Eran prácticamente las seis en punto de la tarde.
Nos encontrábamos en un salón de Palacio de Gobierno, rodeado de espejos y
teniendo sobre nosotros elegantes lámparas de cristal. Era el primero de julio
de 1981 y el presidente Fernando Belaunde recibía a una delegación de Izquierda
Unida encabezada por Alfonso Barrantes Lingán. Estaba llegando a su fin el
primer año del segundo gobierno de Belaunde.
Habíamos ya intercambiado saludos con el presidente
y con los ministros que lo acompañaban: Manuel Ulloa, presidente del Consejo de
Ministros desde el inicio del mandato presidencial y que lo sería por un año y
medio más hasta finales de diciembre de 1982. Ulloa era además ministro de
Economía y Finanzas. Los otros ministros presentes eran el de Trabajo Alfonso
Grados Bertolini, el Canciller Javier Arias Stella, el ministro de Justicia
Felipe Osterling y el responsable de la cartera de Interior José María de la
Jara y Ureta.
A la reunión no se había permitido el ingreso de
periodistas para que siguieran el diálogo. No estoy seguro si casi dos horas
después, cuando terminó el encuentro, hubo fotografías de los participantes en
la primera conversación formal entre el gobierno y la oposición izquierdista.
En todo caso el único registro que quedaría de la reunión era lo grabado en un pequeño aparato camuflado en un sobre
manila que en ese momento yo procedí disimuladamente a encender. Para mi
tranquilidad no se produjo ningún ruido extraño.
EL ”PACTO PÚBLICO” DE BELAUNDE
A inicios del mes anterior, en unas declaraciones
Belaunde habla de la necesidad de un “pacto público” que permita acuerdos para
mejorar la vida de los peruanos de menores recursos. Mucho comentario hubo
relacionando el origen de la idea presidencial con recientes visitas suyas a
las barriadas -que ya se les identificaba más llamándolas pueblos jóvenes-
donde había quedado impactado por los grandes niveles de pobreza encontrados.
Muy poco después, el presidente invitó un
almuerzo en Palacio de Gobierno a parlamentarios de todos los partidos
políticos. Acudieron todos salvo los del FRENATRACA, del FOCEP y de los tres partidos
trotskistas. Allí Belaunde planteó una suerte de memorando que personalmente
había preparado y que contenía algunas ideas sobre las cuales se podían hacer
esfuerzos conjuntos desde el Ejecutivo y el Legislativo. En la reunión y en
declaraciones posteriores, parlamentarios de las dos tendencias de Acción
Popular, el partido de gobierno, así como los del Partido Popular Cristiano
-que tenía dos ministros en el Gabinete- manifestaron su respaldo a la idea.
Los integrantes del Partido Aprista señalaron sus reservas, aunque estaban más
preocupados en la lucha interna iniciada más de un año antes entre los
seguidores del ex candidato presidencial Armando Villanueva y del diputado
Andrés Townsend.
Senadores y diputados de partidos integrantes de
la Izquierda Unida, al igual que todos, saludaron la disposición al diálogo del
presidente Belaunde, sin desconocer su coincidencia con los fines planteados,
pero remarcaron que justamente la política económica del régimen impedía
llevarlos adelante.
Algún malestar se había generado entre algunos de
quienes integrábamos el Comité Directivo Nacional de IU, que consideraban que
no se estaba tomando en cuenta institucionalmente al frente izquierdista. Hay
que considerar que tener presencia parlamentaria era una experiencia nueva para
la mayoría y no podían entender que senadores o diputados pudieran ser
considerados antes que los dirigentes partidarios. Como ya he relatado
anteriormente, en setiembre del año anterior IU se había constituido como
alianza electoral para afrontar las elecciones municipales de noviembre.
PRIMER DIÁLOGO FORMAL DE IZQUIERDA UNIDA CON
OTRAS FUERZAS
Posteriormente, considerando una muy auspiciosa
participación, se acordó mantener IU como un frente, con un Comité Directivo
Nacional que integraban el Frente Obrero, Campesino, Estudiantil y Popular,
FOCEP, el Partido Comunista Peruano, PCP, el Partido Comunista Revolucionario,
PCR, y el Partido Socialista Revolucionario, PSR, con un representante cada uno
y los frentes Unidad Democrático Popular, UDP, y Unión de Izquierda
Revolucionaria, UNIR, con dos integrantes por cada agrupación. Alfonso
Barrantes Lingán, de excelente desempeño en esas elecciones en que quedó
segundo como candidato a la alcaldía de Lima, fue designado como presidente de
IU. Considerando que los integrantes del CDN serían los más altos dirigentes de
cada agrupación, se estableció que cada uno de ellos debía tener un alterno. Yo
fui representante alterno desde setiembre de 1980 hasta julio de 1986 y
representante titular desde julio de 1986 hasta enero de 1989, en que pese a
que me tocaba integrar el nuevo Comité Directivo Nacional surgido en el I Congreso
Nacional, con un importante sector de IU nos alejamos de la mayoría de la
dirigencia para constituir luego de meses de fricciones, la Izquierda
Socialista que llevó adelante la candidatura presidencial de Barrantes para las
elecciones de 1990 en que fracasamos totalmente.
Pero estábamos recién en 1981. No recuerdo cómo
es que se produjo la invitación de Belaunde a Izquierda Unida. Estoy casi
seguro que fue dirigida a Alfonso Barrantes y que éste llevo el asunto para ser
tratado en el Comité Directivo Nacional de IU. Pero sí tengo claro que motivó
muchas discusiones debido a las discrepancias sobre si aceptarla o no y en caso
de ir qué puntos plantear. Al mismo tiempo que declaraba que se estaba
dispuesto al diálogo, el frente izquierdista manifestó que ello no significaba
“ni renunciamiento a los principios que se defienden ni mucho menos
conciliación con modelos económicos y políticos”. Fueron por lo menos dos
largas reuniones que se realizaron para elaborar un documento que se entregaría
al gobierno y que se denominó “Propuesta al país”.
“EL DESEMBALSE LEGISLATIVO”
Por esos mismos días y al borde de la terminación
de las facultades legislativas de 180 días concedidas por el Congreso, para que
se revisara toda la legislación promulgada por el gobierno militar en sus dos
fases, se produjo lo que en esa época se conoció como el “desembalse
legislativo”. Fueron más de doscientos decretos legislativos, la mitad de los
cuales se dieron en los últimos tres días del plazo concedido. A estas alturas
no voy a intentar escribir sobre estas medidas. Baste señalar que significaron
cambiar las leyes orgánicas de todos los ministerios, normar la actividad
empresarial del Estado, propiciar la intervención del sector privado, dar mayor
fuerza a la presidencia del Consejo de Ministros y realizar cambios tributarios
que en ese momento fueron muy discutidos por sectores políticos y económicos
muy diversos.
EXPECTATIVA POR PRESENCIA DE IU EN PALACIO
Volvamos al primero de julio. Quedamos en
encontrarnos a las 5 de la tarde, creo que en un local u oficina cercana a la
Plaza de Armas. En todo caso alrededor de las 5:40 pm estábamos ingresando a
esa plaza desde la calle La Virreina al costado de la Catedral. Encabezados por
Alfonso Barrantes, presidente de IU, íbamos a la cita los senadores Jorge del
Prado -secretario general del PCP-, Genaro Ledesma –presidente del FOCEP- y
Edmundo Murrugarra -secretario general de Vanguardia Revolucionaria integrante
de la UDP-, Luis Benítez -dirigente del MIR también integrante de la UDP-, Jorge
Hurtado y Juan Sánchez -dirigente de Patria Roja y VR-PC integrantes del UNIR-,
además el diputado Manuel Dammert -secretario general del PCR- y yo a nombre
del PSR. A pesar que en algún momento de las varias reuniones que habíamos
tenido se dijo que considerando que ya que estábamos de acuerdo en el documento,
bastaba que sólo fueran “los que lo deseen” la presencia fue total.
Como paréntesis hay que señalar que Dammert en
ese tiempo era uno de los diputados más jóvenes y hoy -35 años después- es uno
de los mayores entre los legisladores elegidos para el parlamento que se
iniciará sus labores el 28 de julio de 2016. Pero joven o veterano con igual
talento y dedicación a la labor parlamentaria y similar pasión por sus ideas.
Cuando cruzamos en bloque la plaza de Armas los
periodistas apostados en los alrededores de Palacio nos distinguieron. Todos,
salvo Hurtado, vestíamos con saco aunque un par no usaban corbata. Jorge
Hurtado, a quien yo recién había conocido personalmente en setiembre anterior y
no con su nombre sino como “Ludovico”, su
apelativo partidario, iba enfundado en un saco de cuero negro, con una
camisa oscura. Nos acercamos a la puerta lateral de Palacio de Gobierno
rodeados de periodistas que se dirigían a Barrantes para solicitarle algunas
palabras que fueron necesariamente cortas. Mientras aguardábamos unos minutos
los trámites administrativos para entrar, Edwin Sarmiento del Diario Marka se
acercó a mí y me entregó un sobre manila dentro del cual había una grabadora
pequeña para la época -aunque ahora sería el equivalente a unas 6 o 7 “tablet” una sobre otra- mientras me
decía en voz baja que tratara de grabar el encuentro.
Esa fue la grabadora que encendí al inicio de la
reunión que se realizó alrededor de una enorme mesa. Luego de una breve
bienvenida de Belaunde, iniciamos la participación donde cada uno de los
dirigentes de IU planteó la posición del frente en relación a una serie de
puntos plasmados en nuestro documento, entre ellos la anulación de un nuevo
impuesto del 6% a la gasolina, la derogatoria de una “Ley antiterrorista” que
en realidad era una amenaza para dirigentes sindicales y populares, respeto
para parlamentarios de oposición ya que algunos habían sido agredidos por la
policía, una amnistía laboral que significara la reposición de trabajadores
despedidos principalmente por oponerse al gobierno del general Morales
Bermúdez, congelamiento de precios de productos de primera necesidad, etc.
Paralelamente todos los ministros
presentes señalaron sus puntos de vista.
DIALOGAR NO NECESARIAMENTE ES PONERSE DE ACUERDO
No es finalidad de esta crónica hacer una
explicación larga sobre lo que significaba cada punto que se trató en esa
oportunidad que en todo caso corresponden a la situación social y económica que
se vivía en una época determinada. Sí destacar algunos aspectos que se tomaron
en cuenta para participar en la reunión y que pueden mantener validez hasta
hoy.
Se consideró que nunca se pierde dialogando menos
aun cuando es de conocimiento público. Se pensó que siempre era posible
encontrar algo importante en las opiniones de otros y que aun si eran erradas
se podían encontrar elementos para enriquecer las propias. Por otro lado, era
ocasión de mostrar al país firmeza en las posiciones propias dado que no había temor
de contrastarlas con las de otros. Advirtiendo muchos analistas desde la
campaña electoral municipal del año anterior que la ruptura entre los distintos
partidos era inminente, resulta una magnífica oportunidad de mostrar unidad de
planteamientos. Adicionalmente se enfrentó el estereotipo que sobre la
izquierda querían mostrar algunos medios como fuerza sectaria, incapaz de
conversar con ninguna otra agrupación política. Faltaba aun dos años y medio
para que, desde la alcaldía de Lima, IU mostrara voluntad de diálogo y búsqueda
de consenso con otras fuerzas, aun cuando se tenía mayoría para gobernar la
ciudad sin ningún otro apoyo partidario.
Lo que si recuerdo de la reunión es que al final
de todas las intervenciones nuestras y de los ministros, Barrantes concluyó la
reunión expresando que estábamos dispuestos a continuar con las reuniones para
escuchar las respuestas a los planteamientos del documento que le estábamos
dejando.
NO SE PODÍA SUPONER QUE SE ESTABA DELINEANDO EL
FUTURO
No hubo ninguna otra reunión similar, pero en
junio y julio de 1981 se produjeron algunos hechos políticos de singular
importancia futura. Izquierda Unida comprendió que actuando como una sola
organización sería un actor político de primera importancia en las elecciones
municipales de finales de 1983. El sector de Acción Popular liderado por Javier
Alva Orlandini copó las presidencias de las dos cámaras legislativas, con el
propio Alva en el Senado y Luis Pércovich
en Diputados, relegando a un segundo plano a los sectores que encabezaba Manuel
Ulloa. De hecho en algunos momentos en el parlamento los “alvistas” se
comportaron como oposición. La división entre los integrantes de AP debilitó
mucho su propio gobierno. Los apristas comenzaron a ver las posibilidades de
entendimiento luego que la dirigencia oficial anulara las expulsiones contra un
sector partidario y se les invitara a participar en un Plenario en el que, sin
retrocesos dramáticos, se abrieron las puertas para los sectores que se habían
apartado. Por esos días se comentó que
aunque la pugna seguía entre líderes de los dos sectores, no había mucho futuro
para quienes aparecieron queriendo “terciar” entre las partes encabezados por
un diputado muy joven llamado Alan García…
Importante testimonio histórico que sugiere de la necesidad de evaluar este y sgtes procesos hasta este último con Veronica y la situación actual... la tendencia de la izquierda y en general de los partidos al fraccionamiento, quizá ambición por el poder? lo nuestro es mas importante y mejor que lo tuyo? etc, etc.
ResponderBorrarEl trabajo de una plataforma REALISTA y COMUN para objetivos de mediano y largo plazo es FUNDAMENTAL
Alli, Alfredo Filomeno, debes jugar un rol.