lunes, 17 de diciembre de 2018

JOVEN SOLDADO Y VIEJO MAESTRO (1881-1931)


Le faltaba poco más de un mes para alcanzar la mayoría de edad, había interrumpido sus estudios de Derecho al igual que sus compañeros de la universidad de San Marcos, le pesaba el arma que portaba, tenía demasiado presentes las imágenes de los muertos de ambos bandos en la batalla de San Juan dos días antes, lo estremecían los proyectiles que estallaban cada vez más cerca. Era el 15 de enero de 1881, estaba al sur de Lima en las afueras del balneario de Miraflores y Armando Filomeno Johnson, integrante el Batallón N° 4 de las reservas peruanas, seguramente reconocía a lo lejos, en los gritos de quienes enfrentaba, el mismo acento que le sorprendió cuando un lustro antes estudió un año de Humanidades en el Liceo de Valparaíso.

Supongo que en los minutos interminables previos a la batalla, al igual que todos los otros jóvenes voluntarios, no estaba seguro si sobreviviría o moriría allí. No podía imaginar que fallecería justamente en Miraflores, en una casa situada a menos de un kilómetro del denominado Reducto N° 2 donde en esos momentos se encontraba, aunque sucedería más de cincuenta años después. No sabía que en esa su última vivienda en la calle Colina 399, se sentiría tan fuera de lugar como en esos momentos. Tampoco podía figurarse que sería llorado por su esposa y sus diez hijos. Y no tenía en mente que llegaría a conocer a sus seis nietos Araoz Filomeno, aunque a ninguno de otros veinte apellidados Filomeno Mendoza, Filomeno Edwards, Filomeno Gonzales, Filomeno Jarrín y Filomeno García, nacidos entre 1936 y 1953.

NO SABÍA CUÁNTO VIVIRÍA

Me imagino que también pensaría que, si salía vivo de esa batalla, su futuro resultaría incierto ya que no podía predecir cómo sería su vida en una ciudad y un país devastados por la guerra que ya se sabía perdida dado que el enemigo estaba a pocos kilómetros del centro de Lima. Por momentos quizás pensaba que, al igual que su padre y su abuelo, terminaría dedicándose a la enseñanza de música de jóvenes con vocación artística. Pero no creo que sospechara que pasaría casi medio siglo consagrado a la enseñanza de quienes aunque tuvieran vocación por algo tenían muy poca oportunidad de estudiar…

No sé si fue sólo uno o fueron más viajes los que mi abuelo cuando niño o adolecente realizó a Chile en la década del 70 del siglo antepasado llevado por su padre Francisco, músico de profesión, peruano nacido en Santiago de Chile y que en algunas etapas de su vida trabajó en el sur del Perú y en ciudades chilenas. De hecho Francisco, mi errante bisabuelo conoció y se casó en Arequipa en 1859 con mi bisabuela Juana Johnson, luego de haber enviudado de su primera esposa con la que se casó en Santiago de Chile y con quien tuvo a su hijo Serafín nacido en Ica en 1848. Antes del segundo matrimonio, mi bisabuelo fue padre de Lorenza Filomeno García, nacida en Lima en 1855. Además Francisco tuvo otras dos hijas, Aurora y Sofía, que a comienzo del siglo pasado vivían en casa de su hermano Armando, por lo cual asumo que ambas eran hermanas de padre y madre de mi abuelo, ya que mi bisabuela cuando falleció en febrero de 1901 vivía allí. Si fueron tres los hijos del matrimonio de Juana y Francisco, y añadimos a Serafín y Lorenza, fueron por lo menos cinco hijos que tuvo mi bisabuelo, aunque no puedo asegurar que sólo fueron cinco… Tampoco pude saber si en alguno de sus viajes a Chile lo hizo acompañado de mi bisabuela o de alguna de sus hijas.

LIMEÑO NACIDO EN AREQUIPA

Aunque nació en Arequipa el 17 de febrero de 1860 y allí se bautizó a los seis días de nacido, mi abuelo se trasladó desde muy pequeño a Lima, ciudad en la que estudió la primaria en el Colegio Liceo Peruano y la secundaria -salvo cuando estuvo en Valparaíso- en el Colegio Nuestra Señora de Guadalupe, el primer colegio nacional del Perú ya que fue fundado en 1840.

Mi familia puede catalogarse como limeña, a pesar que mi abuelo y mi bisabuelo no nacieron en Lima, ya que aunque no sé si aquí nació Pedro, el primer Filomeno que he ubicado, vivió, se casó y tuvo a sus hijos en Lima -cuando aún se llamaba Ciudad de los Reyes- en la segunda mitad del siglo dieciocho, ciudad en la que también nació y se casó mi tatarabuelo Bartolomé y de donde salió para instalarse en Chile en 1822. A Lima regresó dos décadas y media después (Ver crónica “Filomeno, apellido en el Perú hace 275 años” del 24 de abril de 2015) y también en Lima comenzó a residir mi bisabuelo Francisco con pasajeras ausencias por viajes de trabajo. También a Lima llegó muy niño mi abuelo y en esta ciudad se casó con limeña y nacieron y se educaron todos sus hijos.

Pero regresemos a 1881. Derrotados los peruanos en Miraflores y con la ciudad de Lima ocupada por los chilenos por más de dos años y medio, no tengo idea cuán difícil fue la subsistencia de mi abuelo, quien creo vivía con sus padres y hermanas. No regresó a sus estudios universitarios. Como no funcionaban las escuelas normales, el joven Armando Filomeno recibió por esos años -entiendo que mediante algún tipo de examen- el título de preceptor de tercer grado de parte del municipio de Lima.

IDENTIFICACIÓN CON UN BARRIO POPULOSO

En abril de 1884 cuando Lima comenzaba a recuperarse luego de la ocupación, mi abuelo participó de un concurso para cubrir las direcciones o regencias de las escuelas municipales de la ciudad luego del cual fue nombrado director titular de la Escuela Municipal N° 17. Su nombramiento fue suscrito por el alcalde de Lima Luis Roca y Boloña el 6 de mayo de 1884 y al día siguiente el Inspector de Instrucción Miguel A. de la Lama le comunicó que debía asumir el cargo esa misma fecha. La escuela creada en 1869, quedaba en el número 69 de la cuarta cuadra de la calle Piura, más de veinte años antes denominada Malambo. Y, aunque desde 1925 cambió otra vez de nombre a avenida Francisco Pizarro, por la década del cincuenta yo seguía escuchando que la llamaban Malambo.

Cuando mi abuelo llegó a esa escuela tenía 24 años y cuando dejó el cargo había cumplido 71… En los 47 años que pasó al frente del colegio de un barrio populoso, la educación de miles de niños y jóvenes fue su preocupación primordial. Y esos alumnos y sus familias le brindaron siempre no sólo respeto sino cariño, así como respaldo a una serie de iniciativas. Recuerdo que durante mi niñez en el Rímac cuando acompañaba a mi padre a algún lado, era frecuente que nos cruzáramos con personas que -al reconocerlo- le mencionaran orgullosos haber sido alumnos del “maestro Filomeno”. Yo mismo en mi primera juventud cuando mencionaba mi apellido me preguntaban si era nieto de don Armando y, al confirmarlo, me felicitaban por ser su descendiente. Y es que en el Rímac en los años cincuenta cualquier hombre que tuviese más de veintiséis o veintiocho años era casi seguro que había tenido a mi abuelo de director de su escuela primaria.

La identificación de mi abuelo con ese barrio fue tal que un vals del compositor criollo Eduardo Villanueva dice: “En el Rímac yo nací, en Malambo me crié, en Filomeno estudié, en el Rímac he de morir”. Y es que durante décadas la escuela primaria no era conocida como Pardo sino como Filomeno.

Mi abuelo alrededor de 1920



Espero escribir alguna vez sobre su amplia labor en todos esos años y sobre los homenajes realizados después de su muerte. Bástenos señalar algunos reconocimientos recibido en vida. Durante su larga carrera fue premiado con tres diplomas de Honor y tres medallas de plata por la municipalidad de Lima, así como con tres diplomas de Honor y tres medallas de oro por la municipalidad del Rímac, distrito que se creó en 1920. En 1926 -superados largamente los 41 años de servicio- en ceremonia pública recibió un diploma y una hoja de laurel consagrándolo como Primer Maestro del Perú. Posteriormente, en 1929, recibió la Orden del Sol. Pero alguna de sus hijas mencionó en alguna oportunidad que lo enorgulleció mucho la Tarjeta de Oro entregada por el Cuerpo de Maestros de Lima. En los últimos años de su carrera docente era considerado como el decano de los maestros de Lima.

   EN MALAMBO NACIERON Y CRECIERON LOS FILOMENO CHÁVEZ

Supongo que en 1884, cuando mi abuelo asumió la dirección del colegio ya había casa para el director, porque allí estaba su vivienda cuando el 18 mayo de 1895 a los 35 años se casó con mi abuela, Carmen Sara Chávez Coloma, que tenía 22. En esa casa de Malambo se instaló el matrimonio y nacieron los doce hijos que tuvieron.
Participación del matrimonio de mis abuelos
El orden de nacimiento de los hermanos Filomeno Chávez fue: Maria Rosa 24 de febrero de 1896, Luis Fernando 30 mayo de 1897, María Mercedes 23 de setiembre de 1898, Guillermo 10 de enero de 1900, María Teresa 17 de enero de 1901, Alfredo 25 de mayo de 1902, Armando 5 de enero de 1904, María Carmela 4 de marzo de 1905, María Sara 10 de junio de 1907, María Corina 27 de octubre de 1908, Ricardo 9 de agosto de 1911 y Juan Francisco -Paco- 26 de abril de 1913. Dos murieron muy pequeños: Luis y Sara. Uno fallecido a los cinco meses de nacido y aunque ningún hermano lo había conocido -la mayor María Rosa tenía poco más de año y medio en ese momento- era mencionado como Luchito por todos los hermanos. Y Sarita fallecida de año y medio, muy vagamente recordada por sus hermanos mayores. Fueron diez los que llegaron a edad adulta. María Rosa y los cinco varones tuvieron 26 descendientes. Las otras cuatro hermanas quedaron solteras (ver crónica “La casa de las tías: refugio de los Filomeno” del 20 de abril de 2013).

A diferencia de lo que me ocurrió cuando traté de encontrar la fecha de nacimiento de mi tatarabuelo, bisabuelo y abuelo y sólo encontré las partidas de bautizo, con mi padre y sus hermanos hallé también sus partidas de nacimiento. En ambos casos no supe cómo llegué aunque conseguí los datos que buscaba. Y me encontré con algunas curiosidades. Si bien las cinco tías se llamaban María y salvo la mayor a las otras cuatro se le conocía por el segundo nombre, en los registros públicos aparecen algunos tíos con más nombres o en otro orden, pero además algunos aparentemente desconocidos como Manuel Ernesto, María Adriana y María Luisa, que por coincidencia en las fechas corresponden en realidad a los bautizados como Alfredo, mi padre, y a sus hermanas María Carmela y María Corina. Incluso la fallecida Sara nació como María Margarita.

Como hasta 1933 eran válidas tanto la partida de nacimiento como la de bautizo no hubo ningún problema de identidad entre los Filomeno Chávez y cada uno terminó con sus documentos consignando el nombre que usaban regularmente. Nunca supe la razón de la divergencia de nombres entre la inscripción en el municipio y el bautizo…

Alguna vez me pregunté por qué recién el tercer hijo del matrimonio Filomeno Chávez se llamó Armando. Mi padre y alguna de mis tías me dijeron que, antes del matrimonio, el abuelo había tenido dos hijos. Buscando en los Registros Civiles las ya mencionadas diferencias en los nombres de mi padre y sus hermanas, encontré a esos dos hijos que mi abuelo tuvo con Zoila Rosa Pacheco en cuyas partidas se menciona “hijo natural que reconoce el declarante”. Fueron Victor Armando nacido el 17 de octubre de 1886 y fallecido en 11 de febrero de 1900 y Enrique Santiago Armando nacido el 25 de julio de 1888 y fallecido el 5 de agosto de 1902. Cuando murió éste ya habían nacido mi tío Guillermo y mi papá. Fue quizás por eso que al nacer el tío Armando en enero de 1904, le pusieron el nombre de su padre.

A finales de la primera década del siglo pasado, nacieron otros tres Filomeno: Ítalo, Dante y Francisco Nicolas, hijos de una pareja italiana conformada por Nicolo Filomeno, nacido en Bari y Amalia Pantasso natural de Milán. Sus fechas de nacimiento fueron 12 de diciembre de 1907, 4 de diciembre de 1908 y 8 de febrero de 1910. Salvo la inscripción de sus nacimientos no tengo ninguna otra información y nunca escuché hablar de ellos a mi padre o a sus hermanos. Presumo que siendo los padres inmigrantes jóvenes viajaron a otro país, porque me resulta difícil que no se toparan en una ciudad pequeña como era Lima, siendo tan conocido mi abuelo -uno de los seis u ocho directores de escuela de la época- y el apellido Filomeno poco común, hubiese sido natural que alguien les comunicara la existencia de una familia con el mismo apellido. En todo caso, si hubiese personas con el apellido Filomeno que no desciendan de mi abuelo o de su hermano Serafín -quién vivió en Moyobamba y en Iquitos- podrían ser descendientes de Nicolo.

“NO PODÍA VIVIR FUERA DEL ESCENARIO DE SU VIDA”

Pero regresemos a 1931 al momento en que don Armando renuncia a la dirección del colegio que ya en esa época se llamaba Centro Escolar Manuel Pardo N° 431. Supe que luego de dejar la dirección del colegio, mi abuelo se fue a vivir a Miraflores con sus nueve hijos solteros que tenían entre 18 y 32 años. Y según mi padre y sus hermanos allí se consideraba inútil en una casa en la que se sentía extraño. Y aunque nunca utilizaron la palabra, entiendo que sufrió una profunda depresión en los pocos meses que pasaron hasta su muerte el 9 de diciembre de 1931.

Pero recientemente caí en cuenta que su renuncia no fue producto de una decisión prevista o meditada con anticipación sino debida a una imposición. No tengo el dato exacto, aunque calculo que pueda haber sido la aprobación de alguna disposición relativa a límite de tiempo de servicios o de edad que lo forzó “intempestivamente” a renunciar.

No otra cosa se desprende de la carta de mi abuela dirigida a un periódico poco más de una semana después del entierro de su esposo, agradeciendo las extensas crónicas sobre los homenajes recibidos en esa ocasión, así como sobre las labores en vida del abuelo. Carmen Chávez de Filomeno señaló: “…durante 47 años convirtió la escuela en el eje de todas sus actividades dedicándose a ella única y exclusivamente y modelando allí pacientemente el alma de miles de futuros trabajadores (…) Intempestivamente arrancado del Centro al cual se había dedicado con todo empeño desde su juventud y donde había pasado las mejoras horas de su vida, esta salida determinó en él un quebrantamiento moral, que obrando sobre su organismo ya gastado por los largos años de trabajo lo llevaron rápidamente a la tumba. No podía vivir fuera del escenario de su vida”.

Poco más de tres años más tarde, en el mes del cuarto centenario de la fundación de Lima, con ocasión de la inauguración de una placa de bronce en honor del abuelo en el local del colegio, mi tío Guillermo diría que su padre “…de aquí salió enfermo y abatido” para morir pocos meses después.

Hasta aquí la crónica de los cincuenta años que pasaron entre la sobrevivencia en una batalla de un joven soldado y la muerte de un viejo profesor. Los siguientes tres párrafos -con las disculpas a los lectores- es una contribución para que los descendientes de mi abuelo puedan desarrollar un árbol genealógico de la familia en el futuro.

26 NIETOS Y 50 BISNIETOS

Veintiséis somos los nietos de Armando, los hijos de sus hijos, nacidos entre 1919 y 1953: Carlos, Isabel, Consuelo, Elvira, Lucha y Teresa Araoz Filomeno, hijos de María Rosa y Carlos Araoz. Guillermo -Memín- y Manuel Augusto -el Negro- Filomeno Mendoza hijos de Guillermo y Rosa Mendoza. Laura, Elsa, Teresa, Armando, Pilar, Consuelo -Coco-, Alberto y Javier Filomeno Edwards hijos de Armando y Laura Edwards. Carmen, Ricardo y Jorge Filomeno Gonzales, hijos de Ricardo y Palmira Gonzales. Alfredo, Hilda, Silvia y Vilma Filomeno Jarrín hijos de Alfredo e Hilda Jarrín. Francisco, Socorro -Choco- y Lola Filomeno García hijos de Francisco y Lola García. Carlos, Isabel, Consuelo y Elvira Araoz, así como Memín, el Negro, Laura y Ricardo Filomeno han fallecido.

Sin pretender hacer una relación de todos los descendientes de Armando sólo mencionaré la siguiente generación, la de sus cincuenta bisnietos: María Rosa Araoz Guevara; Rony, Chabuca y Alberto Torres Araoz; Gonzalo y Charo Meza Cuadra Araoz; Eduardo, Rafael, Henry y Fernando Gold Araoz; Eduardo -Lolo-, Silvia –Titi- y Luis Felipe Jackson Filomeno; Maite y Lali Sánchez Filomeno; Armando Filomeno Zaremba; Alonso Filomeno Mayo; Pili y José Antonio Pacheco Filomeno; Enrique y Cecilia Ramírez Filomeno; Angela, Alberto, Patricia y Miguel Ángel Filomeno Costa; Javier, Carla y Andrea Filomeno Tejeda; Fico, María del Carmen, Martín y Jorge Mejia Filomeno; Ricardo y Gisella Filomeno Alfageme; Alfredo, Ana Gabriela -Aby- y María Katia Filomeno Ramírez; Rocío, Fiorella y Ayleen Villa García Filomeno; Karin y Said Manzur Filomeno; Jair, Jandira y Jurandí Da Costa Filomeno; Jimena Ávila Filomeno; María Pía Filomeno García; Ingrid, Peter y Erick Jacobsohn Filomeno. Nacidos entre 1944 y 1982, la mayoría de estos bisnietos son padres y algunos abuelos, por lo que espero que cualquiera de ellos pueda tratar de seguir con el hallazgo de todos los descendientes de Armando Filomeno Johnson.

Concluyo señalando que de 10 hijos de Armando, pasamos a 20 nietos y 15 bisnietos con Filomeno como primer apellido.

12 comentarios:

  1. Alfredo, me ha encantado leer nuestra historia. Gracias por todos los datos. Cariños, Elsa

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  2. ¡Somos parientes, Alfredo! Soy Manuel Ruiz Huidobro Cubas. Mis abuelos eran Federico Ruiz Huidobro Araoz y Elvira Araoz Montani.

    Mi tío abuelo Federico Araoz murió combatiendo en la Batalla de Miraflores aquel 15 de enero de 1881.

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  3. Alfredo, no cabe mas que felicitarte por la paciencia en el trabajo de ratòn en los registrso civiles para armar el àrbol genealògico de tu familia; ellos te lo agradeceràn siempre
    Saludos Pedro Bendezù

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  4. Soy docente de la Escuela de "Filomeno" hoy IE 3002 Manuel Pardo. sabemos que el Director Armando Filomeno estuvo 47 años de su vida dedicados a la labor educativa y siempre le rendimos homenaje en cada aniversario de nuestra escuelita , que el día 19 de agosto cumplirá 150 años de creación. Mi reconocimiento por el aporte que forma parte de su historia. saludos.

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  5. Hermosa historia de mi colegio "Manuel Pardo" 431 y el enorme y valioso aporte de su Director Armando Filomeno. En la epoca que estudié aun se llamaba escuela "Armando Filomeno" y tenia mucho prestigio que aun conservaba por su rol formativo de muchos estudiantes del barrio de Malambo.

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  6. Hola Alfredo, mi nombre es Paula Caruso, nacida en Argentina.
    Que lindo leer la historia de mi familia, yo soy tataranieta de Armando. Nieta de Maria del Carmen Filomeno Gonzales, hija de Maria del Carmen Mejia Filomeno.

    Gracias por tu artículo

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    1. Paula, un gran gusto leer tu mensaje. Desde los 14 a los 16 años, durante la temporada escolar, todos los miércoles almorzaba en casa de tus bisabuelos Palmira y Ricardo, con tu abuela Carmen y sus hermanos Ricardo y Jorge. Aunque hace varias décadas que no veo a tu mamá, la recuerdo desbordando energía cuando chica, particularmente una vez que llegó a Lima desde Chiclayo donde trabajó algunos años tu abuelo Federico. Conocí muy poco a tu tío Martín hace más de 20 años está afincado en Canadá. Y a los otros hermanos de tu mamá, Fico y Jorge, los he tratado bastante más, aunque hace varios años que no los veo. Estoy enterado que Jorge vive ahora también en la Argentina. La pandemia impidió que hubiera reuniones en los últimos años entre los primos, aunque hace un mes o mes y medio me encontré con tu abuela Carmen con muy buen semblante como siempre. Saludos a toda la familia por allá.

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  7. En el rimac hay una calle armando filomeno quien es ese personaje

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    1. Justamente se trata de Armando Filomeno Johnson cuya historia he querido mostrar. Así el distrito del Rímac recuerda a quien fue director de su emblemático colegio público 47 años, entre fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX.

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    2. Felicitaciones por tan prolija historia de Armando Filomeno que hoy me entero en detalle. Quizás de alguna manera nos la contaron los profesores de la década del 60 pero hasta donde la memoria logra recordar , se perdió precisamente en sus vericuetos. Muchas gracias a Don Armando Filomeno que dejó escuela en los maestros que le sucedieron y del cual podemos dejar fe.

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