Estamos
a siete meses de las elecciones generales convocadas para el próximo 11 de abril. Como hay toque de queda en todo el país, muchos se preguntan si será posible la campaña electoral y la votación con tal restricción. El problema es el peligro de contagio del COVID-19 en mítines y en centros de votación porque en el Perú sabemos que procesos electorales con toque de queda son posibles. Ya hemos vivido esa experiencia. Ocurrió en las elecciones municipales del 9 de noviembre de 1986.
JURAMENTACIÓN CON TRES SEMANAS DE RETRASO
Quiero
recordar en esta crónica lo sucedido en Lima en ese proceso electoral, pero antes
remarcar algo que fue inusual: la fecha de juramentación del nuevo alcalde
metropolitano de Lima. El candidato del Partido Aprista Peruano, Jorge del
Castillo, asumió ese cargo recién el 21 de enero de 1987. Como desde hace más
de cincuenta años, los alcaldes municipales provinciales y distritales del Perú
juramentan el primero de enero posterior a su elección, es pertinente señalar el
motivo del retraso, ya que las elecciones se realizaron -como estaba previsto-
el segundo domingo de noviembre del año anterior. Es que hubo una gran
demora en el cómputo, dadas varias impugnaciones que prolongaron las decisiones
hasta llegar a la última instancia, el Jurado Nacional de Elecciones.
Lo que debió terminarse unas
tres o cuatro semanas, se demoró más de dos meses hasta que el 19 de enero en
que se dio el fallo final confirmando como triunfador a Del Castillo, candidato
del partido de gobierno, ya que su líder Alan García Pérez era presidente de la
república. Fue un triunfo ajustado frente a Alfonso Barrantes Lingán, quien no
sólo era alcalde en ejercicio, sino era también el líder y presidente de
Izquierda Unida, IU, frente político y electoral fundado seis años antes,
justamente con ocasión de las primeras elecciones municipales después del
gobierno militar durante el cual no se habían realizado. En noviembre de 1980, justamente
Barrantes había logrado la segunda votación con un 28% de los votos y en las de
noviembre de 1983 había sido elegido alcalde de Lima con más del 36%.
UNA CANDIDATURA
LÓGICA, PERO CUESTIONADA…
La candidatura de Barrantes tuvo
problemas internos que viví muy de cerca. Desde el 27 de julio de 1986 yo era
secretario general del Partido Socialista Revolucionario, PSR, integrante de
IU, y desde el primero de agosto me correspondió ser el coordinador de turno
del Comité Directivo Nacional de IU, CDN-IU, justamente en el mes que se
tomaron los acuerdos sobre las candidaturas municipales, incluida la de Lima, y
que hubo que solucionar múltiples problemas producidos en las bases distritales
y provinciales que habían dejado como saldo dos candidaturas en una misma
circunscripción o listas con la relación de regidores incompleta, incluyendo
seis distritos de Lima (ver crónica “Hablemos de toques de queda” del 27 de marzo de 2020)
A inicios de agosto, aunque era natural que Barrantes fuera a
la reelección, luego de una buena gestión en el municipio y consolidada su
figura como el más importante líder del conglomerado izquierdista, la situación
interna de IU era complicada, particularmente por el tono con que se planteaba
la oposición al gobierno de García. Y es que estaba muy reciente lo que se
conocería en los siguientes años como “la matanza de los penales”, luctuosos
hechos en que perdieron la vida unos 300 presos acusados por terrorismo cuando
la Marina y la Policía aplastaron motines en la isla penal El Frontón, en la
cárcel de Lurigancho y también en la cárcel de mujeres Santa Bárbara del Callao
los días 18 y 19 de junio.
Todos los partidos componentes
de IU, opuestos como éramos al accionar terrorista de Sendero Luminoso, reprobamos
sin embargo la acción gubernamental porque era evidente el uso desproporcionado
de la violencia. Así el CDN-IU con participación de todos sus integrantes
encabezados por Barrantes, en comunicado, condenó las acciones terroristas,
criticó las acciones represivas “sin que se agotaran los recursos disuasivos
normales” y demandó la concreción de un acuerdo consensuado para luchar por la
justicia, la paz y la defensa de la vida.
Pero uno de los integrantes de
IU, el Partido Unificado Mariateguista, PUM, y en especial su secretario
general, el senador Javier Diez Canseco, daba mayor énfasis a la
responsabilidad del gobierno y casi obviaba la provocación senderista. Esto fue
un pretexto para que el senador Miguel Ángel Mufarech, elegido como invitado en
la lista de IU, en una carta abierta, utilizara gruesos calificativos contra
Diez Canseco y prácticamente afirmara que debía dejar IU para sumarse a las
filas terroristas. Buscaba liderar a las agrupaciones y personas que en IU
discreparan con el líder del PUM, incluido el propio Barrantes. La maniobra le
fracasó, ya que el CDN-IU sin dejar de lado fuertes discrepancias de líneas
políticas, se solidarizó con Diez Canseco y esa posición fue apoyada por
Barrantes. Esto inició el alejamiento de Mufarech de la bancada de IU en el
parlamento.
Las diferencias en relación a la
matanza de los penales, encubrían desencuentros más de fondo. Algunos sectores
de IU pretendían que quien encabezara IU fuera más radical y evidentemente no
era el caso de Barrantes. Y como éste para imponer su liderazgo y sabiendo que
era la mejor carta electoral de IU, en más de oportunidad había manifestado que
no deseaba candidatear, algunos pretendieron tomarle la palabra. Así en los
primeros días de mi función como coordinador de turno de CDN-IU, me encontré
con el pedido del PUM de una sesión extraordinaria para elegir al candidato a
la alcaldía metropolitana, asumiendo la declinación de Barrantes y remarcando
que debía ser una personalidad identificada con la izquierda y de oposición
radical al gobierno aprista. Pero más allá de definir la candidatura, se
buscaba una definición más radical de IU.
Esa primera semana de agosto fue
tensa. Barrantes se encontraba fuera del país y ya había declarado que no
pensaba en su reelección. En IU, el senador Jorge del Prado, secretario general
del Partido Comunista Peruano, PCP, se esforzó tratando que la candidatura de
Barrantes no sólo se aprobara sino que se hiciera por unanimidad. Era
prácticamente imposible, dada la insistencia de los dirigentes del PUM, de la
Unión de Izquierda Revolucionaria, UNIR, y del Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular,
FOCEP, de definiciones políticas frente a lo que denominaban “creciente
militarización” del gobierno aprista.
POR FIN, CANDIDATURA ACORDADA
Conversamos
con el diputado Manuel Dammert, secretario general del Partido Comunista
Revolucionario, y convinimos en que era imposible una candidatura de Barrantes
aprobada por unanimidad en el CDN-IU y unimos esfuerzos con Del Prado para que
Barrantes planteara que aceptaba la candidatura, para poder buscar acuerdos y
calmar el desconcierto de las bases por su declaraciones declinando postular. Cuando
ya de regreso al Perú, el 8 de agosto, Alfonso declaró que era un militante
disciplinado de IU y que aceptaría las decisiones de su Comité Directivo
Nacional, nos dimos por enterados que el camino estaba allanado…
En
las últimas horas del día sábado 9 se aprobó la candidatura de Barrantes. No
hubo votos en contra. Votamos a favor los representantes del PCP, PSR y PCR,
así como Henry Pease, teniente alcalde de la municipalidad de Lima, quien integraba
el comité como representativo de los independientes de IU. También votó a favor
el senador Genaro Ledesma, presidente del FOCEP. Los representantes del PUM y
UNIR se abstuvieron para viabilizar un acuerdo ya que el lunes siguiente se
cerraban las inscripciones ante el Jurado Provincial de Lima.
Al
momento de terminarse de inscribir las listas para las elecciones
municipales, en el país se cumplían seis meses en estado de emergencia que
incluía toque de queda todas las noches. Y eso no cambió en los noventa días
siguientes en que las campañas electorales se realizaron en esas condiciones. En
general la campaña se realizó sin mayores incidentes, más allá de los
enfrentamientos verbales característicos de toda contienda política. Incluso
hubo casos de compromisos expresos de “no agresión” entre comités de base del APRA
e IU. No recuerdo ningún caso de violencia significativo.
UNA
CAMPAÑA ELECTORAL CON MENOS ÁNIMO QUE OTRAS
En comparación a la campaña
electoral de IU tres años antes (Ver crónica “Barrantes triunfante en Lima” del 25 de noviembre de 2018) la de 1986 resultó un poco fría, por lo menos en
los dos primeros meses. Inicialmente, el entusiasmo en las campañas distritales fue bastante mayor que por
la lista provincial que encabezaba Barrantes. De hecho cuando la campaña se inició en Pucusana, uno de los
distritos más alejados de la provincia, no llegó Barrantes. Henry Pease, jefe
de la campaña, teniente alcalde en ejercicio y postulante también a la
reelección, tuvo que reemplazarlo como orador de fondo del mitin y justificó la
ausencia del alcalde por enfermedad. Y no fue sólo ese el caso sino en varios
otros distritos que Alfonso no participó en concentraciones significativas por
encontrarse “enfermo”, ante el desconcierto de muchos manifestantes. Aunque también
hay que decir que partidos integrantes de IU se enfocaron más a las campañas
distritales donde tenían candidatos a las alcaldías restando en algo su
compromiso con la lista provincial, además por cierto de la responsabilidad que
tenían con las candidaturas provinciales en todo el país.
Tratando de analizar, más de
treinta años después, el poco ímpetu -o cierto desgano, según algunos- de
nuestro candidato, podía deberse a varios factores. En primer lugar, distintos
analistas políticos señalaban que Barrantes estaba bastante bien posesionado y
con la primera opción para ganar las elecciones, tomando en cuenta el buen
trabajo realizado como alcalde. De esto Alfonso estaba convencido, consideraba
que su acertada gestión era reconocida por la gente. Incluso más de una vez
comentaba que, por haber funcionado bien como alcalde. no necesitaba hacer
campaña. “Ya me ven como su alcalde…”, decía. Además era evidente que no lograr
su candidatura por unanimidad le había generado cierta desconfianza y pensaba
que programarlo a determinados mítines solo era con el propósito de apoyar a los
candidatos distritales.
Por otro lado, Barrantes no
consideraba a Del Castillo como un rival a su nivel y daba por sentado que
hacer una fuerte campaña era darle una importancia que no tenía. Incluso, se comentó
que alguna vez después de una presentación conjunta de los candidatos a la
alcaldía, le dijo a Luis Bedoya Reyes, candidato del Partido Popular Cristiano,
PPC, que los dos eran gallos de bastante más peso que el pollo, refiriéndose a Del
Castillo.
GARCÍA
RESULTÓ ACTOR CENTRAL EN LA CAMPAÑA
Pero lo que no valoramos
adecuadamente ni Barrantes ni la dirigencia izquierdista es que a poco más de
un año de asumir la presidencia de la república, García conservaba aún el
respaldo de buena parte de la ciudadanía. Aun no se había iniciado su desgaste,
cuando sus erradas decisiones llevaron al país a una galopante inflación que en
su momento fue una de las peores ocurridas en el mundo y cuando su gestión alcanzó
gran desaprobación. Pero en esos momentos de campaña electoral su respaldo se
convertía en votos. Y desde su nominación como candidato, Del Castillo recibió
el total apoyo de García, que fue tan evidente que analistas como dirigentes
políticos señalaron que se pretendía hacer de las elecciones una demostración
de apoyo a García. El presidente realizaba actos de gobierno de tácito respaldo
a los candidatos apristas y en especial a Del Castillo. Para muchos el
verdadero contendiente de Barrantes para la alcaldía de Lima era García.
Hay un hecho adicional que quedó
grabado en la memoria de los peruanos: el tren eléctrico. En lo que fue
interpretado como un recurso forzado para apoyar a Del Castillo, García anunció
la construcción del tren eléctrico, transporte masivo que iría desde el
antiquísimo Carabayllo, distrito más alejado en el cono norte de Lima hasta
Villa El Salvador, novísimo distrito al extremo del cono sur. Fue un proyecto
que se puso repentinamente en ejecución, sin guardar todas las formalidades,
para poner la primera piedra en plena campaña electoral y permitir anunciar a
Del Castillo la posibilidad de su culminación en tres años más… Como se sabe,
el primer tramo de ese tren lo inauguró García ¡25 años después!
El 30 de octubre en un debate
organizado por Intercampus de la Universidad del Pacífico, en que participaron
Barrantes, Bedoya Reyes y Del Castillo, el candidato de IU le increpó a Del
Castillo que se “colgara de chaleco ajeno” y señaló que debería dejar de
desnaturalizar el proceso electoral diciendo, que en esas elecciones se iba a
aprobar o a desaprobar al presidente Alan García.
CIERRE
DE CAMPAÑA CON TOQUE DE QUEDA
En la última semana de campaña
estaban previstos los mítines finales de las candidaturas municipales. El 4 de
noviembre IU, el 5 PPC y el 6 APRA. Días antes, Enrique Bernales, senador del
PSR públicamente pidió al gobierno eliminar el toque de queda en esos tres días
por la seguridad de las personas que concurrirían a esas concentraciones, considerando
que podrían terminar cerca de las 11 de la noche y tendrían poco tiempo para regresar
a sus casas, muchas ubicadas en zonas alejadas del centro de Lima donde se
realizarían las masivas concentraciones. El gobierno no dio respuesta.
Izquierda Unida tuvo su mitin de
cierre en el Paseo de la República con miles de personas que cubrían varias
cuadras y aplaudían fervorosamente a Barrantes. El candidato izquierdista
criticó fuertemente al APRA señalando que se debía combatir el peligro de la
monopolización del poder que pretendía el Partido Aprista. En uno de los momentos
más aplaudidos del discurso, recalcó que IU estaba comprometida con la economía
popular por lo que se enfrentaba al imperialismo y a los sectores que lo
representaban en el Perú y aludiendo a lo que comenzaba a conocerse como “los
doce apóstoles” -grandes empresarios que se reunían periódicamente con García-
recalcó que “o se sirve a las mayorías o se confabula con las minorías, ya que
no hay posibilidad de entenderse con Dios y con el diablo”.
Lo concurrido del mitin, que
algunos calcularon con más de 150 mil personas, levantó mucho el ánimo en las huestes
izquierdistas, porque además en los últimos días se sentía a Barrantes con la
misma fuerza qué había tenido en sus candidaturas anteriores. Saber que el PPC
había suspendido su mitin, ayudó también a mejorar nuestro ánimo porque servía
para demostrar cuál era el verdadero contendiente del APRA. Justamente en esos
días, algunos medios de comunicación planteaban que la lucha por el triunfo en
Lima era entre Del Castillo y Bedoya. El comando de campaña del PPC justificó
la cancelación del mitin señalando que lo hacían por la seguridad de la gente
que los apoyaba y en su lugar programó una presentación televisada de Bedoya
exponiendo su plan de gobierno.
OTRO
“BALCONAZO” EN FAVOR DEL AHIJADO
Dos días después que IU, el APRA
realizó su mitin final frente a su local en la avenida Alfonso Ugarte con la
presencia en el estrado no sólo de dirigentes partidarios, sino parlamentarios,
la esposa de García, Pilar Nores, y la mayoría de los ministros, encabezados
por Luis Alva Castro, primer ministro. Fue una demostración de fervor
partidario y de organización ya que desfilaron ordenadamente muchísimos
estamentos partidarios. El candidato a la alcaldía habló menos de media hora y al
terminar pasó inmediatamente a encabezar una marcha por más de veinte cuadras
hasta la Plaza de Armas frente al Palacio de Gobierno.
Llegados a su destino, luego de
muy pocos minutos, Alan García apareció en el balcón de Palacio y se dirigió a
la militancia aprista en un discurso de cerca de una hora, haciendo un recuento
de la labor de su gobierno y ratificando su apoyo a Del Castillo por quien
anunció que votaría. No estuvo ausente en esa concentración la mención al tren
eléctrico y cómo con ese medio de transporte, el gobierno nacional apoyaría a
la población de Lima y a sus autoridades municipales. La concentración duró hasta
medianoche ¿y el toque de queda?
Cuando a las 4 de la tarde del 9
de noviembre en la televisión se comenzaron a dar las proyecciones de las
encuestas a boca de urna así como los primeros resultados del conteo oficial,
la mayoría de los medios de comunicación daban a Jorge del Castillo como
triunfador aunque por muy poco margen, mientras algunas publicaciones señalaban
que se estaba peleando voto a voto entre las candidaturas de Del Castillo y de
Barrantes. Para todos ya estaba descartado Bedoya Reyes de quien algunos medios
habían asegurado hasta pocos días antes, que era el principal rival de Del
Castillo.
No tiene sentido hacer ahora un
relato de todas las impugnaciones y recursos que IU, pero también el PPC, utilizaron
para evitar que se contara como válidos, votos que habían sido mal emitidos,
así como diversos vicios en la votación. Lo cierto es que esta etapa compleja comenzó
el mismo día de las elecciones y duró más de dos meses. Incluso cuando en los
primeros días de diciembre el Jurado provincial de elecciones dio a la lista aprista
en primer lugar, tanto IU como el PPC insistieron con recursos legales que
terminaron por pasar al Jurado Nacional de Elecciones que, como se dijo líneas
antes, recién tomó una determinación definitiva el 19 de enero del año
siguiente. La decisión final del JNE zanjó todas las discusiones. Del Castillo
obtuvo el 37.6 % de los votos y Barrantes el 34.8 % El candidato aprista era el
nuevo alcalde de Lima.
Termino con algunos hechos
puntuales: Barrantes dejó el cargo el 31 de diciembre señalando que no permanecería
un minuto más de su período. Henry Pease quedó encargado de la transición. Los
regidores de oposición -de IU y el PPC- no juramentaron el mismo día que Del
Castillo. No estoy seguro si Barrantes felicitó a Del Castillo, considerando
que había dicho que, en el caso hipotético que ganara, saludaría a García.
Felicitaré al padrino y no al ahijado, remarcó.
En sus METAMEMORIAS Alan García reconoce como un gran error de su trayectoria política el haber interferido en las elecciones municipales de 1986, al respecto textualmente señala: "Diré de paso que uno de mis grandes errores fue interponerme en su reelección (se refiere a la de Barrantes en la alcaldía de Lima) que debió producirse en 1986. Entonces, como alcalde de la capital, era el jefe de la Izquierda Unida y contenía al comunismo lindante en senderista. Era pragmático y proaprista; y, cuando a exigencia del aprismo puse mi fuerza presidencial, entonces sin contrapeso -en 1986-, y desde el balcón del Palacio pedí al pueblo votar por el candidato del partido, termine con un aliado fundamental. Fue un error ..." Alan García, METAMEMORIAS, pag. 107 (ed. alternativa).
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