Entre los ocho o diez días finales de mayo y casi todo junio de 1978, para evitar mi detención por parte del gobierno encabezado por el general Francisco Morales Bermúdez, tuve que vivir en la clandestinidad dejando de ir a mi casa, a mi trabajo y al par de locales del Partido Socialista Revolucionario, PSR, a los que solía concurrir considerando que era el sub secretario general del partido.