Hace pocos días la selección nacional de fútbol del Perú se clasificó
para el campeonato mundial que se realizará en Rusia entre junio y julio del año
2018. En los últimos dos meses se habló a toda hora de fútbol ante la
perspectiva de retornar después de 36 años a un campeonato que cada cuatro años
logra la atención de cientos de millones de espectadores. Más de la mitad de los
habitantes del país no había nacido cuando el Perú jugó en España por última
vez un campeonato mundial, en 1982. Bastante más cuando la selección participó
en el campeonato de Argentina en 1978 y quizás las tres cuartas partes no
existían en 1970 que se jugó en México. Viví estos certámenes en épocas en que desarrollaba
intensa actividad política, tanta que en las fechas de las ceremonias
inaugurales estaba expulsado de un país en un caso, viviendo en la
clandestinidad en otro y con intranquilidad ante la posibilidad de acciones terroristas en el tercero.
A mediodía del domingo 31 de mayo de 1970 se inauguraba en México el
IX Campeonato Mundial de Fútbol. Millones de aficionados en el mundo se
preparaban para ver por televisión la ceremonia en que el presidente mexicano
daría inicio al certamen, luego de la cual se jugaría el primer partido entre
México y la entonces existente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. En
el Perú -aunque muchos escucharían por radio la trasmisión- una buena parte de
la afición vería por primera vez un Mundial en televisión. Había gran
entusiasmo ya que era el primer certamen en que la selección peruana había
conquistado el derecho a asistir, ya que su primera participación 40 años antes
en Montevideo, Uruguay, se debió a la invitación del país anfitrión. Además, eran
sólo tres selecciones sudamericanas las que participaban: Brasil, Perú y
Uruguay.
Sin ser fanático, yo era aficionado al fútbol. De hecho había gozado
nueve meses antes cuando el Perú empató con Argentina en La Bombonera de Buenos
Aires, con lo que se clasificó a México. Incluso recuerdo el desconcierto que
tuve junto a Annie y Eduardo Ordoñez, en cuyo departamento en Residencial San
Felipe escuchamos el partido y luego nos enteramos que se había trasmitido por
televisión, algo que no nos habíamos imaginado.
EXPULSADO DE UN PAÍS, MIENTRAS EL PROPIO TEMBLABA
Sin embargo, ese domingo a mediodía mis preocupaciones estaban muy
lejos del fútbol. No sabía qué sucedería cuando regresara al hotel Columbus de Quito, ya que mi expulsión del país era
una posibilidad… Estaba desde tres o cuatro días antes en esa ciudad, capital
de Ecuador, en el IV Congreso de la JUDCA, Juventud Demócrata
Cristiana de América Latina, organización que presidía hasta ese día en que
estaba previsto se eligiera una nueva directiva.
La noche anterior todos los participantes recibimos
una gran sorpresa al enterarnos que habíamos sido declarados “personas no gratas” al Ecuador. Y sólo tres
horas antes, alrededor de un tercio de los delegados al congreso habían sido
detenidos, llevados al aeropuerto y expulsados del país. La decisión partió del
presidente ecuatoriano José María Velasco Ibarra quien el día anterior se había
trasladado de Guayaquil a Quito para ofrecer un coctel a los delegados al
evento de JUDCA, a pesar que 24 horas antes habíamos comunicado a su equipo de
protocolo que nos era imposible asistir. Aparentemente nadie se atrevió a
informárselo y el presidente acudió a un salón donde al no ver a ninguno de los
invitados, se sintió agraviado por el desaire de “jovencitos insolentes” (Ver crónica “Declarados “personas no gratas” al Ecuador” del 19 de noviembre de 2016).
Aunque esperaba ver los partidos en que jugaría
el Perú, no tenía previsto observar la inauguración del campeonato justamente
por asistir al congreso de la JUDCA, pero suspendido el certamen por el impase
con el mandatario del Ecuador las principales preocupaciones eran dos y ninguna
tenía que ver con el fútbol: definir en qué país culminaríamos nuestra reunión
y adoptar las medidas necesarias para que los que nos habíamos quedado no
fuéramos detenidos y expulsados.
Pero horas más tarde, luego de informarnos
del fortísimo terremoto que esa tarde ocurrió en el Perú y cuando con los dos
delegados de Juventud DC del Perú, Carlos Bravo y Nelson Shack, nos enteramos
que las agencias noticiosas señalaban la posibilidad de unos doscientos
fallecidos y derrumbes de muchas edificaciones, así como falta de información
sobre lo ocurrido en localidades del callejón de Huaylas, las dos precauciones
señaladas fueron superadas por una mayor: ¿cuán grande era el daño producido
por el sismo? Ni en los más pesimistas augurios se hablaba de más de varias
decenas de muertos, mucho menos que finalmente superarían las 70 mil víctimas y
que la destrucción física incluía la desaparición de ciudades enteras…
Como alguna otra vez he contado, al
mediodía siguiente al pasar en avión sobre la zona del desastre vi el
Huascarán, el nevado más alto del Perú, con un gran corte producido en uno de
sus lados y la enorme zanja hacia abajo hecha por la avalancha de hielo, agua y
lodo. Pero además por debajo del avión, se notaban nubes negras de espeso
polvo, que permanecerían varios días sobre los cielos de las ciudades y pueblos
del Callejón de Huaylas.
¿ERA POSIBLE HACER CAMPAÑA ELECTORAL
ESTANDO PERSEGUIDOS?
Ocho años después, el primero de junio de
1978, yo era sub secretario general del Partido Socialista Revolucionario
fundado año y medio antes y desde una semana antes me encontraba en la
clandestinidad. En plena campaña electoral y a menos de un mes de elegirse a
los integrantes de la Asamblea Constituyente, el gobierno del general Francisco
Morales Bermúdez había declarado
el estado de emergencia en todo el país y suspendido las garantías
constitucionales. Dos o tres días después implantó el “toque de queda” entre
las 10 de la noche y la cinco de la mañana. Pero además prohibió la circulación
de revistas y periódicos no diarios y suspendió los espacios radiales y de
televisión concedidos a los partidos que participaban del proceso electoral.
Ese día, con estrictas medidas de seguridad, se inauguró en
Buenos Aires el XI Campeonato
Mundial de Fútbol. Su realización en Argentina había sido cuestionada principalmente
en Europa considerando que dos años antes se había instalado una férrea y
sangrienta dictadura encabezada
por el general Rafael Videla. Hubo
la opinión generalizada que el Mundial fue utilizado por la dictadura militar
argentina como medida propagandística, al interior del país, para jugar con el
sentimiento nacionalista considerando que la afición al fútbol está muy
arraigada entre sus habitantes. Pero también, al exterior, para mostrar que en
Argentina había total tranquilidad. Es que en esos días, salvo las marchas que
ya realizaban las Madres de Mayo reclamando por sus hijos desaparecidos, era
muy difícil y riesgoso manifestarse en contra del régimen militar.
La ceremonia inaugural se realizó en el estadio del River Plate,
también conocido como el Monumental. Casi cuatro décadas después se ha conocido
la explicación de un detalle que llamó la atención de algunos curiosos: una
franja negra al final de los dos maderos laterales de los arcos del estadio.
Como cuando los jugadores salen a la cancha con un brazalete negro es una
muestra de duelo, un grupo de trabajadores que preparó el campo de estadio
pintó esa franja como señal de duelo por los muertos de la dictadura. A
mediados de la década de los 80 se sabría que muy cerca del estadio estaba
la Escuela de Mecánica de la Armada,
donde se perpetraron torturas a los detenidos políticos y de donde partieron
varios grupos de personas para ser arrojadas al mar en los llamados “vuelos de
la muerte”.
Mientras se inauguraba el campeonato mundial, nuestras mentes estaban
en Argentina, pero no en Buenos Aires sino 1500 kilómetros al norte, en la
provincia de Jujuy. Seis días antes, el gobierno peruano de entonces había
deportado a doce dirigentes políticos y sindicales -varios de ellos candidatos-
y a un periodista más bien de derecha. Los había enviado esposados en un avión
militar a ese lugar, donde fueron entregados en un cuartel del Ejército donde
permanecían detenidos.
LOS MILITANTES SÓLO VEÍAN LOS SEGUNDOS TIEMPOS
Era tal la expectativa de los “hinchas” que las tres tardes en que
jugó Perú la primera fase -3, 7 y 11 de junio- las calles estaban totalmente
vacías, ni siquiera policías de tránsito se veían. Aprovechando eso organizamos
jornadas para realizar nuestras pintas en lugares estratégicos a plena luz del
día. Se estableció que sólo se hiciera durante el primer tiempo de cada partido
para posibilitar que en la casa utilizada como punto de partida de cada
incursión se viera el segundo tiempo. Esto nos permitió ver los triunfos ante
Escocia e Irán y el empate con Holanda.
Este último equipo clasificó junto con el peruano a la siguiente fase,
donde ya no utilizamos el primer tiempo para organizar pintas aunque
autorizamos que algunos militantes, tomando las seguridades del caso, lo
hicieran autónomamente. Es que el 14 de junio, cuando el Perú perdió
previsiblemente con Brasil, no podíamos arriesgar ningún grupo operativo
considerando que estaba previsto que al día siguiente el general Leónidas
Rodríguez, presidente del PSR, perseguido y con orden de deportación, ingresara
al Palacio de Gobierno para realizar una conferencia de prensa (Ver crónica “Debía estar deportado y fugó en las narices de la policía” del 22 de enero de 2016).
El 18 fueron las elecciones, el mismo día que Polonia ganó
ajustadamente a la selección peruana. Ese día después de votar, Leonidas fue
detenido, llevado apresuradamente al aeropuerto y embarcado como solitario
pasajero en un avión militar, para ser entregado en el mismo cuartel de Jujuy donde
habían estado los otros 13 viajeros involuntarios, quienes ya habían sido
trasladados a los calabozos de la Policía Federal en Buenos Aires, para luego
ser deportados a México, Francia y no recuerdo si a otros países. (Ver crónica
“Clandestinidad y deportación” del 24 de junio de 2016)
El miércoles 21 en Jujuy, Leonidas tuvo que escuchar los gritos
desaforados de los militares del cuartel coreando cada uno de los seis goles argentinos
cuando el equipo peruano perdió vergonzosamente en el partido jugado en la
ciudad de Rosario. Curiosamente antes del partido ingresaron al camerino
peruano el general Videla acompañado por el ex secretario de Estado
norteamericano Henry Kissinger y el dictador argentino habló sobre la hermandad
latinoamericana, en una actitud que muchos calificarían después de
amedrentadora. Hasta hoy, casi cuarenta años después, se recuerda que Argentina
necesitaba ganar por más de cinco goles de diferencia para pasar a la final y
le ganó al Perú 6 a 0. En esa época se especuló sobre distintos tipos de
compromisos entre ambos gobiernos militares -y hasta hoy cada cierto tiempo
aparecen hipótesis sobre lo sucedido- uno de los cuales incluía canje de goles
por albergue de desterrados. En todo caso, alrededor de una semana después,
cuando se autorizaron nuevamente las revistas y periódicos no diarios, uno de
ellos -no recuerdo si Kunán o Kausachum- resumió en un titular lo que muchos pensábamos: “Nos metieron 6 en Rosario
y 14 en Jujuy”.
PREOCUPADOS POR ACCIONES DE PROPAGANDA ARMADA
Cuatro años después, el 13 de junio de 1982, fue la
jornada inaugural del XII Campeonato Mundial de Fútbol en Barcelona, España. Desde semanas anteriores en el PSR estábamos
preocupados por el III Congreso Nacional de la Confederación Nacional Agraria
que se realizaría en Ocopa en la provincia de Concepción, en Junín, bastante
cerca de Huancayo, la capital departamental. Nuestro partido tenía marcada
influencia en la línea política de esta institución gremial. De hecho el
general Leonidas Rodríguez fue su asesor honorario mucho tiempo. El excelente
equipo de asesores permanentes, constituido durante muchos años por Julio
Rejas, José Reyes y Lorenzo Castillo, eran militantes de nuestro partido, y en las reuniones que teníamos el factor de
seguridad era inquietante.
Con más de dos años de accionar de Sendero Luminoso ya eran significativos los
atentados realizados en zonas campesinas del país y no se descartaba que alguna
acción de propaganda armada pretendiera realizar en pleno evento. Posteriormente
se detectó que había circulado un panfleto en el cual Sendero Luminoso se
atribuía cerca de tres mil acciones terroristas, como asaltos a puestos
policiales, incendios y atentados a locales públicos, derribamiento de torres
de alta tensión y de microondas, así como tomas de pequeños poblados en la
sierra central, entre otras acciones terroristas. Estábamos en 1982 y si bien el
número de víctimas no había llegado a una decena entre 1980 y 1981, ese año
eran ya varias las decenas de muertes producidas por el terrorismo. Todos
temían que la espiral de violencia aumentara en los años inmediatamente
próximos pero nadie suponía que las víctimas se contarían por miles.
Aunque estaba en Lima para la inauguración del Mundial de Fútbol de España, ocho días después me
trasladé a Huancayo junto con el senador Enrique Bernales, desde marzo de ese
año secretario general del PSR, David Tejada y Fernando Peña. La noche misma
que llegamos nos instalamos en el Hotel Kiya, ubicado en la céntrica avenida Giráldez
a metros de la Calle Real, principal arteria vial de esa ciudad, y comenzamos
las primeras coordinaciones. Seríamos el equipo de la dirección partidaria que tendríamos
contacto con los compañeros asistentes al congreso, en especial los tres
asesores ya mencionados y Luis Aliaga, presidente hasta entonces de la CNA e
integrante también de la Dirección Nacional del PSR.
Entre los días 22 y 24 de junio durante muchas horas nos establecimos en la
cafetería del hotel Huaychulo, un centro vacacional en Concepción muy cerca del
lugar donde se realizaba el Congreso de la CNA. Pero los traslados entre
Huancayo y ese centro los hacíamos guardando medidas de seguridad que algunas
veces nos obligaban a demorar bastante más de lo previsto y la intranquilidad
que teníamos, aunque manejable, era evidente.
Allí nos reunimos también con los dirigentes de las distintas federaciones
campesinas que eran miembros del PSR. De ellos recibimos la evaluación del
congreso y analizamos las mejores propuestas de candidatos a la nueva
directiva. Fue natural que Felipe Huamán Yajahuanca fuera considerado para ser
candidato a la presidencia de la organización campesina. Piurano de nacimiento,
pero afincado en la provincia cajamarquina de San Ignacio, tenía liderazgo en
el movimiento gremial agrario del nororiente del país. Identificado con el PSR
desde el primer momento, Huamán había tenido mucho que ver con que San Ignacio
fuera la única provincia del Perú en que el PSR sacó la primera votación entre
todos los partidos participantes de la Asamblea Constituyente de 1978.
LLEVAR 200 KILÓMETROS UN TELEVISOR PARA VER DERROTA
Sólo regresamos a Huancayo para ver el encuentro entre Perú y Polonia,
selecciones que habían empatado en la semana anterior sus partidos con Camerún
e Italia. Integraban un grupo que jugaba en dos estadios de Galicia y que
parecía muy parejo ya que los cuatro equipos tenían dos puntos. Temiendo que no
hubiese televisor adecuado, Enrique Bernales había trasladado en su auto un
televisor a colores de 24 pulgadas que instalamos en una sala del hotel donde
unos siete u ocho olvidamos nuestras preocupaciones políticas para angustiarnos
con lo que sería el último partido del Perú en un Mundial en 36 años y que
terminó con un apabullante 5 a 1 a favor de Polonia.
Cuando salimos amargados y vimos los rostros de pesadumbre de los
huancaínos en las afueras del hotel, en una de las esquinas más concurridas de
la ciudad, no nos imaginábamos que en menos de dos años veríamos por esos
mismos lugares rostros de honda tristeza, auténtico susto y rabiosa impotencia.
Sería el 26 de julio de 1984 cuando junto a Enrique, Fernando Peña y Jorge Melo
asistiéramos al entierro del alcalde provincial de Huancayo Saúl Muñoz Menacho, integrante de Izquierda
Unida, frente que en setiembre de 1980 el PSR había contribuido a formar. Y en
esa fecha el viaje por la carretera central sería bastante diferente al
realizado en 1982 (Ver crónica “Asesinato en Huancayo, infierno en el Infiernillo” del 22 de agosto de 2014). De hecho los atentados se habían multiplicado por lo menos por 20
veces y el primer día del año había sido premonitorio: exactamente al momento
que terminaba el año 1983 y comenzaba 1984, aparentemente en acción
cronometrada, se produjeron las voladuras de varias torres de alta tensión
dejando a oscuras a toda la ciudad de Lima y una buena parte del país…
Alejado de la actividad política, pero sin
dejar de preocuparme por lo que pasa en el Perú veré el Mundial de Rusia. A
colores y en pantalla con más del doble de superficie que los televisores en
blanco y negro de hace 47 años. Estaba a días de cumplir 28 años cuando se
inauguró el mundial de fútbol en México y tendré días de haber llegado a los 76
cuando el próximo 14 de
junio se
inaugure el de Moscú. Entre una y otra fecha hay toda una vida que mi
generación vivió intensamente y que en los últimos cinco años trato de
presentar en estas “Crónicas del siglo pasado”.
Excelente resumen de una histórica etapa que llenó de zozobra al Perú. Nuestra formación estudiantil nos llevó a mundos diferentes al de Alfredo Filomeno y no tuvimos su visión desgarradora de lo que en el fondo político se vivía. Gracias por estas "Crónicas del Siglo Pasado" que, en nuestro caso, ya con 83 años y soportando males de salud, esperamos ver el Mundial de Rusia. Un abrazo y orgulloso de ser egresados de la Gran Unidad Escolar "Ricardo Palma".
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