viernes, 16 de enero de 2015

REUNIÓN CLANDESTINA CON UN FLAMANTE MINISTRO (1978)

En los últimos días de junio de 1978 cuando había pasado más de una semana de las elecciones para la Asamblea Constituyente realizadas el domingo 18, juzgar los resultados a partir de las expectativas que teníamos en el Partido Socialista Revolucionario tenía un sabor agridulce.

Sabíamos que iba a pesar en la votación haber realizado una campaña electoral muy corta por la dura persecución del gobierno de Morales Bermúdez contra candidatos y dirigentes de nuestro partido y de otras organizaciones de izquierda. Algo que nos hizo pensar que nuestros resultados serían mejores fue la creencia que habían trascendido las audaces acciones con presencia de prensa nacional y extranjera tres días antes de las elecciones, las que incluyeron la sorprendente presencia del presidente del PSR, Leonidas Rodríguez, en Palacio de Gobierno y su espectacular huida en moto en las narices de quienes se le habían acercado para capturarlo, pero todo eso será motivo de alguna futura crónica.

En las elecciones, el Apra había alcanzado el 35.9%, el Partido Popular Cristiano el 23.8%, el Frente Obrero Campesino Estudiantil y Popular –FOCEP- el 12.4%, nosotros el 6.6%, el Partido Comunista Peruano el 5.9%, la Unidad Democrático Popular el 4.6%, el Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos –FRENATRACA- el 3.9%, el Partido Demócrata Cristiano el 2.4%, la Unión Nacional -antes UN Odriísta- el 2.1% y el Movimiento Democrático Peruano -antes MD Pradista-  el 2%. Menos del uno por ciento obtuvieron Acción Revolucionaria Socialista y el Partido Democrático Reformista.

Los que encabezaron las listas –salvo el caso del FOCEP en que fue el líder trotskista Hugo Blanco- concentraron la mayor cantidad de votos preferenciales, en algún caso por encima del 80%, por lo que hubo diez constituyentes apristas y cinco del FOCEP que fueron elegidos con menos de mil votos.

CONSTITUYENTES ELECTOS NO PODÍAN INGRESAR AL PAÍS

Doce dirigentes de partidos de izquierda, entre ellos diez candidatos, y el director de un semanario derechista habían sido apresados el 24 y 25 de mayo y deportados a Argentina donde fueron internados en un cuartel en Jujuy para luego de unos diez días permitirles salir con destino a Panamá, México o París, después que desde esos países, organizaciones políticas o humanitarias les giraran los respectivos pasajes. El último deportado había sido justamente Leonidas, apresado y también deportado el mismo día de las elecciones cuando se disponía a votar. Ya había salido de Argentina con rumbo a Panamá donde se encontraba en esos momentos.

De todos los deportados seis eran ya virtualmente constituyentes electos: Genaro Ledesma. Hugo Blanco y Ricardo Napurí del FOCEP, Javier Diez Canseco y Ricardo Diaz Chávez de la UDP, además de Leonidas.  Tres de ellos incluso estaban entre los seis con mayor número de votos preferenciales y por encima de los 75 mil votos: Blanco con 286885 logró la tercera votación, luego del fundador y jefe del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre que consiguió 1038516 votos y del líder del PPC, Luis Bedoya que tuvo 644131, Leonidas obtuvo  la cuarta votación con 169872 y  Ledesma  la sexta con 76377. La dureza con que había actuado el gobierno militar en plena campaña electoral no garantizaba si podrían asumir los cargos de constituyentes. En todo caso en esos días de finales de junio, no había ningún indicio que mostrara que el régimen los iba a dejar asumir sus funciones legislativas.

Aunque ya era evidente que estaba actuando con menor rudeza, el régimen no había dejado de ser autoritario. En todo caso la disminución de la represión significó que en el PSR acordáramos que los dirigentes que estábamos en la clandestinidad volviéramos a nuestras actividades normales, aunque las coordinaciones y reuniones se hicieran en forma clandestina. Al fines de junio regresé a mi casa después de más de 35 días durante los cuales nos encontrábamos con mi esposa Ana María y mis hijos en parques o casas de amigos (Ver crónica “Hace 35 años fui un papá de la calle” del 24 de mayo de 2013). También me reintegré a mi trabajo en DESCO.

ME TOPÉ EN LA CALLE CON QUIEN SERÍA MINISTRO DE ECONOMÍA TRES VECES

Ya había comenzado julio y mientras el Jurado Nacional de Elecciones seguía con los cómputos de los sitios más alejados y resolviendo tachas, el gobierno no daba muestras de querer anular las deportaciones. Yo había vuelto a concurrir al “Haití”, cafetería situada en el ovalo de El Pacífico en Miraflores donde desde más de una década se realizaban reuniones o conversaciones entre políticos, para encontrarme con amigos de partidos que no habían estado perseguidos en la campaña.  Una noche salí de allí para dirigirme a otra reunión, cuando me encontré cara a cara con el flamante ministro de Economía del gobierno militar, Javier Silva Ruete al cruzar la avenida Pardo. Después de estacionar su auto en una playa cercana, estaba por atravesar la avenida para dirigirse hacia el cine Pacífico con su esposa Laura. Solos ellos dos sin ninguna persona de seguridad que los acompañara.

Silva Ruete se paró a conversar conmigo y cuando le comuniqué nuestra preocupación por la situación de los constituyentes electos en general, y de Leonidas en particular, me dijo que no estaba enterado de lo que el gobierno tenía previsto decidir sobre los deportados elegidos. Ministro desde mediados del mes anterior, Javier había sido convocado por su experiencia y contactos en los organismos internacionales en momentos particularmente difíciles para el régimen. Por supuesto que estoy porque se anule las deportaciones, pero no es asunto que se trate conmigo, de todas maneras voy a averiguarlo, me dijo. Quedamos en conversar un par de días después en la noche y sonriendo burlonamente me dijo: como son ustedes los perseguidos escoge un sitio y yo voy de todas maneras. De acuerdo, le conteste, te hago llegar pasado mañana el lugar con un amigo común que no resulte raro que te llame. Nos despedimos con un abrazo y me dijo ya sin sonreír: cuídate Alfredo de reuniones con otros grupos izquierdistas que todavía deben quedar algunos días de represión aunque espero que cada vez sea menos dura…

Yo había conocido a Javier en marzo de 1965 cuando fui elegido miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Demócrata Cristiano. Él tenía solamente 29 años y era ministro de Agricultura desde el mes anterior. Tres meses después me incorporé como asistente en la oficina de asesoría de su despacho. Dejó el ministerio en setiembre de ese año, cuando el entonces presidente Fernando Belaunde se decidió por formar un “gabinete parlamentario” constituido sólo por senadores y diputados como forma de amenguar en algo el acoso del Congreso donde la oposición tenía mayoría. Sin embargo un año después, en noviembre de 1966 Javier volvió al ministerio poco después del inicio de una grave crisis en la Democracia Cristiana (Ver crónica “Jugando fulbito con futuro presidente” del 20 de enero de 2013). Aunque en la noche en que nos encontramos no me lo imaginaba, Javier volvería a ser ministro de Economía durante el gobierno de transición presidido por Valentín Paniagua, entre noviembre del 2000 y julio del 2001 y del gobierno de Alejandro Toledo de julio del 2002 a julio del 2003.

ENTRE AMIGOS SE PUEDE CONVERSAR

Esa noche que me topé casualmente con mi amigo y ministro iba a encontrarme con Antonio Meza Cuadra, secretario general del PSR, con quien tenía coordinaciones casi diarias en lugares no habituales, justamente porque todavía nos manteníamos cuidadosos. Decidimos ubicar al día siguiente a Hélan Jaworski Cárdenas, un buen amigo mío con el cual Antonio tenía una relación especial. Sin ser familiares entre si, ambos eran primos hermanos de Aníbal Meza Cuadra Cárdenas, general de división en retiro, quien en 1968, siendo coronel, fue uno de los que estuvo con el general Juan Velasco Alvarado para impulsar el golpe militar al gobierno de Fernando Belaunde y, posteriormente ministro de Transporte y Comunicaciones durante cuatro años entre 1969 y 1972. Para mayor coincidencia, Aníbal era esposo de Luisa Araoz Filomeno, prima hermana mía.

Hélan tenía especial afecto por Leonidas Rodríguez ya que había trabajado a su lado en el SINAMOS como miembro de su Alta Dirección. Además había sido nombrado director de “El Comercio” en setiembre de 1975 cuando Leonidas estaba a cargo de la Oficina Central de Informaciones poco más de un mes antes de pasar al retiro. Jaworski había sido fundador de DESCO, importante ONG fundada en 1965, y su director varios años hasta 1971. Abogado de profesión, profesor universitario, experto en apoyo económico a programas de inclusión social, era un reconocido académico que un par de años después se instalaría a trabajar alrededor de 20 años en Europa donde continuó su trabajo en instituciones y centros internacionales. Regreso al Perú a inicios del presente siglo y trabajó en la Pontificia Universidad Católica An dieser Uni wurde er zum Begründer einer „Fakultät für Geschäftsführung“ (Gestión y Alta Dirección). donde fue fundador de la Facultad de Gestión y Alta Dirección siendo allí profesor hasta su muerte en 2009.

Hélan después de conversar con nosotros aceptó no sólo prestar su casa para realizar la reunión con Javier Silva, sino también comunicarse con él. Como me confirmaría la noche siguiente el propio Javier cuando su secretaria le dijo que Hélan Jaworski quería hablar con él, no le quedó dudas que era el “amigo común que no resulte raro que te llame”.  Hélan lo invitó a tomarse un café en su casa a las nueve y media de la noche con “un par de amigos que quieren conversar contigo sobre algunas repatriaciones…”. Evidentemente repatriaciones sonaba más a asuntos de economía que regreso de deportados. Con Hélan –unos seis años mayor que yo- nos conocíamos bastante al igual que con Javier porque los tres habíamos militado en el Partido Demócrata Cristiano en la década anterior e incluso habíamos coincidido en la dirigencia.

CONFIDENCIAS DE UN MINISTRO

Antonio y yo llegamos a la casa de Hélan el viernes 7 de julio unos 15 minutos antes. Ya era una costumbre rutinaria estar antes por si el personaje con quien nos entrevistaríamos llegaba con personal de seguridad, de manera que no nos vieran entrar. De la misma manera esperábamos unos diez minutos después que se retiraba para salir.

A las 9 y 30 llegó Javier quien nos informó que el gobierno no sabía aun como terminar esta etapa tan especial -elecciones con persecuciones, detenciones y deportaciones- porque no quería mostrar ningún signo de debilidad. Tenía decidido permitir el regreso de los constituyentes electos deportados, pero remarcando que era porque los había proclamado el Jurado Nacional de Elecciones, aunque en realidad iba a permitir el regreso de todos los deportados. El problema es que el Jurado estaba demorando más de la cuenta, indicó Javier quien calculaba que era cuestión de muy pocos días más. Lo que nos aseguró también es que si bien la idea era seguir gobernando mientras la Asamblea Constituyente trabajaba, un año después e inmediatamente terminada la nueva Constitución, se comenzaría a preparar la salida del gobierno con la convocatoria a elecciones generales.

Luego de conversar sobre lo que había motivado la reunión pasamos a conversar, ya con participación Hélan y su esposa Clemencia, sobre la situación económica que había encontrado y cómo la estaba enfrentando apoyado por Manuel Moreyra, su gran amigo y camarada en la Democracia Cristiana a la que habían renunciado ambos a principios de esa década. “Manolo” había sido nombrado a pedido de Javier, como Presidente del Banco Central de Reserva y era brillante (Ver crónica “El jovencito que le dice carajo al presidente,no…” del 24 de marzo de 2014). Las actividades que realizarían ambos en los dos años al frente de los dos cargos más importantes para el manejo económico del país, hicieron que la revista “Caretas” los llamara el “Dúo Dinámico”.

LAS VUELTAS QUE DA LA VIDA

Tal como nos había señalado Javier, la demora ya era una “papa caliente” para el gobierno, la situación social era demasiado tensa y el Jurado no terminaba su labor. Debido a ello, el 12 de julio la oficina del Primer Ministro publicó un comunicado anunciando que una vez que el Jurado hiciera la proclamación oficial los candidatos deportados elegidos podrían regresar al país. Tres días después, el JNE proclamó a los 100 constituyentes elegidos y al día siguiente, 16 de julio, comenzaron a llegar los deportados.

El 18 de julio se instalaron las Juntas Preparatorias de la Asamblea Constituyente bajo la presidencia de Víctor Raúl Haya de la Torre, jefe y fundador del Partido Aprista Peruano, en ese momento de 83 años que era el candidato con mayor número de votos preferenciales. Los  cientos de ojos de los asistentes al recinto de la antigua Cámara de Diputados, así como las cámaras fotográficas y de televisión se centraron en ese hombre, quien fuera considerado “vetado” por la Fuerza Armada para llegar a la presidencia de la república desde hacía casi 50 años. Integrando también las Juntas Preparatorias a su lado, en su condición del constituyente más joven, se encontraba un alto y delgado muchachón de 29 años, a quien las cámaras enfocaban mucho menos. El líder máximo del Apra había superado el millón de votos preferenciales, el joven era uno de los que no había llegado a mil… Su nombre era Alan García Pérez.

Diez años antes, el golpe militar había dejado fuera de juego al Apra, partido al que muchos consideraban como posible ganador de las elecciones previstas para 1969. Y la llamada segunda fase del gobierno militar había propiciado que ese mismo partido estuviera en posibilidades de lograr la presidencia de la república en 1980. No fue así… El elegido fue Fernando Belaunde Terry derrocado el 3 de octubre de 1968.

El 12 de julio de 1979, Haya de la Torre postrado en su cama en Villa Mercedes, sin fuerzas y prácticamente agonizando, firmó el texto de la nueva constitución. Poco después, el 2 de agosto, murió a los 84 años. Alan García asumió la presidencia de la república el 28 de julio de 1985 a los 36 años.

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