Era el 2 de noviembre de
1977 y estábamos en Estocolmo, la capital de Suecia, casi finalizábamos la
reunión que había durado cerca de dos horas. En un español bastante bueno, el
dirigente social demócrata sueco Pierre Schori, comentó lo interesante que resultaba
hablar con Fidel Castro y le preguntó a su interlocutor si había tenido
oportunidad de conversar con el líder cubano. El general Leonidas Rodríguez
asintió, mientras miraba a Rafael -Rafo- Roncagliolo y añadía “hace unos tres o
cuatro… años”. La pausa brevísima antes de decir años, producto del nerviosismo
por estar lejos de la verdad, sólo la percibimos Rafo y yo.
Como
lo he relatado anteriormente, entre fines de octubre y principios de diciembre
de ese año participé en la primera gira internacional por diez países europeos
del Partido Socialista Revolucionario, PSR, fundado el 23 de noviembre del año
anterior. Era el sub secretario general del partido y viajé desde el Perú a
Suecia para encontrarme con los otros tres integrantes de la delegación quienes
viajaron desde México, donde estaban deportados Leónidas y el general Arturo
Valdés y asilado Rafo. Los cuatro éramos fundadores del partido y en ese viaje
presentaríamos al PSR a partidos social demócratas y socialistas
principalmente, pero también a partidos comunistas de ese continente, en
especial los calificados como “eurocomunistas”. Además tendríamos reuniones con
instituciones académicas y de cooperación, así como entrevistas con distintos
medios de comunicación.
Había llegado a Lund, una
pequeña ciudad al sur de Suecia el domingo 30 de octubre a las 10 de la noche,
luego de más de 30 horas de viaje desde Lima con algunos inconvenientes (ver crónica “Llegué a Lund en avión, bus, barco, tren y auto” del 20 de enero de 2013) y me había reencontrado con Arturo y Rafo en la casa
de un ex cooperante sueco y su esposa quienes nos alojaron. Ahí me enteraría
que Leonidas había tenido problemas con sus vuelos y recién lo veríamos el
martes por la tarde en Estocolmo, ciudad donde un día después tendríamos una reunión y almuerzo con Pierre Schori,
responsable internacional del Partido Social Demócrata Sueco, en esa época
importante figura joven de su partido, quien posteriormente seria ministro y
parlamentario, así como responsable de misiones internacionales y, actualmente
a sus 80 años, vigente internacionalista y destacado analista.
PRIMER CONTACTO CON SOCIAL DEMOCRACIA
Resultaba importante que nuestro primer contacto con la
social democracia europea fuera con el partido sueco que hasta 1976 gobernara
ininterrumpidamente su país por cuarenta años, siendo responsable del reconocido “estado
de bienestar”. Su principal líder -y primer ministro desde 1969 hasta 1976- era
Olof Palme quien claramente se alineaba a la izquierda de los partidos
socialdemócratas europeos y había manifestado posiciones favorables al no
alineamiento y a la lucha de liberación en el África. En momentos que llegamos
a su país, los socialdemócratas suecos eran rotundos en su condena a las
cruentas dictaduras de Chile, Uruguay, Argentina, Brasil y Bolivia, así como
muy críticos al gobierno del general Francisco Morales Bermúdez en el Perú.
Aunque había dejado el
gobierno el año anterior desplazado por una alianza de tres partidos que
formaron un gobierno de centro derecha, la social democracia sueca había
alcanzado en las elecciones más del 42% de los votos por lo que seguía siendo
la agrupación política más fuerte de Suecia, ya que ninguno de esos tres
partidos llegaba ni a la mitad de su votación. Resultaba previsible que
recuperaría la conducción de su país, lo que ocurriría en 1982 nuevamente con
el liderazgo de Palme quien sería primer ministro hasta fines de febrero de 1986
en que fue asesinado cuando, luego de salir de un cine, caminaba con su esposa
rumbo a su casa sin escoltas, cerca de media noche y por una avenida desolada.
Nadie podía imaginar que se produciría tal magnicidio que nunca pudo ser
totalmente esclarecido y cuya responsabilidad fuera atribuida en su momento a
grupos neo nazis, a la CIA, al dictador chileno Pinochet, al régimen racista de
Sudáfrica, a ultranacionalistas kurdos, a traficantes de armas e incluso a un
ex convicto drogadicto que fue liberado por falta de pruebas, un año después de
ser condenado a cadena perpetua.
Regresemos a nuestra reunión con Schori a
inicios de noviembre de 1977. Luego de trasmitirnos los saludos de Palme, quien se
encontraba fuera de la ciudad por un compromiso anteriormente asumido, nos dio
la bienvenida y nos manifestó el interés por conocer de nuestro partido,
manifestándonos que amigos
comunes le habían referido la importancia potencial del PSR que a pocas semanas
de su fundación, había sufrido fuerte represión (Ver crónica “Durmiendo en camas ajenas” del 25
de julio de 2014).
Inmediatamente los cuatro
peruanos comenzamos a hablar de las circunstancias en que había nacido el PSR,
la adhesión de sectores movilizados durante el gobierno del general Juan
Velasco, el enfrentamiento con el gobierno de Morales Bermúdez, la represión
sufrida que incluyó deportaciones de varios de nuestros dirigentes, así como las
relaciones con otros partidos socialistas latinoamericanos. También mencionamos
la situación política reciente en el Perú, particularmente después del exitoso
paro nacional del mes de julio que había obligado al gobierno a anunciar la
convocatoria a una Asamblea Constituyente que sería elegida en junio siguiente
y que aprobaría una nueva constitución que entraría en vigencia un par de años
después, con la elección de presidente de la república y parlamentarios y el
retiro de los militares del gobierno.
EN SUECIA, LEONIDAS SE
HIZO EL SUECO
Posteriormente, ya
mientras almorzábamos, conversamos sobre la situación política en distintos
países de América Latina y la represión que realizaban las dictaduras contra el
movimiento popular y los partidos que se les oponían. Hubo especial énfasis en
la situación de Chile, considerando la creciente cantidad de exiliados chilenos
en Suecia, pero especialmente tomando en cuenta el importante papel jugado por
el embajador sueco en Santiago al momento del golpe de Pinochet. En la embajada
se asilaron cientos de chilenos, así como decenas de uruguayos y bolivianos que
se encontraban en Chile huyendo de la persecución en sus países. Por otro lado,
como la dictadura había roto casi inmediatamente relaciones con Cuba, este país
había pedido a Suecia encargarse de sus asuntos, por lo que luchando contra el
tiempo, cuando soldados pretendían ocuparla, el embajador sueco ingresó a la
embajada cubana haciendo valer su inmunidad diplomática, izó la bandera de su
país y protegió a los ocupantes, otros cientos de asilados y decenas de
diplomáticos cubanos y sus familiares.
Hablar de lo sucedido en
Chile nos había llevado a hablar de Cuba. Schori contó lo cálida que fue la
atención a la delegación sueca, encabezada por Palme, en la visita realizada en
junio de 1975. Fue la primera autoridad occidental en hacer una visita oficial
después del inicio del bloqueo norteamericano en 1960 y tuvo una relación muy
cordial con Fidel Castro con quien tuvo largas conversaciones. Fue en ese
momento que Schori le preguntó a Leonidas si había tenido oportunidad de
conversar con el líder cubano y que Rafo Roncagliolo y yo temimos por lo que
nuestro compañero contestara.
Leonidas le comentó a
Schori la visita a Cuba que había realizado a mediados de abril de 1973, cuando siendo Jefe de SINAMOS -Sistema
Nacional de Apoyo a la Movilización Social- encabezó una delegación de
funcionarios de ese organismo estatal y dirigentes de algunas organizaciones
populares. La delegación invitada por el gobierno cubano realizó visitas a
escuelas, hospitales, industrias, ingenios azucareros, centros de recreación y
otras instituciones. En esos días, Fidel los acompañó en varias oportunidades y
había conversado a solas con Leonidas tres o cuatro veces.
VIAJE RELÁMPAGO Y SECRETO
Poco después terminó nuestra reunión.
Leonidas y Arturo decidieron hacer una siesta de una media hora antes de ir a
una conferencia de prensa. Desde su llegada a Estocolmo en la tarde anterior,
Leonidas lucía desorientado y somnoliento. Y es que todavía trataba de
adaptarse al horario europeo luego de viajar desde México a Europa para horas después
regresar a América y después de estar unas doce o quince horas en nuestro
continente volver a Europa.
Ese recorrido aparentemente absurdo fue para
reunirse y conversar largamente con Fidel Castro tres días antes… Lo que nos
había preocupado en el almuerzo a Rafo y a mí es que en medio del agotamiento
de Leonidas, se le escapara algún indicio
sobre el viaje que por cierto era absolutamente secreto.
Me había enterado la noche anterior del
encuentro con Fidel cuando hablamos con Rafo y Leonidas quienes, después de
intercambiar gestos, decidieron comentar esa entrevista estando yo presente.
Sonreí y les comenté que ya me parecía ilógico que estando tan bien organizado
todo el viaje para encontrarnos al sur de Suecia, Leonidas perdiera vuelos y
arribara a Estocolmo dos días después. Y es que, como en otra oportunidad he
contado, con dos pasajes desde México y otro desde Europa para una reunión en
Belgrado, otra invitación a Argel y otra a Bagdad, Rafo había logrado armar la
gira europea del PSR para que los cuatro visitáramos diez países durante
cuarenta días.
QUERÍAMOS TENER RELACIONES CON PARTIDOS
DIVERSOS
Era conocida la opinión positiva que existió
de parte de los gobernantes cubanos por el proceso revolucionario que la Fuerza
Armada realizaba en el Perú, encabezada por el general Juan Velasco. Una
muestra fue el arribo al Perú de Fidel Castro, en su tránsito de regreso a Cuba desde Chile en diciembre de 1971,
para una larga conversación con el gobernante peruano en el aeropuerto
internacional y la normalización a mediados de 1972 de las relaciones
diplomáticas luego de doce años de haberse roto. Pero más allá de ello hubo una
natural simpatía de Fidel Castro por Leonidas Rodríguez cuando lo conoció en
1973 y de la supe en varias oportunidades y fui testigo presencial en una
ocasión que espero comentar en alguna crónica futura. Y por cierto la simpatía
era recíproca.
Conociendo el interés de los integrantes del
Partido Comunista Cubano por todas las actividades políticas en Latinoamérica,
no nos llamó la atención que inmediatamente después de la fundación del PSR quisieran
conocer sobre nuestro partido. Pero no podíamos suponer el interés de Fidel
Castro por conocer la versión de Leonidas sobre el significado del PSR. Cuando
Leonidas se instaló exiliado en México, en más de una ocasión los cubanos le
hicieron llegar invitaciones directamente o a través de Roncagliolo que estaba
encargado de las relaciones internacionales en el exterior.
La respuesta fue negativa ya que
considerábamos que no era conveniente ya que -acusados por el gobierno de
Morales Bermúdez de ser ultraizquierdistas- podría ser utilizado como señal que
el PSR sólo se relacionaba con partidos comunistas. Faltaba cuatro o cinco años
para que fuera claro que el PSR era un destacamento no marxista leninista
dentro de la izquierda peruana.
Se descartó también la posibilidad de un
viaje reservado considerando que en el vasto conjunto del exilio
latinoamericano en México trascendería la ausencia de algunos días de Leonidas,
seguramente acompañado por Rafo o Arturo Valdés, lo que podía prestarse a
múltiples interpretaciones, incluyendo que estuvieran tratando de ingresar
clandestinamente al Perú con las consiguientes medidas represivas del gobierno
contra el PSR.
En lo internacional, nuestra intención era
tener relación con una gama muy amplia de movimientos políticos de centro
izquierda e izquierda. De hecho el itinerario de la gira organizada a Europa
era una muestra de ello. Al saberlo, los cubanos comprendieron nuestro punto de
vista y dijeron que esperarían se dieran las condiciones en el futuro. Pero ni
Leonidas ni Rafo supusieron que ese futuro sería tan cercano…
SE PERDIÓ EN BERLÍN, PERO NADIE SE DIO
CUENTA
En su momento no supe cuándo se produjo el
contacto y no me preocupé de averiguarlo, pero seguramente que horas antes de
embarcarse por distintas vías a Suecia desde México, Leonidas y Rafo se
enteraron que el primero se perdería en algún momento del viaje y retrasaría su
llegada poco más de cincuenta horas al país escandinavo. Arturo ya estaba desde
algunos días en Argel dispuesto a viajar a París para desde allí seguir vuelo
junto con Rafo y fue informado por éste -al igual que yo al día siguiente- que
Leonidas había perdido alguna conexión. Eran por tanto genuinas las bromas y
comentarios de Arturo con Claes, nuestro anfitrión en Lund, sobre que algunos
generales necesitaban siempre un capitán ayudante para que les arreglara los asuntos
prácticos.
A su arribo a Berlín Occidental, Leonidas
fue abordado en el aeropuerto por una mujer elegante que lo llevó en un taxi a un
hotel discreto. Leonidas se registró, subió unos minutos a dejar la maleta en
su habitación y bajó para encontrarse con la dama que lo esperaba despreocupadamente.
Salieron y unos 200 metros más adelante abordaron subrepticiamente un carro
diplomático, donde ya se encontraba el maletín de mano que Leonidas había
“olvidado” en el taxi. Cruzaron sin ninguna revisión los puestos fronterizos en
el muro que en esa época dividía la ciudad en dos: Berlín Occidental y Berlín
Este. Ya en territorio de la hoy inexistente República Democrática Alemana su
acompañante se despidió y subió al auto un funcionario cubano joven que estaría junto
a Leonidas en las siguiente cuarenta y ocho horas. Desde Berlín Este emprendió
viaje por carretera hasta Praga -capital de la también desaparecida
Checoslovaquia- en un trayecto de unos 350 kilómetros que recorrió en unas
cuatro horas. En el aeropuerto de esa ciudad, esa noche se embarcó -con cambios
sencillos y rápidos en su aspecto físico- en un vuelo que con escalas en Madrid
y Gander -en el extremo oriental de Canadá- lo llevaría a La Habana.
Poco después de instalarse en un hotel a
primera hora de la mañana recibió la visita de Fidel. Luego de cordiales
saludos, desayunaron y tuvieron una larga conversación como viejos amigos.
Luego Leonidas pudo descansar unas pocas horas antes de regresar al aeropuerto
de la capital cubana para el vuelo de regreso a Europa. Si bien las escalas
fueron en los mismos lugares el destino final fue el aeropuerto de Berlín Este,
ya que la empresa cubana intercalaba sus llegadas entre esa ciudad y Praga.
Arribando se despidió de quien lo había acompañado en sus dos vuelos y se
encontró con la misma dama con la que había cruzado el muro para hacer el corto
camino de regreso. Volvió al hotel de Berlín Occidental, ingresó a su
habitación y poco después salió con su maleta. Para los efectos migratorios,
Leonidas Rodríguez había llegado a ese hotel el domingo alrededor de mediodía y
lo abandonaba el martes aproximadamente a la misma hora. Poco después, ya en el
aeropuerto, se despidió de quién lo acompañaba y se dirigió a chequear su vuelo
a Estocolmo. Debía haber arribado a Malmo el domingo a media mañana, pero llegó
la capital sueca a primera hora de la tarde del martes.
Nunca supimos si alguna persona de cabellera
casi blanca ingresó y dejó pocas o muchas veces la habitación del hotel de
Berlín durante los dos días que estuvo registrado un ciudadano peruano de 56
años. Sí nos enteramos que en los vuelos de Praga a La Habana y de esta ciudad
a Berlín en esos mismos días no hubo registrado ningún peruano ni se distinguió
alguna cabeza cana en los asientos preferenciales del avión…
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