martes, 29 de enero de 2019

TRES VUELOS SOBRE EL ATLÁNTICO (1977)


Era el 2 de noviembre de 1977 y estábamos en Estocolmo, la capital de Suecia, casi finalizábamos la reunión que había durado cerca de dos horas. En un español bastante bueno, el dirigente social demócrata sueco Pierre Schori, comentó lo interesante que resultaba hablar con Fidel Castro y le preguntó a su interlocutor si había tenido oportunidad de conversar con el líder cubano. El general Leonidas Rodríguez asintió, mientras miraba a Rafael -Rafo- Roncagliolo y añadía “hace unos tres o cuatro… años”. La pausa brevísima antes de decir años, producto del nerviosismo por estar lejos de la verdad, sólo la percibimos Rafo y yo.

Como lo he relatado anteriormente, entre fines de octubre y principios de diciembre de ese año participé en la primera gira internacional por diez países europeos del Partido Socialista Revolucionario, PSR, fundado el 23 de noviembre del año anterior. Era el sub secretario general del partido y viajé desde el Perú a Suecia para encontrarme con los otros tres integrantes de la delegación quienes viajaron desde México, donde estaban deportados Leónidas y el general Arturo Valdés y asilado Rafo. Los cuatro éramos fundadores del partido y en ese viaje presentaríamos al PSR a partidos social demócratas y socialistas principalmente, pero también a partidos comunistas de ese continente, en especial los calificados como “eurocomunistas”. Además tendríamos reuniones con instituciones académicas y de cooperación, así como entrevistas con distintos medios de comunicación.

Había llegado a Lund, una pequeña ciudad al sur de Suecia el domingo 30 de octubre a las 10 de la noche, luego de más de 30 horas de viaje desde Lima con algunos inconvenientes (ver crónica Llegué a Lund en avión, bus, barco, tren y auto del 20 de enero de 2013) y me había reencontrado con Arturo y Rafo en la casa de un ex cooperante sueco y su esposa quienes nos alojaron. Ahí me enteraría que Leonidas había tenido problemas con sus vuelos y recién lo veríamos el martes por la tarde en Estocolmo, ciudad donde un día después tendríamos una reunión y almuerzo con Pierre Schori, responsable internacional del Partido Social Demócrata Sueco, en esa época importante figura joven de su partido, quien posteriormente seria ministro y parlamentario, así como responsable de misiones internacionales y, actualmente a sus 80 años, vigente internacionalista y destacado analista.
PRIMER CONTACTO CON SOCIAL DEMOCRACIA
Resultaba importante que nuestro primer contacto con la social democracia europea fuera con el partido sueco que hasta 1976 gobernara ininterrumpidamente su país por cuarenta años, siendo responsable del reconocido “estado de bienestar”. Su principal líder -y primer ministro desde 1969 hasta 1976- era Olof Palme quien claramente se alineaba a la izquierda de los partidos socialdemócratas europeos y había manifestado posiciones favorables al no alineamiento y a la lucha de liberación en el África. En momentos que llegamos a su país, los socialdemócratas suecos eran rotundos en su condena a las cruentas dictaduras de Chile, Uruguay, Argentina, Brasil y Bolivia, así como muy críticos al gobierno del general Francisco Morales Bermúdez en el Perú.
Aunque había dejado el gobierno el año anterior desplazado por una alianza de tres partidos que formaron un gobierno de centro derecha, la social democracia sueca había alcanzado en las elecciones más del 42% de los votos por lo que seguía siendo la agrupación política más fuerte de Suecia, ya que ninguno de esos tres partidos llegaba ni a la mitad de su votación. Resultaba previsible que recuperaría la conducción de su país, lo que ocurriría en 1982 nuevamente con el liderazgo de Palme quien sería primer ministro hasta fines de febrero de 1986 en que fue asesinado cuando, luego de salir de un cine, caminaba con su esposa rumbo a su casa sin escoltas, cerca de media noche y por una avenida desolada. Nadie podía imaginar que se produciría tal magnicidio que nunca pudo ser totalmente esclarecido y cuya responsabilidad fuera atribuida en su momento a grupos neo nazis, a la CIA, al dictador chileno Pinochet, al régimen racista de Sudáfrica, a ultranacionalistas kurdos, a traficantes de armas e incluso a un ex convicto drogadicto que fue liberado por falta de pruebas, un año después de ser condenado a cadena perpetua.
Regresemos a nuestra reunión con Schori a inicios de noviembre de 1977. Luego de trasmitirnos los saludos de Palme, quien se encontraba fuera de la ciudad por un compromiso anteriormente asumido, nos dio la bienvenida y nos manifestó el interés por conocer de nuestro partido, manifestándonos que amigos comunes le habían referido la importancia potencial del PSR que a pocas semanas de su fundación, había sufrido fuerte represión (Ver crónica “Durmiendo en camas ajenas” del 25 de julio de 2014).
Inmediatamente los cuatro peruanos comenzamos a hablar de las circunstancias en que había nacido el PSR, la adhesión de sectores movilizados durante el gobierno del general Juan Velasco, el enfrentamiento con el gobierno de Morales Bermúdez, la represión sufrida que incluyó deportaciones de varios de nuestros dirigentes, así como las relaciones con otros partidos socialistas latinoamericanos. También mencionamos la situación política reciente en el Perú, particularmente después del exitoso paro nacional del mes de julio que había obligado al gobierno a anunciar la convocatoria a una Asamblea Constituyente que sería elegida en junio siguiente y que aprobaría una nueva constitución que entraría en vigencia un par de años después, con la elección de presidente de la república y parlamentarios y el retiro de los militares del gobierno.
EN SUECIA, LEONIDAS SE HIZO EL SUECO
Posteriormente, ya mientras almorzábamos, conversamos sobre la situación política en distintos países de América Latina y la represión que realizaban las dictaduras contra el movimiento popular y los partidos que se les oponían. Hubo especial énfasis en la situación de Chile, considerando la creciente cantidad de exiliados chilenos en Suecia, pero especialmente tomando en cuenta el importante papel jugado por el embajador sueco en Santiago al momento del golpe de Pinochet. En la embajada se asilaron cientos de chilenos, así como decenas de uruguayos y bolivianos que se encontraban en Chile huyendo de la persecución en sus países. Por otro lado, como la dictadura había roto casi inmediatamente relaciones con Cuba, este país había pedido a Suecia encargarse de sus asuntos, por lo que luchando contra el tiempo, cuando soldados pretendían ocuparla, el embajador sueco ingresó a la embajada cubana haciendo valer su inmunidad diplomática, izó la bandera de su país y protegió a los ocupantes, otros cientos de asilados y decenas de diplomáticos cubanos y sus familiares.
Hablar de lo sucedido en Chile nos había llevado a hablar de Cuba. Schori contó lo cálida que fue la atención a la delegación sueca, encabezada por Palme, en la visita realizada en junio de 1975. Fue la primera autoridad occidental en hacer una visita oficial después del inicio del bloqueo norteamericano en 1960 y tuvo una relación muy cordial con Fidel Castro con quien tuvo largas conversaciones. Fue en ese momento que Schori le preguntó a Leonidas si había tenido oportunidad de conversar con el líder cubano y que Rafo Roncagliolo y yo temimos por lo que nuestro compañero contestara.
Leonidas le comentó a Schori la visita a Cuba que había realizado a mediados de abril de 1973, cuando siendo Jefe de SINAMOS -Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social- encabezó una delegación de funcionarios de ese organismo estatal y dirigentes de algunas organizaciones populares. La delegación invitada por el gobierno cubano realizó visitas a escuelas, hospitales, industrias, ingenios azucareros, centros de recreación y otras instituciones. En esos días, Fidel los acompañó en varias oportunidades y había conversado a solas con Leonidas tres o cuatro veces.
VIAJE RELÁMPAGO Y SECRETO
Poco después terminó nuestra reunión. Leonidas y Arturo decidieron hacer una siesta de una media hora antes de ir a una conferencia de prensa. Desde su llegada a Estocolmo en la tarde anterior, Leonidas lucía desorientado y somnoliento. Y es que todavía trataba de adaptarse al horario europeo luego de viajar desde México a Europa para horas después regresar a América y después de estar unas doce o quince horas en nuestro continente volver a Europa.
Ese recorrido aparentemente absurdo fue para reunirse y conversar largamente con Fidel Castro tres días antes… Lo que nos había preocupado en el almuerzo a Rafo y a mí es que en medio del agotamiento de Leonidas, se le escapara algún indicio sobre el viaje que por cierto era absolutamente secreto.
Me había enterado la noche anterior del encuentro con Fidel cuando hablamos con Rafo y Leonidas quienes, después de intercambiar gestos, decidieron comentar esa entrevista estando yo presente. Sonreí y les comenté que ya me parecía ilógico que estando tan bien organizado todo el viaje para encontrarnos al sur de Suecia, Leonidas perdiera vuelos y arribara a Estocolmo dos días después. Y es que, como en otra oportunidad he contado, con dos pasajes desde México y otro desde Europa para una reunión en Belgrado, otra invitación a Argel y otra a Bagdad, Rafo había logrado armar la gira europea del PSR para que los cuatro visitáramos diez países durante cuarenta días.
QUERÍAMOS TENER RELACIONES CON PARTIDOS DIVERSOS
Era conocida la opinión positiva que existió de parte de los gobernantes cubanos por el proceso revolucionario que la Fuerza Armada realizaba en el Perú, encabezada por el general Juan Velasco. Una muestra fue el arribo al Perú de Fidel Castro, en su tránsito de regreso a Cuba desde Chile en diciembre de 1971, para una larga conversación con el gobernante peruano en el aeropuerto internacional y la normalización a mediados de 1972 de las relaciones diplomáticas luego de doce años de haberse roto. Pero más allá de ello hubo una natural simpatía de Fidel Castro por Leonidas Rodríguez cuando lo conoció en 1973 y de la supe en varias oportunidades y fui testigo presencial en una ocasión que espero comentar en alguna crónica futura. Y por cierto la simpatía era recíproca.
Conociendo el interés de los integrantes del Partido Comunista Cubano por todas las actividades políticas en Latinoamérica, no nos llamó la atención que inmediatamente después de la fundación del PSR quisieran conocer sobre nuestro partido. Pero no podíamos suponer el interés de Fidel Castro por conocer la versión de Leonidas sobre el significado del PSR. Cuando Leonidas se instaló exiliado en México, en más de una ocasión los cubanos le hicieron llegar invitaciones directamente o a través de Roncagliolo que estaba encargado de las relaciones internacionales en el exterior.
La respuesta fue negativa ya que considerábamos que no era conveniente ya que -acusados por el gobierno de Morales Bermúdez de ser ultraizquierdistas- podría ser utilizado como señal que el PSR sólo se relacionaba con partidos comunistas. Faltaba cuatro o cinco años para que fuera claro que el PSR era un destacamento no marxista leninista dentro de la izquierda peruana.
Se descartó también la posibilidad de un viaje reservado considerando que en el vasto conjunto del exilio latinoamericano en México trascendería la ausencia de algunos días de Leonidas, seguramente acompañado por Rafo o Arturo Valdés, lo que podía prestarse a múltiples interpretaciones, incluyendo que estuvieran tratando de ingresar clandestinamente al Perú con las consiguientes medidas represivas del gobierno contra el PSR.
En lo internacional, nuestra intención era tener relación con una gama muy amplia de movimientos políticos de centro izquierda e izquierda. De hecho el itinerario de la gira organizada a Europa era una muestra de ello. Al saberlo, los cubanos comprendieron nuestro punto de vista y dijeron que esperarían se dieran las condiciones en el futuro. Pero ni Leonidas ni Rafo supusieron que ese futuro sería tan cercano…
SE PERDIÓ EN BERLÍN, PERO NADIE SE DIO CUENTA
En su momento no supe cuándo se produjo el contacto y no me preocupé de averiguarlo, pero seguramente que horas antes de embarcarse por distintas vías a Suecia desde México, Leonidas y Rafo se enteraron que el primero se perdería en algún momento del viaje y retrasaría su llegada poco más de cincuenta horas al país escandinavo. Arturo ya estaba desde algunos días en Argel dispuesto a viajar a París para desde allí seguir vuelo junto con Rafo y fue informado por éste -al igual que yo al día siguiente- que Leonidas había perdido alguna conexión. Eran por tanto genuinas las bromas y comentarios de Arturo con Claes, nuestro anfitrión en Lund, sobre que algunos generales necesitaban siempre un capitán ayudante para que les arreglara los asuntos prácticos.
A su arribo a Berlín Occidental, Leonidas fue abordado en el aeropuerto por una mujer elegante que lo llevó en un taxi a un hotel discreto. Leonidas se registró, subió unos minutos a dejar la maleta en su habitación y bajó para encontrarse con la dama que lo esperaba despreocupadamente. Salieron y unos 200 metros más adelante abordaron subrepticiamente un carro diplomático, donde ya se encontraba el maletín de mano que Leonidas había “olvidado” en el taxi. Cruzaron sin ninguna revisión los puestos fronterizos en el muro que en esa época dividía la ciudad en dos: Berlín Occidental y Berlín Este. Ya en territorio de la hoy inexistente República Democrática Alemana su acompañante se despidió y subió al auto un funcionario cubano joven que estaría junto a Leonidas en las siguiente cuarenta y ocho horas. Desde Berlín Este emprendió viaje por carretera hasta Praga -capital de la también desaparecida Checoslovaquia- en un trayecto de unos 350 kilómetros que recorrió en unas cuatro horas. En el aeropuerto de esa ciudad, esa noche se embarcó -con cambios sencillos y rápidos en su aspecto físico- en un vuelo que con escalas en Madrid y Gander -en el extremo oriental de Canadá- lo llevaría a La Habana.
Poco después de instalarse en un hotel a primera hora de la mañana recibió la visita de Fidel. Luego de cordiales saludos, desayunaron y tuvieron una larga conversación como viejos amigos. Luego Leonidas pudo descansar unas pocas horas antes de regresar al aeropuerto de la capital cubana para el vuelo de regreso a Europa. Si bien las escalas fueron en los mismos lugares el destino final fue el aeropuerto de Berlín Este, ya que la empresa cubana intercalaba sus llegadas entre esa ciudad y Praga. Arribando se despidió de quien lo había acompañado en sus dos vuelos y se encontró con la misma dama con la que había cruzado el muro para hacer el corto camino de regreso. Volvió al hotel de Berlín Occidental, ingresó a su habitación y poco después salió con su maleta. Para los efectos migratorios, Leonidas Rodríguez había llegado a ese hotel el domingo alrededor de mediodía y lo abandonaba el martes aproximadamente a la misma hora. Poco después, ya en el aeropuerto, se despidió de quién lo acompañaba y se dirigió a chequear su vuelo a Estocolmo. Debía haber arribado a Malmo el domingo a media mañana, pero llegó la capital sueca a primera hora de la tarde del martes.
Nunca supimos si alguna persona de cabellera casi blanca ingresó y dejó pocas o muchas veces la habitación del hotel de Berlín durante los dos días que estuvo registrado un ciudadano peruano de 56 años. Sí nos enteramos que en los vuelos de Praga a La Habana y de esta ciudad a Berlín en esos mismos días no hubo registrado ningún peruano ni se distinguió alguna cabeza cana en los asientos preferenciales del avión…

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