Habíamos terminado el almuerzo poco antes. Era el
13 de mayo de 1987 y estábamos a diez mil metros de altura. Me sentía algo
confundido con el cambio horario, pese a la escala de más de 20 horas en París (Ver crónica “Un carajo en Paris” del 1° de noviembre de 2012) de cuyo aeropuerto habíamos partido unos 75 minutos
antes. Volábamos en un avión de Air France que nos trasladaba desde París a Sofía.
Rolando Breña y Juan Borea dormitaban en sus asientos cuando Alfonso Barrantes
se levantó del suyo para estirar las piernas. Lo esperé casi al final del
pasillo donde hacía unos minutos estaba parado, luego de caminarlo varias veces
de ida y vuelta. Yo era secretario general del Partido Socialista
Revolucionario, que integraba Izquierda Unida, el frente que presidia Alfonso. Nos
pusimos a conversar y de pronto le dije sin intentar disimular mi preocupación:
Alfonso, hace más de cuatro meses que dejaste de ser alcalde de Lima y estoy
enterado que ahora que has regresado a tu oficina te visita mucha gente, pero
va a buscar a su líder no a su abogado ¿de qué vas a vivir?
viernes, 21 de octubre de 2016
¿SER CASI SIETEMESINO TRAE SECUELAS? (1942/65 - 2002)
Cuando llegó mi padre acompañado de un médico muy
amigo para atender el inminente nacimiento prematuro de su primogénito, ya habían
pasado algunos minutos de mi nacimiento. En la cama estaba yo morado de frío
unido a mi madre por el cordón umbilical. El médico anudó el cordón y procedió
a cortarlo. Mientras mi abuela me cubría con alguna manta, el médico se dedicó
a atender a mi madre, porque si había que salvar a uno, tenía más sentido
preocuparse por la joven mujer que acababa de tener un parto sin ninguna ayuda
y no por una endeble criatura que no alcanzaba los siete meses de formación y
cuyo aspecto no daba muchas esperanzas. Después de estar seguro que la madre
estaba bien, comenzó a examinarme con mucho esmero
y declaró que con muchos
cuidados podría salir adelante…
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