Estos meses con toque de queda que estamos viviendo en el
Perú, me han llevado a recordar los varios periodos con la misma restricción
que vivió el país en la década de los ochenta. No eran toques de queda para
combatir ningún virus mortal, aunque sí servía como una de las medidas para
enfrentar el terrorismo cuyos efectos mortales sufría nuestra patria.
En esa década fui dirigente del Partido Socialista
Revolucionario, PSR, y desde mediados de julio de 1986, su secretario general, y,
al retroceder con mis recuerdos más de treinta años, caí en cuenta que en 1987 tuve
la oportunidad de expresarme un par de veces en el extranjero, condenando el
terrorismo y planteando nuestra concepción democrática.
El accionar terrorista era fundamentalmente responsabilidad de
Sendero Luminoso, nombre ya usual para identificar a la
fracción que a inicios de los años setenta, encabezados por Abimael Guzmán, se
había desprendido del maoísta Partido Comunista del Perú - Bandera Roja,
señalando que se desarrollaban “por el sendero luminoso de José Carlos
Mariátegui”, y que se habían organizado en los años siguientes, primero en
Ayacucho pero luego en varios departamentos del país, para el “inicio de la
lucha armada” el 17 de mayo de 1980 (Ver crónica "Inicios de la violencia terrorista” del 29 de diciembre de 2019). También desde 1984 hubo acciones terroristas del Movimiento Revolucionario
Túpac Amaru, MRTA, pero eran totalmente
superadas en número y gravedad por las de Sendero.
EL PERÚ EN LOS DOS PRIMEROS AÑOS DE
ALAN GARCÍA
Retrocedamos a mayo de 1987, época en que el
accionar de Sendero Luminoso seguía en ascenso y la gravísima crisis económica
del gobierno comenzaba a aparecer. Alan García estaba a punto de cumplir su
segundo año como presidente del Perú. Era el líder del Partido Aprista Peruano,
que había logrado la mayoría tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados
en las elecciones de abril de 1985 y confirmado su respaldo popular en las
elecciones municipales de noviembre de 1986. Izquierda Unida -frente conformado
por siete partidos, entre ellos el PSR- había ratificado su condición de
segunda fuerza electoral en esas elecciones municipales, aunque su principal
líder, Alfonso Barrantes, no había logrado ser reelecto a la alcaldía de Lima
en un reñido escrutinio que concluyó más de siete semanas después del día de la
votación. Acción Popular y el Partido Popular Cristiano -que habían cogobernado
el anterior quinquenio, durante la presidencia de Fernando Belaunde Terry- habían
sido fuertemente golpeados en ambas elecciones. Nadie se imaginaba que se
recuperarían tres años después, revitalizados por la figura del escritor Mario
Vargas Llosa, conformando una alianza electoral denominada Frente Democrático,
FREDEMO.
CONDENA DEL TERRORISMO
He trazado gruesamente
el panorama político de ese mes, en que el día 20 tuve ocasión de ser entrevistado por la Revista Internacional, que se
publicaba en Praga, capital de la ese entonces República Socialista de
Checoslovaquia. Se me preguntó sobre la actitud del PSR frente a Sendero
Luminoso y dije que como partido éramos muy claros y que “no es para nosotros a
través de acciones terroristas como se puede avanzar hacia la liberación de
nuestro país”. Indiqué que sus concepciones ideológicas los llevaba “no sé si
conscientemente a trabajar por un modelo similar al que en Kampuchea se quiso implantar
en el pasado”. Señalé que el desconocimiento de la importancia del movimiento
popular llevaba a Sendero “a enfrentarlo o tratar de sobrepasar con acciones
terroristas lo que solamente se logra con la acumulación de fuerza del pueblo”.
Añadí que Sendero Luminoso consideraba a todo el mundo como enemigos y que no
encontraba ninguna diferencia entre lo que son efectivamente movimientos de liberación
en el mundo o lo que es política reaccionaria, añadiendo “ellos perciben con
bastante ingenuidad según algunos o bastante soberbia según otros, que sus
posiciones son el centro de lo que es una nueva posición revolucionaria en el
mundo”.
Sostuvimos también que
Sendero Luminoso podría estar en la práctica “dando condiciones en el país que
pueden ayudar a la derecha, derrotada electoralmente y arrinconada
políticamente, a encontrar argumentos para que una represión que vaya
fundamentalmente contra el sector democrático”. Aseguramos también que el
accionar de Sendero “ha significado que los hogares humildes se sigan enlutando
en nuestro país”, ya que gran parte de sus víctimas eran campesinos, obreros,
soldados y policías. Por entonces se calculaba en unas siete mil las víctimas
de la violencia política, incluyendo también las producidas en algunas masacres
cometidas por fuerzas del orden, cuyos autores años después enfrentarían a la
justicia.
DERROTA AL TERRORISMO
NO SÓLO DEBE SER MILITAR
En la entrevista me
preguntaron sobre las vías para normalizar la situación en el Perú, lo que me
permitió desarrollar algunos criterios sobre ese tema que habíamos justamente conversado
con Barrantes, en esos momentos aun presidente de Izquierda Unida, días antes
cuando nos encontrábamos en Bulgaria (Ver crónica
“Propuesta a Barrantes que no pude concretar” del 21 de octubre de 2016). Y es que luego de estar en una posición
expectante en las elecciones de 1985 y 1986, IU debía plantearse la posibilidad
de ser gobierno en 1990 y, por lo tanto, estar en condiciones de afrontar desde
el primer día el fenómeno terrorista para derrotarlo.
Señalamos que el enfrentamiento con las fuerzas del orden, respetando
escrupulosamente los derechos humanos y no reprimiendo a los civiles inocentes
-básicamente campesinos- que se encontraban en las zonas en que actuaban los
subversivos porque eran las tierras que habitaban desde varias generaciones,
debía ser acompañado por otras acciones, ya no militares y policiales sino
políticas para garantizar la pacificación del país. Por un lado, “hay que dar
solución a los problemas económicos y sociales que originan las condiciones de
pobreza más extrema en varias zonas del país. De esa manera sea podrá cortar de
raíz las causas por las que algunos grupos sociales alimentan a Sendero
luminoso. Pensamos que es por la vía de la transformación y la priorización de
las salidas económicas a los problemas regionales donde se puede trabajar”. Y
añadimos que, por otro lado, enfrentar la violencia “tiene que ver con la
necesaria democratización de la vida del país. De lo que se trata es de que IU
logre ser la alternativa que finalmente derrote políticamente a Sendero
luminoso y deje sin opción a agrupaciones de este tipo”.
En esas declaraciones afirmamos que, en el plano estratégico, “resulta
muy importante que el pueblo del Perú y otros países de América Latina
reconozcan que es en formas nuevas de democracia donde se encuentra una gran
base de acumulación de fuerzas”. Y enumeramos como formas democráticas de
participación, propias por cierto de la realidad peruana, a las organizaciones de
los pueblos jóvenes, las organizaciones de madres de familia y los comités del
vaso de leche, así como las rondas campesinas y comités de autodefensa. Y
concluí: “en la medida en que la Izquierda Unida sea capaz de potenciar esas
formas en algunos casos embrionarias de democracia directa y democracia que
surge de las propias bases populares, habremos ganado no solamente a Sendero Luminoso
si no definitivamente a la derecha del país”. Faltaban varios años para que se
calificara justificadamente la acción de los comités de autodefensa como decisiva
para aislar y derrotar políticamente al terrorismo.
En esa oportunidad insistí en un punto que para el PSR resultaba
vital: la afirmación democrática. Sosteníamos que la derecha siempre proclamó
que era democrática y señalaba a la izquierda como antidemocrática, pero al
mismo tiempo era incapaz de aceptar la movilización y organización social del
pueblo como formas democráticas, ya que querían restringir la participación
popular sólo a periódicas votaciones. Considerábamos importante estas
afirmaciones no sólo frente a la derecha sino también como reafirmación dentro
de la propia izquierda.
RATIFICACIÓN DEMOCRÁTICA
Menos de medio año después, como ya he señalado en otras crónicas,
durante el “Encuentro de representantes de partidos y movimientos con ocasión
del 70 aniversario de la Gran Revolución de Octubre” realizado en Moscú entre
el 4 y 5 de noviembre, manifesté con relación a nuestra opción por la democracia: “podemos decir que en países como el nuestro
la democracia es de por sí una forma subversiva. Es decir, la posibilidad de
una práctica de libertad, igualdad, solidaridad y ejercicio compartido de
responsabilidades, deviene necesariamente en cuestionadora del orden Injusto en
los países subdesarrollados. La búsqueda de formas organizativas desde la base,
sean de autodefensa, de solidaridad o de servicios comunes, revelan en el caso
peruano un hondo y verdadero sentimiento democrático en las masas, frente al
autoritarismo que -con pocas excepciones- ejercen los gobiernos y, frente a las
antidemocráticas prácticas de la burguesía. Una clase dominante que, a
diferencia de otras latitudes, no utilizó casi nunca ni siquiera la democracia
formal, es enfrentada desde el pueblo con inéditas formas de autogobierno
popular”.
Y añadí algo que teníamos muy claro, nuestra participación democrática
no era una circunstancial acción táctica: “Pero no se trata sólo de reconocer
una realidad, sino también de ser consecuentes con una propuesta. Si queremos
la democratización de la sociedad, la democracia resulta estratégica y no sólo
táctica y debemos adecuar nuestra acción política a esa situación y asumir que
debemos enfrentar la necesidad urgente de definir con precisión conceptos como
pluralismo político, libertad de expresión o auto gestión empresarial”.
ERA INIMAGINABLE CÓMO VARIARÍA LA SITUACIÓN POLÍTICA
Al terminar 1987, faltaban aún dos años y medio para que se efectuara
la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de 1990. Barrantes aunque
había renunciado a la presidencia de IU a principios de junio, aparecía en
encuestas como el posible ganador de esos comicios. Izquierda Unida, aunque
con problemas internos, mantenía su unidad. Acción Popular y el Partido Popular
Cristiano se encontraban muy golpeados por dos derrotas electorales sucesivas.
Durante el segundo semestre de ese año, la situación económica del país se
había deteriorado y la inflación avanzaba desbordándose. Vargas Llosa había surgido
como figura política en agosto, aunque poco después manifestó que no aspiraba a
ninguna candidatura y viajó a Europa donde residía. Nadie hubiera creído que en
junio de 1990, en esa segunda vuelta, participarían ese reconocido novelista y un
entonces desconocido Fuji… ¿Fuji qué? Pero esas son otras historias, varios de
cuyos episodios he tratado en otras crónicas…
Jefe, en esa entrevista en la revista checa estuvimos juntos, con el camarada Planeta
ResponderBorrarEstimado Sr. Filomeno,
ResponderBorrarLe escribo en nombre de William Evensen, quien fue un voluntario del Cuerpo de Paz en el Perú en los 60. Evensen esta escribiendo una memoria sobre el Cuerpo de Paz y su asociación con Robert Kennedy. Agradecería si pudiese brindarme alguna información de contacto para que el señor Evensen pueda contactarse con Ud.
Saludos,
Gonzalo Romero
Por este mismo medio puede enviarme su correo y yo le contestaría en forma privada. En todo caso para conocer sobre la única vez que traté con Robert Kennedy, con ocasión de su visita al Perú en noviembre de 1965, pueden ver mi relato en https://cronicasdelsiglopasado.blogspot.com/2015/11/siete-invitados-hablar-con-kennedy.html
BorrarSaludos