martes, 28 de septiembre de 2021

GONZALO SE LLAMABA ALVARO (1963/64 – 1980)

“Abimael Guzmán está encabezando todas esas acciones…” me dijo terminantemente Carlos Tapia. Calculo que era una tarde de la segunda quincena de setiembre de 1980 cuando nos tomamos un café en el Dominó, en las galerías Boza en el centro de Lima. Hacíamos tiempo porque se había postergado el inicio de una reunión del Comité Directivo de Izquierda Unida, frente político y alianza electoral que sólo días antes se había fundado. Estábamos a un par de cuadras del local de la Unión de la Izquierda Revolucionaria, UNIR, donde debía realizarse la reunión, con la natural tensión que existía entre organizaciones que iniciaban el trabajo en un proyecto común, pese a los múltiples enfrentamientos tenidos durante muchos años (Ver crónica “Necesidad de unidad venció a la desconfianza” del 26 de mayo de 2017).

Me había reencontrado con Carlos después de más de quince años. Cuando conversaba con él en Ayacucho en 1963 y 1964, aunque en posiciones políticas distintas, siempre nuestras charlas eran cordiales. Fue muy fácil retomar la buena relación que sirvió mucho cuando -junto con Manuel Dammert- encontramos la manera de obligar a unirse a seis agrupaciones de izquierda para formar el mencionado frente (Ver crónica "Lanzamiento de Barrantes para forzar la unidad” del 28 de enero de 2014). Y su forma de ser -y por cierto la cercanía de posiciones de nuestras organizaciones políticas- determinaría que esas buenas relaciones se mantuvieran e incluso se acrecentaran hasta 1991, año en que dejé la actividad política partidaria.

NO SE SUPO QUE LA LUCHA ARMADA SE HABÍA INICIADO

Cuatro meses antes, en víspera de las elecciones generales, se había producido la quema de las ánforas que debían utilizarse en el distrito ayacuchano de Chuschi, que inicialmente había pasado desapercibida. Sin embargo, otras acciones a fines de junio como el incendio en la capital de Ayacucho del local de Acción Popular, cuyo candidato Fernando Belaunde Terry había ganado la presidencia de la república, así como el estallido de petardos de dinamita en los locales de los municipios en las provincias ayacuchanas de Huamanga, Cangallo y Víctor Fajardo y los intentos de producir otros estallidos en las subprefecturas y en las oficinas de correo de esas mismas provincias, descartaban que fueran actos aislados sino un plan bastante coordinado. Al terminar julio, sectores vinculados al ministerio del Interior atribuían la autoría de estos ataques a estudiantes vinculados a un Partido Comunista del Perú con importante presencia en ese departamento y conocido como Sendero Luminoso.

Pero además de los atentados en Ayacucho, a tres semanas y medio de lo de Chuschi, en el distrito limeño de San Martín de Porres, un grupo de personas ingresó sorpresivamente al local del municipio lanzando “bombas molotov” que provocaron un incendio que destruyó la mitad de las instalaciones y casi todos los documentos. Al huir, distribuyeron volantes del Movimiento de Obreros y Trabajadores Clasistas, vinculado a Sendero Luminoso. Dos días después, en el Cementerio El Ángel, estalló un artefacto explosivo en la tumba del expresidente Juan Velasco Alvarado, aparentemente por acción de los que atacaron el municipio.

Nadie se imaginaba, a mes y medio de la instalación del nuevo gobierno, que Sendero Luminoso había iniciado sus primeras acciones armadas y que habían comenzado ya los más de doce años de violencia terrorista en el país, con un saldo de varias decenas de miles de muertos, millones de personas aterrorizadas que temían por su vida y la de sus familiares, graves daños a la economía peruana y una situación de casi inviabilidad para el país.

EL NACIMIENTO DE SENDERO LUMINOSO

Aunque para varios analistas políticos resultaba algo exótico hablar de un partido denominado Sendero Luminoso, éste existía y en los últimos años había intentado imponer sus reglas no sólo entre los integrantes de la Universidad Nacional San Cristóbal de Huamanga, sino en buena parte de las organizaciones sociales e incluso comerciantes y profesionales de la ciudad y provincias aledañas que tenían que interactuar con la universidad.

Los orígenes de esta agrupación política los encontramos a fines de 1963 cuando se produjo la ruptura entre el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de China, que como partidos únicos, gobernaban sus enormes países. Esta ruptura generó fuertes polémicas internas en los partidos comunistas de distintos países, entre pro soviéticos y pro chinos. A inicios de enero de 1964 durante la cuarta Conferencia Nacional del Partido Comunista Peruano, PCP, se produjo una importante escisión -quizás la más significativa en los países latinoamericanos- y el sector pro chino se separó para conformar el Partido Comunista del Perú que sería conocido como PC del P - Bandera Roja por ser el nombre de la publicación que comenzaron a difundir.

Esta nueva agrupación estaba liderada por Saturnino Paredes y José Sotomayor, pero ya tenía algún liderazgo Abimael Guzmán, debido a que encabezaba el comité regional de Ayacucho que gracias a su vinculación con la universidad, se había convertido en muy pocos años en uno de los principales comités regionales del partido. También había un equipo de la Juventud Comunista que se mantendría muy cohesionado por los cincuenta años posteriores y que lideraban entre otros, Rolando Breña, Alberto Moreno y Jorge Hurtado, “Ludovico”.

A finales de los años sesenta, Bandera Roja vivió sucesivas crisis y para 1970 el sector que encabezaban los ex dirigentes de la juventud comunista formó el PC del P - Patria Roja, que en las siguientes décadas participaría activamente en la política peruana y mantendría casi desde su inicio, una presencia significativa entre los profesores del Perú y controlaría su principal agrupación, el SUTEP, Sindicato Único de Trabajadores en la Educación del Perú, creado en 1972. Poco después, también abandonó Bandera Roja el sector encabezado por el comité regional de Ayacucho liderado por Abimael Guzmán y formaron otro partido que sería conocido como PC del P - Sendero Luminoso, aludiendo a su lema que señalaba que seguirían el “sendero luminoso” de José Carlos Mariátegui.

POCOS CONOCÍAN EXISTENCIA DE SENDERO LUMINOSO

Aunque diez años después para la mayoría de los peruanos Sendero Luminoso no significaba nada, era imposible imaginar que, en los siguientes doce años, el Perú se desangraría a partir de la demencial forma en que este grupo político intentó tomar el poder, utilizando el terror como método. La locura homicida costó alrededor de setenta mil muertos en el país.

Regreso a mi conversación con Carlos Tapia en un café del centro de Lima hace más de cuarenta años, justamente analizando los atentados explosivos producidos en los meses anteriores. Él estaba convencido que, iniciado el proyecto de Sendero, buscaría torpedear el reinicio del régimen democrático. Carlos conocía bastante a Sendero Luminoso ya que era parte del grupo de profesores izquierdistas que durante toda la década anterior había debatido con sus colegas que habían sido formados por Abimael Guzmán. Y por cierto, conocía los peligros que podía correr por mantener esa posición, tanto que en 1978 tuvo que enviar a su esposa e hijos para que vivieran en Lima y comenzó a caminar armado por si sufría algún ataque. Después de hablarme sobre los métodos de coacción de Sendero, Carlos me dijo que finalmente tuvo que abandonar Ayacucho.

Había escuchado con atención a mi interlocutor vaticinando el gran peligro que una agrupación como Sendero significaba para el país. Y me remarcó algo que nos tocaría vivir en los siguientes años, sosteniendo que Sendero no sólo se iba a enfrentar a los partidos de derecha sino también y sobre todo, a los de izquierda y al APRA, porque eran organizaciones que contaban entre su militancia con significativos sectores del pueblo organizado, con dirigentes sindicales, dirigentes campesinos, dirigentes estudiantiles y con dirigentes populares en general. Carlos conocía muy bien a Sendero Luminoso, tanto que a finales de esa década y en las siguientes, sería conocido como “senderólogo”. Había conocido, discutido y enfrentado a los senderistas, pero también los había sufrido…

VI A ABIMAEL A MEDIADOS DEL 80

Estábamos terminando la conversación cuando me dijo qué hacía cuatro o cinco meses que Abimael había desaparecido de Ayacucho. En ese momento lo interrumpí para decirle que yo lo había visto pocos meses antes. Dónde, me preguntó sorprendido.  En el Ovni, un café en la esquina de Pershing con Gregorio Escobedo, donde lo había visto también algunas veces en los últimos años. Yo solía ir a ese café porque mis padres vivían al frente, en la primera etapa de San Felipe, añadí. Claro, a tres o cuatro cuadras viven sus suegros, comentó y me preguntó si había hablado con él. No, en realidad nunca he hablado con él, pero las cinco o seis veces que nos hemos cruzado en Lima en los últimos 15 años no hemos pasado de intercambiar ligeras inclinaciones de cabeza, contesté. Y añadí que seguramente debía acordarse de mi cara.

Claro que debe tenerte perfectamente ubicado, por algo en la época que armaste el frente democristiano en la universidad le generaste preocupación no sólo a él y a Bandera Roja, sino en general a todos los que integrábamos el FER, Frente Estudiantil Revolucionario, concluyó sonriente mientras nos dirigíamos a nuestra reunión.

MOVIMIENTO ESTUDIANTIL EN AYACUCHO, CASI 60 AÑOS ATRÁS

La conversación con Carlos me hizo retroceder a 1963 y 1964 cuando me dediqué a hacer trabajo político para armar el Frente Estudiantil Social Cristiano en Ayacucho, iniciándolo con un pequeño grupo de jóvenes democristianos y varios independientes. A fines de 1963, para las elecciones estudiantiles en la universidad, cuando no teníamos la fuerza necesaria para oponernos al FER, optamos por coordinaciones con dirigentes del APRA y Acción Popular, partido con el cual la Democracia Cristiana estaba aliada y gobernando el país. No había posibilidad de un frente porque muchos de los acciopopulistas eran integrantes del FER y las posiciones de los apristas en la política nacional eran indefendibles para nosotros. Planteamos y nos aceptaron una fórmula que no comprometía a ninguna de las tres fuerzas: el voto en blanco. Resultó tan acertada que el FER yendo solo, no pudo cumplir con el requisito de mayoría requerida en primera vuelta y el FER pudo ganar en segunda vuelta con mayoría simple. Pero no ganar yendo solos los golpeó mucho.

En 1964 sí se logró la aparición pública del FESC, que hizo la pelea en las elecciones dejando atrás a apristas y acciopopulistas. Y un año después, aunque el FER ganó la federación universitaria, el FESC ganó tres de los ocho centros federados, hasta donde me acuerdo, con Víctor Pacheco presidiendo el centro federal de Educación, Jesús Flores el de Biología y Juana Canchis el de Enfermería. No trataré en esta crónica la presencia social cristiana en la universidad ayacuchana, aunque duró solo unos cinco años.

ERA USUAL TOPARSE CON ABIMAEL

Ayacucho era una ciudad pequeña que en esa época no llegaría a cincuenta mil habitantes y que se había revitalizado con la reapertura de la universidad en 1959. Viviendo allí era imposible no toparse con Abimael en la plaza de armas donde había dos locales de la universidad. En los primeros días de mi llegada a la ciudad, me lo señalaron indicándome que era uno de los profesores más activos vinculados al PCP. Cercano a los treinta años, de abundante pelo negro y gruesas cejas, con grandes anteojos de carey, vestido siempre con terno oscuro, caminaba siempre con gesto preocupado y hasta adusto. Se le podía ver en horas de la mañana o noche, cuando dictaba clase, también cerca del mediodía cuando se dirigía de un local de la universidad al otro… Pero también se sabía que participaba en las noches en sesiones del Consejo Universitario en el local del rectorado en la avenida 28 de julio. Los múltiples desplazamientos de Guzmán darían lugar a una cierta leyenda que relataré más adelante.

Pocos días después que identifiqué a Guzmán, uno de mis camaradas me hizo un gesto cuando pasó cerca de nosotros una joven estudiante que lucía muy apurada. Luego me dijo que era Augusta La Torre, de quien se decía era novia de Abimael. También era fácil cruzarse con ella, no sólo por la cercanía de los locales universitarios sino porque vivía a una cuadra de la plaza. Era una muchacha de unos 18 años, bastante guapa, con rostro a veces sonriente, casi sin pintura y sin ninguna vestimenta que llamara la atención. Su andar era resuelto y siempre apurado.

Fueron muchas las veces que vi o me crucé con Guzmán el año 63, como sin duda lo hicieron cientos de personas que pasaban casi diariamente por la plaza de armas.

NADIE IMAGINÓ QUE SERÍA UNA PAREJA LETAL

Cuando en marzo de 1964, después de estar los meses de verano en reuniones en Lima regresé a Ayacucho, me enteré de dos novedades que tenían que ver con Guzmán. Una de ellas de tipo político que ya la imaginaba. En enero, al constituirse el PC del P - Bandera Roja, el de Ayacucho resultó su principal comité regional, ya que prácticamente todos sus integrantes se habían plegado al sector pro chino. La otra noticia era de tipo personal: en febrero se había casado con Augusta La Torre en ceremonia absolutamente privada, ya que los asistentes no llegaban a diez.

Fue frecuente ver en los meses siguientes por la plaza de armas a la pareja, juntos o separados, siempre él con rostro pensativo y siempre ella muy apurada. En la ciudad se sabía del intenso trabajo de formación y organización de lo que serían los nuevos cuadros comunistas.

En esos años la percepción que muchos tenían era que ambos estaban dedicados básicamente al trabajo político con intensidad, Se podía suponer que jugaban roles distintos pero complementarios, uno el pensamiento, otra la acción. El ideólogo, ella organizadora. Pero evidentemente nadie imaginaba a mediados de los años 60 que este dúo decretaría en 1980 que había llegado el momento de lo que ellos llamaban la ILA, el inicio de la lucha armada, encabezada por el presidente Gonzalo.

EL MITO DEL HOMBRE QUE NO DORMÍA

En esa época Ayacucho era casi una gran ciudad universitaria, por lo que siempre trascendían algunas cosas, más allá del secretismo que lógicamente guardaban los estudiantes afines al flamante PC del P - Bandera Roja.

Recuerdo en particular que hubo unos días en que un rumor generalizado era que Abimael estaba tan entregado a la revolución, que incluso no dormía. Muchos estudiantes estaban convencidos de eso. El camarada Álvaro no duerme, decían. En esos años, el nombre partidario con el que se le conocía no era todavía Gonzalo sino Álvaro. Guzmán dictaba clases a las 7 u 8 de la mañana y además a las 9 o 10, se le veía pasar por alguna oficina administrativa cerca al mediodía y también daba clases a las 6 o 7 de la tarde. Y muchas veces estaba en reuniones en la universidad hasta las 9 o 10 de la noche. Y los estudiantes sabían que tenía reuniones con distintas células cerca de medianoche o en la madrugada. Trascendía que algún grupo había sido citado alguna vez a la una de las mañana, otro a las 3 o a las 11 de la noche. La conclusión era muy clara, Álvaro durante el día enseñaba o cumplía tareas en la universidad y durante la noche y madrugada formaba políticamente a los estudiantes.

Aunque estamos hablando de algo que recuerdo de hace cerca de 60 años, lo cierto es que en ese momento nos dimos cuenta de que el rumor no fue originado por un descuido, al revelarse las horas de reuniones políticas. Todo lo contrario: fue fomentado expresamente para presentar a Guzmán como una persona excepcional, totalmente diferente al resto.

Evidentemente había una explicación sobre el aparentemente insomne. Mientras lo mínimo que una persona duerme diariamente son cinco o seis horas, lo usual es que lo haga entre las 11 o 12 de la noche y las 5 o 6 de la mañana. Por tanto, a nadie se le ocurre que se puede hacer lo mismo entre las 12 del día o la 1 de la tarde y las 5 o 6 de la tarde. Esas eran las horas en que había muy poca actividad universitaria y en que por lo tanto, no era raro no cruzarse con Guzmán. Menciono este recuerdo porque ilustra cómo, desde su inicio en el comité regional de Ayacucho, a la figura de Abimael se le ensalzó.

GLORIFICACIÓN Y MUERTE

Por cierto, que la glorificación de Abimael Guzmán por sus seguidores creció enormemente a lo largo de la década del 80 y a inicios de los 90 tanto como la violencia terrorista. El 24 de diciembre de 1980 se produjo el primer muerto por acción de Sendero en una violenta incursión a un fundo en el distrito ayacuchano de Vilcas Huamán, en una acción dirigida por Augusta La Torre. En cada uno de los siguientes años, las víctimas de las acciones violentas y terroristas dirigidas por Abimael Guzmán irían aumentando hasta sumar decenas de miles.

Cuando conversamos con Carlos Tapia a mediados de setiembre de 1980, Sendero aún no cobraba su primera víctima, pero Carlos estaba seguro que podrían ser miles. Lamentablemente no se equivocó…

2 comentarios:

  1. Cuánta falta hace Carlos Tapia y su profundo conocimiento de SL. En estos tiempos ese saber sería invalorable.

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