sábado, 29 de agosto de 2020

CAMPAÑA ELECTORAL CON TOQUE DE QUEDA (1986)

Estamos a siete meses de las elecciones generales convocadas para el próximo 11 de abril. Como hay toque de queda en todo el país, muchos se preguntan si será posible la campaña electoral y la votación con tal restricción. El problema es el peligro de contagio del COVID-19 en mítines y en centros de votación porque en el Perú sabemos que procesos electorales con toque de queda son posibles. Ya hemos vivido esa experiencia. Ocurrió en las elecciones municipales del 9 de noviembre de 1986.


JURAMENTACIÓN CON TRES SEMANAS DE RETRASO

Quiero recordar en esta crónica lo sucedido en Lima en ese proceso electoral, pero antes remarcar algo que fue inusual: la fecha de juramentación del nuevo alcalde metropolitano de Lima. El candidato del Partido Aprista Peruano, Jorge del Castillo, asumió ese cargo recién el 21 de enero de 1987. Como desde hace más de cincuenta años, los alcaldes municipales provinciales y distritales del Perú juramentan el primero de enero posterior a su elección, es pertinente señalar el motivo del retraso, ya que las elecciones se realizaron -como estaba previsto- el segundo domingo de noviembre del año anterior. Es que hubo una gran demora en el cómputo, dadas varias impugnaciones que prolongaron las decisiones hasta llegar a la última instancia, el Jurado Nacional de Elecciones.

Lo que debió terminarse unas tres o cuatro semanas, se demoró más de dos meses hasta que el 19 de enero en que se dio el fallo final confirmando como triunfador a Del Castillo, candidato del partido de gobierno, ya que su líder Alan García Pérez era presidente de la república. Fue un triunfo ajustado frente a Alfonso Barrantes Lingán, quien no sólo era alcalde en ejercicio, sino era también el líder y presidente de Izquierda Unida, IU, frente político y electoral fundado seis años antes, justamente con ocasión de las primeras elecciones municipales después del gobierno militar durante el cual no se habían realizado. En noviembre de 1980, justamente Barrantes había logrado la segunda votación con un 28% de los votos y en las de noviembre de 1983 había sido elegido alcalde de Lima con más del 36%.

UNA CANDIDATURA LÓGICA, PERO CUESTIONADA…

La candidatura de Barrantes tuvo problemas internos que viví muy de cerca. Desde el 27 de julio de 1986 yo era secretario general del Partido Socialista Revolucionario, PSR, integrante de IU, y desde el primero de agosto me correspondió ser el coordinador de turno del Comité Directivo Nacional de IU, CDN-IU, justamente en el mes que se tomaron los acuerdos sobre las candidaturas municipales, incluida la de Lima, y que hubo que solucionar múltiples problemas producidos en las bases distritales y provinciales que habían dejado como saldo dos candidaturas en una misma circunscripción o listas con la relación de regidores incompleta, incluyendo seis distritos de Lima (ver crónica Hablemos de toques de queda” del 27 de marzo de 2020)

A inicios de agosto, aunque era natural que Barrantes fuera a la reelección, luego de una buena gestión en el municipio y consolidada su figura como el más importante líder del conglomerado izquierdista, la situación interna de IU era complicada, particularmente por el tono con que se planteaba la oposición al gobierno de García. Y es que estaba muy reciente lo que se conocería en los siguientes años como “la matanza de los penales”, luctuosos hechos en que perdieron la vida unos 300 presos acusados por terrorismo cuando la Marina y la Policía aplastaron motines en la isla penal El Frontón, en la cárcel de Lurigancho y también en la cárcel de mujeres Santa Bárbara del Callao los días 18 y 19 de junio.

Todos los partidos componentes de IU, opuestos como éramos al accionar terrorista de Sendero Luminoso, reprobamos sin embargo la acción gubernamental porque era evidente el uso desproporcionado de la violencia. Así el CDN-IU con participación de todos sus integrantes encabezados por Barrantes, en comunicado, condenó las acciones terroristas, criticó las acciones represivas “sin que se agotaran los recursos disuasivos normales” y demandó la concreción de un acuerdo consensuado para luchar por la justicia, la paz y la defensa de la vida.

Pero uno de los integrantes de IU, el Partido Unificado Mariateguista, PUM, y en especial su secretario general, el senador Javier Diez Canseco, daba mayor énfasis a la responsabilidad del gobierno y casi obviaba la provocación senderista. Esto fue un pretexto para que el senador Miguel Ángel Mufarech, elegido como invitado en la lista de IU, en una carta abierta, utilizara gruesos calificativos contra Diez Canseco y prácticamente afirmara que debía dejar IU para sumarse a las filas terroristas. Buscaba liderar a las agrupaciones y personas que en IU discreparan con el líder del PUM, incluido el propio Barrantes. La maniobra le fracasó, ya que el CDN-IU sin dejar de lado fuertes discrepancias de líneas políticas, se solidarizó con Diez Canseco y esa posición fue apoyada por Barrantes. Esto inició el alejamiento de Mufarech de la bancada de IU en el parlamento.

Las diferencias en relación a la matanza de los penales, encubrían desencuentros más de fondo. Algunos sectores de IU pretendían que quien encabezara IU fuera más radical y evidentemente no era el caso de Barrantes. Y como éste para imponer su liderazgo y sabiendo que era la mejor carta electoral de IU, en más de oportunidad había manifestado que no deseaba candidatear, algunos pretendieron tomarle la palabra. Así en los primeros días de mi función como coordinador de turno de CDN-IU, me encontré con el pedido del PUM de una sesión extraordinaria para elegir al candidato a la alcaldía metropolitana, asumiendo la declinación de Barrantes y remarcando que debía ser una personalidad identificada con la izquierda y de oposición radical al gobierno aprista. Pero más allá de definir la candidatura, se buscaba una definición más radical de IU.

Esa primera semana de agosto fue tensa. Barrantes se encontraba fuera del país y ya había declarado que no pensaba en su reelección. En IU, el senador Jorge del Prado, secretario general del Partido Comunista Peruano, PCP, se esforzó tratando que la candidatura de Barrantes no sólo se aprobara sino que se hiciera por unanimidad. Era prácticamente imposible, dada la insistencia de los dirigentes del PUM, de la Unión de Izquierda Revolucionaria, UNIR, y del Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular, FOCEP, de definiciones políticas frente a lo que denominaban “creciente militarización” del gobierno aprista.

POR FIN, CANDIDATURA ACORDADA

Conversamos con el diputado Manuel Dammert, secretario general del Partido Comunista Revolucionario, y convinimos en que era imposible una candidatura de Barrantes aprobada por unanimidad en el CDN-IU y unimos esfuerzos con Del Prado para que Barrantes planteara que aceptaba la candidatura, para poder buscar acuerdos y calmar el desconcierto de las bases por su declaraciones declinando postular. Cuando ya de regreso al Perú, el 8 de agosto, Alfonso declaró que era un militante disciplinado de IU y que aceptaría las decisiones de su Comité Directivo Nacional, nos dimos por enterados que el camino estaba allanado…

En las últimas horas del día sábado 9 se aprobó la candidatura de Barrantes. No hubo votos en contra. Votamos a favor los representantes del PCP, PSR y PCR, así como Henry Pease, teniente alcalde de la municipalidad de Lima, quien integraba el comité como representativo de los independientes de IU. También votó a favor el senador Genaro Ledesma, presidente del FOCEP. Los representantes del PUM y UNIR se abstuvieron para viabilizar un acuerdo ya que el lunes siguiente se cerraban las inscripciones ante el Jurado Provincial de Lima.

Al momento de terminarse de inscribir las listas para las elecciones municipales, en el país se cumplían seis meses en estado de emergencia que incluía toque de queda todas las noches. Y eso no cambió en los noventa días siguientes en que las campañas electorales se realizaron en esas condiciones. En general la campaña se realizó sin mayores incidentes, más allá de los enfrentamientos verbales característicos de toda contienda política. Incluso hubo casos de compromisos expresos de “no agresión” entre comités de base del APRA e IU. No recuerdo ningún caso de violencia significativo.

UNA CAMPAÑA ELECTORAL CON MENOS ÁNIMO QUE OTRAS

En comparación a la campaña electoral de IU tres años antes (Ver crónica “Barrantes triunfante en Lima” del 25 de noviembre de 2018) la de 1986 resultó un poco fría, por lo menos en los dos primeros meses. Inicialmente, el entusiasmo en las campañas distritales fue bastante mayor que por la lista provincial que encabezaba Barrantes. De hecho cuando la campaña se inició en Pucusana, uno de los distritos más alejados de la provincia, no llegó Barrantes. Henry Pease, jefe de la campaña, teniente alcalde en ejercicio y postulante también a la reelección, tuvo que reemplazarlo como orador de fondo del mitin y justificó la ausencia del alcalde por enfermedad. Y no fue sólo ese el caso sino en varios otros distritos que Alfonso no participó en concentraciones significativas por encontrarse “enfermo”, ante el desconcierto de muchos manifestantes. Aunque también hay que decir que partidos integrantes de IU se enfocaron más a las campañas distritales donde tenían candidatos a las alcaldías restando en algo su compromiso con la lista provincial, además por cierto de la responsabilidad que tenían con las candidaturas provinciales en todo el país.

Tratando de analizar, más de treinta años después, el poco ímpetu -o cierto desgano, según algunos- de nuestro candidato, podía deberse a varios factores. En primer lugar, distintos analistas políticos señalaban que Barrantes estaba bastante bien posesionado y con la primera opción para ganar las elecciones, tomando en cuenta el buen trabajo realizado como alcalde. De esto Alfonso estaba convencido, consideraba que su acertada gestión era reconocida por la gente. Incluso más de una vez comentaba que, por haber funcionado bien como alcalde. no necesitaba hacer campaña. “Ya me ven como su alcalde…”, decía. Además era evidente que no lograr su candidatura por unanimidad le había generado cierta desconfianza y pensaba que programarlo a determinados mítines solo era con el propósito de apoyar a los candidatos distritales.

Por otro lado, Barrantes no consideraba a Del Castillo como un rival a su nivel y daba por sentado que hacer una fuerte campaña era darle una importancia que no tenía. Incluso, se comentó que alguna vez después de una presentación conjunta de los candidatos a la alcaldía, le dijo a Luis Bedoya Reyes, candidato del Partido Popular Cristiano, PPC, que los dos eran gallos de bastante más peso que el pollo, refiriéndose a Del Castillo.

GARCÍA RESULTÓ ACTOR CENTRAL EN LA CAMPAÑA

Pero lo que no valoramos adecuadamente ni Barrantes ni la dirigencia izquierdista es que a poco más de un año de asumir la presidencia de la república, García conservaba aún el respaldo de buena parte de la ciudadanía. Aun no se había iniciado su desgaste, cuando sus erradas decisiones llevaron al país a una galopante inflación que en su momento fue una de las peores ocurridas en el mundo y cuando su gestión alcanzó gran desaprobación. Pero en esos momentos de campaña electoral su respaldo se convertía en votos. Y desde su nominación como candidato, Del Castillo recibió el total apoyo de García, que fue tan evidente que analistas como dirigentes políticos señalaron que se pretendía hacer de las elecciones una demostración de apoyo a García. El presidente realizaba actos de gobierno de tácito respaldo a los candidatos apristas y en especial a Del Castillo. Para muchos el verdadero contendiente de Barrantes para la alcaldía de Lima era García.

Hay un hecho adicional que quedó grabado en la memoria de los peruanos: el tren eléctrico. En lo que fue interpretado como un recurso forzado para apoyar a Del Castillo, García anunció la construcción del tren eléctrico, transporte masivo que iría desde el antiquísimo Carabayllo, distrito más alejado en el cono norte de Lima hasta Villa El Salvador, novísimo distrito al extremo del cono sur. Fue un proyecto que se puso repentinamente en ejecución, sin guardar todas las formalidades, para poner la primera piedra en plena campaña electoral y permitir anunciar a Del Castillo la posibilidad de su culminación en tres años más… Como se sabe, el primer tramo de ese tren lo inauguró García ¡25 años después!

El 30 de octubre en un debate organizado por Intercampus de la Universidad del Pacífico, en que participaron Barrantes, Bedoya Reyes y Del Castillo, el candidato de IU le increpó a Del Castillo que se “colgara de chaleco ajeno” y señaló que debería dejar de desnaturalizar el proceso electoral diciendo, que en esas elecciones se iba a aprobar o a desaprobar al presidente Alan García.

CIERRE DE CAMPAÑA CON TOQUE DE QUEDA

En la última semana de campaña estaban previstos los mítines finales de las candidaturas municipales. El 4 de noviembre IU, el 5 PPC y el 6 APRA. Días antes, Enrique Bernales, senador del PSR públicamente pidió al gobierno eliminar el toque de queda en esos tres días por la seguridad de las personas que concurrirían a esas concentraciones, considerando que podrían terminar cerca de las 11 de la noche y tendrían poco tiempo para regresar a sus casas, muchas ubicadas en zonas alejadas del centro de Lima donde se realizarían las masivas concentraciones. El gobierno no dio respuesta.

Izquierda Unida tuvo su mitin de cierre en el Paseo de la República con miles de personas que cubrían varias cuadras y aplaudían fervorosamente a Barrantes. El candidato izquierdista criticó fuertemente al APRA señalando que se debía combatir el peligro de la monopolización del poder que pretendía el Partido Aprista. En uno de los momentos más aplaudidos del discurso, recalcó que IU estaba comprometida con la economía popular por lo que se enfrentaba al imperialismo y a los sectores que lo representaban en el Perú y aludiendo a lo que comenzaba a conocerse como “los doce apóstoles” -grandes empresarios que se reunían periódicamente con García- recalcó que “o se sirve a las mayorías o se confabula con las minorías, ya que no hay posibilidad de entenderse con Dios y con el diablo”.

Lo concurrido del mitin, que algunos calcularon con más de 150 mil personas, levantó mucho el ánimo en las huestes izquierdistas, porque además en los últimos días se sentía a Barrantes con la misma fuerza qué había tenido en sus candidaturas anteriores. Saber que el PPC había suspendido su mitin, ayudó también a mejorar nuestro ánimo porque servía para demostrar cuál era el verdadero contendiente del APRA. Justamente en esos días, algunos medios de comunicación planteaban que la lucha por el triunfo en Lima era entre Del Castillo y Bedoya. El comando de campaña del PPC justificó la cancelación del mitin señalando que lo hacían por la seguridad de la gente que los apoyaba y en su lugar programó una presentación televisada de Bedoya exponiendo su plan de gobierno.

OTRO “BALCONAZO” EN FAVOR DEL AHIJADO

Dos días después que IU, el APRA realizó su mitin final frente a su local en la avenida Alfonso Ugarte con la presencia en el estrado no sólo de dirigentes partidarios, sino parlamentarios, la esposa de García, Pilar Nores, y la mayoría de los ministros, encabezados por Luis Alva Castro, primer ministro. Fue una demostración de fervor partidario y de organización ya que desfilaron ordenadamente muchísimos estamentos partidarios. El candidato a la alcaldía habló menos de media hora y al terminar pasó inmediatamente a encabezar una marcha por más de veinte cuadras hasta la Plaza de Armas frente al Palacio de Gobierno.

Llegados a su destino, luego de muy pocos minutos, Alan García apareció en el balcón de Palacio y se dirigió a la militancia aprista en un discurso de cerca de una hora, haciendo un recuento de la labor de su gobierno y ratificando su apoyo a Del Castillo por quien anunció que votaría. No estuvo ausente en esa concentración la mención al tren eléctrico y cómo con ese medio de transporte, el gobierno nacional apoyaría a la población de Lima y a sus autoridades municipales. La concentración duró hasta medianoche ¿y el toque de queda?

Cuando a las 4 de la tarde del 9 de noviembre en la televisión se comenzaron a dar las proyecciones de las encuestas a boca de urna así como los primeros resultados del conteo oficial, la mayoría de los medios de comunicación daban a Jorge del Castillo como triunfador aunque por muy poco margen, mientras algunas publicaciones señalaban que se estaba peleando voto a voto entre las candidaturas de Del Castillo y de Barrantes. Para todos ya estaba descartado Bedoya Reyes de quien algunos medios habían asegurado hasta pocos días antes, que era el principal rival de Del Castillo.

No tiene sentido hacer ahora un relato de todas las impugnaciones y recursos que IU, pero también el PPC, utilizaron para evitar que se contara como válidos, votos que habían sido mal emitidos, así como diversos vicios en la votación. Lo cierto es que esta etapa compleja comenzó el mismo día de las elecciones y duró más de dos meses. Incluso cuando en los primeros días de diciembre el Jurado provincial de elecciones dio a la lista aprista en primer lugar, tanto IU como el PPC insistieron con recursos legales que terminaron por pasar al Jurado Nacional de Elecciones que, como se dijo líneas antes, recién tomó una determinación definitiva el 19 de enero del año siguiente. La decisión final del JNE zanjó todas las discusiones. Del Castillo obtuvo el 37.6 % de los votos y Barrantes el 34.8 % El candidato aprista era el nuevo alcalde de Lima.

Termino con algunos hechos puntuales: Barrantes dejó el cargo el 31 de diciembre señalando que no permanecería un minuto más de su período. Henry Pease quedó encargado de la transición. Los regidores de oposición -de IU y el PPC- no juramentaron el mismo día que Del Castillo. No estoy seguro si Barrantes felicitó a Del Castillo, considerando que había dicho que, en el caso hipotético que ganara, saludaría a García. Felicitaré al padrino y no al ahijado, remarcó.

1 comentario:

  1. En sus METAMEMORIAS Alan García reconoce como un gran error de su trayectoria política el haber interferido en las elecciones municipales de 1986, al respecto textualmente señala: "Diré de paso que uno de mis grandes errores fue interponerme en su reelección (se refiere a la de Barrantes en la alcaldía de Lima) que debió producirse en 1986. Entonces, como alcalde de la capital, era el jefe de la Izquierda Unida y contenía al comunismo lindante en senderista. Era pragmático y proaprista; y, cuando a exigencia del aprismo puse mi fuerza presidencial, entonces sin contrapeso -en 1986-, y desde el balcón del Palacio pedí al pueblo votar por el candidato del partido, termine con un aliado fundamental. Fue un error ..." Alan García, METAMEMORIAS, pag. 107 (ed. alternativa).

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