viernes, 27 de octubre de 2017

NO ACEPTAMOS INSCRIBIRNOS CON FIRMAS AJENAS (1978)

Era el veintitantos de enero de 1978. Todos los partidos políticos, entre ellos el Partido Socialista Revolucionario del cual yo era sub secretario general, se encontraban en febril actividad reuniendo firmas para inscribirse ante el Jurado Nacional de Elecciones, JNE, y poder participar en los comicios convocados poco antes por el gobierno del general Morales Bermúdez para constituir una Asamblea Constituyente. El responsable de la tarea en el PSR era el combativo periodista Francisco Moncloa, más conocido como Paco Moncloa. Como todos los días aproveché el tiempo de refrigerio para tareas partidarias y llegué a reunirme con Paco a una oficina que el partido consiguió por esos tiempos en el centro de Lima, en el jirón Carabaya a veinte metros de la Plaza San Martín. No tenía ni diez minutos ahí cuando un compañero me dijo que me buscaba Carlos Malpica. Indique que lo hicieran pasar y fue grande mi extrañeza cuando apareció con Miguel Rincón…

Por cierto que tal sorpresa nada tenía que hacer con el hecho que Rincón sería condenado por actividades terroristas en el 2006. Estoy seguro que ni siquiera él tenía idea que en su futuro habría más treinta años de prisión. Mi extrañeza era debida a que las agrupaciones políticas de ambos sólo se parecían en que eran de reciente creación. En todo lo demás eran bastante diferentes, incluso muy distantes ideológicamente hablando.

MEZCLAR AGUA CON ACEITE

Malpica era uno de los principales impulsores de la creación de la Unidad Popular de Izquierda, UPDI, que en las semanas anteriores trataba de aglutinar a personalidades vinculadas a la llamada “nueva izquierda”, mientras Rincón se venía desempeñando como uno de los voceros de una escisión del Partido Comunista Peruano, producida a principios de ese mes de enero, denominada Comisión Coordinadora de Regionales y Juventud, posteriormente conocida como PCP Mayoría, denominación que usaremos en esta crónica. Este sector había señalado que la dirección del PCP había adoptado posiciones “eurocomunistas” reclamándose defensores de posiciones ortodoxas, lo que lo vinculaba a las posiciones del PC soviético… justamente cuestionadas por esa nueva izquierda.

Pero mi inicial asombro aumentó cuando me enteré del motivo de la visita. Malpica indicó que sabía los apuros que el PSR tenía para llegar a las 40 mil firmas necesarias para la inscripción ante el Jurado. Señaló que en el caso de UPDI estaban avanzando confiados en lograr la meta pero que creían que había necesidad de conseguir algunas firmas adicionales “por si acaso…”. Era una información cierta, ya que todos teníamos dificultades por el poco tiempo que hubo desde inicios de noviembre cuando se estableció el número de firmas para inscribir los partidos. No comenté nada, aunque la respuesta era obvia. Tampoco hablé sobre otros problemas existentes (Ver crónica “Constituyente: carrera con obstáculos” del 26 de septiembre de 2017).

Luego de un corto silencio, miré a Carlos esperando que continuara, mientras éste miró a Miguel Rincón esperando infructuosamente que hablara, pero sólo hubo silencio. Entonces Malpica prosiguió. Dijo que el día anterior se había reunido con dirigentes del PCP-M y constatado que tenían una buena cantidad de firmas que no iban a utilizar porque no contemplaban inscribirse para participar en las elecciones de la Constituyente. Añadió que la visita de ambos obedecía a que estaban dispuestos a entregar las firmas pero dentro de un espíritu unitario. Trató de explicar cuál era ese espíritu, pero se trabó un poco por lo que miró a Rincón -que se mantenía imperturbable- y le dijo que siguiera ya que era el más indicado para explicar la posición de su partido.

EVALUACIONES DISTINTAS SOBRE UNA RUPTURA

Rincón habló de las discrepancias con la dirigencia del PCP, en especial con su principal dirigente Jorge del Prado, así como con Gustavo Espinoza, Mario Ugarte y otros y afirmó que no sólo tenían el apoyo de los cuadros juveniles del partido sino sobre todo la mayoría de los comités regionales. Fue muy breve considerando que esa evaluación ya era conocida al haber trascendido en medios de comunicación que siguieron las mutuas descalificación es que se hicieron los sectores en pugna. Luego se refirió a que, resultándoles muy difícil quedarse con la organización partidaria, su principal ocupación era armar una sólida estructura lo que impedía que se dedicaran a tareas electorales.

En el PSR teníamos nuestra propia evaluación sobre el PCP-M: era cierto que el antiguo PCP había sufrido un fuerte golpe en su organización, especialmente en la Juventud Comunista. Sin embargo de ninguna manera se podía pensar que en la mayoría de los comités regionales existía control por parte de los disidentes, ni tampoco que hubiese disminución significativa en la presencia determinante del PCP en la dirección de la más importante central sindical del país, la Confederación General de Trabajadores del Perú, CGTP.

Luego que escucháramos hablar sobre la realidad del PCP-M, Malpica -a quien se le notaba muy ansioso- indicó que al momento de la ruptura con la dirección oficial del PCP los comités regionales tenían en sus manos planillones con firmas para su inscripción. Desde semanas atrás ya no realizaban la tarea de recolección pero lo conseguido entre mediados de noviembre y principios de enero sumaba varios miles de firmas y remarcó que eran de simpatizantes izquierdistas que seguramente se sentirían frustrados de no haber respaldado ningún partido de izquierda. A esas alturas era claro que en la cabeza de los dirigentes del PCP-M esas firmas no eran motivo de preocupación y simplemente ocupaban espacio en alguna oficina. Aunque no se dijo nada al respecto, pero la idea que tuve -y tengo- es que Malpica y quizá algún otro de los propulsores de UPDI asumieron que existían esas firmas y buscaron a los dirigentes del PCP-M. Y que éstos recién cayeron en cuenta que tenían algo valioso…

Hago un paréntesis del relato para señalar que, recordando lo escuchado ese día de labios de Rincón, no es idea sino certeza suponer que si los dirigentes del PCP-M se hubiesen planteado antes la posibilidad de “donar” las firmas era el PSR candidato a recibirlas. La larga militancia en las filas de un PC ortodoxo los llevaba a marcar mucha distancia de los diversos destacamentos de la “nueva izquierda”, por un lado, y el apoyo a políticas del gobierno del general Velasco Alvarado los llevaba a tener algunos puntos de confluencia programática con el PSR. Pero al parecer antes de que lo pensaran se había producido el contacto con la UPDI.

DONACIÓN CON “ESPÍRITU UNITARIO“ QUE NO ACEPTAMOS

Regresemos a la reunión en el jirón Carabaya. Malpica dejó de hablar y Rincón me explicó que su partido había decidido entregar las firmas, pero con “espíritu unitario”. Cuando dijo que la mitad de las firmas serían para UPDI si el PSR aceptaba la otra mitad, comprendí la ansiedad de Carlos porque había trascendido que su recién creada agrupación estaba muy lejos de conseguir las firmas. Y aunque entendí que no era fácil una decisión que afectaba a otros, les adelanté que mi posición era que el PSR agradeciera el gesto unitario del PCP-M pero no aceptara la donación de firmas, aunque dada la urgencia lo informaría en el trascurso del día a la dirección partidaria para tomar una decisión que les comunicaríamos.

Fui bastante conciso con mis argumentos para no aceptar esa donación. En primer lugar, aunque no dije que era una cuestión ética -que me sonaba una frase pomposa para la ocasión- apelé al sentido común. Más allá de las discrepancias que la gente PCP-M tenía con la conducción partidaria de esos momentos en el PCP, las firmas se recogieron para ese partido y no para otro. Por tanto no se podía cambiar al destinatario de la confianza de un ciudadano. En segundo lugar, hablé de la necesidad de construcción partidaria, nuestra gente estaba levantando firmas en todo el país con gran esfuerzo. El trabajo de la militancia era de tal entrega que si trascendía que habíamos conseguido la inscripción con firmas de otras agrupaciones se desmoralizaría. Dicho esto, puedo contar ahora cuarenta años después que nos enteramos que hubo casos en que primó el ingenio para conseguir algunas firmas en forma no muy santa, como aquel que surgió de la seguridad que nadie protestaría aduciendo que el número de su libreta electoral se había obtenido de un hostal de alta rotación donde se había alojado con una pareja que no era la oficial. En tercer lugar, el cálculo político aconsejaba no dar motivo a que otras agrupaciones políticas que se inscribieran quitaran valor a otras con el argumento que estaban inscritas gracias a las firmas cedidas.

De todas formas, considerando que podía ser otra la decisión de la dirección del PSR, antes de despedirnos quedé en comunicarles la decisión partidaria. Al salir Malpica se encontró con Moncloa en otro ambiente de la oficina y conversó brevemente con él. Ambos se conocían mucho tiempo y eran bastante amigos. De hecho meses antes, cuando estábamos conversando un grupo de dirigentes del PSR en casa de Moncloa, llegó de visita Malpica con un aspecto totalmente cambiado ya que se encontraba clandestino. Por encargo del ministerio del Interior se le quería detener por asesorar a la Federación de Pescadores, en huelga en esos momentos. Se disculpó por interrumpirnos y dijo que tenía una reunión muy cerca en un rato más y quiso hacer la espera en una casa amiga.

“¿Cuál es la propuesta tan conveniente para el PSR que Carlos me ha dicho que te ha planteado?”, me dijo Paco ya a solas. Cuando terminé de contárselo, Moncloa con el rostro enrojecido, como le sucedía cada vez que algo le molestaba, me comentó que prefería que el PSR no se inscribiera a que lo hiciera con firmas ajenas. De igual opinión fue Antonio Meza Cuadra, secretario general del partido, quien logró comunicarse con otros dirigentes que coincidieron con él. Horas después comuniqué a Rincón nuestro agradecimiento por el gesto pero que no aceptaríamos las firmas. La decisión también la comuniqué a Malpica, dejándole un mensaje en clave en un teléfono que me había dejado.

¿ERA POSIBLE ENTREGAR FIRMAS A OTRO PARTIDO?

Comprendo que a estas alturas de la crónica más de un lector se ha preguntado ¿cómo un planillón con la firma para un partido podía servir para la inscripción de otro? o ¿nadie se daba cuenta que estaba escrito un nombre encima de una borradura donde estuvo escrita otra denominación? Hay una explicación. En mis recuerdos -y pueden ser inexactos cuarenta años después- en los formatos proporcionados por el JNE se consignaban los nombres, números de libreta electoral -que en esa época era el documento de identidad- y la firma. La parte de arriba de cada planillón tenía un espacio para imprimir o poner un sello con el nombre de cada partido. En la mayoría de los casos ese espacio estaba en blanco para ser llenado al momento de presentar todas las firmas al Jurado. Tengo claro la razón por lo que así se hizo en el PSR: no arriesgar a nuestros militantes dándoles la posibilidad de decir que eran para otro partido. No queríamos arriesgarlos inútilmente. Estamos hablando de un partido que desde enero de 1977 tenía a varios de sus fundadores deportados (Ver crónica “40 días intensos, 40 años atrás” del 19 de noviembre de 2016).

UNA INFORMACIÓN QUE NO ME CORRESPONDÍA ACLARAR

Días después, el 29 de enero se anunció la alianza de la Unidad Democrática Popular, UDP, con la UPDI. A inicios de diciembre de 1977 se había informado sobre la formación de la UDP conformada por varios partidos de la “nueva izquierda” como Vanguardia Revolucionaria, el Partido Comunista Revolucionario y algunas agrupaciones que se denominaban Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Cinco días después –en el último día del plazo final- se inscribió en el JNE como Unidad Democrático Popular. Un día antes lo habíamos hecho los del PSR. A mediados de marzo, al momento de inscribirse las listas a la Asamblea Constituyente, la de la UDP consideró por cierto a Malpica -a quien la mayoría de los militantes de izquierda consideraban con muy buena preparación intelectual y gran experiencia política- pero también a candidatos vinculados al PCP-M, incluyendo al propio Rincón…

No recuerdo si dos o tres semanas después de la inscripción de las listas, en la revista Caretas se publicó un comentario que señalaba que para la alianza con UDP, la UPDI había entregado varios miles de firmas recibidas del PCP-M y que en realidad correspondían al PCP, las mismas que no fueron aceptadas por el PSR. No sé de dónde salió tal información, aunque tiempo después me dijeron que fueron dirigentes del PCP que consideraban que se le había sustraído miles de adhesiones. Luego de la publicación, Malpica muy ofuscado me buscó para que la desmintiera. Le dije que no tenía sentido que lo hiciera. Sólo podían desmentirlo él, los dirigentes de la UDP o los dirigentes del PCP-M. Nadie lo hizo…

BRILLANTE TRAYECTORIA Y TRÁGICO FINAL

Malpica quien había sido diputado por Cajamarca a los 26 años en 1956, fue elegido miembro de la Asamblea Constituyente y confirmó las expectativas que sobre su capacidad había. De hecho fue uno de los mejores integrantes del Senado, al cual fue elegido en 1980, 1985 y 1990. Durante el año que duró la Constituyente, como dirigente del PSR yo acudía con alguna frecuencia al local del parlamento y en las ocasiones que me crucé con Malpica los saludos eran fríos. Meses después, en setiembre de 1979, nuestras relaciones volvieron a la cordialidad cuando nos dedicamos al apoyo externo a una huelga de hambre de dirigentes políticos en solidaridad con la larguísima huelga magisterial del Sindicato Único de Trabajadores de la Educación Peruana, SUTEP (Ver crónica “Huelgas de hambre se multiplican” del 22 de mayo de 2015).

Aún recuerdo el 15 de noviembre de 1993 en que llegué a la casa del líder demócrata cristiano Héctor Cornejo Chávez -retirado de la actividad política desde justamente la Constituyente de 1978- quien cumplía 75 años. Me enteré que cuando Malpica se retiraba después de saludarlo sufrió un fulminante infarto. De hecho su cuerpo permanecía en el baño a donde entró con una pastilla sublingual que no pudo llegar a tomar. Fue una temprana desaparición de un combativo político y muy destacado investigador en asuntos económicos. Al fallecer hacía menos de un mes que había cumplido 64 años.

RINCÓN ARRINCONADO

A Miguel Rincón lo había tratado en algunas reuniones el año anterior cuando se desempeñaba como sub secretario general de la Juventud Comunista Peruana. Tenía un cierto acartonamiento propio de muchos PC, con trato quizá demasiado formal. Un par de meses antes había asumido la secretaría general debido a la renuncia de Jorge Tapia al PCP. Después de esa reunión en enero de 1978 no tuve ocasión de conversar con él en los meses siguientes. En la huelga de hambre de setiembre de 1979 antes mencionada participó en representación del PCP-M. Luego prácticamente no supe nada de él. De hecho en los años siguientes, el PCP-M tenía cada vez menos importancia y no era Rincón ninguno de sus dirigentes.

A fines de noviembre de 1995, en las pantallas de televisión se informaba sobre un violento enfrentamiento entre la policía y miembros de una célula del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, MRTA, integrada por más de 20 personas. Se habían atrincherado en una vivienda en La Molina, luego de huir de la que inicialmente ocupaban y desplazarse por varias otras casas. Incluso tenían rehenes. Finalmente acorralados todos se rindieron, incluyendo el jefe del grupo que era Rincón, señalado ya en ese momento como el número dos del movimiento subversivo. Se les incautaron numerosas armas y un plano del local del Congreso. El rostro del detenido distaba mucho del que yo recordaba de la conversación casi 18 años atrás.

En esos días algunas especulaciones señalaron que era posible que Rincón planeara una espectacular toma que incluyera numerosos rehenes. Al mismo tiempo también se señaló que con su captura y la de sus acompañantes había desaparecido tal posibilidad. Nadie sospechaba que un año después, el 17 de diciembre de 1996, habría un “manotazo de ahogado” del MRTA: la toma de la residencia del embajador de Japón con una captura inicial de varios cientos de rehenes y el mantenimiento de 72 de ellos recluidos en ese local por 125 días.

En 2006, Rincón fue condenado a 32 años de prisión que se cumplirán a fines del año 2027.

1 comentario:

  1. el resultado de no aceptar estaba muy claro. Lo mas importante son los aspectos éticos del uso de firmas que se obtuvieron para A y la forma no correcta de ofrecerla a terceros independientemente que sea una organización xercxana o no del que la ofrece. Otro elemento que lamentablemente contoníua es le lucha porque prevalezca la posición de uno y no tener cuenta lo importante con viabilidad...resultado triunfos de movimientos que generalmente han terminado en posiciones de derecha, corrupción, etc. CUAN IMPORTANTE Y TRASCENDENTE TUS MEMORIAS.

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