A mediados de 1979 culminaron los trabajos que
durante un año realizaron los cien integrantes de la Asamblea Constituyente y
quedó lista la nueva Carta Magna, la Constitución de 1979. Fue dramático el
acto de la firma de la versión final por parte del presidente de la Asamblea
Constituyente, Víctor Raúl Haya de la Torre, quien desde cuatro meses atrás
enfrentaba un grave cáncer que lo tenía postrado en su casa de Villa Mercedes,
después de un intento de curación en Houston.
viernes, 19 de septiembre de 2014
SEGUNDA VISITA INVOLUNTARIA A MILÁN (1989)
No habían sido muchas horas, pero sí bastante
agitadas las de la mañana del 3 de marzo de 1989. Levantarnos antes de las 6 de
las mañana, entregar las maletas y tomar desayuno en el elegante hotel de Praga
para salir al aeropuerto. Después de un viaje de unos 35 minutos, aterrizar a
las 10 de la mañana en Schönefeld, el aeropuerto de Berlín Este, es decir de la
capital de la ahora desaparecida República Democrática Alemana. Una grata conversación
acompañada de una merienda en el aeropuerto con funcionarios del Partido Socialista Unificado Alemán, PSUA, que habían sido nuestros anfitriones por casi cuatro
semanas en una visita que en otra oportunidad relataré. Allí recoger dos
maletas que habíamos dejado ya listas y embarcarlas para Lima junto con la que
traíamos desde la capital de la entonces Checoslovaquia, país que ahora tampoco existe. Cerca de la una de
la tarde nuevamente sentados en un avión de Interflug -línea aérea también hoy
desaparecida- para un trayecto también corto hasta Milán desde donde saldríamos
en un viaje de unas 15 horas hasta nuestro país.
BARRANCO EN LOS AÑOS CINCUENTA (1952/58)
A Barranco solíamos llegar los sábados decenas
de estudiantes de la Gran Unidad Escolar “Ricardo Palma” aproximadamente a las
once de la mañana para jugar interminables partidos de fulbito, salvo cuando a
alguno les llegaba el turno de la limpieza semanal del aula (Ver crónica “Buenos en estudios, malos en deporte” del 26 de noviembre de 2013) Pero en esas oportunidades sólo pisábamos una
zona de Barranco: el entonces llamado Parque Confraternidad. Allí
llegábamos en bicicleta o tranvía y salíamos rumbo a nuestras casas alrededor
de las 2 de la tarde. El hambre nos sacaba literalmente del apacible distrito.
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