En la
mañana del 21 de marzo de 2008, Viernes Santo, falleció un compañero del colegio, Néstor
Ezequiel Salinas Lizarzaburu, con quien habíamos compartido muchos momentos de
nuestra vida escolar y cerca de 25 años de esfuerzos –más de él y otros
compañeros que míos- por reunir a la promoción desde que cumplimos nuestras
Bodas de Plata. Incluso en algún pasaje agitado de mi vida política nos
habíamos cruzado en circunstancias que ya he narrado (Ver crónica “¡Sigue nomás que no te conozco!” del 31 de diciembre de 2012). Al
enterarme de su muerte a los pocos minutos, alcance a avisar a varios
compañeros, pero quise además escribir esa misma mañana algunas palabras sobre
él. Porque era uno de un equipo que se nos iba, porque lo había visto no más de
un mes antes, porque entre enterarme de
su enfermedad y de su muerte hubo un lapso de menos de diez días. Por alguna
razón esas palabras se extendieron y las completé al regresar de su velatorio.
Esa misma noche la envié a mis compañeros de promoción. A los cinco años de su
muerte, reproduzco lo escrito en esa triste oportunidad.
Este es el correo enviado el 21 de marzo de 2008:
Ezequiel antes, Néstor después, Néstor Ezequiel, a veces.
FLACO Y
AMIGO, SIEMPRE
Se nos
ha ido un compañero de promoción, de los más comprometidos en tratar de unir a
todos los que egresamos de la Gran Unidad Escolar “Ricardo Palma” en diciembre
de 1958. Pero sobre todo se nos ha ido un amigo. Se nos ha ido rápidamente una
persona que siempre supo poner la amistad con sus compañeros, por encima de
cualquier diferencia.
No puedo
decir que yo integraba el grupo de los compañeros del colegio con que “el
flaco” se veía con frecuencia. Sí que todas las veces que nos vimos nos
tratábamos con el cariño de quienes habían hecho en el colegio un mismo camino
y el respeto de quienes sabíamos que al salir del colegio podíamos haber tomado
sendas diferentes. Y siempre con total confianza y transparencia en el trato.
LA
AMISTAD SOBRE TODO
Hay algo
que pinta de cuerpo entero el culto a la amistad del “flaco”. En 1985, cuando
se acercaban las elecciones, él era entusiasta partidario de la candidatura
presidencial de Alan García y yo impulsaba, en calidad de dirigente, la de
Alfonso Barrantes Lingán. Incluso era candidato a una senaduría. Por cierto que
el flaco me dijo que no votaría por mí, ya que votaría cerrado por las listas
del APRA, partido con el que hasta entonces se sentía identificado por sus
ancestros norteños. Lo que me pareció auténtico y así se lo dije. Sin embargo,
al mismo tiempo me pidió le diera volantes de mi candidatura, algo que no dejó
de extrañarme.
Después
me enteré que en su oficina, cuando tenía ocasión de hablar con algunas
personas para que votaran por Alan y encontraba que eran partidarios de
Barrantes, sacaba de un cajón mis volantes para decirles que ya que no iban a
votar por el APRA votaran para el Senado por uno de izquierda que tenía que ser
muy bueno ya había egresado del Ricardo Palma. Así era el flaco, sabía ser
amigo de sus amigos sin dejar de lado sus propias creencias.
EN EL
COLEGIO: LOCUTOR SOBRE TODO
En 1956
y 1957, lo conocíamos como Ezequiel y si bien no estábamos en la misma sección
compartimos actuaciones de radioteatro, tanto en el colegio como en Radio
Miraflores, donde algunas veces él puso la voz de padre y yo la del hijo. Años
después, en 1958, actuamos en la obra de teatro “Juan Soldado”, no sólo en el
teatrín de nuestra unidad sino en otros colegios de Lima, bajo la dirección del
entonces actor y aun vigente hombre de teatro Ernesto Ráez y compartiendo roles
con José Luis Aroca, Eduardo Peña, Walter Chuquisengo, César Carmelino y los
recordados Óscar Álvarez y Ricardo Delgado.
Incluso
actuando como promotores culturales, ese año 1958, presentamos en el teatrín de
la Unidad la obra “Collacocha” de Enrique Solari Swayne, que llevó su elenco de
actores de primer nivel encabezado por Luis Álvarez e integrado por Pablo
Fernández, Alfredo Bouroncle y Jorge Montoro.
Pero
creo que “el flaco” se sentía en el mejor de los mundos cuando, casi todas las
mañanas a la hora del recreo, dirigía la trasmisión de un periódico hablado
desde las oficinas de Actividades Educativas, a cargo de don Salustio
Maldonado, con quien mantuvo amistad hasta estos días. En ese espacio matutino,
se dedicaba a escoger y leer las noticias con Aroca, a veces conmigo y
seleccionaba con entusiasmo las cortinas musicales, donde por cierto nunca lo
ayudé por mi total inutilidad para eso.
Recuerdo
nuestra emoción al trasmitir el año 57 a principios de octubre la noticia del
Sputnik, el primer satélite artificial lanzado al espacio por la entonces Unión
Soviética y un mes después, el lanzamiento del Sputnik 2 con la perrita Laika.
O el dar cuenta en julio de ese mismo año que el Perú tenía una Miss Universo,
Gladys Zender Urbina, prima, para más señas, de un compañero de promoción,
Richard Brutton Urbina. O trasmitir en junio del 58 que Brasil era campeón
mundial de fútbol en Suecia. O comunicar la muerte del Papa Pío XII y la
elección de su sucesor Juan XXIII, en octubre 1958. O informar ese mismo año 58
que la televisión se había iniciado en el Perú. Poco más
de un año después de egresar del colegio, compartimos con Juan Noda, César
Carmelino, “el flaco” que todavía era Ezequiel y yo, junto con dos compañeros
de promociones anteriores Gilberto Beingolea y Carlos Silva, la directiva de la
Asociación de Ex Alumnos de nuestra Gran Unidad Escolar. Algo tratamos de
hacer, aunque con poco éxito en el año de esa gestión.
En los
años siguientes, en las épocas de iniciar la mayoría de nosotros, familias y
proyectos laborales, las pocas veces que nos tropezamos intercambiábamos datos
sobre los compañeros de los que algo sabíamos. Y un tema recurrente siempre:
tenemos que reunirnos los de la promoción pronto. Pero en esas pocas veces, que
podían espaciarse por dos o tres años, siempre nos tratamos como si nos
hubiésemos visto una semana antes y como si nos fuéramos a ver una semana
después.”El flaco” era ya Néstor, por el orden de los nombres en sus papeles.
REUNIR A
LOS DE LA PROMOCIÓN: SU SANA OBSESIÓN
A
finales del 82 o principios del 83, pensando en las Bodas de Plata de la
promoción, el flaco Salinas pasó por el colegio para buscar que le entregaran
la lista de los Quinto B de la promoción y se enteró que Harry Valdivieso había
acudido para solicitar la de Quinto A. Poco después buscó a Harry para unir
esfuerzos. Y si bien siempre se ha reconocido la gran dedicación de Harry para
esas primeras convocatorias, es también cierto que en “el flaco” encontró un
excelente complemento, ya que pertenecían a las dos distintas secciones en que
estudiamos los 103 de la promoción.
Los
esfuerzos para reunir a 8 o 9 para el día del colegio en octubre y alrededor de
40 para el almuerzo de noviembre del 83 fue el testimonio del esfuerzo que
ellos hicieron para ubicar y convencer a los compañeros. Y que algunos más
pudimos reforzar algo en la medida de nuestras posibilidades. En ese
reencuentro, en la desaparecida Cream Rica de Surquillo, algunos le seguían
llamando Ezequiel, otros ya le decían Néstor, algunos Néstor Ezequiel, pero
todos ”flaco”, “flaco Salinas”. Creo que esa reunión sirvió también para que se
acabaran las secciones A y B y nos convirtiéramos únicamente en la Promoción
58.
En los
10 o 12 años que siguieron logramos vernos con más frecuencia. Varias de
las reuniones de la promoción se realizaron -o culminaron- en su casa de San
Borja, teniendo no sólo al “flaco”, sino a Norma, su esposa, e incluso sus
cuatro hijos como solícitos anfitriones. Creo no equivocarme si digo que en esa
casa es donde más veces me vi con compañeros del colegio en los últimos
veinticinco años. La continuación de la amistad iniciada en la adolescencia ya
en nuestra etapa de madurez, mucho le debe al generoso aporte del hogar del
flaco como centro de encuentro.
En las
celebraciones de los 40 y 45 años, invariablemente “el flaco” fue un entusiasta
organizador, secundando el esfuerzo que Frederick Ortiz, el presidente de
nuestra promoción, y varios otros compañeros hicieron porque fueran verdaderos
reencuentros.
PREPARANDO
LAS BODAS DE ORO
Actualmente
integraba la comisión para la celebración en noviembre próximo de nuestras
Bodas de Oro, cuya coordinación general está a cargo de César Carmelino.
Aportaba con ideas y, como siempre, estaba pensando en cómo ubicar a alguno
más.
En la
preparación de esas celebraciones, vi al flaco Salinas las últimas veces. De
muy mal humor en diciembre, cuando almorzábamos en un chifa, incluso llegué a
decirle en voz baja que era la primera vez que lo había visto así. Sin embargo,
en otra reunión en enero, fue el mismo de siempre, conversador, bromista y
optimista. Incluso alegre cuando me explicó que su mal humor del mes anterior,
había estado vinculado a algo del tratamiento para la diabetes que tenía.
El flaco
ha fallecido hace unas horas. Siempre se dice en estos casos que la persona que
se aleja deja un vacío difícil de llenar. En este caso es estrictamente cierto.
Será difícil no contar con el entusiasmo y dedicación que le dio a la
preparación de las otras reuniones realizadas desde 1983. Y cuando nos veamos
en noviembre, se sentirá su ausencia. Habrá un gran vacío. No estará el Flaco.
No estará un gran amigo.
Nestor Ezequiel Salinas Lizarzaburu, flaco y amigo, descansa en paz.
Alfredo... muchísimas gracias por tus palabras en su momento y por recordarlo con tanto cariño a 5 años de su partida. Hoy lunes 22, mi papi cumpliría 73 años y se que el saberse tan querido y extrañado, es el mejor regalo que puede recibir. Yo Sylvia, así como mis hermanos Rafo, Lily y Adita y por su puesto mi mami te estaremos eternamente agradecidos por dedicarle este blog al gran "Flaco" Salinas (cosa graciosa él siempre se refería a ti como "El Flaco Filomeno"). Cariños...
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