Guillermo
Herrera Montesinos, fue militante durante más de cincuenta años del Partido
Comunista Peruano y miembro de su Comisión Política durante más de tres
décadas. Si bien lo conocí desde mediados de los 70, desarrollamos una buena
amistad en los 80 en los momentos de mayor auge de Izquierda Unida. Pero la
amistad de ninguna manera nos hizo dejar de lado las discrepancias ideológicas
que teníamos. Después de 1990 nos vimos sólo ocasionalmente. A inicios de 2001
me buscó para contarme que estaba escribiendo un libro sobre IU. Por esa razón,
tuvimos varias conversaciones, tanto para expresarle mis puntos de vista como
para tratar de episodios de IU de los que él no tenía precisión. Incluso me
pidió darle un vistazo a la versión final. En julio de 2002 me invitó a ser uno
de los que presentara el libro “Izquierda Unida y el Partido Comunista Peruano”,
sabiendo que yo tenía posiciones distintas a las suyas. Un año después, el 9 de
agosto de 2003, me sorprendió la noticia de su muerte. No me encontraba en Lima
por lo que no pude asistir a su velorio. Al cumplirse este mes 10 años de su
muerte, en recuerdo de su amistad, publico mis palabras en la presentación de
su libro.
Estimados
amigos:
Estoy
haciendo un paréntesis en mi auto marginación de la actividad política desde
hace más de 11 años por tratarse de un libro de Guillermo Herrera. Creo no
equivocarme al señalar que entre las reuniones que dieron origen a la fundación
de Izquierda Unida en 1980 hasta las que se realizaron en el Congreso de
Huampaní en 1989, el record de asistencia a las reuniones de su Comité
Directivo Nacional, nos los disputamos Guillermo y yo. Y por lo que recuerdo en
la mayor parte de los casos, a nosotros como a todos los compañeros que
participamos en ese comité nos hermanó la búsqueda de lo que nos unía a pesar
de ser conscientes de nuestras diferencias. La participación de largas y a
veces tediosas horas en reuniones, no obedeció ciertamente al masoquista deseo
de participar en algo que no era posible. Por el contrario, sabíamos la
importancia que tenía la construcción del frente, muchas veces incluso a pesar
de las incomprensiones de nuestras propias organizaciones.
RECONOCIMIENTO A UN APORTE A LA HISTORIA POLÍTICA DEL PERÚ
No es
sin embargo la evocación de esa común incomprensión lo que me hizo aceptar la
invitación a compartir esta mesa con ocasión de la presentación de su libro. La
razón principal es hacer testimonio público de la amistad que nos une más allá
de cualquier diferencia política. Vengo, pues, fundamentalmente para reconocer
la obra que presenta un amigo. Pero no a dar elogios en aras de esa amistad,
sino a señalar que es un importante aporte a la historia política del Perú de
una persona que es testigo excepcional de lo ocurrido por su militancia de toda
la vida y por ser escrupuloso recopilador de textos y documentos que testifican
los hechos que relata.
Supongo
que puede haber algunos otros libros que se ocupen de lo que fue o significó
Izquierda Unida. Seguramente, acá o fuera del país, existen trabajos sobre el
frente. Es posible encontrar aun ahora literatura panfletaria sobre el tema.
Pero difícilmente habrá alguien que pueda haber trabajado con la mayoría de los
documentos originales y aun con los propios apuntes, al haber sido testigo y
actor de los hechos.
Como lo
subraya Guillermo en varias ocasiones, este libro no pretende ser la historia
oficial de Izquierda Unida, tampoco el documento de evaluación que el PCP hace
o hizo de su participación. Es en realidad un testimonio de parte. Y porque
tiene esa particularidad, refleja algo que aunque no era fácil de admitirlo,
sucedió muchas veces con las personas que teníamos la responsabilidad de frente
único: soportar ser acusados de sectarios en Izquierda Unida y conciliadores en
nuestros partidos. Ser esa especie incomprendida de personas que tenían que
defender dos causas: por un lado, patrocinar los requerimientos legítimos de
sus partidos en el frente que podía chocar con los también legítimos de otras
agrupaciones y, por otro lado, salvaguardar las urgencias unitarias del
conjunto.
En los
inicios de IU un compañero me dijo a las dos o tres de la mañana “Estoy
convencido que hay que aprobar ese punto, pero mi partido me ha dicho que no
puedo votar a favor... ”. Y se trataba de un asunto sin importancia. ¿Cómo
hacer? Cuando se iba a votar le dije: “Tenemos más de ocho horas sin parar, te
invito un café... ”. Me quedó mirando y me aceptó sonriendo. Tomamos el café
hablando de cualquier otra cosa. Cuando regresamos me dijo: “Pucha, voy a tener
que informar que justo se votó cuando salí por un café... ”.
Parte no
conocida de la actividad de los distintos componentes de un frente es
justamente encontrar las salidas para lograr lo mejor para su partido y para su
frente. Esa lucha permanente entre lo partidario y lo unitario. Por eso verán
ustedes también en las páginas del libro distintos pasajes que reflejan la
incomprensión que en ambas instancias tenía alguien que estaba luchando por lo
que pensaba era lo mejor para su partido y para su frente.
Cada uno
de ustedes sacará sus propias conclusiones del texto que hoy entrega Guillermo
Herrera. Como se trata de una presentación no creo que sea ocasión de
fundamentar posiciones que discrepen de la versión del autor. Por el contrario,
siendo como se ha dicho testimonio de parte, sí quizás pueda ayudar a sus
lectores hacer algunos otros aportes.
NUESTRA INCOMPRENDIDA HETERODOXIA
Por eso
señalo que en Izquierda Unida, quienes fundaron el Partido Socialista
Revolucionario, era un conjunto de militares progresistas, numerosos dirigentes
populares nacidos a la vida pública durante el gobierno de Velasco y un
importante grupo de ex demócratas
cristianos. De allí los componentes nacionalistas y democráticos que se
conjugaban con las ideas socialistas de una agrupación que se reclamaba como un
destacamento no marxista-leninista en el frente. Esa
posición, no era evidentemente compartida por la mayoría, quizás el problema
nuestro fue no haber insistido lo suficiente en la importancia de posiciones
como la nuestra para el desarrollo de IU en vastos sectores del pueblo, quizás
el error de los otros fue precisamente no darse cuenta de esa importancia.
Seguramente quien mejor entendió nuestra heterodoxia fue Alfonso Barrantes
Lingán, pero lamentablemente nunca la desarrolló para convertirla en una
propuesta más amplia. Quizás
ilustre mejor lo que estoy afirmando, algunos párrafos de mi intervención con
ocasión del encuentro de más de 160 partidos y movimientos, realizado en Moscú
en noviembre de 1987, con ocasión de los 70 años de la Revolución de Octubre.
Nos
reclamábamos un movimiento “independiente y heterodoxo”. Independiente porque
partíamos de la necesidad de plantear nuestro pensamiento y acción a partir de
la realidad peruana y “sin rechazar el inmenso caudal de experiencias teóricas
y prácticas de la lucha internacional... creemos que la teoría, el modelo
alternativo, la propuesta programática y la organización deben recoger de la
historia la expresión esencial de la Nación peruana”. Heterodoxo por considerar
que cada proceso de transformación difiere notablemente de los otros y que “no
hay fórmulas acabadas o recetas infalibles y en tanto rescata el hecho que cada
revolución triunfante ha sido, frente a las anteriores, una heterodoxia
esencial”.
En esa
ocasión, hicimos algunas reflexiones en torno a nuestras definiciones. Bástenos
señalar que con relación a nuestra opción por la democracia dijimos: “Si
queremos la democratización de la sociedad, la democracia resulta estratégica y
no sólo táctica y debemos adecuar nuestra acción política a esa situación y
asumir que debemos enfrentar la necesidad urgente de definir con precisión
conceptos como pluralismo político, libertad de expresión o autogestión
empresarial”.
Al
importante encuentro, que sería el último de su tipo, por el Perú participaron
el PCP, el APRA y el PSR. Curiosamente sólo los dos últimos plantearon
intervenciones. Era el momento estelar de la perestroika, la saludamos “en
cuanto significa democratización integral y en profundidad, vinculación
estrecha entre democracia y socialismo.....”. Pensamos que era posible el
viraje que acercara a todas las fuerzas de la izquierda con las prácticas de la
democracia formal. Resultó demasiado tarde.
Espero
que el libro de Guillermo Herrera no sólo sea un aporte al análisis de lo que
significó la Izquierda Unida en nuestro país, sino que ilustre los esfuerzos de
nuevas generaciones de peruanos en la búsqueda de instrumentos políticos que
aseguren la justicia social y la democracia en el Perú.
Gracias por contarnos su experiencia y ami como ma muchos otros que no teniamos aun conciencia de lo que pasaba en nuestra patria esos años.
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