Visto a la distancia que dan los casi
cuarenta años de lo sucedido resulta ahora difícil relatar sucesos de los años
1975 y 1976, considerando que algunos de los lectores podrían haber tenido muy
pocos años y algunos ni siquiera nacido. En esta crónica quiero tratar de la
época en que se produjo el cambio en la conducción del llamado Gobierno
Revolucionario de la Fuerza Armada, cuando el Comandante General del Ejército,
General de División Francisco Morales Bermúdez decide “relevar” de la
presidencia de la república al General de División Juan Velasco Alvarado e
iniciar lo que en ese momento denominó la “segunda fase” del gobierno militar.
De los años anteriores, desde fines de 1968
a mediados de la década del setenta, sólo quiero en esta crónica analizar esa
época a partir de un factor: la inclusión social, con el propósito de entender mejor lo que pasó entonces en el Perú.
Que éramos un país desigual lo sabíamos particularmente quienes en esa época ya
teníamos la experiencia de la militancia política justamente por nuestro deseo
de buscar la igualdad. Pero hasta qué punto éramos desiguales lo descubrimos
cuando se puso en evidencia la forma en que se vivía en distintos lugares del
país, particularmente en la sierra.
LIMA SE
“ANDINIZÓ”
Lo que pasó en el Perú no sólo fue la
adopción de medidas que –sin duda con errores- buscaban mejorar a los de abajo
sino sobre todo, se dio el clima necesario para la mejora en la auto percepción
de la mayoría de los peruanos. De alguna manera fueron millones de peruanos los que comenzaron a sentirse sujetos de la vida
nacional. Es de esa época donde la migración que había comenzado cerca de
veinte años atrás deja de estar constituida por quienes se sienten habitantes
precarios de una ciudad ajena para convertirse en integrantes plenos de una
capital que al “andinizarse” comenzó a ser de verdad la capital de un país
esencialmente andino. Es la época en que en distintos barrios se cantaba con
igual energía “Y me llamo Perú” o que se cantaba el himno nacional con la mano
sobre el corazón. O que la artesanía de nuestra serranía comenzó a adornar las
casas limeñas. Pero también la etapa en que más de un campesino serrano que
entraba a una dependencia pública no se dirigía al funcionario diciendo “papay”
sino “compañero”.
Valga como paréntesis las conversaciones con
exiliados y refugiados chilenos que llegaron a fines de 1973. Una de las cosas
que más les impresionaba de Lima, además de la falta de lluvia, era las empleadas
domésticas. Se negaban a creer en un trato tan inhumano agravado por la
incapacidad de ser conscientes de los maltratos quizás pocas veces físicos pero
si morales que se infringía a seres humanos. No puede ser que haya gente que
comparta la casa con uno pero que tenga que levantarse antes que todos y
acostarse después de todos, pero comiendo una comida distinta a la de todos, me
decían escandalizados. En conversaciones con varios de los chilenos les
resultaba muy difícil entender cómo algunas familias se desprendían de una hija
de diez u once años para entregarla a otra que se comprometía a hacerse cargo
de su educación. Lo real era que la niña terminaba trabajando todo el día en
una casa a cambio de una educación vespertina o nocturna que muchas veces ni
siquiera se efectivizaba. Y sólo lo podían entender asumiendo que las familias
biológicas, intuyendo lo difícil que lo iba a pasar en la capital lo
consideraban mejor al futuro de pobreza que le esperaba a la hija si no salía
de su pueblo.
UN PAÍS CRISPADO
Pero no sería objetivo recordar esos años
sólo como la etapa en que todos comenzamos a sentirnos peruanos, o mejor dicho
que millones que se sentían marginados comenzaron también a sentirse peruanos.
Hay que recordar también que vivíamos en un país crispado por medidas que si
bien afectaban a centenares o a pocos miles de personas, generaban una especie
de frustración en las expectativas de cientos de miles. Me explico, un aumento
a los impuestos a los viajes no sólo afectaba a los viajeros habituales sino a
quienes pensaban que en algún momento en su futuro podrían viajar.
Sin duda que la crispación encontró su forma
más conflictiva el 27 de julio de 1974 cuando se produjo la “socialización de
los diarios”. Vista esa medida cuarenta años después creo que fue el inicio del
final de la después llamada “primera fase”, porque resultó una medida excesiva
por varias razones. La primera los sectores de la población “organizada” a los
que deberían pasar los distintos diarios o estaban organizados muy larvariamente
o ni siquiera estaban en proceso de comenzar a organizarse. La segunda,
generaba un conflicto innecesario con sectores medios de la población que desembocó
en que se sintieran identificados con tal o cual periódico de acuerdo a la
línea ideológica de sus circunstanciales directivos. La tercera, íntimamente
vinculada a la anterior, las diferencias de enfoque entre los distintos
sectores de civiles que apoyaban al gobierno se vio reflejada en las páginas
editoriales y las columnas de opinión de los diarios. La cuarta, la percepción
de la gran mayoría era que la prensa se había estatizado, no socializado porque
nunca se terminó de entender lo que esto significaba. Y esa percepción de
estatización era no solamente para quienes se oponían a la nueva situación sino
también para los que la apoyaban.
ALAS EN
UN GOBIERNO INSTITUCIONAL
Hubo por último otra razón y no la menos
importante: los militares en puestos de gobierno terminaron acercándose o
alejándose de tal o cual periódico, lo que terminó por evidenciar las distintas
tendencias de un gobierno que por definición no podía tener alas, ya que era
institucional y los mandos de la Fuerza Armada determinaban los cargos en el
gobierno.
El último año de Velasco tuvo como telón de
fondo el debate ideológico, los rumores crecientes sobre diferencias entre un
grupo “progresista” del gobierno y un sector conservador y autoritario conocido
como la “Misión”. Pero -y gravísimo para un gobierno militar- con muestras de
indisciplina particularmente en la Marina y en la Policía.
En el caso de la policía hubo una huelga del
personal que dejó la ciudad de Lima desguarnecida el 5 de febrero de 1975,
produciéndose disturbios, saqueos, enfrentamientos y muertos por
enfrentamientos con los soldados del Ejército. Por otro lado, el nombramiento
del vicealmirante José Arce Larco como ministro de Marina en 1974 generó el
rechazo de la mayoría de altos jefes de la Armada, al igual que la de su
sucesor el vice almirante Guillermo Faura Gaig. Incluso en la madrugada del 2
de enero de 1975, horas antes de la asunción al cargo
de Faura, estalló una bomba que remeció su casa y produjo destrozos en ventanas
y muebles. A fines de junio de ese año, Faura dejó el cargo aparentemente
después de producirse un motín en su contra por parte de gran número de
oficiales.
Hacia julio de 1975 se consideraba que el
sector de la “Misión” había logrado asentarse en el gobierno y copado a
Velasco. De hecho a principios de agosto se dio a conocer un comunicado
señalando la orden de deportación de varios hombres de prensa, algunos ligados
a los sectores progresistas del gobierno y de numerosos dirigentes sindicales,
tanto del magisterio como del sector metalúrgico y campesinado, además de tres
dirigentes apristas, dos de grupos de izquierda y uno acciopopulista. De hecho
de la lista de cerca de treinta personas no se llegaron a deportar ni a la
mitad porque al resto no lograron apresarlos.
BÚSQUEDA DE UNA ORGANIZACIÓN NUEVA
En medio de esa situación se produjo el 29
de agosto el pronunciamiento de Morales Bermúdez “relevando” a Velasco desde
Tacna y la salida de éste de Palacio de Gobierno diciendo que debían seguir
apoyando al gobierno de la Fuerza Armada. Dado el cambio de rumbo de Velasco en
sus últimos meses su sustitución por Morales Bermúdez descolocó a muchos, más
aun cuando una de sus primeras medidas fue la anulación de las deportaciones
anunciadas a principio de agosto.
Pero muy pronto, a partir de una serie de
medidas, la mayoría sintió que no había ninguna “segunda fase” sino que se trataba
de un gobierno esencialmente distinto. Y muy pronto también se comenzó a
percibir que la salida de Velasco significaba el final de un sueño de igualdad
que muchos hubiesen querido que se mantuviera muchos años más.
Eso explica también cómo sectores vinculados al movimiento campesino y
barrial, aunque también obrero, comenzaran a tratar de ver qué hacer para
organizarse. Esto sucedió también con numerosas personas que en el sector
público y en el periodismo había apostado por la necesidad de buscar la equidad
social. Conforme se acercaba el primer año del gobierno de Morales Bermúdez de
la “segunda fase” era mayor el dinamismo con que actuaban varios núcleos de
personas reuniéndose pensando ya en organizarse políticamente. En no pocos
casos la toma de distancia y búsqueda de organizarse significó acciones
represivas por parte del gobierno (Ver crónica “Metralletas en el techo de mi casa” del 19 de julio de 2013). Pero
eran diversos grupos no conectados. De hecho varios sospechaban pero no estaban
seguros que otros tenían sus mismos afanes. Gran parte de esos esfuerzos
culminaron el 23 de noviembre de 1976 con la creación del Partido Socialista
Revolucionario, pero eso es ya otra historia…
Hola Flaquito
ResponderBorrarAprecio situaciones no muy conocidas o totalmente desconocidas, pero creo que tambien hay otros hechos que contribuyeron a incrementar mi migración: la desaparición de la asistencia tecnica al campo by satanización de los ingenierods agrónomos justo y en paralelo de una medida trascendental como la Reforma Agraria. La parcelación fdio origen tambien a dimensiones de fundos sin viasbiloidadc economica existiendo gfamilias con hijos mayores que terminan emigrandoi a ciudades como Arequiiopsa y fundamentalmentred Lima.
Otro asunto importtante la expropiación de las empresas denoiminadas BASICAS como cemento, siderurgia, etc.... no nos olvidemos tampoco de los esfuerzos de Tantalean con Turron Estremadoyro y Carlos ? el asistentre de Victor Raul Haya de La Torre en formar un partido politico y que decir del rol de SIMAMOS.
Un nabrazo
Carloos Lecca
PUEDES PONER MI NOMBRE O COMO DESEES SI QUIRES PUBLICVARLO
Gracias Alfredo por los recuerdos y dar a conocer a los jóvenes parte de nuestra historia. Especialmente ahora que se trata de presentar al Gral. Velasco como el dictador que hizo mal al Perú. Hubo errores, que duda cabe, también boicot de los grupos de poder económico y los felones, como Morales Bermúdez, lo dijo Basadre. Aparte están el PSR y el General Leonidas Figueroa. Pero sé que ya nos lo harás conocer. Un abrazo.
ResponderBorrarRafael Cáceres