El 17 de
enero de 1967 se cumplían 11 años de la fundación del Partido Demócrata
Cristiano. Resultaba un aniversario especial, apenas a un mes de la renuncia de
un contingente de importantes figuras partidarias para formar el Partido Popular Cristiano. Era
una etapa de crispación partidaria.
Considerando nuestro rol en la crisis, a nombre de la Juventud DC pedí en el Comité Ejecutivo Nacional que nos encargaran la organización de la celebración que, como en otros años, sería en una cena en un restaurante de Pueblo Libre. Creo que como la fecha del aniversario caía martes, se quedó en celebrarlo el jueves o viernes de esa semana.
Considerando nuestro rol en la crisis, a nombre de la Juventud DC pedí en el Comité Ejecutivo Nacional que nos encargaran la organización de la celebración que, como en otros años, sería en una cena en un restaurante de Pueblo Libre. Creo que como la fecha del aniversario caía martes, se quedó en celebrarlo el jueves o viernes de esa semana.
Como en
otras oportunidades recientes, con Rafael Roncagliolo, Rafo, y Julio Da Silva,
visitamos a don Javier Correa Elías, esta vez para pedirle que acudiera a la
cena. Le explicamos que sería una reunión de confraternidad y que estaba
previsto un discurso mío como secretario general de la juventud y un discurso
de fondo de Héctor Cornejo Chávez como presidente del partido. Aceptó gustoso
ir a la cena e incluso nos manifestó que le diría a don Carlos Gandolfo, ex
vicepresidente del partido y figura muy querida por la militancia, que lo
acompañara. La presencia de quienes no estamos haciendo vida activa será una
forma de demostrar que seguimos integrando el PDC, nos dijo. Alentado por su
aceptación, añadí algo que habíamos estado pensando con mis otros dos
camaradas, “quisiéramos también programarlo a usted para que se dirija a los
asistentes como ex presidente del partido”. Don Javier, recalcó con sorna “como
el único ex presidente que queda”, lo cual era estrictamente cierto, ya que de
los otros dos ex presidentes uno, el senador Mario Polar, era fundador del PPC y
el otro, el ex senador Ismael Bielich había fallecido recientemente.
LAS PALABRAS
PUEDEN TENER DISTINTO SIGNIFICADO
Luego de
un silencio de unos treinta segundos, don Javier fue rotundo: yo no puedo
figurar en ese programa, nos dijo. Y se explayó diciendo que para preparar su
discurso tenía que tener en cuenta todo lo pasado en los últimos meses, decir
las críticas que tenía a la dirección del partido, así como señalar los errores
de manejo que generaron el pretexto para formación del PPC (Ver crónica “El PPC nació sin Correa” del 16
de febrero de 2013). Nos
dijo que incluso tendría que mencionar que ni siquiera se había preguntado la
opinión a los miembros del Consejo Nacional. Recalcó que ese organismo, que se
reunía esporádicamente y que algunos calificaban como consejo de ancianos, era
justamente para pedir opinión en momentos de crisis. “Si estoy programado y no
digo todas estas cosas defraudaré a quienes esperan algo así de mí, pero si lo
digo les malograré la celebración a la mayoría, principalmente a ustedes los
jóvenes a quienes aprecio”, sentenció.
Quedamos
en silencio los tres que lo visitábamos y comenzamos a decir algunas palabras
de comprensión a su situación, al mismo tiempo que de desaliento por lo que
significaba que todos los sectores no se sintieran representados por los que
hablarían en la cena. Don Javier nos cortó y comentó algo aparentemente
desconectado de lo que estábamos conversando: “Aun son ustedes muy jóvenes, les
falta experiencia política” y ante nuestro desconcierto añadió sonriendo “lo
que he dicho es que no puedo estar programado para hablar…”.
Se me
iluminó por fin el entendimiento, recordé que don Javier había utilizado
reiteradamente lo de programado, así que lo interrumpí diciéndole: “Si usted no
está en el programa, pero esa noche se me ocurre invitarlo para que diga
algunas palabras…”. Bueno, dijo, si eso recién se te ocurre ese día, yo no
tendría razón para preparar ningún discurso con anticipación y tendría que
decir lo que ese momento se me ocurra. Sonreímos satisfechos y cuándo quisimos
hablar más sobre el tema nos atajó señalándonos que no se podía planificar lo
que aun no se había sorpresivamente producido.
COMPLICIDAD
INTERGENERACIONAL
En la
noche de celebración, el local de la cena lucía espléndido y con una
concurrencia que superaba todas las expectativas. Don Javier estuvo entre los
que llegaron primero, conversando con todos los que se acercaban a saludarlo y
divirtiéndose con las caras de sorpresa de algunos. Por cierto que siempre
estaban cerca de él varios de los integrantes de la Juventud DC.
Con
todos ya instalados en las mesas, fui presentado para hablar en primer término.
Dije lo que tenía previsto y al finalizar añadí algo así: Quiero terminar mi
intervención solicitando que nos dirija unas palabras uno de los más queridos
fundadores, con quien la juventud siempre ha mantenido el diálogo y por quien
tenemos gran simpatía y mucho respeto, más allá de puntos de vista diferentes
que algunas veces hemos tenido. Pidiéndole disculpas anticipadas por
sorprenderlo con esta invitación, a pesar de no estar en el programa, creo que
todos apreciaremos en esta noche las palabras no sólo de un fundador del
partido, sino de quien lo ha presidido en distintas y difíciles circunstancias,
don Javier Correa Elías.
Al
terminar de pronunciar esas palabras, hubo aplausos calurosos de aceptación de
la idea que hablara el ex presidente partidario y por cierto que los aplausos
más entusiastas fueron de parte de los jóvenes. Don Javier se puso de pie,
agradeció levantando las manos y caminó hacia el micrófono donde yo lo
esperaba. Al llegar todos vieron que me estrechó la mano y me dio un abrazo y
sólo yo me percaté que además me guiñó un ojo. Habló unos diez minutos,
advirtió que de haber sabido que iba a hablar hubiese preparado un discurso con
todo lo que pensaba de lo sucedido en los últimos meses, pero que esas opiniones
las guardaría para el siguiente congreso. De paso, hizo hincapié en que de las
diferencias se hablaba sólo en actos o eventos partidarios. Y luego entró al
tema que nos reunía y recordó cómo desde inicios de la década del cuarenta hubo
la inquietud en formar un partido de inspiración social cristiana y que la
posibilidad de hacerlo resultó frustrada cuando se produjo el golpe militar del
general Odría. También se refirió a los esfuerzos realizados para coordinar los
movimientos demócratas cristianos que comenzaron a formarse el año 1955 en
distintos departamentos del Perú, hasta finalmente lograr organizar el congreso
fundacional de enero de 1956...
Correa
terminó ovacionado esta vez por todos con igual entusiasmo. Se le veía feliz.
Muchos se acercaron para darle un fraterno saludo Al darle yo un abrazo, así
como casi un mes antes cuando me enteré de la fundación del PPC, esta vez
personalmente le repetí las mismas palabras que le había dicho aquella vez por
teléfono: Gracias, don Javier.
Fantástico relato.
ResponderBorrarHace algunos años (cuando yo tenía 28) le pregunté a un experimentado político, qué estaban buscando en su partido. Me respondió: Gente como tú!
Yo no tenía experiencia política en ese entonces, pero si la audacia y la agudeza propias de la juventud. Este relato me hizo recordar que esa es nuestra mayor fortaleza. Las horas de vuelo, se hacen al andar...