“Abimael Guzmán está encabezando todas esas acciones…” me dijo terminantemente Carlos Tapia. Calculo que era una tarde de la segunda quincena de setiembre de 1980 cuando nos tomamos un café en el Dominó, en las galerías Boza en el centro de Lima. Hacíamos tiempo porque se había postergado el inicio de una reunión del Comité Directivo de Izquierda Unida, frente político y alianza electoral que sólo días antes se había fundado. Estábamos a un par de cuadras del local de la Unión de la Izquierda Revolucionaria, UNIR, donde debía realizarse la reunión, con la natural tensión que existía entre organizaciones que iniciaban el trabajo en un proyecto común, pese a los múltiples enfrentamientos tenidos durante muchos años (Ver crónica “Necesidad de unidad venció a la desconfianza” del 26 de mayo de 2017).