A punto de completar ocho décadas, en uno de los tantos recuentos que puedo hacer de mi vida, he comprobado que en todas esas décadas he viajado. Si bien fue en agosto de 1964 que hice mi primer viaje al extranjero, mis recuerdos sobre viajes en el Perú se remontan a 1948 o 1949 cuando la tía Teresa -hermana de mi padre y mi madrina de bautizo- me llevó a Chiclayo a visitar a su hermano Armando, su esposa Laura y sus ocho hijos, mis primos hermanos.