Los ojos de cientos de millones de espectadores observarán en poco más
de dos semanas, la inauguración del Campeonato Mundial de Fútbol ocasión en que
se enfrentarán las selecciones de Rusia y Arabia Saudita. Ocurrirá en el
estadio olímpico Luzhniki de Moscú, la capital rusa, donde un mes después se
jugará también la final del campeonato y cuando posiblemente se superen los mil
millones de televidentes que tuvo la final anterior jugada en Río de Janeiro. Estuve
en ese estadio hace más de 35 años viendo jugar al seleccionado local, que no
era el ruso sino el soviético. Y por cierto, en ese entonces, el impresionante
estadio tenía otra denominación: se llamaba Lenin, nombre del fundador del estado soviético…
Presidía una delegación del Partido Socialista Revolucionario, PSR, y estábamos
junto con Arturo Valdés Palacio y Álvaro Vidal en los últimos días de visita a
la hoy inexistente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, (Ver crónica “Sorprendidos por costumbres extrañas” del 23 de mayo de
2014) cuando en la mañana del
sábado primero de agosto de 1981, nuestro traductor nos sorprendió al decir que
se había incluido en nuestro programa asistir esa noche al estadio olímpico,
para ver un partido de fútbol amistoso.
UN GRAN ESTADIO REMODELADO
No se trataba de un día cualquiera para el gran recinto deportivo, ya
que el partido se jugaría con ocasión de los 25 años de inaugurado. Ese hecho
ocurrió el 31 de julio de 1956 cuando se jugó un partido amistoso en el que la
selección soviética le ganó por 1 a 0 al seleccionado de la República Popular
China. Pero un cuarto de siglo después era difícil imaginar algo amistoso en vista
de las tirantes relaciones entre las dos grandes potencias gobernadas por
partidos comunistas.
Afanasiev, nuestro guía y traductor, nos habló mucho sobre la reciente
remodelación de ese estadio para adecuarlo a las necesidades de los Juegos
Olímpicos inaugurados el 19 de julio de 1980 de los cuales había sido principal
sede. Incluso se construyó una pista atlética alrededor del campo de juego para
las pruebas de velocidad. En esas Olimpiadas le ganamos a los alemanes, afirmó
sonriente nuestro traductor, en un tono que implicaba bastante más que una
rivalidad deportiva.
Afanasiev nos recalcó la cantidad de 80 medallas de oro, que sumadas a
las de plata y bronce llegaban a un total de 195 conseguidas por la URSS en esa
ocasión, que superaron las 47 doradas de un total de 126 de su más cercana
competidora, la República Democrática Alemana, RDA, país que tampoco hoy existe.
No era la primera vez que la URSS y la RDA alcanzaban los primeros dos puestos
en unas Olimpiadas. Había ocurrido lo mismo cuatro años antes en Montreal
cuando encabezaron la tabla de ganadores con 49 y 40 medallas de oro
conseguidas. Sin embargo, en los juegos de Moscú faltaron las representaciones
de varios países que incluso habían estado entre los primeros diez en esa
ciudad canadiense, como los Estados Unidos de América, la República Federal
Alemana y Japón, que habían ocupado los puestos tercero, cuarto y quinto en el
número de medallas de oro en Montreal.
BOICOT A LAS OLIMPIADAS DE MOSCÚ
El boicot a los Juegos Olímpicos fue liderado por los Estados Unidos
como respuesta a la invasión soviética a Afganistán producida siete meses antes,
en Navidad de 1979, como apoyo a la República Democrática de Afganistán establecida
en ese país en abril de 1978 por el Partido Democrático Popular, partido único
de orientación comunista. El presidente norteamericano de ese entonces, Jimmy
Carter, consideró que la asistencia de los atletas de su país se interpretaría como
una aprobación de la agresiva política exterior soviética. "O retiran los tanques, o retiro los
atletas", manifestó el mandatario norteamericano. Pero los
soviéticos mantuvieron la invasión en Afganistán. Aunque en esos momentos nadie
podía imaginarlo, duró alrededor de diez años e incluso mantuvo presencia
determinante hasta la desaparición de la URSS a finales de 1991.
Esa invasión motivó la ausencia de Estados Unidos y, como ya señalé,
de la RFA y Japón, así como Canadá -en cuyo territorio se había desarrollado
los anteriores Juegos Olímpicos- y varios países latinoamericanos como
Argentina, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay, El Salvador, Honduras y Panamá. Atletas
del Reino Unido y Australia, a quienes las autoridades de sus países dejaron en
libertad para optar por participar, lo hicieron bajo la bandera olímpica.
También bajo la bandera olímpica participaron varios países europeos como
Bélgica, Dinamarca, España, Francia, Italia, Noruega, Holanda, Portugal y
Suecia, entre otros. La República Popular China cada vez con más destacada
participación en los deportes tampoco participó, aunque por cierto no adhiriéndose
a las posiciones de los Estados Unidos, sino por la creciente enemistad
existente entre sus dirigencias desde inicios de la década del 60.
Sin imaginar que se iría a producir algún boicot, en los tres o cuatro
años precedentes, la Unión Soviética había preparado su capital y sus
instalaciones deportivas para que fueran vistas por millones de espectadores,
ya que el avance de las comunicaciones haría que esas olimpiadas se vieran a través
de la televisión en todo el mundo. Cuando nos dirigíamos al estadio, recordamos
cómo se había comentado la inauguración de esos juegos considerando que fue más
que una apuesta por mostrar los avances tecnológicos de la época una
demostración de la gran capacidad física y plasticidad de miles de personas que
realizaron hermosas coreografías alusivas a los juegos.
Con la claridad de ese caluroso día de verano moscovita, a las seis y
media de la tarde ingresamos al estadio y nos encontramos con un impresionante
coloso deportivo y tratamos de imaginar cómo se habrían sentido quienes un año
antes habían asistido al inicio de las Olimpiadas. Nosotros llegábamos para ver
un partido de fútbol amistoso que jugaría la selección soviética con el
Atlético de Madrid. Nos situamos cómodamente en la parte alta de una las
extensas tribunas laterales y seguimos mirando extasiados el hermoso estadio.
Quizá por eso no tomamos debida atención algunos comentarios de nuestro traductor…
Tanto me impresionó la gigantesca edificación que no hubiera sospechado
que una década y media después sería nuevamente remodelado, para poder ser
considerado en 1999 en la máxima categoría de estadios y apto para acoger finales de las copas europeas. También en esa ocasión se aprovechó
para cambiarle oficialmente de denominación, pasando a ser estadio Olímpico
Luzhniki. Menos me imaginaba que otros 15 ó 18 años después se harían nuevos
cambios -incluyendo la desaparición de la pista atlética que había visto como flamante
innovación en 1981- para poder tenerlo operativo para el mundial de futbol que
se inicia el próximo 14 de junio.
Nos impresionó también la iluminación que funcionó al comenzar el
segundo tiempo ya que a las 8 de la noche aún existía claridad. El equipo
soviético que vimos jugar estaba en una etapa de preparación para la clasificatoria
al Mundial de Fútbol que se jugaría en España. Fue notable cómo la fortaleza de
sus jugadores resultó suficiente para superar la habilidad de los españoles a
los que finalmente derrotaron por 4 a 2.
IDENTIDADES NACIONALES NO SE PODÍAN OCULTAR
Afanasiev nos remarcó que la base del equipo eran el Dinamo de Kiev y el
Dinamo Tiflis, que habían quedado en el primer y en el tercer lugar del
campeonato soviético. Nos contó que unos dos meses antes, el Dinamo Tiflis
había obtenido la llamada Recopa europea después de eliminar a equipos campeones
de Grecia, Irlanda, Inglaterra, Holanda y Alemania. Y añadió algo como que sin
ucranianos y georgianos, la URSS no tendría selección de fútbol… Lo cierto era
que en ese equipo soviético más de la mitad de jugadores eran de las repúblicas
soviéticas de Ucrania y Georgia e incluso su capitán Aleksandr Chivadze -como
nos lo remarcó Afanasiev- era georgiano.
Unos diez años después cuando Kiev y Tiflis dejaron de ser capitales
de repúblicas soviéticas para serlo de dos estados independientes, me di cuenta
que había perdido la oportunidad de hablar, buscando una perspectiva diferente,
con un funcionario soviético como Afanasiev que no era ruso ya que era natural
de Georgia y creo que con antepasados de Moldavia, otra ex república soviética (Ver crónica “Interpretando a traductor” del
30 de julio de 2017). Más aun cuando ese país -al igual que
Ucrania- mantiene en los últimos años diferencias territoriales con Rusia, con
la que ha tenido incluso conflictos armados.
Me pregunto si esas diferencias con Rusia que durante muchas décadas
ejerció el liderazgo indiscutible de todas las repúblicas soviéticas, siempre
estuvo latente o es un fenómeno político de los últimos veintitantos años
después que la URSS desapareció. La conversación que no tuve con Afanasiev pudo
servirme para ensayar una respuesta…
En todo caso en ese día de agosto de 1981, nuestro traductor fue
georgiano cuando habló de la composición del seleccionado soviético, pero fue soviético
cuando remarcó que la URSS logró mayor número de preseas doradas en las olimpiadas
de 1980 imponiéndose a los alemanes. Doble identificación que seguramente no
fue un problema mayor para él… hasta que
la URSS desapareció diez años después.
Extraordinario recuerdo y mi admiración por la memoria demostrada por Alfredo Filomeno. Debo reconocer méritos en mi compañero del colegio Nacional Ricado Palma, porque esta cita es sólo una parte de sus Crónicas del Siglo Pasado. Gracias por tenerme presente.
ResponderBorrarSALUDO ESTA EXQUISITA CRÓNICA DONDE ALFREDO FILOMENO RELATA CON DETALLES UNA VIEJA PASIÓN DE LA HUMANIDAD:EL FÙTBOL, QUE UNE A LOS PUEBLOS Y LE ARREBATA LA LÓGICA AL PODER.
ResponderBorrarPERÙ LE GANA CON HONOR Y ARROJO A LA SELECCIÒN DE AUSTRIA (EL AMOR MAS GRANDE Y AUTODECLARADO DE HITLER POR ESTA CITADA PATRIA EN LOS JUEGOS OLIMPICOS DE BERLÌN DE 1936 POR 4 A 2 DONDE JUGARON EL MÌTICO LOLO fERNANDEZ DE LA "U" Y MANGUERA VILLANUEVA ALIANZA lIMA.EL FURER HUMILLADO SUSPENDIO EL PARTIDO Y SE FUE NEURÒTICO Y HUMILLADO. QUE GANEMOS EN RUSIA HOY EN EL MUNDIAL DEL 2018¡¡VIVA EL PERU.!!! RENAN GORRITI DELGADILLO