acción
Política Socialista que lideraba Gustavo Mohme y que no había obtenido
representación parlamentaria. Pero, por otro lado, vetaba la presencia del PSR
que tenía como presidente a un general, Leonidas Rodríguez, que había sido la
cuarta votación individual con 169 872 votos en las mencionadas elecciones.
Así las
cosas, en el PSR nos encontrábamos con que cualquier esfuerzo unitario con toda
la izquierda era inviable y, luego de conversaciones con el Partido Comunista
Peruano, se constituyó Unidad de Izquierda, UI, frente integrado por el PSR, el
PCP y el FOCEP cuya personería legal tenia Ledesma postulando a éste a la
presidencia de la República. Poco después de constituirse y, cuando se estaba
estableciendo cómo se integrarían las listas parlamentarias, Ledesma insistió
en tener el mismo peso que sus dos principales aliados juntos, haciendo alarde
de una fuerza electoral que ya no resultaba real, al mismo tiempo que sus
dirigentes departamentales actuaban por su cuenta. Después de una reunión en
que tanto el PCP como el PSR le plantearon una serie de modificaciones, Ledesma
dijo que consultaría con su comisión política. Sin embargo, pocas horas después
anunciaba a los diarios la salida del FOCEP del frente.
Después
de retirarse, optó por tratar de conversar con algunos sectores de ARI que se
encontraban tratando de solucionar sus diferencias, a partir de los excesos
hegemónicos de Blanco y los partidos trotskistas. Dos días antes del cierre de
inscripciones de candidatos para las elecciones, ARI estalló y las
organizaciones que venían buscando un solo candidato presidencial terminaron
postulando a tres. Por un lado, Hugo Blanco por el bloque trotskista integrado
por el Partido Revolucionario de los Trabajadores, el Partido Socialista de los
Trabajadores y el Partido Obrero Marxista Revolucionario. Por otro lado,
Horacio Zevallos, candidato de la Unión de Izquierda Revolucionaria, UNIR,
nombre electoral adoptado por Patria Roja con sus aliados Vanguardia
Revolucionaria – Proletario Comunista, Frente de Liberación Nacional y uno de
los varios Movimientos de Izquierda Revolucionaria, MIR, encabezada por Gonzalo
Fernández Gasco, además del Partido Comunista Revolucionario, PCR, que acababa
de lograr su propia inscripción electoral. Y además Carlos Malpica, por la UDP,
que agrupaba a varios partidos de la llamada en esos momentos “nueva izquierda”
entre los que destacaba Vanguardia Revolucionaria y dos MIR. Por su parte, fracasado
su intento de sumar alguna agrupación, Ledesma fue candidato por FOCEP. Y finalmente,
conservando el nombre de Unidad de Izquierda, la candidatura de Leonidas
Rodríguez fue proclamada por el PSR, el PCP y agrupaciones sin registro en el
Jurado Nacional de Elecciones como el Partido Vanguardia Revolucionaria liderado
por Ricardo Letts, el Comité de Orientación Revolucionaria encabezado por un
reconocido intelectual y dirigente que se había alejado del PCP más de 15 años
antes: José Sotomayor. También había un MIR, liderado por Francisco Carpio
Jordán.
Como señalé
antes los resultados de las elecciones presidenciales de mayo de 1980 fueron
desastrosas para la izquierda: Blanco 3.89 %, Zevallos 3.26 %, Rodríguez 2.84 %,
Malpica 2.39% y Ledesma 1.48 %. El líder de FRENATRACA Róger Cáceres logró el
1.98 % y Gustavo Mohme de APS el 0.28 %.
DERROTA
OBLIGA A INTENTAR LA UNIFICACIÓN
No
pasaron ni diez días del desastre para que se produjeran los primeros intentos
de acercamiento entre distintos sectores de la izquierda. Reunidos en el local
de UNIR varios partidos que habíamos integrado el bloque del UNIR y de UI
convocamos a las otras fuerzas a reunirse para considerar acciones de apoyo al
movimiento popular, coordinaciones en el Parlamento e inicio de discusión de
las bases de un organismo coordinador. La importancia de esta convocatoria era
que estaba firmada por cuatro de las nueve organizaciones que habían logrado
representación parlamentaria.
A la reunión
realizada el 3 de junio no sólo asistieron el PSR, el PCP y otras fuerzas que
habían respaldado la candidatura de Unidad de Izquierda y UNIR, el PCR y otras
agrupaciones que habían acompañado la candidatura de la Unión de Izquierda
Revolucionaria, sino también varias organizaciones integrantes de la Unidad
Democrática Popular, entre ellas Vanguardia Revolucionaria, el MIR, Trinchera
Roja, el PCP-Mayoría. La UDP también había conseguido representación parlamentaria, al
igual que FOCEP y FRENATRACA que también asistieron. Hubo también un
representante de APS, pero lo que llamó la atención fue la presencia de
dirigentes de dos partidos trotskistas: el Partido Revolucionario de los Trabajadores
y el Partido Socialista de los Trabajadores. Como dato curioso, FRENATRACA que
era considerado de centro y que en todo caso no se autocalificaba de izquierda
era entre todos los partidos presentes el que mayor número de parlamentarios
había obtenido: un senador y cuatro diputados. Diez días después, los partidos
de izquierda acuerdan elaborar una plataforma común y plan de acción conjunta
en el Parlamento y fuera de él y nombran una comisión multipartidaria para que
la elabore.
Paralelamente
a las reuniones con la mayoría de partidos de izquierda, principalmente junto
con Antonio Meza Cuadra y Manuel Benza, por esos meses desarrollamos
conversaciones bilaterales con otras fuerzas de izquierda como justamente el
MIR y el PCR, así como con otros integrantes de UNIR y la UDP, como VR-PC que
con su principal dirigente Eduardo Figari realizaría un importante replanteo de
sus posiciones o Trinchera Roja de cuyo seno surgirían destacados dirigentes
que cuestionaron inteligentemente posiciones dogmáticas de la izquierda.
Nuestro interés, además de acercamiento y búsqueda de coincidencias obedecía a
la necesidad de dar por concluida la etapa de Unidad de Izquierda. Guardando
aprecio por el PCP por las coincidencias en el apoyo de algunas de las medidas
del general Velasco Alvarado y por las coincidencias que antes y seguramente
después tendríamos, no estábamos dispuestos a que se nos considerara como un
aliado incondicional con un partido con el cual en el plano ideológico teníamos
grandes diferencias.
FINALMENTE
BARRANTES CANDIDATO
No tiene
esta crónica como objetivo narrar cómo se llegó a la fundación de Izquierda
Unida en la noche del 11 y madrugada del 12 de setiembre, que espero poder
hacer en otra entrega. En esta oportunidad intento explicar las razones del
lanzamiento de la candidatura de Barrantes por parte de Carlos Tapia, Manuel
Dammert y yo, en representación del MIR, PCR y PSR.
A Carlos
–un par de años mayor que yo- lo conocí bastante en Huamanga por los años 1963
y 1964 y aunque en posiciones políticas encontradas en la universidad,
dirigente del Frente Estudiantil Revolucionario él, propulsor del Frente
Estudiantil Social Cristiano yo, siempre nos habíamos tenido aprecio mutuo,
nacido quizá por nuestra común apuesta por el diálogo para afrontar las
discrepancias. Al reencontrarme con él en las conversaciones en los meses de
mayo, junio y julio de 1980 resultó muy rápido darnos cuenta que, más allá de
las diferencias, habían muchos puntos comunes que impulsar- A Manuel –unos 6
años menor que yo- recién lo había comenzado a tratar justamente en esos meses
y a apreciar también su capacidad de búsqueda de lo que realistamente era posible
en cada coyuntura. Marxista leninista Dammert, marxista revolucionario Tapia y
socialista no marxista leninista yo, encontrábamos espacio para conversar en
las larguísimas reuniones en búsqueda de una plataforma común para enfrentar
las elecciones municipales de noviembre.
En una
oportunidad hablamos de la candidatura de Barrantes y coincidimos en la
necesidad de hacer su lanzamiento sólo las tres agrupaciones por varias razones. La primera
para destrabar lo que veíamos venir como un empantanamiento de las reuniones
programáticas. La segunda razón era marcar el final de los bloques existentes,
considerando que el MIR era integrante de la UDP, el PCR había sido aliado del
UNIR y el PSR había integrado UI. La tercera, evitar un enfrentamiento entre el
PCP y el PC del P – Patria Roja que podía echar por la borda los avances
unitarios, ya que era muy difícil contar con ambos para adelantar esta
propuesta y era peor contar con sólo uno de ellos. Nos pusimos de acuerdo en un
texto que consultamos rápidamente y lo lanzamos conscientes como ya he señalado
que causaría resquemor entre los partidos con los que veníamos reuniéndonos.
Pero la tormenta duró poco y días después estaríamos firmando todos la constitución de Izquierda Unida y el
lanzamiento de la candidatura de Alfonso Barrantes a la alcaldía de Lima. Pero
eso es ya otra historia.
Lo que
no nos imaginábamos ninguno de los tres era que
a inicios de 1989 nuestros tres nombres estarían entre quienes encabezaban el
deslinde con otras fuerzas que culminó con el rompimiento de Izquierda Unida y
el lanzamiento como candidato presidencial para las elecciones de 1990 de
justamente Alfonso Barrantes. Esa es también otra historia.
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